EL LABERINTO

  Por DELFINA ACOSTA

Cuando uno va a un recinto público para hacer algunos papeleos, tiene que armarse de mucha paciencia.

Es mejor tomar una taza de té de tilo o un tranquilizante antes de ir a uno de esos sitios o dependencias, con bifurcaciones laberínticas, del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.

Se pasan momentos tan desagradables en dichas dependencias. Es natural que uno salga nervioso, desatinado y mareado de locales donde te dan indicaciones vagas, incompletas y erráticas sobre los pasos que debes seguir para hacer algo determinado. Un trámite de rigor.

Si uno precisa tener las bases y requisitos para habilitar un local, en el Ministerio de Salud, en la dependencia habilitada para tal o cual habilitación, te dan una copia para el efecto, pero te piden que vayas a hacer una fotocopia del documento a la calle. "Es que tenemos una sola copia", dicen.

O sea que algo tan mínimo como contar con los papeles que se necesitan para conocer los trámites a seguir, la dependencia determinada no tiene, salvo una copia.

¿Dónde está la cabeza de tal dependencia?

¿Por qué tal dependencia no posee en buena cantidad las copias que uno precisa? Es esto demasiada pobreza. Cualquier extranjero se maravillaría de la miseria del servicio estatal en el Paraguay.

Porque así funcionan, en su mayoría, casi todos los sitios públicos.

Son un laberinto. Una réplica del libro "El Proceso", del escritor Franz Kafka. Se nos hace pasar por situaciones que a veces nos dejan pasmados a quienes vamos por unos papeles o una información.

Hay sitios donde los sellos ya perdieron su vida útil.

Eso sí que es asombroso.

No hay por supuesto, presupuesto para echar a funcionar correctamente muchas dependencias del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.

Lo que debería ser un trabajo digno, expeditivo, eficiente, se convierte en un verdadero bochorno. Yo sé que los funcionarios, los empleados públicos, tienen que arreglarse con lo que tienen a mano para satisfacer las demandas de quienes vamos por una información, por un documento, etc.

Ellos no tienen la culpa del estado de orfandad en que trabajan.

La culpa viene de arriba. No hay rubro suficiente para mejorar el nivel de la burocracia.

Y el desorden y la carencia son una realidad diaria no solamente en el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social sino también en muchos sitios estatales.

Creo que eso se llama el papeleo que nos funde, que nos hace ir retrocediendo dentro de los límites de la burocracia llevándonos a situaciones desesperantes.

Todo se improvisa.

Todo se hace a medias.

Cuando uno quiere hacer un trámite determinado en este país, debe saber que las cosas no le serán fáciles pues el sistema hace aguas por todos los lados.

Los teléfonos de las dependencias estatales están ocupados la mayor parte del tiempo.

 En fin, que la cosas dejan mucho que desear, es lo que deseo significar.

Desde abajo se mejoran las cosas.

Desde una simple oficina.

Desde un pequeño sello...

A ver si me entienden.

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color

www.abc.com.py

Martes, 01 de Marzo de 2010

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