La guitarra sin cuerdas,
la canción sin tonadas
noches de esperas largas,
vuelo sin alborada.
De repente apareciste
de improviso, de la nada,
convirtiéndose el otoño
en primavera enamorada.
Amo tu voz y tu canto
y tu tristeza callada,
ser un zorzal cautivo
y vivir en tu garganta.
Carga para darme fuerzas
y trepar una montaña
y en tu mundo de sonidos
y en tu mundo de sonidos
preságiame la alborada.
En tu pelo de azabache
la noche hizo su nido
y en tus dos ojos la luna
fogatas de fuegos vivos.
Yo sé que cuando me pidas
miras como en un suplicio
y me enseñas a ser libre
y a volar al infinito.