TESTIMONIAL
Letra y Música: RAMÓN AYALA
TESTIMONIAL
Soy el hombre, el paisaje, la vida,
un testigo que va en los caminos
el que mira los frutos, los grillos
y celebra la luz infinita.
Soy un ser de la tierra, que vibra
y en sus pasos canta, llora, sueña;
y en amores se entrega a la tierra
y ama el bosque, el mar, al tucano.
El que anda en los sueños nombrando
la magia de vivir, por las venas.
Soy aquel de la calma y el grito
de la selva, el misterio, los campos.
El que oye por dentro el llamado
de ese Dios que anda con los grillos.
El que trae en las manos un libro,
y se mira en lo simple y lo hondo;
las abejas, los tigres, los loros,
la semilla que contiene el árbol,
la infinita pequeñez del átomo
el inmenso día con sus gozos.
Voy andando en los ojos de un niño
de inocencia, de miel y de amor.
Horizontes que buscan el sol
y guitarra en acorde infinito.
La montaña con fuegos dormidos
que revela el poder en acecho.
Un planear de cóndor en el vuelo.
Una estrella cayendo al espacio.
Lo inasible en ojos del caballo
un volver por el propio universo.
En mí llevo la antigua pregunta
del origen, la vida, la muerte.
Los perdidos abuelos que vuelven
modelados en fuegos y brumas.
Sacerdotes dormidos, molduras
y pensares que alguna vez fuimos.
Con poetas, pintores, oficios
barcos de la mar, seres sin límites,
Entrañables tribus aborígenes
que, de pronto, traen sus abismos.
De que valen los oros, diamantes
y riquezas que persigue el hombre,
si no puede conquistar el orbe
que por sus adentros se deshace.
De que vale respirar el aire
sin llevar el timón del navío
Ser un naufrago más de si mismo
por codicias, soberbias y ciénagas.
Ser un pobre rico en apariencia
mientras en el alma muere un niño.
Quiero celebrar la vida,
gozar su claro universo;
Desde el mosquito, al murciélago
desde el yuyo hasta la orquídea.
El mar profundo, las islas.
Y el pensamiento del hombre
que hace de una masa informe
la creación visceral.
Ser la guitarra, el cantar
con el arte, el Dios, el orbe.
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