“EL SILENCIO DEL PAISAJE”
(2 parte)
Por Toni Roberto
tonirobertogodoy@gmail.com
Cuando hablo de barrios no me quiero referir a los viejos y gastados límites geográficos. Más que nada pienso que lo hacen quienes lo habitan y sobre todo las personas mayores que brindan la “memoria oral ciudadana”, esa que no está escrita y a eso se refiere la frase que encabeza este cuaderno de domingo: “Cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde”, de Amadou Hampâté Bâ, escritor y etnólogo nacido en Mali en 1901. Coincidentemente con esta pandemia en que los ancianos son tal vez el grupo humano más amenazado y en “estas horas difíciles” pero sin tener que ver con este flagelo, fallecieron con horas de diferencia dos personas a las que desde niño quise “desde el fondo de mi alma”: Leandro Vön Prieto y Brunhilde Guggiari de Masi.
Conocí el itinerario de sus vidas en Asunción. Y aclarando y dejando de lado lo político en el caso de “tío Vön”, que me contaba historias barriales, donde nació mi interés por el arroyo Mburicaó y su entorno.
“Anécdotas y leyendas urbanas recoletanas”, cuando en mis vacaciones pasaba en esa vieja y profunda casa quinta de su madre, la antigua matrona asuncena, doña Concepción Yegros de Prieto de la calle Santa Rosa al 390 en el barrio de La Recoleta. Ahí, una noche me quedó grabada para siempre su frase: “Chicos, duerman ya, porque allá al fondo por el arroyo Mburicaó está por pasar el caballo blanco del Mariscal López”. Esa frase despertó en mí el interés por el pasado.
“VÖN” PRIETO Y SUS VECINOS LIBERALES
Siempre pienso que las epopeyas o las grandes historias pasan primero por las pequeñas y en ese “recorrido sin norte” en una especie de “dron urbano asunceno”, estas partidas me llevaron también a esa moderna casa de principios de los años 70, diseñada por Carlos Colombino para Leandro Prieto en la calle España casi Gral. Santos, frente mismo al chalet suizo de principios de siglo XX, donde nacieran los cinco hermanos Guggiari Brun, entre ellos Hermann, Brunhilde y Ezio. Ahí frente a frente estaban el colorado y el liberal.
Un día, Hermann Guggiari, nuestro gran escultor del siglo XX, quien había ganado con su escultura “Kennedy” el Gran Premio de Arte de la OEA en 1965, decidió izar la bandera del partido liberal en el viejo balcón del legendario “Bosque de los artistas”, un refugio de resistencia artística, donde muchos encontramos espacio de la mano de Hermann y su numerosa familia, para desarrollar nuestra expresión artística. La reacción del vecino no se hizo esperar ahí entre las enredaderas y el setentoso moderno murallón, “Vön” levantó la suya, la del partido colorado. Ese hecho se convirtió en una atracción urbana asuncena, ahí flameaban las dos banderas, una frente a otra, y dentro de todo el respeto que les caracterizaba a estos “viejos amigos y vecinos”.
BRUNHILDE Y VÖN O EL SILENCIO DE LOS ÚLTIMOS VECINOS
Hoy, se fueron los últimos, ya no vendrá Bruni a mirar y recordar su vieja casa donde aprendió el fino arte de la acuarela en los años 40, con su maestra la alemana Lore Hermann, ni “Vön” volverá a cruzar la calle para saludarse con Ezio y Hermann, sus archirivales, los enemigos-amigos partidarios. Pero, quedará el olor a los viejos eucaliptos y la famosa escultura del patio de Hermann con las dos desteñidas banderas como testimonio de la “amistad en la diferencia” de antiguos “vecinos de barrio” ahí en los límites de Barrio Jara. Y yo volveré un rato a soñar al poético Mburicaó, esperando que algún día pase “el caballo blanco del Mariscal López” desde este “Silencio de barrio”.
Fuente: www.lanacion.com.py
Domingo, 05 de Abril de 2020
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