TIEMPOS DE VIOLENCIA E INOPERANCIA EXTREMA

Por DELFINA ACOSTA

Por si no fueran suficientes la miseria, el desempleo y el atraso en líneas generales, el Paraguay se encuentra en estado de pánico.

Nadie se halla ya seguro en este país porque la vida del ser humano se ha convertido en una aproximación a la nulidad.

Y luego salen los políticos a acusarse los unos a los otros como si las acusaciones en las que ellos se enredan en torno al atentado que costó la vida al chofer y al custodio del senador liberal Robert Acevedo fueran las que quisiéramos oír.

Queremos soluciones rápidas y no largas discusiones, ni peleas escandalosas, que no son sino simples demostraciones de su incompetencia pública.

La promesa que dio el Presidente de la República fue la de dar un cambio al Paraguay.

Pero el cambio nos asusta cuando miramos a nuestro alrededor pues crece el grado de inseguridad no solamente en Pedro Juan Caballero sino también en la capital y en sus alrededores.

Desde luego que la medianía intelectual, las pocas luces de las personas que están para frenar la inseguridad que toma estadios alarmantes en nuestra sociedad, certifican que este Gobierno no está ni siquiera mínimamente preparado para frenar la violencia, el narcotráfico y toda la gama de excesos que vienen sucediendo.

Esperemos que la violencia no se convierta en el pan diario de los paraguayos.

Queremos creer que podemos vivir dentro de los límites de la normalidad, o mejor dicho, de la tranquilidad.

Si el Dr. Francia, el ilustrísimo dictador del Paraguay viviera y observara en lo que se ha convertido este país habría charlado largamente con Fernando Lugo y le hubiera dicho que el eje del mal está en él y en su entorno.

¿Qué papel debe asumir la población en un estado de violencia?

¿Levantar verjas más altas en sus casas?

Pues no, sino exigir la presencia de los militares en las llamadas zonas liberadas.

La prensa es el único puente entre el pueblo y el Gobierno.

Por eso, en estos tiempos en que los políticos pelean, pues solamente tienen luces para discutir y no para concretar los cambios indispensables que prometieron, por eso, hablamos y nos expresamos los que ejercemos el periodismo, pidiendo que se ponga fin a la escalada de violencia que alarma a la población y espanta a los inversionistas.

Yo, como periodista, pido en nombre de la ciudadanía que el Gobierno haga lo que invariablemente debe hacer para que termine este estado de situaciones que nos llevan a lamentar la muerte de nuestros compatriotas en manos del crimen organizado.

Y no es que me exceda.

La violencia está a la vista.

Se agravarán los males si no se toman decisiones rápidas e inteligentes.

Hubiéramos querido que Fernando Lugo haya hecho las tantas cosas que prometió hacer por el país, pero le superan los obstáculos que él mismo genera.

Con la violencia no se puede andar con charlas y vueltas de charlas y una redundancia de expresiones erráticas que son un castigo para el sentido común.

Fuente: ABC Color

Sección: OPINIÓN

www.abc.com.py

 Lunes, 03 de Mayo de 2010

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