PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
HUMBERTO DOMÍNGUEZ DIBB (+)
  EL FÚTBOL PARAGUAYO, 1977 - Por HUMBERTO DOMÍNGUEZ DIBB


EL FÚTBOL PARAGUAYO, 1977 - Por HUMBERTO DOMÍNGUEZ DIBB

EL FÚTBOL PARAGUAYO, 1977

Por HUMBERTO DOMÍNGUEZ DIBB


Impreso en los TALLERES GRÁFICOS CROMOS S.R.L.

Asunción – Paraguay,

Abril 1977 (101 páginas)


INDICE

Prólogo     

CAPITULO I

Campeonatos Oficiales          

CAPITULO II

La Selección Nacional

CAPITULO III

Las Eliminatorias de 1973

CAPITULO IV

El Interligas

CAPÍTULO V

Campeonato Nacional

CAPITULO VI

Economía y Finanzas   

CAPITULO VII

Los árbitros

CAPITULO VIII

Conducta de los Dirigentes

CAPITULO IX

La Prensa

CAPITULO X

La Selección Permanente

Principales Acciones 

CAPITULO XI

La Continuidad de los Dirigentes

Conclusión



PRÓLOGO

EL fútbol, deporte foráneo que hace tiempo ha tomado carta de ciudadanía guaraní constituye la gala emocionante del fervor del pueblo paraguayo.

Sus torneos apasionantes, sus lances píenos de colorido y belleza y la habilidad, plasticidad y técnica de sus protagonistas que, trascendiendo del campo nacional, han llenado de admiración y júbilo las pupilas de multitudes de otros países, son —indudablemente— la sal y el azúcar de nuestro entusiasmo patriótico y de nuestra integral adhesión a la práctica de tan popular deporte.

Difícilmente se ha de encontrar un paraguayo que no haya practicado, mal o bien, fútbol y más imposible será hallar un nativo que no guste de los partidos de fútbol, que no sea adicto a una determinada entidad y que no vibre ante la presentación de un seleccionado nacional.

Vale decir que el fútbol está entroncado en nuestro devenir y es parte considerable de nuestro palpitar nacional.

Valga este preámbulo, para entrar a considerar la importancia del trabajo que presenta HUMBERTO DOMINGUEZ DIBB, sobre sus experiencias cosechadas tanto en la directiva del Club Olimpia como al frente de la Liga Paraguaya de Fútbol, cuya presidencia ejerció con disciplinada capacidad durante varios años.

Y vale la pena insistir en la importancia de este aporte bibliográfico, ya que a pesar de siete largas décadas de vigencia, el fútbol en nuestro país y pese a su popularidad, poco o casi nada ha documentado con el conocimiento de causa con que ahora, HUMBERTO DOMINGUEZ DIBB enfoca este ensayo y en él, muchas y no todas las complejas realidades del fútbol paraguayo.

Es fácil opinar desde las tribunas sumergido en el anonimato sobre hechos, circunstancias, realidades y perspectivas del fútbol paraguayo. Lo difícil -y por ello valioso- es prensarlo todo en un volumen, exponerlo a la luz de la crítica y dejarlo como claro manifiesto de una opinión y de una actuación.

Además, esto conlleva el significado de un soldado del deporte que a través de él quiere aportar sus conocimientos, sus experiencias y por sobre todo, su vivencia permanente porque el auténtico deportista es aquel que, estando o no en actividad, siempre vibra, piensa y palpita, porque interpreta esta militancia como una forma de hacer patria y conjugar patriotismo.

Al leer el libro y llegar a su media composición, cualquiera ya podrá advertir que por sobre la responsabilidad y seriedad de las opiniones contenidas en sus capítulos, está el alma de un auténtico amante del deporte rey. Ello no es novedad para una familia que como la de los Domínguez, estuvo y está confundida en leal abrazo con cualquier actividad deportiva.

Pero lo trascendente es que una vez más, una rama de ese sólido tronco familiar ofrenda algo a su patria en lo que más ama el pueblo: el fútbol. Por tanto, este estudio lleva la impronta de un joven deportista que ha cumplido con el deber familiar de hacer algo por la nación, no quedarse ni satisfacerse con la conciencia del deber cumplido sino, permanentemente construir, trabajar, activar o escribir este libro que viene a llenar un vacío tan sentido en la bibliografía deportiva del Paraguay.

Es por ello que, posiblemente sin compartir en todo con HUMBERTO DOMINGUEZ DIBB, tengo un especial placer y un sano orgullo en firmar el prólogo de este estudio sobre el fútbol paraguayo, que en sí constituye un ejemplo para muchos, digno de ser imitado, una contribución para el florecer de nuestro deporte favorito y una muestra cultural de esta generación de paz fecunda y de constante superación, a la que pertenece este joven, dinámico y talentoso dirigente del fútbol nacional.

JESÚS AMADO RECALDE GUANES.



CAPITULO I

CAMPEONATOS OFICIALES

El Campeonato Oficial anual, como principal actividad de la Liga, requiere estabilidad sin los sobresaltos continuos que debilitan la confianza pública.

Resulta tarea difícil evaluar con certeza cuales son los factores que inciden negativamente para enflaquecer la principal competición deportiva de nuestro país aunque trataremos de encontrar los de mayor gravitación, que en conjunto, se traducen en una depresión económica de los clubes que integran la Liga. Estos factores son:

1. la eliminación del descenso, que con todos sus vicios sigue siendo interés en cada campeonato;

2. la época en que se dispone la iniciación del campeonato;

3. la ausencia de los mejores jugadores de la división de honor por causa de las transferencias;

4. la desilusión del público por la eliminación de los equipos paraguayos en la Copa Libertadores de América.

Estos y otros conforman el cúmulo de factores negativos que tiene su elocuente demostración en las cifras comparativas de la cantidad de boletos vendidos.

Los déficits registrados en las recaudaciones denuncia a las claras que el campeonato oficial anual no puede tener fórmulas temporales ni arreglos circunstanciales sino solamente un régimen estable que consulte la ambición del ascenso y la resignación del menos capaz y, principalmente, en los momentos actuales, con algunos cambios conscientemente orientados como para alentar de nuevo su atracción en el seno de la afición, decepcionada en los últimos tiempos no solo por la falta de triunfos resonantes sino también por una evidente falta de promoción adecuada o inteligente que contrarrestara los efectos de los factores apuntados como negativos.

La realización del certamen mayor de la Liga a cuatro ruedas tampoco fue una solución, apenas un tremendo esfuerzo sin retribución suficiente en el que los clubes sacrificaron sus empeños sin resultados que fueran a servir para futuros planes. Debe consignarse que el campeonato oficial de la División de Honor debe ser a tres ruedas y comenzar en el mes de Mayo, de suerte que la última ronda se dispute en el verano, por las noches; por otra parte, no es posible comenzar el torneo oficial de la Liga cuando en Marzo o Abril se disputan aun los juegos de la Copa Libertadores de América que, indudablemente, absorben el interés de la afición y restan considerablemente el clima propicio para la competición local, aparte de que sus rentas con precios de entradas subidos— drenan las posibilidades contributicias del público, en detrimento del certamen local. Por eso, y en atención al compromiso de proporcionar al concurso de las apuestas populares sobre el resultado de los partidos y en las que la Liga tiene participación, el programa de juegos adecuados, la Primera División de Ascenso debe iniciar sus campeonatos oficiales en el mes de Marzo; la Segunda División en el mes de Abril y la división mayor en Mayo, de suerte a extender la programación oficial hasta diciembre.

Recuerdo que en 1973 no se tuvo esta previsión y en Abril ya estaban jugándose en Asunción la totalidad de los partidos oficiales y al llegar Octubre la gran mayoría de ellos había concluido, luego de un amontonamiento inútil de tantos juegos cuando, en verdad, su racional distribución beneficiará a todos en la medida en que las apuestas populares cobren incremento y esa contribución al fútbol sea considerable o, por lo menos, en la medida deseada.

Pero la tarea urgente es la que procure nuevas formas de programación de los partidos oficiales, que rompan los antiguos “fixtures” y que respondan a dos factores eminentes: expectativa y recaudación. Tales fórmulas resultan complicadas, sin duda alguna, porque se deben armonizar algunos intereses y otros criterios difíciles de romper, porque están atados al esquema común y tradicional, pero los tiempos cambian y los tiempos exigen cambios que deben acometerse siempre que en la acción haya conciencia y prudencia como para que la mutación sea tal y no un intento fallido.

Lo que se da en decir cuando se ataca a los dirigentes por el receso del fútbol, de una falta de dedicación de los mismos, carece del más razonable sentido de justicia: el fútbol paraguayo necesita de programas nuevos y seguros en su ejecución para que, por él mismo, produzca rentas suficientes y no que necesite recurrir al bolsillo de sus pocos dirigentes hasta diezmarlos, y así, se prolongará su desarrollo en la mayor parte del año. Pero si se aspira a tener un fútbol activo y bueno a costa de unos pocos dirigentes dadivosos sin otras entradas que sus escuálidas recaudaciones, el fútbol no podrá superar su status actual, porque no hay milagro que le haga vivir sin ese generoso aporte de su propia gente, generosidad que tiene un límite perfectamente comprensible.

No es que los dirigentes busquen comodidad al no hacer nada para superar el receso; es un estado de cosas que no depende solo de la imaginación o de la buena voluntad de los que dirigen el fútbol pagando todas sus ingentes cuentas, sino más bien de factores, que si bien están definidos, todavía no hallan su solución positiva como exigencia de dinero, de mucho dinero y de un tiempo precioso que dedicarle.

Si se estructura un programa nuevo para el Campeonato Oficial, armónicamente combinado con otros compromisos que tradicional o eventualmente surjan, como los de la Copa “Libertadores de América” o eliminatorias del Campeonato Mundial, Campeonato Sudamericano o amistosos de la Selección Nacional, Torneo Interligas u otros, la actividad del fútbol será variada, interesante y prolongada.

Creo que dicho cambio de sistema de disputa de los campeonatos oficiales de la categoría de Honor debe contemplar que los mismos no sean ni muy cortos ni muy largos como nuestras últimas experiencias en 1973 y en 1974; y para que la programación de las jornadas llene la mayor parte del año sin tablas de partidos muy repetidos, que aseguren alguna variación, como fue en 1976 con la modalidad de jugar entre marzo y setiembre el campeonato oficial y dos ruedas y más la decisiva con cinco Clubes; y luego el Campeonato Nacional de Clubes, ya con la participación de los campeones de las Regiones Deportivas del país, en el primer intento serio de su integración nacional.

El fútbol es un suceso humano, un hecho espiritual eminente; ningún sistema hará vibrar sus juegos si en sus alternativas no entra la puja misma, la competición real de sus animadores, sin disparidad de fuerzas ni ventajas que le den privilegios a ninguno de ellos. Cuando el Campeonato Oficial tiene tres o cuatro aspirantes al título, obvio es que tenga una incesante lucha que lo vuelve apasionante, importante, cálido y electrizante, capaz de reunir a las grandes multitudes que le darán vida. Sin ese requisito fundamental, no hay sistemas que lo hagan lúcido ni mucho menos llamativo.

Y la cualidad económica del fútbol se asienta en eso mismo; en el programa atractivo del torneo, es decir, en que el programa se vuelve atractivo por la porfía de sus competidores, por la regularidad de la producción de los equipos, por la solvencia de los jugadores y por la inteligente ayuda de la prensa que despierte el entusiasmo apasionado de la gente.

Si el fútbol es un estado de alma, fácil es colegir que él depende en mayor grado de las contingencias propias de su maravilloso juego, que de los sistemas o métodos de su organización deportiva. Si es pasión, como lo es, depende aún más de su empinamiento emocional, producido por la alternancia de sus resultados. Por eso, el fútbol seguirá arrimando a sus estadios la multitud delirante de gritar su euforia por el triunfo de la divisa favorita, que, con el juego hecho pasión, encumbrará a su Club al cabo de la competición, en la que queden atrás los más porfiados de la lucha, sin importarle mucho de las falencias o bondades del sistema.



CAPITULO II

LA SELECCION NACIONAL

CUANDO la Selección Nacional es convocada para competir en el Campeonato del Mundo o en el torneo de la Copa América, la Liga debe exigir que toda la plenitud de los recursos humanos y materiales del fútbol se pongan a su exclusivo servicio; la Selección Nacional debe ser el aliento primario; porque de su actuación exitosa dependen las posiciones de privilegio que alientan el sentimiento público, cotizan a sus valores individuales y revierten sus triunfos en dividendos que favorecen a todos, a más de jerarquizar notoriamente el nivel del fútbol nacional en el extranjero con las conocidas ventajas adicionales.

En este sentido, estas prioridades que le son legítimas, deben dejar de ser meras exposiciones retóricas para convertirse en un estado de cosas que indudablemente beneficiará a todos, porque hacen el encumbramiento nacional. Por otra parte, conviene señalar que ninguna otra competición superará por mucho tiempo todavía al Campeonato del Mundo, que moviliza el sentimiento nacional de cada país, no ya como expresión de un poderío deportivo temporal sino como demostración de la valía de un pueblo cuya representación, al llegar a su competición final, atrae la atención de todo el mundo, no precisamente en lo futbolístico sino por enaltecer su propio nombre nacional, cuando por un lapso importante ocupa la atención y el interés de todo el globo; si a esto se suma la extraordinaria retribución que en dinero recibe aquel país por su participación en la competición final, estarán justificados todo esfuerzo o empeño o ambición de cada asociación nacional.

Y desde el punto de vista espiritual o anímico es indudable que el sentimiento público se siente fuertemente sacudido por el resultado de las actuaciones de equipos nacionales y, en definitiva, es este sentimiento o estado de ánimo el que sella la impronta del fútbol por un largo tiempo y cuando los resultados son adversos, sufre el fútbol sus secuelas que debilitan el fervor de la afición con el consiguiente resentimiento de las actividades locales que nutren toda la estructura formal del fútbol.

El operativo mundial tiene un costo millonario porque justamente se agotan en el mismo todas las posibilidades para rodear a la Selección Nacional de comodidad, seguridad, retribuciones excelentes, vigilancia, estado de salud y físico óptimos y un estado de ánimo compatible con la tremenda responsabilidad asumida.

Además es una empresa que exige la colaboración excepcional y sin retaceos de todos los clubes porque los mejores jugadores deben ser llevados a intentar el plan de figuración de la Selección Nacional, con pleno sentido de la responsabilidad institucional de la Liga de restituir en su antiguo sitio de ponderación al fútbol paraguayo, mediante el concurso decidido de todos los sectores y hombres del fútbol y la prudente acción de la Liga en su trabajo de organizar el equipo representativo con la mejor capacidad y con miras a lograr la tal Figuración Internacional.

No hay duda que este propósito choca con dificultades que surgen justamente de cuestiones internas, de causas económicas eminentes y también, del interés muy relativo que tiene la gran masa en todos los países para los juegos que no sean oficiales, cuando el planteo es de hacer jugar a las Selecciones Nacionales por lo menos tres veces al año.

Sin embargo, con esto no solamente se insuflará entusiasmo a la afición sino que el fútbol tendría sus variantes o matices durante la temporada, capaz de mantener vivo el interés por espectáculos así variados.

Este período, en que la actividad oficial reservaría para las actividades internacionales de la Selección, puede constituir un aporte de singular importancia para lo que ambicionamos todos: el encumbramiento del combinado nacional para reaparecer en las grandes justas donde van los mejores del mundo. Y esta figuración, que ya obtuvimos en 1958, no significa elevar de punto nuestra vanidad o nuestros sentimientos de paraguayos sino que hacen la posición que valoriza y que concede los merecimientos para aspirar a tratamientos de kilates más subidos.

Armonizar intereses entre Clubes y Liga, para que la Selección Nacional pueda tener actividad formal en el año y acostumbrar a la afición a ver su cuadro nacional paraguayo como cifra futbolística, repercutirá favorablemente, incluso, en el entusiasmo general del público por el fútbol y consiguientemente, mejorar sus beneficios en la Liga; y en este orden de ideas, si las circunstancias son propicias, deben establecerse las condiciones para que el Campeonato Oficial y la Selección Nacional no sean polos contrapuestos sino factores de animación de un fútbol cada vez más difícil de organizarlo como espectáculo llamativo o de poder atractivo sobre las grandes masas.



CAPITULO III

LAS ELIMINATORIAS DE 1973

SERIA deshonesto conmigo mismo si pasara por alto la experiencia que me cupo vivir en ocasión de ejercer la Presidencia de la Liga Paraguaya de Fútbol, en la época coincidente con la disputa de las eliminatorias para el Campeonato del Mundo, año 1973.

Sabemos perfectamente que, cada cuatro años, el mundo del fútbol siente el sacudimiento de una anhelante expectativa: el prestigiamiento del nombre paraguayo mediante la consagración del fútbol como cifra de expresión representativa entre los mejores del mundo; el año de 1973 se inició y transcurrió con esta fiebre futbolística que en toda la geografía patria no dejó a un solo habitante neutral a su contagiante pasión.

Al asumir la Presidencia de la Liga, movilicé toda la capacidad de organización y las posibilidades socio-económicas del fútbol en favor de un emprendimiento de cuyo volumen y características me responsabilicé ante la Junta Directiva, la que me prestó su asentimiento y su apoyo para los planes que antes de su ejecución siempre fueron expuestos a la consideración de ella. La Liga Paraguaya de Fútbol no tiene noticias de una movilización de esta laya, aun cuando en ocasiones anteriores grandes esfuerzos le dieron también sucesos peculiares al fútbol.

La contratación de dos encumbrados técnicos extranjeros y la conformación de todo un equipo especializado de profesionales paraguayos de reconocida solvencia, así como un presupuesto económico multimillonario marcaban la pauta de la grandiosidad de un empeño comprometido al favor de la exigente necesidad de una clasificación que le llevara al fútbol paraguayo a un sitial que dejó en 1958.

Empresa ardua, larga y dificultada desde un primer momento por fuertes factores que acaso surgieron por el celo de que cada uno hiciera lo mejor de su parte, jalonaron una tarea que culminaría al cabo de diez meses, tiempo durante el cual la Liga Paraguaya de Fútbol puso de sí todo cuanto tenía y todo cuanto podía, sin otras miras que la ansiada meta de ver flamear en Alemania la bandera paraguaya, como orgulloso testimonio del poderío y de la decisión de un pueblo pujante y esperanzado en su gran destino.

La selección nacional comenzó su preparación activa el 1°. de marzo de 1973, mientras se disputaba el torneo internacional por la Copa “Libertadores de América” y en el que participaban los Clubes Cerro Porteño y Olimpia, distrayendo ellos el mayor número de jugadores aptos para el equipo nacional. Durante los meses de abril y mayo y después de haber cumplido las primeras pruebas de conjunto en Perú y Bolivia, la selección nacional no pudo armonizar sus planes de un adiestramiento racional, debido a que la mayoría de los jugadores convocados seguían en sus clubes disputando la Copa continental.

A fines de abril, el equipo nacional tuvo que resignar sus trabajos por causa de no contar con todos los jugadores llamados a sus planteles y para evitar rozamientos que fueran a perjudicar aún más sus insuficientes trabajos, se optó por la suspensión de toda actividad durante el mes de mayo.

Al reanudarse en Junio las actividades de la Selección Nacional, ya con todos los jugadores convocados, se organizó una gira por el Brasil, en busca de su afianzamiento mediante los partidos internacionales. Esta gira trajo como consecuencia un desagradable incidente que en su momento asumió gravedad por el fuerte impacto causado en la opinión pública local y extranjera, lo que motivó el reemplazo de los dos directores técnicos por otro profesional extranjero así como la separación del plantel de tres jugadores de primera línea. No podría afirmarse que el hecho, de notoria influencia en el fútbol, en ese momento haya perjudicado o no al equipo nacional, pero después de hallarse la solución, las cosas volvieron a su cauce normal y con todo éxito se cumplió el período de aclimatación que duró un mes en el Perú, preparándose el plantel para su juego de decisivas incidencias en torneo que jugó y ganó en La Paz el 2 de setiembre, comprobándose así el éxito del plan llevado a cabo con costoso presupuesto y el sacrificio personal de quienes componían la delegación lejos del hogar común y por un tiempo largo.

El desarrollo de los juegos sucesivos ya fueron analizados, comentados, enjuiciados, etc. por toda la gente del fútbol; se llegó al último juego en igualdad de posiciones con Argentina y en el partido decisivo del 7 de octubre en Buenos Aires, el equipo nacional cumplió encomiable papel llegando a deslumbrar en el primer tiempo. La Selección Nacional fue descalificada después de haber cumplido excelente campaña en el torneo y de verse castigada por la desgraciada actuación del árbitro de la Federación de Fútbol de Chile, Rafael Hormazábal, sobre cuya gestión oportunamente la Liga hizo sus reclamaciones.

Indudablemente, factores extraños y distorsivos traicionaron los principios deportivos en el juego decisivo de Buenos Aires; infelizmente, nuestra representación no tuvo otra alternativa más que rendirse ante un resultado fabricado por espúreos intereses y la complicidad de un mal árbitro que castigó severamente las legítimas aspiraciones paraguayas.

La Liga Paraguaya de Fútbol asumió todas las medidas necesarias para rodear la actuación de la Selección Nacional de las seguridades que le garantizaran una actuación de acuerdo con su capacidad futbolística; pero los factores de presión pudieron más y me asiste la convicción de que si la puja hubiera sido limpia otro hubiera sido el resultado dentro del Grupo 2 conformado por nuestro país con Argentina y Bolivia.

Respecto del financiamiento del operativo mundial no podrá pensarse jamás en que los gastos hayan sido desordenados porque en todo tiempo se hizo solamente lo necesario y lo justo y de cada acción y de cada cosa se informaba convenientemente a la Junta Directiva y con la más completa amplitud, de suerte que no quedaran dudas sobre la compleja administración que requirió tan prolongada preparación y una porfía de tan complicados resortes.

Por otra parte, las recaudaciones calculadas por los dos juegos en Asunción no alcanzaron los presupuestos previstos; para el segundo partido con Bolivia la inestabilidad del tiempo y una promoción periodística no muy inteligente perjudicaron la renta considerablemente. Las previsiones tomadas por la Liga con la venta anticipada de las entradas no tuvieron mayor eco por causa de las dificultades y los incidentes de la primera parte de la preparación de la Selección Nacional, circunstancias que no le transmitieron a la afición la fe necesaria y fue así que, recién en las vísperas del primer partido con Argentina el público se volcó a comprar las entradas, adquisición tardía que perjudicó los planes de la venta de boletos combinados, que de haber tenido éxito hubiera respondido a los cálculos previos. La Liga no recaudó con los dos partidos lo que buenamente podría haber hecho como renta bruta para equilibrar los grandes gastos; y vale la pena señalar aquí que la Liga, confiada en la capacidad de su equipo representativo, no escatimó gastos porque pensó siempre en la cuantiosa retribución que podría significarle su presencia en Alemania, a más de aquella que le brindarían sus propias rentas en Asunción.

En este capítulo no caben apreciaciones sobre el éxito o sobre el fracaso de la empresa cumplida; de un análisis competente deducirán los órganos técnicos de la Liga el alcance de los trabajos realizados; pero cualquiera sea el veredicto, conviene decir que la Liga Paraguaya de Fútbol en un emprendimiento sin precedentes decidió disputar la clasificación al enjundioso rival argentino, que por la jerarquía de su fútbol constituía de hecho exigente competidor y poderosa cifra como influencia en el concierto internacional.

Después de la tensa agitación que dejó el resultado del último partido, surgió el alivio de haber puesto en la grande y tesonera empresa nuestra fe, nuestros empeños y nuestra ambición, que caló muy hondo como un sentido fervor de puro cuño paraguayo.

Esta importante etapa del fútbol frente a la experiencia del Campeonato Mundial de la FIFA, gobernará futuros emprendimientos y sus conclusiones han hecho posible tentar de nuevo el encumbramiento del fútbol hacia las mismas alturas que alcance todo esfuerzo paraguayo.



CAPITULO IV

EL INTERLIGAS

EL fútbol del interior vive su grandiosa fiesta nacional con la realización, en toda la extensa geografía patria, del Campeonato Nacional de Interligas. Esta extraordinaria movilización promovida por dicho evento, se incrementa cada vez más con un nítido sentido social, si se tiene en cuenta la formidable manifestación que a su lado genera el fútbol campesino como vinculación socio-cultural de pueblos y ciudades o como expresión de las masas en una viva pasión por el prestigiamiento lugareño provocado a través de rivalidades deportivas que interesan a toda la colectividad.

El torneo final, que se disputa en Asunción, es una competición consagrada por el público como jornadas del fútbol de amplia repercusión popular y la Liga Paraguaya de Fútbol se siente satisfecha de que la Unión del Fútbol del Interior cumpla con su cometido fundamental mediante la acertada dirección y organización del Campeonato de Interligas.

Reflexionando sobre el suceso de este evento y su relación con el Campeonato Oficial Mayor, pienso que la Liga debe formular un proyecto general que procure los cambios estatutarios que las actuales circunstancias exigen y que el fútbol, en su natural evolución, demanda porque su crecimiento, en el orden económico-financiero, hace cada vez más difícil su desenvolvimiento deportivo.

En este orden de cosas, conviene ir pensando con seriedad en encontrar nuevos campos que acaso se orienten hacia el interior del país, mediante una sabia y prudente experiencia que consulte la organización general que actualmente tiene el fútbol, especialmente referida a la Unión del Fútbol del Interior, porque un reclamo de importantes sectores del fútbol, endereza con insistencia una forma de solución económica hacia determinadas localidades del interior del país de suerte que a las nuevas formas de disputa del Campeonato Oficial, se agregue la novedad de competidores que no sean precisamente del antiguo núcleo de la división mayor, no solo como un cambio que los medios de comunicación y de transporte y las ansias populares exigen en este tiempo, sino también como medio de lograr las recaudaciones que fueran a aliviar en alguna medida el caótico estado económico de muchos clubes.

Pero este movimiento que se ha dado en llamar la integración del fútbol, importante de ser acometido pero de extraña delicadeza en punto a como, en que tiempo y con quienes o con cuales iniciar, de tal modo que la experiencia antes de ser tal, ya instale un fracaso.

Porque la integración no consiste en determinar de alguna forma la inclusión de entidades del interior en el Campeonato Oficial de la Liga, sino de establecer en cuales condiciones propicias una entidad del interior puede responder sin quebrantos a las grandes exigencias del fútbol actual y en qué medida puede perjudicar o favorecer la actual estructura de la Unión del Fútbol del Interior cuando sabemos que es absolutamente imposible que la integración abarque a toda su organización actual, sino, cuando más, acaso a cinco o seis localidades que por su población, por su fútbol, por sus comunicaciones y transportes y por su grado de organización o de posibilidades estén en condiciones de responder a bases mínimas que en el orden económico se impondrán cuando esta integración llegue a alguna realidad.

Sin embargo, estas son advertencias de un dirigente que siente esta necesidad y que la formula con toda seriedad ante la gran responsabilidad que significará este movimiento, por lo cual es necesario que los directores del fútbol se formen una conciencia clara de que su status actual requiere urgentemente cambios que sin ser precisamente atrevidos deben experimentarse luego de estudios hechos sin egoísmos ni influencias que fueran aquellas dictadas por las realidades que hacen a este complejo manejo del fútbol.

Volviendo al Campeonato Nacional de Interligas, esta tradicional y consagrada competición campesina marca niveles excepcionales, por su arraigo popular y por sus resultados económicos; indudablemente, es un certamen que no solo trasunta el desarrollo deportivo de nuestras comunidades sino también una manifestación socio-cultural de trascendente acción colectiva. Todo el país, durante cuatro meses, vive las alternativas cambiantes de una clasificación en la que se juega no solo el prestigio lugareño, el orgullo regional o el cariño al valle, sino especialmente el esfuerzo tesonero y sostenido de muchos hombres que con el fútbol hacen las grandes figuras populares del interior y acercan a las comarcas campesinas en verdaderas reuniones de confraternidad, que solo el deporte puede brindar sin egoísmos ni limitaciones partidarias, religiosas, o sociales en magnífica comunión de ideales.

Este Campeonato confirma que esta competición regular debe preservarse como una genuina manifestación del deporte nacional; su vivencia alcanza una consagración que el pueblo valoriza como patrimonio espiritual que la Liga debe respetar como hecho social indiscutible, que enriquece su acervo institucional. Desde este punto de vista, es que insisto en que todo cambio que se opere en la organización general del fútbol debe cuidar que no se alteren los actuales valores consagrados, a menos que la reforma garantice una organización mejor o dotada de condiciones, medios y estructuras que satisfagan ampliamente la expectativa nacional en este orden de cosas.

La Unión del Fútbol del Interior ha alcanzado una organización eficiente que su antigua experiencia le ha dado y además, cuenta con muy buenos dirigentes, dedicados y empeñosos en mejorar cada vez más las condiciones institucionales del fútbol de tierra adentro.

En el orden regional, también la madurez directiva puede notarse y es así que la organización, dirección y administración del Campeonato Nacional de Interligas, certamen complejo y arduo en su gobierno y en su control, tiene la garantía de hombres que saben su función y actúan con generosa dación al ideal deportivo.

El nivel del fútbol acreditado en este certamen nacional también ha mejorado ostensiblemente, notándose —como inyección orientadora— la presencia de jugadores de los Clubes de la categoría de Honor que llevan al interior un fútbol depurado y de gran sapiencia en cuanto a su aspecto técnico, lo mismo que un caudal interesante de experiencias que, unido al ansia y al fervor campesinos, conforman el fútbol corazón que el interior ofrece como peculiaridad que gusta al gran público.

El pueblo deportivo del país está ampliamente satisfecho de la Unión del Fútbol del Interior, porque ha comprobado su idoneidad para el gobierno muy acertado del fútbol campesino.



CAPITULO V

CAMPEONATO NACIONAL

EL campeonato nacional de clubes fue el resultado de una experiencia con medios y condiciones aún inciertos en cuanto a los requerimientos de un fútbol ambicioso. En efecto, llevada su organización un poco a los apurones porque el tiempo y la presión periodísticas apretaban con acuciante fuerza, adoleció de una formal estructura jurídica, primero, y de una motivación espiritual o anímica de mejor orientación o incentivación, que hicieran del torneo la manifestación popular que asegurara sus alcances deportivos y su sustentación económica en hechos de mayor volumen que lo consagrara o, acaso, lo impulsara con perspectivas más ciertas.

Lo que se pretende —o se exige— como integración nacional debe acometer en su fundamento organizativo planes más ambiciosos o más atrevidos en cuanto a su conformación deportiva, orientada preferentemente a asegurar su consolidación económica como espectáculo público o como hecho popular eminente; el interior del país tiene un fútbol entusiasta, con apasionados sentimientos lugareños y con una fuerza de acción formidable capaz de las movilizaciones de masas más sorprendentes; esta aseveración surge de cuanto ha provocado el Campeonato Nacional de Interligas a lo largo de veinte años de ensayos, evaluaciones y consagraciones actuales en lo deportivo, capaz de generar la rivalidad que hace el marco espiritual para lograr los otros factores del éxito. Pero el fútbol como el de la capital de la República que presta de sus propios presupuestos deficitarios un cúmulo de elementos que le ubican en el sostenido status de deudor sin remedio, le exigen jugar en medios mejor dotados, con recaudaciones que alivien, cuando menos, sus enormes gastos, colisiona un poco esta realidad material con las ilusionadas ansias campesinas que solo quieren el hecho del fútbol como fiesta lugareña, sin importarle de sus resultados económicos porque ellos no conforman un estado permanente de angustias como sufren nuestros clubes capitalinos.

Sin embargo de estas disquisiciones, se jugó el torneo nacional y sus resultados deberán resistir todavía el análisis esclarecedor para arreglar sus detalles de organización y sus grandes bases deportivas, mientras sus ecos golpearán todavía la sensibilidad popular como primer intento del fútbol hacia ámbitos más amplios. Antes de este primer intento, nadie sabía a ciencia cierta como orientar la integración tan mentada; hoy estamos en condiciones de una evaluación aunque fuere a medias— de las posibilidades reales de nuestros clubes, del grado de motivación que debe adelantar su realización y las bases económicas que deben sustentar la organización deportiva, cambiando la premisa anterior de que lo deportivo traería el dinero necesario para solventar su éxito. Sabemos ya también que la simple puja deportiva no será suficiente para escoger a los competidores; que deben respetarse los principios comunes de la política económica de los grandes emprendimientos en el sentido de escoger los grandes centros de población en los que los clubes puedan asegurar las rentas que paguen el campeonato, y así, en armónica relación puedan consagrarse los competidores, unos por su potencial económico y otros por su calificación en la cancha, hasta que surja la fórmula ideal de llevar al certamen a los que, en caballeresca lid, merezcan ese privilegio.

El Campeonato Nacional de Clubes se conformó como un complemento de la actividad oficial mayor de la Liga, con una competición de corta duración, con sistemas de partidos muy constreñidos a la más pronta eliminación de los clubes, y consiguientemente, sin las posibilidades deportivas potenciales de los que lograron algún suceso en el torneo. El Campeonato Nacional de Clubes debe abarcar no solo una extensión mayor sino debe mezclar en un certamen a los mejores clubes de Asunción y del interior y porfiar en él un título de mayores merecimientos. En Asunción y en el interior del país deberían disputarse los torneos complementarios de clasificación y, así, hacer del campeonato nacional el certamen principal de la Liga con campeonatos de ruedas completas y títulos laudatorios. Es claro que esta ambición requiere tiempo, medios y condiciones que deben concurrir con factores absolutamente favorables para que sea realidad; los clubes de Asunción deben decidirse a jugar en el interior; y los clubes campesinos deben procurar estadios, hoteles, transportes y medios de comunicación suficientes como para buscar y obtener las recaudaciones que solventen la competición, porque solamente el aliciente deportivo no será suficiente para sostener un fútbol cada día incrementado en un costo de actividad profesional, institucional y administrativo.



CAPITULO VI

ECONOMIA Y FINANZAS

EL fútbol no es un hecho aislado dentro de la comunidad deportiva nacional; es sí el centro de todo movimiento sucedáneo o complementario, porque como entidad social a través de sus Clubes cumplen acciones que hacen a las aspiraciones societarias de todas las disciplinas físico-atléticas.

El Estado es consciente de esta verdad, por eso, el Gobierno Nacional le presta al fútbol su patrocinio y su contribución porque sabe que su portentosa fuerza genera la pacífica sociedad de muchos hombres a través de todo el país y consagra sus actividades a la forja de jóvenes sanos, disciplinados y amantes de los valores permanentes de la raza.

En tal sentido, la Liga Paraguaya de Fútbol se yergue en poderosa antena capaz de expandir por todo el mundo el nombre paraguayo, cuando a través de su representación el fútbol-noticia interesa en grado superlativo; y en el ámbito interno, es indudable su enorme gravitación cuando las competiciones nacionales hacen vibrar al pueblo todo en una inmensa fiesta capaz de exaltar las virtudes prístinas de la raza.

Es pues, importante que el caudal razonable de los beneficios de las apuestas populares revierta en su favor, desde que conforma su actividad la mayor y más jerarquizada manifestación paraguaya y transmite al exterior del país la imagen de una cultura que progresa con el mismo ritmo vertiginoso con el que el Paraguay anuncia su desarrollo y su ordenamiento sin parangón en la historia.

El fútbol no pide más de lo que buenamente cree que le corresponde; insiste sí en que siendo él la formidable cifra representativa del deporte nacional, se le asigne la cuota que pueda ser útil a sus emprendimientos y a sus manifestaciones que como gran asociación debe acometer en favor del pueblo, destinatario único de las maravillas de su juego.

El fútbol paraguayo crece en todos los órdenes nuevos Clubes y nuevas Ligas del Interior del país; más competiciones en las Regiones Deportivas y un tránsito más activo de jugadores de una a otra entidad. Mencionemos el hecho de que en Asunción y en sus localidades aledañas, la Liga tiene más de 45 Clubes directamente afiliados, con un total de cuatro divisiones cada uno, mientras que en el interior del país hay más de 700 Clubes también con diferentes actividades en el año. Actualmente, la Liga tiene más de 150.000 fichas de jugadores; cerca de 200 árbitros activos y 130 dirigentes que gobiernan el fútbol desde distintos órganos y departamentos, con función intensa y permanente.

Basta observar la envergadura de los negocios económico-financieros de ella, que mueven más de G 50.000.000, para atender sus requerimientos presupuestarios del año, a fin de que las perspectivas de su gobierno societario que abarca a todas las entidades que llenan la República y las que hacen a sus relaciones internacionales, dará una idea cabal de la importancia que asume el fútbol como institución nacional rectora de la movilización civil de mayor volumen en nuestro país.

AYUDA FINANCIERA DEL GOBIERNO

La Liga Paraguaya de Fútbol logró una participación directa de los beneficios que como canon fiscal aportan las apuestas populares sobre el resultado de los partidos oficiales de la Liga, mediante el Decreto que le asigna el 30 por ciento del total que le corresponde al Consejo Nacional de Deportes y que consiste en el 50 por ciento del canon fiscal.

El fútbol se siente con derecho a una mayor participación y que esos beneficios se canalicen directamente a los Clubes que son los que promueven los juegos sobre los que se apuestan.

El problema neurálgico del fútbol paraguayo es económico. La cuestión finanzas supera toda importancia imaginable de ahí que, para mejorar lo deportivo, se haya tenido primero que sanear lo económico, en un esfuerzo sin precedentes y que tuvo por eje filosófico aprovechar este despliegue de entusiasmo y superar y evitar los múltiples contratiempos que justamente, la falta de finanzas generalmente crea.

Conviene hacer un repaso a la memoria que presenté con motivo del cierre de mi actuación presidencial en la Liga y que revela aspectos resaltantes sobre mi pensamiento en la materia. He aquí una transcripción de dicho informe:

Es trascendente que el primer capítulo de esta memoria denuncie el estado financiero de la Liga cuando ella hace, en forma gravitante, a su estado institucional y a las perspectivas de su desarrollo deportivo con amplias proyecciones nacionales. En efecto, las deudas contraídas por la Liga para lograr la actual estructura de su Estadio de los Defensores del Chaco constituyen una pesada carga para los clubes los que, en definitiva, son los que las absorben ya por el transcurso de más de una década, con innegable incidencia en sus propias posibilidades económicas; por eso, al asumir la presidencia, hace cuatro años, fue mi preocupación saldarlas en el menor plazo o, por lo menos, sanearlas de modo que produzca un alivio de su fuerte gravitación en los clubes.

Hoy, con la plena satisfacción de la ambición cumplida, puedo anunciar que la deuda total habida en Enero de 1973, cuando asumí el cargo de la Liga, de G 40.830.498 ha sido reducida en esta fecha a G 12.433.498, cifras que denuncian a las claras el esfuerzo hecho para un austero gobierno económico de la Liga, a pesar de muchas desventuras en el camino, como los déficits arrojados por la Copa Mundial de 1973 y por la Copa América, de 1975, que acusaron cifras millonarias en ambos casos, los que también ya fueron solventados.

Conviene señalar que para el saneamiento de estas deudas, en este ejercicio y parte del anterior, se ha voleado íntegramente el dinero recibido como aporte de tus beneficios de la Polla Paraguaya del Fútbol, que gracias a un porcentaje destinado a la Liga del canon fiscal y por disposición gubernativa, se ha convertido en la fuente segura y positiva para los pagos periódicos de las deudas; este aporte, que anualmente supera los 10.000.000 de Guaraníes, ha salvado la situación financiera de la Liga porque permitió la amortización de las obligaciones y también salvar situaciones urgentes derivadas de esos mismos compromisos.

Este aporte proveniente de los beneficios de las apuestas populares sobre los resultados de nuestros juegos oficiales va a constituir, dentro de poco tiempo, una contribución importante para los clubes que con la cuota que les corresponda de él podrán atender por lo menos una parte de sus necesidades presupuestarias institucionales o, siquiera, administrativas; en efecto, cuando la Liga salga de sus compromisos mediante el usufructo de este mismo aporte, en la brevedad posible, podrá dedicar su monto a una asistencia regular al fútbol, no precisamente como entrega de dinero, sino, acaso, como programa de desarrollo técnico, o de asistencia médica o de equipamientos, de suerte que el total de este aporte constituya un dinero útil y no precisamente una distribución en proporciones insuficientes que por su volumen no sirva sino para gastos domésticos de ninguna significación para los clubes. Para eso es menester que la Liga salde sus deudas en el menor tiempo posible y que todas las rentas importantes como éstos beneficios de la Polla, las utilidades obtenidas por la actuación de la selección nacional, así como aquellas producidas por los precios adicionales de las entradas a los partidos oficiales, puedan revestir en favor de los clubes, destinatarios legítimos de tales contribuciones como factores reales de la vivencia del fútbol, como deporte y como suceso social y, también, como recompensa necesaria a la generosa contribución que los clubes, por tan largos años, prestaron para pagar la construcción de nuestro gran Estadio de Sajonia.

Esta política económica de saldar cuanto antes la deuda de la Liga ha sido aplicada rigurosamente y, con seguridad, con provechosas proyecciones futuras para el fútbol; es así que hasta hoy la importante suma recibida de la Polla se destinó a cubrir los enormes déficits provocados por la actuación de la selección nacional en las dos ocasiones ya mentadas y, después, a amortizar la obligación contraída con el Banco de Asunción S. A. y que data del año de 1969.

Al mencionar al Banco de Asunción, no resisto a la necesidad de decir que la Liga —y con ella el fútbol todo— le debe su reconocimiento porque jamás promovió ninguna acción contra nuestra institución aún en los períodos más duros de la crisis económica que soportó la Liga en los años siguientes a 1970, cuando ninguna amortización fue posible efectuar, aguardando el Banco de Asunción los tiempos de bonanzas que ya llegaron para empezar a recibir las cuotas pactadas y que, en el curso del año de l976 fueron importantes entregas.

Una mención también de gratitud para el Instituto de Previsión Social, institución nacional que comprendiendo la función del fútbol en la sociedad actual, facilito con grandes ventajas el pago de la deuda contraída en 1964 y que sumó más de 25.000.000 de Guaraníes, hoy totalmente saldada.

Los directores del Banco de Asunción y del Instituto de Previsión Social saben de su portentosa contribución para el deporte del pueblo, lo que permitió, entre muchos otros hechos resaltantes, que el Estadio de Sajonia fuera escenario de un histórico acontecimiento deportivo continental, cuando el juego final entre los argentinos y chilenos por la Copa Libertadores de América, suceso que mostró al mundo nuestra capacidad para las grandes realizaciones.

La actual situación económica de la Liga puede alentar los proyectos de realizaciones más amplias en diversos aspectos, porque el cumplimiento de los compromisos documentados ya están planificados como para ser satisfechos en tiempo y forma. Por lo demás, el crédito de la Liga permitirá cómodamente atender los grandes requerimientos de la selección nacional, empeñada hoy en su preparación para ganar la clasificación para el campeonato mundial de 1978. En efecto, un presupuesto ya aprobado así como la programación ya dispuesta de los partidos internacionales previos y la recaudación calculada que se producirá en los dos juegos del mundial en Asunción, pueden asegurar un manejo holgado del equipo nacional, especialmente para sus gastos fundamentales en el período de su preparación y adiestramiento.

Sin embargo, la planificación financiera debe hacerse con amplias miras de colaboración, porque la Liga no podrá vivir con el decoro que le impone su actual status institucional, sin una prudente contribución que acreciente las actuales rentas comunes de su presupuesto administrativo. La concurrencia a las reuniones inter nacionales —a las que no puede ni debe faltar y las que cada vez son más frecuentes— que exige muchos gastos; la participación en los certámenes juveniles que no reparten beneficios; la manutención de las oficinas con empleados que gocen de estipendios razonables; los gastos comunes de la administración y la manutención de servicios locales e internacionales, la conservación del Estadio y la permanente necesidad de adquisición de materiales, elementos y mano de obra, hacen que la casa del fútbol requiera un presupuesto que debe sostenerse sin egoísmos ni incomprensiones y sí con la buena voluntad de todos para darle a nuestra institución nacional benemérita, la posición que ha ganado como entidad civil muy bien conceptuada y eficientemente organizada.

El Estadio cuenta actualmente con una capacidad de acomodación calculada en 55.000 espectadores, esta capacidad obligó a la construcción de más cabinas de prensa; nuevos baños, mingitorios y otros servicios sanitarios en el sector este y en las tribunas populares, además de las instalaciones eléctricas conexas y el empleo de un plantel obrero para su conservación y trabajos de limpieza, arreglos, servicios, etc., cuyo costo se incrementa en la misma medida en que el Estadio crece en su capacidad y en sus exigencias de plaza deportiva de jerarquía. Todo este presupuesto se ha realizado con equilibrio y puedo anunciar que las construcciones, materiales y servicios nuevos en el Estadio han sido hechos con pagos al contado de los recursos ordinarios de la Liga.

En el orden administrativo existe un proceso fluido en la atención de las cosas que hacen al gobierno de la Liga, cumpliéndose todos los recaudos inherentes a los empleados, seguro social, etc.

Se ha contratado y está en plena ejecución, la colocación de 1.500 sillas de polipropileno en el ampliado sector de preferencia del Estadios a un costo de 3.450.000 guaraníes, suma que va a ser pagada en los próximos juegos por el campeonato mundial y que quedará como una nueva comodidad al servicio del público; convendría ver la posibilidad de financiamiento, de la colocación de las sillas que faltan en todo el sector oeste del Estadio; que en el plano general está dedicado a las sillas de preferencia, de suerte que con 8.000 sillas aproximadamente se puede ofrecer óptimas comodidades a la gente y una renta importante en los juegos de gran asistencia en nuestra primera plaza. La concurrencia masiva de las damas que adornan y jerarquizan las fiestas del fútbol exige que la máxima comodidad sea ofrecida en este sector; por lo demás, la actual capacidad de 34.000 lugares en las tribunas restantes no le sacará al Estado su accesibilidad al público de menores recursos.

La dirección del fútbol profesional —aunque ese no sea nuestra actual organización jurídica— precisa de permanentes requerimientos financieros que su elevado costo, como espectáculo y como realización, exige el gobierno de mucho dinero; es en este orden de cosas que la Liga estuvo atada durante más de diez años a compromisos económicos-financieros de gran volumen, porque la construcción y equipamiento de su Estadio, y la instalación y manutención de sus servicios auxiliares así lo requerían, compromisos que, lógicamente, repercuten en todos los ámbitos del fútbol en detrimento de los presupuestos individuales nutridos exclusivamente por la generosa dación de unos pocos hombres.

Puedo cerrar este capítulo expresando mi contento por la proximidad de tiempos y condiciones bonancibles para la Liga en el orden económico, ya que, por un tiempo prudencial, no se requerirán nuevos empréstitos porque el Estadio por varios años responderá con su actual capacidad a las solicitaciones locales.



CAPITULO VII

ÁRBITROS

EL Colegio de Árbitros tuvo que subrogar en varias ocasiones sus funciones al que fuera nominado por causas de las mismas antiguas formas de nuestro quehacer futbolístico, que lejos de contribuir a solucionar los problemas, los agudiza y los complica al punto tal de alcanzar sus derivaciones a los dirigentes; y éstos; forzados a recurrir al expediente de dejar el cargo, presionados por la fuerza de posiciones o actitudes, se vuelven irreductibles y hasta beligerantes: en 1973 fue el Club Cerro Porteño y en 1974 el Club Olimpia, los que olvidados acaso de su propia grandeza institucional que los obliga a un liderazgo directivo en el seno de la Liga, atacaron las organizaciones matrices en defensa —expresan— de sus derechos conculcados, pero sin dejar de dañar las posiciones de los dirigentes involucrados, en gravitante disfavor para el fútbol. En el seno de la Junta Directiva el Presidente de la Liga denunció estas actitudes de los dos grandes Clubes que se alternan en traer a la Liga conflictos que, en definitivas, solo sirvieron para destruir la sensibilidad del pueblo deportivo que por causa de estos golpes penetra en una atmósfera de descreimiento que no beneficia precisamente al fútbol como suceso deportivo.

Los Directivos del Colegio de Árbitros, que en los últimos tiempos fueron objeto de críticas, trabajaron con dignidad y dedicación para cumplir su trascendente y delicada misión; la función de ellos no se puede relacionar directamente con el trabajo de los árbitros en los campos de juego, por cuanto que el adiestramiento técnico o, acaso, la misma rectitud del árbitro, escapan a la función misma del Departamento que se empeña en la fiscalización de una actuación ya cumplida o en el cuidado de escoger a hombres que por sus antecedentes son insospechables. Es por eso que si hay diferencias en la dirección de los partidos oficiales, ellas no pueden cargarse al Departamento cuyos dirigentes quieren tanto al fútbol como el que más y quieren cumplir su cometido dentro de las previsiones legales pertinentes.

Sin embargo, el viejo pleito por los arbitrajes sigue candente y cada cual, a su turno, culpa a los mismos por los resultados adversos. El tema de los arbitrajes debe ser materia de estudios más serios que lleguen a la profundidad misma de su causa: el hombre, es decir, quién es el árbitro, cual es el medio en que actúa, aislarlo en lo más de los factores de presión y otorgarle una retribución razonable que le obligue al apego a su empleo. Así mismo, debe imponerse el régimen de la promoción constante de los valores, para evitar que un número reducido de árbitros saturen el campeonato con sus repetidas actuaciones en los partidos.

Por otra parte, la estabilidad en sus cargos de los miembros del Colegio de Árbitros permitirá una tarea mucho más eficaz; la política de atacar la actuación de los dirigentes del Colegio, como resultado de los arbitrajes en las canchas, debe desterrarse, porque lo único que se logra es la crisis directiva, la división del fútbol por el encono de las posiciones y el desquiciamiento de la autoridad, sin que por ello se logre ni un ápice de mejoramiento en lo fundamental: la dirección correcta de los partidos.

El árbitro, como profesional, como técnico, como deportista, debe elevar su condición personal al punto de obtener la capacitación suficiente que le acredite la confianza pública; no debe esperar todo de la Liga, ni del Colegio, sino esmerarse como profesional, cuidar la ética, la propia conducta, la condición física y técnica que le permitan una dirección eficiente del juego que conduce, sin buscar justificaciones en el desempeño de los jugadores o en otros factores que son imponderables en el juego: El árbitro debe ser un director capaz, insospechable, con todas sus condiciones personales a la altura de su profesión deportiva.



CAPITULO XVIII

CONDUCTA DE LOS DIRIGENTES

EN una competición en la que todos juegan contra todos, en una porfía sin cuartel en la que el buen juicio del dirigente pondrá el equilibrio necesario para lograr los éxitos deseados, sin el peligro de que al primer revés se busque una justificación cualquiera sin detenerse a examinar las verdaderas causas y solventarlas mediante las correcciones juiciosas y prudentes que fueran menester. Porque la conducta del dirigente es seguida por la afición adicta con fidelidad y es muy fácil caer así en situaciones falsas o en engaños con respecto a las verdaderas causas de la campaña del equipo en la competición, con grave riesgo de que esa afición sea defraudada o cunda en su seno la desilusión, que, a la larga, le aleja de las canchas, resultado éste el más nocivo porque no solo le resta al fútbol su cálido apoyo humano sino también su valiosa contribución en dinero.

En los últimos tiempos se viene generando una política errada de los Clubes —aun cuando es muy cómoda para la clase directiva— tendiente ella a buscar las causas y concausas de los fracasos en factores extraordinarios que no descubren, precisamente, las que hacen al mismo equipo, es decir a los hombres que lo componen, a sus adiestradores, conductores, preparadores, etc., sino a aquellos de orden subjetivo que en nada favorecen la recuperación deseada.

En efecto, la justificación tan sofisticada en nuestros tiempos de buscar las causas de una derrota o los fracasos de una campaña en los arbitrajes o en la gestión de algún órgano de funcionamiento de la Liga solo lleva a una segura y definitiva pérdida de la fe de la gente que cree en sus dirigentes y acepta la justificación engañosa al punto de hacerle perder su predilección por el fútbol y, con esa desilusión, alejarse de las canchas. Cuando un equipo es capaz, con atletas bien preparados y bien cuidados y bien remunerados, con preparadores dedicados y con dirigentes rectos e idóneos, difícilmente ningún factor extra fuera a conspirar contra su performance; es verdad que el fútbol no estará exento de vicios, de alguna gente deshonesta que medra en su propio beneficio, pero acaso la suspicacia o la malicia sean mayores exponentes artificiales de un clima que, en verdad, es tan influyente en el fútbol que a veces llena su ámbito de agentes negativos que socavan su poderosa fuerza de atracción sobre las masas. Y en este sentido, cabe también señalar que la prensa debe promocionar los espectáculos con mayor sentido periodístico—dejando un poco su inclinación a la crítica— y no buscar en el comentario previo la falta de jerarquía o de interés de la jornada o en aquel que al reseñar el juego habido sólo destaque su falta de técnica o de planteos técnicos y deje de lado su emotividad, su intensidad o calor puestos en él por los protagonistas o el grado de entusiasmo que generan en el público algunas acciones. El periodismo se debe a la verdad como principio eminente de su acción y como conducta primaria de sus cultores, pero también se debe a una promoción honrada, entusiasta e imaginativa que contagie al público la atracción que las grandes movilizaciones requiere para que su manifestación sea multitudinaria, pacífica y agradable al sentimiento popular. Cuando la prensa augura la brillantez de una jornada, el fútbol siempre logra el apoyo y el calor humanos imprescindibles para su vibración que al pueblo hace feliz; y así también cuando ella no ayuda al llamado deportivo de la competición, la gente no se contagia del interés necesario para llenar sus gradas y enmarcar el fútbol con el concurso que invariablemente le es primordial.

Acaso el hecho mismo que genera el fútbol o su juego maravilloso no está tan decaído como se pregona, muchas veces con honesta opinión, otras con demasiada exigencia para un fútbol que no alcanza la contribución en dinero que solvente sus gastos esenciales como para ofrecer grandes espectáculos; y muchas veces todavía por alguna indiferencia culposa de nosotros mismos que no sabemos —o no queremos— valorar sus propias virtudes o algunos lucidos partidos que indudablemente destacan los ribetes apasionantes de un fútbol jugado, al punto tal que, en los últimos tiempos se ha llegado a calificar de extraordinario, a un partido bien realizado por los jugadores como la excepción, haciendo que la regla sea de marcada mediocridad futbolística, destruyendo gratuitamente una generosa virtud paraguaya que destaca a su deporte como una de las aristas sobresalientes de su calidad humana.

Las limitaciones de los recursos económicos producidos por el fútbol y las cada vez más apremiantes exigencias que su realización demanda, han forzado al retiro de un sector importante de los dirigentes con la consecuencia lógica de perderse así su concurso personal y su aporte material, y ha puesto a las entidades deportivas en el trance de tener que sostenerse con muy pocos dirigentes que asuman la tremenda responsabilidad de gobernar casi solos el Club y, consiguientemente, cargar con todas las obligaciones pecuniarias que su enorme presupuesto exige. Esta situación que viene de algunos años atrás, está peligrando la posición institucional del fútbol porque si la clase dirigente no encuentra apoyo formal en la mayoría de los miembros del Club u otra fuente de recursos extraordinarios, es probable que ella empeore a corto plazo. Porque si bien todos los Clubes tienen sus directivos completas, solo un núcleo de ella se encarga directamente de los asuntos de gobierno y de gastos del Club en una tarea no sólo agotadora e interminable, sino también, desgastadora al máximo.

Así también la masa societaria no presta un apoyo formal a su directiva, porque se contenta con pagar su cuota social para exigir lo más de sus dirigentes, al punto de que esa masa tan imprescindible con su presencia en la cancha, abandona el fervor por su divisa apenas los resultados en el campeonato oficial no son muy felices. Además, como en todas partes del mundo, los asociados del Club no se acercan como contingente humano a prestarle calor y colaboración a su directiva, lo que hace muy común la cita de un dirigente de un gran Club europeo en la mesa redonda del fútbol de Monaco: “los socios del Club están para aplaudir a los jugadores y criticar a los dirigentes”. El fútbol precisa de la cooperación de todos sus miembros, en todos los órdenes de su vida social, porque de otro modo los pocos dirigentes que hoy cargan la conducción del Club se llamarán a retiro por cansancio y sobrevendrá la zozobra del sistema deportivo.

Estas disgresiones me acercan al tema que deseo enfocar en este capítulo porque es el documento en el que debo sentar no solo proyectos, ideas y propósitos, sino también sentimientos atados a mi devoción por el fútbol.

El gobierno de la Liga se ve con sistemática periodicidad, quebrantado por una suerte de juego político que los Clubes, a su turno, emplean contra sus autoridades u órganos de funcionamiento como resultado o derivación de hechos que hacen a la competición oficial y, frecuentemente, como forma de distraer la pasión de sus seguidores con relación a la conducción del Club, cuyos responsables se deben, a su vez, al juego electoral de sus asociados y éstos a que los resultados sean favorables en la mayor de las veces... La política de marras no lleva, ciertamente, un estado de cosas muy feliz a la Liga, porque repercute con fuerza en su desenvolvimiento institucional y deteriora la imagen de su gobierno que la opinión pública la supone insospechable; deberíamos actuar con prudencia en la dirección superior de las cosas del fútbol que la Liga Paraguaya ejerce mediante el concurso de representantes de todos los sectores que hacen a su asociación jurídica, porque la falta de buen juicio o equilibrio en el funcionamiento de los órganos principales de la Liga se refleja en el grado de fe que la afición tiene en el fútbol y en su vivencia como estado espiritual de las masas. Entiendo que una vez constituidas las autoridades legítimas de la Liga, la conducción del fútbol debe hacerse con ellas, junto a ellas y no enfrentándolas o separándose de las mismas en una actitud que no se justifica frente a la acción común que demanda una organización grande y compleja como es el fútbol, deporte y fenómeno sociológico que no admite desaciertos o errores provocados por falta de unidad de esfuerzos o de intenciones, cuando su destinatario único y legítimo es el pueblo. Y si fuera menester la acción opositora o de controversia para que las funciones tengan mejor control o para mejorar las cosas de su quehacer directriz, que ella sea leal y constructiva sin descender jamás a niveles personales o a intereses grupales y que conspiren contra la unidad de principios y de esfuerzos que el fútbol reclama de sus servidores.

En los últimos tiempos el fútbol paraguayo sufrió estos ataques que fueron minando los fundamentos de nuestra propia conducta deportiva en una peligrosa declinación de nuestras mejores intenciones; la guerra solo engendra malquerencias, resentimientos, disgregación. Y si a la cotidiana lucha que la vida impone, en nuestros tiempos cargados de ambiciones y egoísmos, agregamos esta guerra de nervios por causa del fútbol o de las cosas pequeñas del fútbol, su calidad deportiva sería desmentida justamente por quienes —como nosotros— nos preciamos de ser sus mentores enaltecidos. Convendría mucho más al fútbol la armonía de nuestras relaciones personales y societarias que contribuyan a su superación, cuando sabemos que justamente el mayor esfuerzo común es el que le dará alivio a su quebranto y no precisamente, una estéril divergencia por cosas menores que solo descubre nuestro egoísmo o nuestras ambiciones sectoriales.

Con toda sinceridad, invito a todos los hombres del fútbol a deponer cualquier divergencia para que la armónica convivencia beneficie nuestra acción común y solidaria. El fútbol necesita de todos, de los que aciertan y de los que se equivocan, porque de esa política de encuentros saldrán las soluciones que no se lograría si dejamos los estrados donde, justamente, están latentes los problemas.

Invito, pues, a todos a iniciar el nuevo camino de recuperación de nuestras posiciones deportivas perdidas en los últimos tiempos, como un desafío a nuestra capacidad paraguaya de realización, seguros de que juntos conseguiremos más y mejor.

Mi llamado responde a mi convicción de que el deporte es la religión nueva de los hombres buenos...Y estoy seguro que nadie dejará de responder con un apretón de manos amistosas...!



CAPITULO IX

LA PRENSA

EL fútbol, como deporte rey, arrastra y moviliza multitudes. Es impredecible e inimaginable su poder sobre las masas, más todavía cuando entran en juego las pasiones, o, peor todavía, los intereses.

Es entonces cuando participa, con un papel preponderante, la prensa especializada. De ella depende en gran medida o no que un estadio esté colmado de gente, o que esta gente de o no su apoyo a un equipo, o que alguna directiva, acción o decisión gerencial tenga o no el respaldo de la opinión pública.

Esto es insoslayable y personalmente, confiero una decisiva influencia a la prensa sobre el deporte. Pero también quiero registrar algunas observaciones germinadas en la preocupación que siento en este aspecto.

1. La prensa deportiva debe estar preparada técnica e intelectualmente.

2. La prensa debe estar organizada;

3. Los periodistas tienen que mantener una línea doctrinaria en sus apreciaciones.

4. Hay que criticar constructivamente.

5. No crear falsas estrellas deportivas ni imágenes artificiales.

Este orden no es categórico ni definitivo, pero me permite dar algunas explicaciones sobre hechos que experimenté durante mi actuación directiva en la Liga.

Es así que me ha sorprendido que la prensa, luego de dar su apoyo y beneplácito a un programa determinado, cuando éste, en plena ejecución se encuentra, critica al mismo por efecto de algún resultado parcial negativo, olvidando sus apreciaciones favorables anteriores.

Asimismo, también he notado la gran facilidad con que la prensa (no estoy generalizando) encumbra determinadas figuras del deporte, sin atender los fundamentos sólidos que deben acompañar una situación de esta naturaleza.

La falta de una línea doctrinaria quizás sea la causante de este mal, muy característico de nuestra prensa deportiva. Es decir, no hay una decisión política de las organizaciones periodísticas de dar o no un apoyo a un programa y mantenerse en esa línea o a la inversa.

Aclaro que el término política no debe confundirse con politiquería o partidismo, hablo de política en función doctrinaria considerando que la prensa deportiva debe guiar su trabajo sobre una base, mantener una conducta y ser consecuente con sus principios de veracidad, objetividad y patriotismo.

Pero para ello, debe contar a su vez la prensa con la comprensión de quienes están vinculadas a ella. En tal sentido, la prensa debe estar bien informada para que lo que deba irradiar o publicar esté acorde con sus principios.

Lo que más perjudica la labor periodística es la falta de información veraz, lo que da ocasión a especulaciones que son perniciosas desde todo punto de vista.

Los dirigentes, los Clubes y los futbolistas deben ser leales con la prensa en la misma forma en que ésta sirve con lealtad al deporte, por tanto, no hay que servirse de ella sino colaborar y acompañar su trabajo, incluso orientarla porque la prensa es un poderoso medio que puede ayudar a la consecución de los nobles postulados del deporte.

Pero tampoco los periodistas deben estar esperando informaciones en sus escritorios. Hay muchos que ejercen su profesión en un gabinete y que no están en la dinámica de la profesión y que después se quejan de no recibir noticias.

Periodismo deportivo es agilidad, actualidad y dinamismo.

En concreto, hay que pensar en Seminarios de Especialización Periodística Deportiva, en salidas al exterior, en asesoría internacional, en delimitar bien las ramas del ejercicio de la profesión, es decir, el que comenta fútbol que no vaya al básquetbol y que el que comenta boxeo no incursione en fútbol y verbigracia con otros rubros. Aquí tenemos demasiado multifacéticos, que constituyen un mal que debe cortarse definitivamente.

Pero lo que debe primar es la armónica combinación del trabajo directivo, periodístico y futbolista. En la coordinada acción entre estos principales actores del deporte rey, está la llave del éxito.



CAPITULO X

LA SELECCIÓN PERMANENTE

EXISTE, de momento, una necesidad imperiosa de lograr éxitos futbolísticos, de tal modo a devolver a la afición deportiva la confianza, que ha de traducirse en apoyo inflexible a los múltiples y ambiciosos programas de la Liga Paraguaya de Fútbol.

Podemos enumerar, a grosso modo, los fracasos registrados en las dos últimas décadas en el orden futbolístico y que están inscriptos en la participación en eliminatorias de Campeonatos Mundiales, campeonatos regionales, olímpicos, de campeones y otras competiciones internacionales.

A decir verdad, se ha notado un fenómeno episódico en el fútbol paraguayo: a una derrota deviene o un empate o una victoria o a la inversa, a una victoria sucede o una derrota o un empate, repitiéndose notablemente en forma cíclica y episódica la evolución rítmica circunvalada del fútbol nacional. No se ha podido marcar, no tan solo la vertical ascendente sino ni siquiera la horizontal que determine una época de estabilidad de la producción futbolística de nuestro país.

Por tanto, hay que darle al pueblo deportivo un nuevo estímulo, pero no ficticio, artificial o artificioso, sino real, sobre bases sólidas, con argumentos y con seriedad.

Ese nuevo instrumento, que ha de tener la fórmula generadora de nuevos impulsos y un vigoroso reaccionar del fútbol paraguayo, se llama Selección Permanente.

El objetivo fundamental de esta Selección Permanente será el de trabajar en busca de éxitos a mediato plazo y no de éxitos inmediatos, porque el trabajo que se planea con ella, no está hecho pensando en los triunfos circunstanciales y fortuitos.

Por tanto, el programa de la Selección Permanente no consistirá solo en desarrollar una simple promoción de éxitos deportivos, sino en desplegar una estrategia que contemple la combinación armónica, coordinada y científica de Recursos Financieros, Técnicos y Experiencia.

El anhelo es llegar, a través de una presencia deportiva activa de la Selección Nacional, a una real y positiva figuración internacional y por este camino alcanzar metas de beneficio para los clubes, la Liga y los propios futbolistas.

Hay un compromiso insoslayable de hacer que nuestro estoico pueblo deportivo, que va a los estadios cargado el pecho de ilusiones, salga satisfecho en sus justas y legítimas aspiraciones y no como hasta ahora, con la espalda cargada de desilusiones y fracasos.

El presente proyecto ha sido concebido dentro de esta óptica y por eso, habrá que montar un tablero de instrumentos en un programa objetivo, actualizado y completo, que además de sus finalidades meramente deportivas —a través de la inevitable sucesión de sus múltiples tareas y jornadas—, permita arribar a éxitos logrados en base a un trabajo responsable, científicamente coordinado y exento de los contratiempos que generan las improvisaciones.

Con esta filosofía, se obtendrá el mayor partido de los esfuerzos desplegados y se utilizará en lo mejor posible las posibilidades de acción en el campo deportivo.

Estoy persuadido que el problema económico es lo fundamental, por eso, esbozaré más adelante y en un capítulo especial, una serie de medidas y acciones financieras, a las cuales habrá que acoplar una mentalidad empresarial y profesional, a fin de que el programa de la Selección Permanente siga la tónica de seriedad y responsabilidad que se le confiere en sus postulados.

Además, la Selección Permanente fomentará el surgimiento de nuevas estrellas del fútbol paraguayo, pero este hacer estrellas será para el país, es decir, se aprovecharán sus cualidades dentro del fútbol local, porque estos atletas, al saber que no podrán ser transferidos tendrán que brindar lo mejor de rendimiento y productividad aquí y no en el exterior.

Pero quiero aclarar que este proyecto no tiene la intención de ser permanente y definitivo sino al contrario es un modesto pero sincero aporte y ni siquiera ello, tan solo una idea lanzada con el deportivo deseo de tratar de hacer algo en esta materia por el bien de nuestro fútbol.

Así mismo, se crearán estrellas del fútbol paraguayo para el fútbol paraguayo, a fin de no volverse a transferir atletas locales.


PRINCIPALES ACCIONES

1.      Método

Se debe adoptar el profesionalismo.

Ajustar a los futbolistas que compondrán la Selección Permanente, a contratos concebidos conforme la legislación local en la materia.

Incluir algunas cláusulas especiales tales como:

1.1. Prohibir la transferencia al exterior del jugador en un plazo de 6 años.

1.2. Equilibrar las asignaciones o sueldos y nivelar los mismos evitando la desnaturalización que podría existir por diferencias de emolumentos entre los futbolistas.

1.3. Fomentar las ventajas del profesionalismo e instaurar una conciencia sobre la importancia de este método.

1.4. Ajustar a los futbolistas a un horario de trabajo, jornal de 8 horas diarias.

1.5. Establecer un programa diario de actividades, p.e., inicio de las faenas:

07.00 horas         Desayuno.

07,30”        Clases teóricas

09.00”        Preparación Física

12,00horasAlmuerzo

15,30”        Gimnasia y fútbol

Cena.

2. Participantes

2.1. Convocar un plantel de 40 futbolistas, de una edad no menor de los 15 y no mayor de los 18 años.

2.2. Contratar los servicios de un Director Técnico, un Ayudante de Campo y un Preparador Físico, de alta calidad técnica, convenientemente perfeccionados y preparados.

2.3. Crear conciencia respecto de la obligación que tienen estos futbolistas de brindar lo mejor de su producción al país, pensando sólo en lo que puede rendir en él y no tan sólo en las transferencias al exterior como ocurre ahora.

3. Deberes y Obligaciones

3.1. La Selección Permanente deberá garantizar a los futbolistas adecuada atención médica, odontológica, sicológica y social.

3.2. La Selección Permanente prestará especial atención a la asistencia alimentaria, a través de la implementación, dieta y control del cumplimiento de la misma.

3.3. Se contratarán los servicios del Instituto de Previsión Social, considerando que con la implantación del profesionalismo y sus respectivos contratos los futbolistas podrán ser considerados trabajadores comunes y corrientes.

3.4. Los futbolistas deberán practicar 3 veces por semana y participar en un partido semanal con la Selección Permanente, quedando fuera de este programa a disposición de sus clubes correspondientes.

3.5. Los programas de la Selección Permanente tendrán una alta prioridad con relación a los programas de los clubes que componen la Liga.

4. Cronograma de Trabajo

4.1. Los dos primeros años se realizarán exclusivamente competiciones semanales a nivel local.

4.2. El tercer año se realizará una gira mundial para foguear a los futbolistas e internacionalizarlos.

4.3. El cuarto año será de la competición mundialista propiamente dicha.

4.4. A partir de dicha competición se iniciarán los trabajos de una nueva selección permanente, repitiéndose el programa sin solución de continuidad.

5. Fuente de Financiamiento

5.1.   Deberán crearse recursos propios, considerando que la Liga Paraguaya de Fútbol, con sus presupuestos corrientes, no podrá atender a plenitud los crecientes requerimientos de organización, preparación, mantenimiento y competitividad de una Selección Permanente.

5.2.   Se sugiere la creación de impuestos indirectos, como por ejemplo, 1 guaraní por botellas de bebidas alcohólicas o no.

Esto representa un ingreso bruto, que no implicará disminución de rubros en otras asignaciones o cargas al consumidor.

En la práctica, es generalizada la costumbre de no reclamar vueltos “pequeños” de uno a cinco guaraníes. Sobrecargando el precio de estas bebidas, en uno o dos guaraníes, se recaudará este excedente no aprovechado ni por el estado, ni por el consumidor e incluso ni siquiera por los agentes de comercialización sino por los intermediarios casuales (mozos o expendedores).

6.      Estructura Jurídica

6.1. El programa de la Selección Permanente será elaborado por el Consejo Nacional de Deportes.

6.2. El CND actuará como fiscalizador de dicho programa.

6.3. La Liga Paraguaya de Fútbol será administradora y ejecutante del programa de la Selección Permanente.

6.4. Los fondos financieros serán mensualmente proveídos por el Consejo Nacional de Deportes, conforme a la ejecución de un Presupuesto Corriente, normalmente preparado y aprobado por las autoridades correspondientes.

6.5. La Selección Permanente no deberá trabajar con el mismo Departamento de Selección, a fin de evitar caer nuevamente en el problema de los intereses creados. Es decir, la Selección Permanente será un organismo independiente de la Comisión de la Selección.”



CAPITULO XI

LA CONTINUIDAD DE LOS DIRIGENTES

El fútbol paraguayo tiene un capital valioso e inexplotado: la experiencia de sus dirigentes. Esta falta de aprovechamiento surge de la repetición de un fenómeno perjudicial para la Liga Paraguaya de Fútbol: la falta de continuidad de los dirigentes, es decir, un grupo de éstos, luego de culminar su periodo electoral, es reemplazado por otro nuevo, sin recogerse los frutos del trabajo realizado a lo largo de un mínimo de cuatro años.

Hay que crear una estructura, entonces, para cubrir este vacío y simultáneamente, programar un trabajo de largo alcance con esta pléyade de dirigentes, a la que se debe suministrar suficiente campo de acción y administrarle instrumentos que le permitan una movilidad racional y beneficiosa para el fútbol,

En concreto, pienso que la creación de un Consejo de Relaciones Públicas sería un principio de solución. Integrarían este organismo, que tendría carácter de Asesor de la Junta Directiva, aquellos dirigentes que han alcanzado relevancia en el plano internacional, que tienen contactos y amistades en el mundo y cuyo nombre y prestigio han traspuesto los límites de la patria, para que a través del mismo, consigan posiciones de representatividad para la Liga Paraguaya de Fútbol.

Resulta poco simpático dar nombres, pero podemos ufanarnos en el fútbol paraguayo, de poseer dirigentes que han conseguido alcanzar este status internacional y que lamentablemente, no están siendo utilizados en función de los intereses de la Liga, desaprovechándose importantes oportunidades coyunturales que de no ser así hubieran significado numerosas satisfacciones a nuestro más popular deporte.

Claro que para ello, primero, habrá que concebir un Programa serio, objetivo, crítico y real. Un programa que contemple —en primer término—, sus líneas doctrinarias y no personales, en el sentido de que se puedan cambiar nombres pero no pautas. Habría que proyectar una imagen internacional de la Liga, ya sea a través del expediente sencillo pero efectivo de las correspondencias, las cuales deberán ser contestadas en tiempo y tono oportunos; a través de la presencia activa y responsables en eventos internacionales; como así también, invitan do a personalidades del fútbol mundial a nuestro país, para que conozcan y palpen de cerca y personalmente nuestra realidad.

Todo esto se conseguirá, no con giras circunstanciales y apresuradas en busca agónica de votos, sino con la constante de un trabajo organizado y racional, canalizado a través de ese organismo programado el cual tendrá como dije más arriba, atribuciones y potestades suficientes como llevar adelante una labor sin interrupciones.

A nuestros dirigentes no les falta nada de lo que tengan otros de diversos países para ocupar altos cargos gerenciales del fútbol continental. Tenemos tanta o más capacidad, rica materia prima humana y el instinto preparado para la dirección de grandes empresas.

Pero nos falta lo que a otros les sobra: el sentido del anticipo y la preparación. Mientras aquí empezamos a pensar como proyectarnos, los demás ya tienen concebido y ejecutado un plan.

Sin embargo, si nos preparamos, si organizamos este Consejo, si le damos apoyo a los dirigentes nuestros que tienen prestigio ganado en el ámbito internacional, si trabajamos unidos, si elaboramos y cumplimos un programa determinado, acaso no estaríamos en condiciones?

Lamentablemente, ahora estamos quemando fuerzas en intentos estériles. La asamblea consagra un grupo, termina éste su tiempo y luego se eleva a otro, que además, desconoce, ignora y desaprovecha el trabajo del antecesor y entonces, de que valen los esfuerzos y los sacrificios?

Vale la pena pensar en este proyecto y considerar sus efectos, mas ni siquiera intentar un recuento de lo que hemos perdido por la falta de una estructura jurídica que contemple el aprovechamiento racional e inteligente, de cuanto pudimos haber hecho con esa veta de inagotable experiencia que ha acopiado el fútbol paraguayo, pero que no la ha explotado.



CONCLUSIÓN

ESTE ensayo de libro condensa la síntesis de la modesta experiencia adquirida a través de una labor dirigente ardua y trillada, a veces por causas generadas por la misma pasión que el fútbol produce. Sin embargo, quiero pedir disculpas por no haber abarcado todo el amplio tema que el fútbol involucra, empero, he puesto toda mi dedicación y mi amor al deporte en los capítulos que componen este trabajo.

Para ello, volqué mi más voluntariosa dedicación siempre animado de buenas intenciones; es muy posible que no todos los capítulos hayan sido bien concebidos y permítanme registrar un porcentaje de equivocaciones, pero la divisa con que enfoqué este trabajo fue leal y mi empresa de buena fe.

El encumbramiento del fútbol, como posición espiritual de los pueblos, en todo el mundo ha valorizado enormemente el status directivo, al punto de ubicarlo en el centro de la crítica y complicar su manejo en medio de grandes intereses y encontradas pasiones; en nuestro medio doméstico se ha sumado, en varias ocasiones una atmósfera de suspicacias, que le restó crédito al fútbol en el ánimo público, con perniciosas proyecciones para el ambiente de confianza que precisa para sus realizaciones. No es fácil pues sentarse en el estrado superior de la dirigencia del fútbol y actuar sin errores o infortunios, porque si el fútbol importa a todos los sectores de la ciudadanía, es lógico que su Gobierno se torne intrincado con problemas, conductas o hechos que derivan del resultado del juego mismo, destino de todos los desvelos, sacrificios y ambiciones que hacen el cúmulo de su interés eminente.

Pero todo deportista que llegue a ocupar el más alto sitial de la Liga Paraguaya de Fútbol, honor que me cupo protagonizar, no piensa jamás en fracasar, sino en dar de sí todo lo mejor en aras de la causa, que la gestión sea del todo feliz ya escapa un poco a su propio dominio.

Quiero registrar algunas acotaciones de orden personal, como conclusiones que he acopiado al dejar el alto cargo de Presidente de la Liga Paraguaya de Fútbol. He dejado la función sin resentimientos ni amarguras, con la convicción que he dejado a la Liga en un estado institucional óptimo; la Selección Nacional con sus etapas preliminares organizadas; el Estadio completado en su estructura y en sus instalaciones auxiliares; los compromisos financieros casi saldados; las relaciones internas y externas sin quebrantamientos de ninguna laya y el prestigio de la Liga bien afianzado ante propios y extraños.

Y en esa coyuntura, manifesté mi clara esperanza de que por sobre las rencillas o desinteligencias nacidas en el fragor de nuestras luchas y polémicas, se alzará la generosa mano extendida por la misma amistad que la esencia del ideal deportivo alienta como valor aglutinante entre los hombres.

El fútbol es la antorcha encendida para alumbrar la bienandanza de quienes formamos su gigantesca legión de hombres buenos; en él no caben los egoísmos ni la malquerencia. Y la Liga Paraguaya de Fútbol es la casa tutelar donde el encuentro se plasma en amistosa reunión de hombres de buena fe.

Someto este trabajo a la ilustrada consideración de los distinguidos lectores y críticos y al cerrar este trabajo, proclamo mi fe en el devenir venturoso de nuestro benemérito, bizarro y viril fútbol paraguayo.



POSTALES DE NUESTRO PARAGUAY ETERNO


Enlace interno recomendado al espacio de

"IMÁGENES Y POSTALES DE PARAGUAY"

(Hacer click sobre la imagen)

 

Arsenio Erico - Colección Jorge Rubiani



GALERÍA DE MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY

(Hacer click sobre la imagen)

 



 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)






Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
HISTORIA
HISTORIA DEL PARAGUAY (LIBROS, COMPILACIONES,
REPÚBLICA
REPÚBLICA DEL PARAGUAY






Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA