A MI PUERTO SASTRE

DEL ESPLENDOR AL SILENCIO

Letra y música: HERIBERTO AYALA GÓMEZ

Parece mentira y es verdad. Aquel pueblo habitado de bullicio y esplendor está hoy abandonado, perdido en el tiempo. Anclado en el Alto Paraguay, junto al río, está repleto de silencio. Alguien, con un optimismo quizá a toda prueba, como queriendo ir a contramano de la historia y del destino -entendido éste como lo inexorable, lo imposible de evitar-, lo rebautizó como Puerto Esperanza.

Cuando Puerto Sastre navegaba en la sencilla prosperidad de la gente trabajadora nacía allí HERIBERTO -más conocido como HERI-, AYALA GÓMEZ. Su infancia conoció el esplendor de aquel poblado taninero que vivía los últimos años de la generosidad del quebracho. Ese niño había nacido el 14 de febrero de 1950.

Inmerso en los veranos candentes en que el sol era una impía daga que quemaba cuanto encontraba, el pequeño escuchaba de labios de su padre ISIDRO AYALA ROJAS, empleado de la empresa, historias de los grandes de la música paraguaya. Así, de a poco, creció en él un afecto que luego se conectaría con el militante ejercicio de la música.

A los 12 años, en 1962, empujado por el ejemplo del sacerdote salesiano ANTONIO RUGGERI-conocido solo como PA'I NONÁI-, que trabajaba infatigablemente en la comunidad, Heri deja su tierra para ingresar al Seminario Salesiano de Ypacaraí.

Con el tiempo abandona la carrera del sacerdocio pero sigue estrechamente vinculado a los salesianos a través de la música en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Salesianito, en Asunción. Aquí su maestro es el Padre PEDRO VIEDMA, hábil pedagogo musical.

Lejos de su "patria chica", Heri sueña con volver a sus amados aires. Imagina la magia del tren, las veladas y la fiesta patronal con el San Pedro ára de fines de junio. Sus recuerdos le acompañan.

Al regresar, sin embargo, ya no encuentra aquello que le era familiar y cercano. El júbilo de la tarde de los domingos se había ido quién sabe a qué remotos territorios. El polvo era el signo de lo que quedaba de aquel poblado norteño. Los lugareños estaban dispersos en todo el país. Y los dueños de "Campos y quebrachales Puerto Sastre", una vez concluida su acción depredadora, se habían ido también para siempre.

HERIBERTO AYALA GÓMEZ era ya un músico hecho y derecho. No solo era un intérprete consumado del órgano y otros instrumentos sino que también componía música.

Si bien Puerto Sastre había acabado en el mapa, él lo seguía manteniendo vivo en su memoria. Sabía que el presente era ya muy distinto al pasado, pero aun así su nostalgia se aferraba a las imágenes que mantenía intactas a pesar de los años.

En una noche de invierno de 1995, acosado por sus fantasmas, Heri recobra retazos de su vivencia sastreña inolvidable. Y los va plasmando en una letra que titula A mi Puerto Sastre. Al día siguiente le pone la música. En sus versos vuelca sus recuerdos y atrapa en palabras escenas que perduran en el registro de su memoria. Ya no humea la fábrica, pero el cariño es invariable.

El 23 de octubre, día del cumpleaños de su madre Juanita, estrena su polca. Cantada por Jeruti, la canción se difunde y los sastreños la toman como himno. A través de esa obra los hijos ausentes recobraron lo que habían considerado ya perdido para siempre.

A MI PUERTO SASTRE

Fuiste cuna que mis sueños arrullara

fue en tus calles donde tan feliz pasé

los momentos más hermosos de mi vida

fueron tiempos que jamás olvidaré.

Y el calor de tu verano despiadado

viento norte, polvo, sol canicular

a la sombra de un magnífico algarrobo

aprendí a bienquererte y a soñar.

Puerto Sastre de mis amores

quiera el cielo pueda un día a ti volver

y aunque duela y aunque llore

un abrazo de quebracho te daré.

Cuando junio iba muriendo

la alegría de tu fiesta patronal

me llenaba de contento

en los patios de tu casa parroquial.

El silencio de tu fábrica me hiere

y los ecos de tus voces ya no están

mas en cada corazón sastreño late

el cariño que inspiraste a cada cual.

Y tus tardes domingueras tan alegres

tus veladas, tus certámenes, tu tren

permanecen en mi alma y en mi mente

y hasta el fin de mi existencia te amaré.

Letra y música: Heriberto Ayala Gómez