Portal Guaraní - 90 AÑOS DE “PAÍ BLANCH” - Por Toni Roberto

Toni Roberto

90 AÑOS DE “PAÍ BLANCH” - Por Toni Roberto - Domingo, 29 de Mayo de 2022

Imagen de tapa: “Trabajadores callejeros en el Centro”.

José María Blanch. Asunción, 1974.

90 AÑOS DE “PAÍ BLANCH”

Por Toni Roberto

tonirobertogodoy@gmail.com

Este domingo Cuadernos de barrio le hace un homenaje al padre José María Blanch Cardoner, popularmente conocido como “Paí Blanch”. Sacerdote jesuita, destacado fotógrafo y ciudadano Ilustre de la ciudad de Asunción, quien vive en esta ciudad desde hace 57 años.

Una noche pensaba: ¿Qué se hizo de “Paí Blanch”? Preguntando, recibí noticias suyas en la galería de arte Exaedro; increíblemente al hablar de él, me dice Ángela Meaurio, la eterna mujer de profesión “enmarcadora”: “E a, acaba de salir de acá y se fue manejando su auto”, en ese momento pensé: qué ejemplo para muchos que hoy no le ven razón a la vida. En el acto le llamo y concreto una entrevista para ese mismo martes a las 15:00.

Era la hora exacta de nuestro encuentro. Subo el empinado acceso de la parroquia de Cristo Rey, ansioso esperando me reciba José María Blanch Cardoner. Para muchos que lo conocimos desde la infancia “Paí Blanch”, era el sacerdote con su eterna cámara fotográfica que captaba instantes urbanos en los recovecos de la Asunción.

NIEMEYER Y “PAÍ BLANCH”

Una secretaria abre la puerta, paso y lo espero en una pequeña y austera antesala con un viejo juego de living de Mobles, una mueblería de antaño del centro. Muy de fondo escucho el incesante ir y venir de autos del alto tráfico de la avenida Colón e Ygatimí, que sumado al escenario de ese espacio interior se convierte en un retrato del pasado con el imparable presente. De repente aparece “Paí Blanch” con su computadora y me invita a pasar a la casa de la parroquia, su ágil caminar a días de cumplir 90 años es como “un himno a la longevidad”, yo le digo: padre, que bien le veo, me hace recordar a Óscar Niemeyer que trabajó hasta los 104 años, él me responde con su humor de siempre: “ojalá yo me jubile antes que él”. Seguimos yendo por el amplio corredor rumbo a su escritorio, por el camino el inigualable patio español en el centro de la casa que se convierte en un “oasis de silencio” en esa bulliciosa esquina.

Nos sentamos, abre su ordenador portátil y empieza un viaje entre los recuerdos y los últimos gritos de la tecnología que él maneja al dedillo, mientras miramos las fotos, va recordando pasajes de su vida en el Paraguay, que empezó en 1954 viviendo por un año como novicio, tiempo en el que se dedicó a aprender guaraní e historia del Paraguay, pero es recién en 1965 cuando se queda definitivamente en su país adoptivo empezando a utilizar la fotografía para elaborar materiales de corte educativo.

LA EMOCIÓN DE UNA FOTO

Nuestro viaje sigue y en un instante vivo uno de los momentos más emocionantes de mi vida encontrándome en una foto de su colección realizada en 1972 con mis compañeros de aula y la legendaria maestra Estela Careaga, todas las tomas realizadas en aquella época tienen algo muy particular, la soltura de los retratados en una época en la que todavía eran muy acartonadas las instantáneas escolares en una Asunción que aún no salía de un pensamiento medieval. Sus series: cultura urbana, jesuitas, indígenas, reducciones jesuíticas o del teatro y la danza son documentos de valor incalculable desde el punto de vista artístico y como registro del Paraguay de más de cinco décadas.

Al final nos despedimos en la puerta de la casa, de fondo, el campanario de la vieja iglesia que vigila el oeste de la Asunción –como diría Patricia Ygarza Cuquejo– desde hace más de 80 años, él toma su auto y emprende viaje hacia el Bañado Sur, siguiendo el mandato ignaciano: “en todo amar y servir”. “Paí Blanch”, un barcelonés-asunceno, quien el martes a las 23:59 estará a un minuto de cumplir sus 90 años con su fe y alegría de siempre. Por mi lado, salgo espiritualmente fortalecido con nuestra charla y la belleza de un gran archivo fotográfico.