LOS TRES BONOS DEL PARAGUAY

Por ALBERTO ACOSTA GARBARINO

En la reciente conferencia sobre las Perspectivas del año 2019 realizada por Dende, a todos les ha quedado claro que el mundo sufre un profundo cambio estructural.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea, el triunfo de Trump en los Estados Unidos y el casi seguro triunfo de Bolsonaro en el Brasil, nos está demostrando que el mundo está cambiando: de la globalización al nacionalismo, del libre mercado al proteccionismo y del derecho internacional a la ley del más fuerte.

Este cambio para países de economías pequeñas, como la del Paraguay, es una muy mala noticia, porque significa que nuestras posibilidades para crecer en las próximas décadas dependerán mucho más de lo que hagamos nosotros que de las condiciones favorables que provengan del exterior.

En los próximos años tendremos que hacer un esfuerzo titánico: para integrarnos a un mundo proteccionista, para atraer inversiones, para desarrollar nuestra infraestructura, para educar a nuestra gente y para reducir la pobreza.

Pero para realizar estas tareas el Paraguay tendrá en los próximos 10 a 20 años la ventaja de contar con tres importantes bonos –el demográfico, el energético y el tributario– que nos ayudarán en dicha labor.

El primer bono es el demográfico. Tenemos la población más joven de América Latina, y la cantidad de personas en edad de trabajar supera a la cantidad de personas inactivas –niños y ancianos– lo que representa una enorme ventaja si lo utilizamos adecuadamente y en tiempo.

Para aprovechar este bono –que se termina en unos 25 años– tenemos que invertir fuertemente en cuidar a esos niños y jóvenes, erradicando el hambre y la desnutrición infantil y mejorando radicalmente la calidad de nuestra educación.

El segundo bono es el energético. En un mundo y en una región donde los países se debaten para generar más energía limpia y renovable, el Paraguay tiene uno de los mayores excedentes per cápita del mundo, con las hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá.

Para aprovechar este bono –que se termina en unos 17 años– tenemos que usar nuestro excedente energético como palanca para acelerar nuestro actual proceso de industrialización, pero al mismo tiempo tenemos que invertir fuertemente en la transmisión de dicha energía y en la infraestructura física de caminos, puentes, puertos y aeropuertos para sostener dicha industrialización.

El tercer bono es el tributario. El Paraguay con una presión tributaria de tan solo el 10% sobre nuestro nuevo producto interno bruto (PIB) es casi un paraíso fiscal, comparado con la presión tributaria de la Argentina, del 31%; del Brasil, de un 34%, y de Alemania, del 40%.

Esta presión tributaria tan baja puede ayudarnos en los próximos años a atraer inversiones extranjeras, pero tenemos que ser conscientes de que dicha presión indefectiblemente irá subiendo en la próxima década.

Porque la mayor utilización de la energía de Itaipú y Yacyretá hará que los ingresos no tributarios que provienen de las hidroeléctricas vayan disminuyendo. Al mismo tiempo, los gastos irán aumentando por la creciente necesidad de invertir más en educación, salud e infraestructura. Ambos hechos harán inevitable un aumento de la presión tributaria.

En los próximos años, el mundo será mucho menos favorable de lo que ha sido en los últimos 15 años y es imprescindible que nuestro país comience de una vez por todas a realizar las reformas imprescindibles para nuestro desarrollo.

En los próximos años tendremos la ventaja de contar con tres bonos muy importantes, el bono demográfico, el bono energético y el bono tributario, que pueden ayudarnos a hacer esas reformas más ordenadamente.

Pero estos bonos no son eternos, porque sí o sí, en diez a veinte años nos vendrán encima el “invierno demográfico, energético y tributario”, y si no los aprovechamos desde ahora, las próximas generaciones nos lo demandarán.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 28 de Octubre de 2018

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