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AIMÉ BONPLAND
23 de Septiembre de 1773
 


Datos biográficos:

AIMÉ BONPLAND

            "Nos legó una de las mayores obras de cultura que haya cabido realizar en América", decía un juicio de La Nación de Buenos Aires, a raíz de su muerte. El sabio francés había nacido en La Rochelle, el 23 de setiembre de 1773, en el seno de una familia burguesa de médicos y farmacéuticos. También Amado Bonpland estudió Medicina y ejerció algunos años la carrera de médico. Pero pronto la abandonó para dedicarse por entero a trabajos de investigación botánica y a las Ciencias Naturales.

            En París conoció, el año 1799, al barón Alejandro de Humboldt, cuatro años mayor, y entre ambos se cimentó una amistad que debía durar toda la vida, a pesar de su larga separación. Juntos emprendieron durante doce años un viaje de exploración científica por Venezuela, Cuba, Colombia, Ecuador, México y Estados Unidos. Esas investigaciones se materializaron en Viajes a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, la obra maestra en doce volúmenes de Humboldt, donde Bonpland tuvo a su cargo importante colaboración botánica. Separadamente, el naturalista publicó Plantas equinocciales recogidas en México, isla de Cuba, provincias de Caracas y Cumaná, los Andes de Quito y bordes del Orinoco y Amazonas. Esa valiosa contribución a las Ciencias Naturales lo llevó ya a la celebridad en el mundo científico europeo. El gobierno francés le asignó una pensión y la emperatriz Josefina, que mucho lo estimaba, lo nombró botánico y superintendente de la Malmaison. Bonpland trabajó en la paz de aquel retiro hasta 1814. Cuando falleció su protectora, dimitió el cargo, ansioso de proseguir sus exploraciones por el nuevo mundo que ofrecía tan rico material a su avidez científica. El 23 de noviembre de 1816 embarcaba con destino a la América meridional trayendo rica colección de plantas, en la que contaban 150 especies de vid, todas las especies de citrícolas conocidas en Francia, sauces, algarrobos españoles, perales, manzanos, groselleros y frambuesos.

            Cuatro años vivió dedicado a sus cultivos experimentales en una quinta cercana a Buenos Aires; pero le tentaba la exótica flora misionera y, el 11 de mayo de 1821, partía de Corrientes con rumbo a las antiguas regiones jesuíticas en una carreta de cuatro bueyes, acompañado de su paisano Voulquin y tres peones. El riesgo de la proximidad con la frontera paraguaya le hizo desechar Candelaria y se radicó en Santa Ana, donde inició de inmediato la organización de un centro agrícola.

            Trató de establecer relaciones con el dictador Francia, intentando que éste consintiera su estada en Misiones; pero Francia, celoso sostenedor de los derechos integrales del Paraguay sobre ese territorio, no podía tolerar la formación de un centro poblado. La mañana del 8 de diciembre de 1821, un destacamento paraguayo que cruzara el Paraná se lanzó sobre la incipiente colonia, la arrasó y apresó al sabio. "Difícil de explicar es el hecho posterior -dice Enrique Bordenave- de cómo el doctor Francia, hombre bastante ilustrado para su época, no hubiera sacado provecho de la larga estada de Bonpland en el Paraguay. Los conocimientos del naturalista eran de un valor sin límites para esa población entonces sumisa y disciplinada que, conducida por el sabio sediento de investigación y trabajo, hubiera obrado milagros en esa tierra desbordante de fertilidad".

            Nueve años vivió Bonpland confinado en una comarca del sur paraguayo, sin que le fuera permitido apartarse de ella. Estableciese en un lugar llamado Cerrito, entre Santa María y Santa Rosa. El sabio plantó allí su rancho y comenzó nueva existencia. Descalzo, vestido con burda tela del país, se ganó muy pronto la devoción de los sencillos campesinos para quienes su asistencia médica y sus consejos agrícolas eran de inapreciable valor. Bonpland investigaba y clasificaba plantas, preparaba medicinas mejorando viejas fórmulas guaraníes, componiendo y destilando jarabes; fabricaba dulces, conservas y quesos. Con el tiempo, estableció en Cerrito un hospital de cuatro salas, plantaciones experimentales, un aserradero con carpintería, una destilería de caña y licores y un pequeño plantel ganadero. "He llevado en el Paraguay -escribiría luego a Brunel- una vida tan feliz como puede pasarla un hombre que se encuentra privado de toda relación con su patria, su familia y sus amigos".

            El absoluto aislamiento en que vivía el Paraguay permitió que la noticia de su cautiverio fuera conocida en el exterior con mucha tardanza. Pero, apenas recibida, los medios científicos de todo el mundo se preocuparon por la suerte del sabio. El emperador del Brasil, don Pedro I, el canciller francés vizconde de Chateaubriand, el Encargado de Negocios de Gran Bretaña en Buenos Aires, William Parish, hicieron infructuosas gestiones para que fuera puesto en libertad. Simón Bolívar, su buen amigo

de París, escribió al dictador Francia una larga carta reclamando la salida de Bonpland. "Sería capaz de marchar hasta el Paraguay     sólo para libertar al mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros", le decía. No existe constancia de que Francia recibiera la misiva, pero continuó sordo a toda reclamación.

            Mientras tanto, Bonpland continuaba en su retiro la benéfica obra civilizadora. Estimulaba a los campesinos a sembrar más y con mejores métodos. Además de atender su salud, les distribuía variedades mejoradas de porotos, batata, maní, mandioca y algodón y les enseñaba el aprovechamiento de colorantes vegetales. Por fin, el año 1829, obtuvo permiso para salir. Pero el jefe de urbanos de Santiago, interpretando mal la orden recibida, le ordenó abandono inmediato del territorio nacional. Felizmente, en Itapúa le informaron que podía tomarse todo el tiempo que quisiera. Bonpland liquidó sus bienes de Cerrito y montó nuevo establecimiento en Itapúa, donde permaneció hasta el año 1831. El 8 de febrero cruzaba el Paraná con ocho carretas y una tropilla de equinos y vacunos rumbo a Santo Tomás.

            El sabio liberado es llamado a Francia por Humboldt quien, en la cúspide de su celebridad, no ha cesado de escribirle interesándose por su suerte. Pero Bonpland prefiere permanecer en las regiones misioneras. Envía a Europa ricas colecciones cuidadosamente clasificadas; hace conocer el quebracho mucho antes de que se supiese aprovechar el valor industrial del tanino. Permanece en San Borja cinco años realizando viajes por Corrientes y el litoral brasileño. Una vez viene hasta la Asunción, donde Carlos Antonio López honra al sabio. Después traslada su residencia al Rincón de Santana, distante unas leguas de Paso de Patria, y allí une su destino al de la criolla Victoriana Cristaldo, que le daría tres hijos.

            "La mejor revista botánica que aparece en Alemania, bajo la dirección del naturalista Berthold Seeman -le escribe Humboldt- en Hannover y Londres, lleva el bello nombre de Bonplandia, en tu honor, y es el órgano oficial de la Academia Imperial Leopoldina".

            La vida de Aimé Bonpland se extingue plácidamente en Rincón de Santana, el 11 de mayo de 1858. Sus hijos naturales Amado, Atanasio y Carmen heredan el establecimiento; pero el gobierno de Francia, al conocerse la muerte del sabio, ordena al conde Alfred de Brossard, su cónsul en Asunción, que se traslade al lugar del deceso y rescate papeles, apuntes y cartas de Bonpland. El agente francés cumple su cometido transportándolos en un cofre grande a la Asunción, desde donde son enviados a Francia. Pero muchos documentos y apuntes quedan en poder de la familia.

BIBLIOGRAFÍA

Enrique Bordenave: Aimé Bonpland.

Dr. Hamin: Correspondencia de Aimé Bonpland.

Juan A. Domínguez: Cartas y apuntes de Amado Bonpland.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)




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