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JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ (+)
17 de Octubre de 1833 - 07 de Febrero de 1867
 
JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ (+)






Biografía

JOSÉ E. DÍAZ

La figura de este soldado, aureolada por la gloria, constituye el arquetipo cabal del héroe paraguayo de la guerra contra la Triple Alianza. Oriundo del pueblo de Pirayú, había nacido el 17 de octubre del año 1833 en el seno de una familia lugareña. Fueron sus padres don Juan Andrés Díaz Barboza y doña Dolores Vera.

            El futuro vencedor de Curupayty hizo sus estudios primarios en su pueblo natal, con el maestro Miguel de Avezada y O'Higgins, primo del prócer chileno, allí establecido, y comenzó su carrera militar sentando plaza, el 12 de mayo de 1852, en el

batallón de milicianos de Infantería que en Asunción mandaba el coronel Venancio López. Lucía ya las jinetas de sargento cuando su jefe inmediato Hilario Marcó lo llevó consigo al Batallón Policiano, con el que se estructuraba la reorganización de la Policía. En esa fuerza ganó Díaz sus primeros ascensos de oficial. El 23 de diciembre de 1860, a subteniente; el 1° de diciembre de 1862, a primer teniente; el 23 de mayo de 1864, a capitán. El mismo mes de este ascenso reemplazó a Marcó, retirado por enfermedad, en el comando de la unidad y en la jefatura de la Policía.

            Su eficiencia, honradez y lealtad le ganaron la confianza de la familia López. Su hermana Isidoro vivía con la Lynch, como ama de llaves y persona de entera devoción; y José Díaz, siendo apenas subteniente, había acompañado ya a Francisco Solano López, entonces brigadier, en la comisión a Buenos Aires, Rosario y Paraná para la mediación entre los gobiernos de la Confederación y Buenos Aires, que culminó con el pacto de San José de Flores.

            Cuando se iniciaron las hostilidades de la guerra, le fue confiada a José Díaz la formación del batallón 40, la célebre unidad integrada con los jóvenes de las primeras familias asuncenas, que se cubriría de gloria en cien combates hasta quedar exterminada con su jefe el mayor José Duarte, en la batalla de Avay. Con el batallón 40 fue enviado el mayor Díaz al ejército expedicionario del Sur, al lado del general Robles y quizás para contrapesar con su devoción a López la tibia subordinación de aquel jefe. Su carrera militar fue, desde el comienzo, excepcional. Todas sus dotes naturales armonizaban para ello. Fuerte, sereno, de valor impávido rayano en la temeridad, alentaba en él innata condición de táctico. "La actividad de Díaz era perenne -comenta Brítez-. Un soldado cabal. No se le conocían vicios ni preocupaciones de otra índole que las castrenses". Después de su bautismo de fuego en la acción de Romero Guazú, el 25 de julio de 1865, se señaló ya en las sucesivas batallas de Corrales, 2 de Mayo, Tuyutí, Yataity-Corá, Boquerón y Sauce, en todas las cuales le tocó acción principalísima como un presagio claro y patente de la gloria que el destino reservaba a su mérito en Curupayty.

            El relato de aquellas jornadas de la epopeya patria y el desempeño en ellas del héroe superan el marco de la nota biográfica y están vivas en nuestra historia. "Su carrera -dice Chaves- había sido tan corta como brillante; sus hazañas jalonaban el itinerario de la contienda. Había actuado en todos los combates principales y en ellos escrito con la punta de su espada páginas heroicas.        Artífice del cruce del Paraná, vencedor en Corrales, director en la Isla, jefe en Estero Bellaco, protagonista en Tuyutí, actor en Yataity-Corá triunfador en Sauce. ¿Qué soldado podía presentar igual foja de servicios? ".

            Rápidos ascensos premiaban sus hazañas. Era el soldado en quien el Mariscal ponía toda su esperanza para las misiones más arriesgadas. Encontrándose aún en la ofensiva expedicionaria del Sur, su actividad incansable le valió ser promovido a teniente coronel en Bella Vista, el 25 de octubre. Cuando se ordenó la retirada, López le encomendó la dirección de la maniobra del cruce del Paraná y José Díaz realizó la hazaña por Corrales, el 2 de noviembre, haciendo transponer el ancho río a todo el ejército de 10.000 hombres con su impedimenta y 100.000 cabezas de vacuno, sin tropiezo alguno, a la vista y paciencia de la escuadra brasileña inactiva. Designado luego inspector de Infantería, era el hombre a quien López encomendaba los mandos de mayor responsabilidad. Ganó su ascenso a coronel el 1° de mayo, víspera de la acción de Estero Bellaco donde hizo derroche de valor temerario. Un año después, el 24 de mayo de 1866, era promovido a general de brigada, tras la batalla de Tuyutí, luego de haber logrado heroicamente cumplir la consigna de asegurar la retirada del general Barrios.

            Hasta que llegó la hora de Curupayty, la acción gloriosa donde el soldado insigne dio el son cabal al bronce de la nacionalidad. Las fuerzas que comandaba Díaz, en la batalla más grande que hasta entonces se librara en suelo americano, estaban integradas por las tres armas: siete batallones de Infantería, al mando del comandante Luis González; tres regimientos de Caballería, al mando del capitán Bernardino Caballero; y, dos baterías de Artillería, al mando del teniente de navío Pedro V. Gill. Estas fuerzas rechazaron sucesivos asaltos del mejor ejército aliado compuesto por 10.500 brasileños al mando de Porto Alegre y 9.500 argentinos mandados por el propio Mitre, apoyados por poderosa artillería de tierra y todas las baterías de la escuadra brasileña que disparaban sobre el flanco costero de las líneas paraguayas. Durante todo el combate, el general Díaz se mantuvo de pie junto a la batería del capitán Ortiz, insensible al peligro bajo la lluvia de balas, dirigiendo la batalla, animando a sus soldados. Después, cuando las tropas aliadas se retiraban de las trincheras paraguayas tras su última tentativa infructuosa de conquista, montó a caballo y recorrió sus líneas como un dios respetado por la muerte.

            Pero la muerte le acechaba en oscura encrucijada, vengadora de su temeridad innecesaria. Alcanzó al héroe poco tiempo después de la batalla más grande de la guerra, durante el período de forzosa inactividad que la victoria de Curupayty impuso a las armas aliadas. El 26 de enero de 1867, "notando cierto cambio de posición en la escuadra, quiso cerciorarse de él por sus propios ojos e inspeccionar la corriente del río para aumentar los obstáculos del pasaje". El general Díaz embarcó para el efecto en una canoa acompañado sólo por el teniente Álvarez y otro de sus ayudantes, con algunos remeros. El sargento Cuatí, indio payaguá ahijado de Díaz, iba a la pala guiando la embarcación. Inspeccionaba muy cerca de la escuadra fondeada, sin cuidarse de los disparos que le hacían desde los buques, cuando un cañonazo rebotó sobre el agua estallando cerca de la embarcación, que volcó con sus tripulantes alcanzados por la metralla, Díaz cayó al agua con una pierna destrozada, pero su fiel ahijado, que como buen payaguá nadaba mejor que andaba, se lanzó tras él en la corriente y lo sacó a la orilla.

            Llevado a Curupayty, el general Díaz pidió al cuartel general de Paso Pucú un cirujano que le amputara la pierna. De inmediato enviaron al doctor Skiner, quien realizó la amputación sin anestesia. Esa misma tarde vino Elisa Lynch en coche para trasladar al herido a Paso Pucú. Allí fallecía el héroe de Curupayty el 7 de febrero, a pesar de todos los solícitos cuidados que el Mariscal ordenó dispensarle. Sus restos fueron enviados a la Asunción para ser enterrados con toda solemnidad en el cementerio de la Recoleta. Allí reposaron hasta que, por decreto del superior gobierno, se trasladaron al Panteón Nacional el 1° de mayo del año 1939.

            "Díaz era el brazo fuerte del ejército -dijo de él en sus Memorias el coronel Centurión-. Desde que sentó plaza en sus filas se había distinguido por su consagración al cumplimiento de sus deberes. Su vida militar, de esta manera, era toda ella una abnegación. Hijo del pueblo, no pensaba sino en la gloria y engrandecimiento del Paraguay, y era el representante genuino en el ejército de los días venturosos que dieron nombre y fama a su heroísmo".

BIBLIOGRAFÍA

Imprenta del Ejército, Humaitá 1867. Separata del N° 669 de El Semanario: Rasgos biográficos, honras fúnebres y discursos pronunciados sobre la tumba del general ciudadano José Díaz.

Fidel Maíz: Etapas de mi vida.

Juan Beberían: La guerra del Paraguay.

Thompson: La guerra del Paraguay.

J. C. Centurión: Memorias.

Julio César Chaves: El general Díaz.

O'Leary: Nuestra epopeya; El libro de los héroes.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)



DÍAZ, JOSÉ EDUVIGIS

Héroe de la Guerra de la Triple Alianza. Nacido en Cerro Verá, Pirayú, el 17-X-1833, sus padres fueron Juan Andrés Díaz Barbosa y Dolores Vera. Sus primeros estudios los realizó en su pueblo y uno de sus maestros fue Miguel de Avezada y O'Higgins.

Se incorporó a la milicia, como recluta, el 12-V-1852, en el batallón que comandaba el coronel Venancio López.

Cuando Hilario Marcó fue designado jefe de Policía de Asunción, llevó consigo a Díaz que ya era sargento.

El 26-IV-1860 ascendió a subteniente segundo; el 1-XII-1862 a teniente 1° y el 23-V-1864 a capitán.

Acompañó a Solano López, como ayudante, en la mediación a Buenos Aires, en 1859.

Reemplazó a Marcó en la Jefatura de la Policía (1864). Era evidente que su honestidad y fidelidad le hicieron hombre de confianza de los López, incluyendo a Madame Lynch, con quien vivía su hermana Isidora.

Ya declarada la guerra contra la Triple Alianza, se encargó de organizar el célebre Batallón 40, integrado por los jóvenes de la alta sociedad asuncena.

Este Batallón, comandado por Díaz, marchó a Corrientes, como integrante del Ejército Expedicionario del Sur, al mando del General Wenceslao Robles.

Su carrera militar, siguió en ascenso, siempre los méritos rayaban la hazaña, hasta llegar a su pináculo: ser un héroe. Su actividad en esta etapa era excepcional.

Designado Instructor de Infantería, ascendió a mayor y fue promovido a teniente coronel por su actuación en Bella Vista el 25-X-1865, y ya en retirada, se encargó del cruce del río Paraná, que realizó, por Corrales el 2-XI-1865, un ejército de 10.000 hombres más todos sus bagajes y animales, sin ninguna baja.

Desde el Campamento de Paso de Patria llevó a cabo operaciones, como en Corrales que le valió la condecoración de la "Cruz de Corrales".

En abril de 1866 combatió en la Isla Purutué, frente a Itapirú. En la víspera de Estero Bellaco, fue ascendido a coronel y luego recibió la Orden Nacional del Mérito.

En la primera acción de Tuyutí (24-V-1866), su actuación fue premiada con el ascenso a brigadier general.

En julio comandó en jefe la defensa de Boquerón y Sauce y luego organizó el sistema defensivo en Curupayty, el 22-IX-1866. En esta batalla su acción y su triunfo lo glorificó. Esta fue la más grande batalla de esta guerra, comandaba 7 batallones al mando de Luis González, 3 regimientos de caballería al mando del capitán Bernardino Caballero y dos baterías de artillería al mando del teniente de navío Pedro V. Gill.

Estas fuerzas rechazaron diversos ataques de 20.000 hombres del ejército aliado, argentinos y brasileños, comandados por el general Mitre. Esta honrosa victoria paraguaya constituyó una epopeya, dada por el genio y la audacia de Díaz.

El 26-I-1867, salió en canoa acompañado del teniente Alvarez, y su ahijado indio payagua, sargento Cuatí.

Se acercaron imprudentemente a la flota brasileña, y una granada hirió al general en una pierna.

Su ahijado lo sacó del agua y acudió a asistirlo el médico inglés Skiner, quien le amputó la pierna. Pero la gangrena hizo lo suyo.

Elisa Lynch llegó con premura para trasladarlo al cuartel general de Paso Pucú. El mariscal López lo visitó asiduamente hasta su muerte, el 7-II-1867.

Sus restos fueron enviados a Asunción, donde fueron enterrados en la Recoleta, donde descansaron hasta que se trasladaron al Panteón Nacional de los Héroes el 1-V-1939.

Por soldado cabal, por su austeridad y su sacrificio, fue un ejemplo. Su muerte también, en el baúl que dejó como herencia se encontraron 5 onzas de oro y 33 pesos papel y su uniforme de gala...

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).





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