“MÉDICOS DE BARRIO”
Por Toni Roberto
tonirobertogodoy@gmail.com
Un recuerdo especial de los médicos, sanatorios y farmacias de los diferentes barrios de la Asunción de ayer. Como un homenaje a tantos hombres y mujeres que desde sus tareas diarias velan por la salud de todos.
A veces todos los caminos conducen a hablar de algún barrio. Y encontrarme con el libro “Historia de la medicina en el Paraguay”, una joya aportada a nuestro imaginario por el Dr. Alfredo Boccia Romañach y su hijo Alfredo “Mengo” Boccia Paz, y editado por Vidalia Sánchez, me llevó ineludiblemente a recordar a aquellos médicos de barrio, farmacéuticos y “yo no sé por qué” (parafraseando al poeta y médico Delfor Boggino) a los “sanatorios de mi barrio y sus alrededores” que hoy ya no están. En estos días me encontré en la calle, a “un metro de distancia” por las recomendaciones de Salud Pública, con Leila Rachid y Juanchi Giangreco. Por supuesto, hablamos los tres del tema ineludible del momento en esta “ciudad en cuarentena”, recordándoles esta página.
Por supuesto, me vino a la mente cada uno de los médicos y farmacéuticos de antes; Leila recordó la zona de la farmacia El Líbano. Juanchi trajo a la memoria la zona de la legendaria Farmacia Paraná del señor Ventre y, por supuesto, de su recordado padre, el Dr. Victorino Giangreco. Pero volviendo a esta “ensalada rusa de barrios” que es esta página, me vinieron “in mente” esos sanatorios que por alguna razón dejaron de serlo ahí en los alrededores de mi ex barrio: Cruz Blanca, de Ygatimí y Ayolas; el Policlínico San Antonio, de Cuarta y Yegros; el Sanatorio Moderno, ahí sobre la calle Ana Díaz; el Salem, del Dr. Dagogliano, sobre Colón, en el antiguamente llamado barrio Ciudad Alta; el Leriche, en la zona del Mercado Cuatro, o el Sanatorio Mayo en el barrio San Roque.
A veces las ausencias son presencias, por ello le recuerdo al Dr. Juan Bellassai de la vieja Clínica Amambay, de la calle Alberdi; al Dr. Juan Cattoni, de la calle Eligio Ayala; al Dr. Reinaldo Contini, de Cuarta y Alberdi; al Dr. Puerta, de la calle Tercera; al Dr. Ortellado, de la calle Segunda casi 14 de Mayo; a Pío Walder; a uno de los primeros otorrinos de Asunción, el Dr. Franco Torres, y, por su puesto, a mi pediatra, el doctor Migliore, quien me atendía con tanto cariño ahí en su “moderna casa” de Sajonia, en esa esquina frente al estadio Defensores del Chaco.
Los recuerdos van y vienen y yo sigo “caminando” mentalmente de un lado a otro por el libro de los Boccia y me detengo por un momento en un relato del Dr. Enrique Estaque que ellos citan del libro “El último Supremo”, de Bernardo Neri Farina, que decía: “Éramos alumnos del sexto curso. Aquella noche, con Mariano Borda, nos hallábamos en la guardia del doctor Víctor I. Franco, en los Primeros Auxilios, en la calle Herrera entre Tacuarí y Estados Unidos. Como a las diez de la noche recibimos un cuerpo exangüe, sin signos vitales. Era el cuerpo de Roberto L. Petit, quien fuera asesinado en 1954”. Tratando de “atrapar algún otro recuerdo perdido” de la ciudad, acompañado imaginariamente “a un metro de distancia” por mis amigos Leila y Juanchi, me despido hasta el próximo domingo desde otro rincón de algún barrio de la “Vieja Asunción”.
Fuente: www.lanacion.com.py
Domingo, 15 de Marzo de 2020
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