Portal Guaraní - SEMBRADOS EN LA TIERRA - 2da. Parte - Autor: ISACIO MAURICIO ACOSTA

Entre las víctimas de la dictadura colorada de Alfredo Stroessner, están las que fueron apresadas, torturadas, asesinadas y desaparecidas.

Y están las otras víctimas, las que fueron también apresadas, torturadas, perseguidas, las que terminaron siendo “desaparecidas” por una sociedad atemorizada, excluyente o cómplice del régimen (1954/1989).

Fueron “desaparecidas”, “sepultadas”, viviendo en el anonimato, en el aislamiento, la indiferencia, hasta la intolerancia, sin derecho a un trabajo, a un culto, lo mismo que sus familias, o mimetizándose para sobrevivir en un ambiente hostil, lleno de soledad.

¿Dónde están los desaparecidos? Es la pregunta más fuerte que solemos hacernos, en nuestros cantos, en nuestros reclamos sin respuestas. Y los otros, ¿dónde están? Aquellos que la noche protegió, cuando abandonaron los tormentos de las prisiones de la dictadura colorada, aquellos a los que la sociedad ignoró y sus puertas cerró. ¿Dónde están?.

¿Qué ha pasado de los otros a los que la sociedad aisló, los sometió al escarnio, al olvido, los condenó. Los que fueron desaparecidos por la sociedad?.

¿Qué ha pasado de los otros, de los que han tenido que ocultarse en la oscuridad, los hijos parias de su propia comunidad?.

En SEMBRADOS EN LA TIERRA (torturados y desaparecidos de Ñeembucú) (2011), ya figuraba la historia de varios de los asesinados y desaparecidos, y los que han sobrevivido las cárceles coloradas y siguieron prisioneros en una sociedad que no los tolera.

Ya entonces preguntábamos ¿dónde están y que ha pasado con los compueblanos y conciudadanos sobrevivientes, también víctimas de la dictadura en Ñeembucú?.

Y con los mismos versos del cantautor Alberto Rodas de su canción ¿Dónde están?, podemos repetir la interrogante ¿dónde están, aquellos compañeros?. Y en respuesta: “Están allí, donde ya no podrán morir..”. Porque, permanecerán en la memoria, por una justa redención.

Muchos autores, investigadores, víctimas, coinciden en esta intención de rescatar para la memoria histórica a las personas que fueron perseguidas y desaparecidas por la dictadura y “desaparecidas” por la sociedad.

Ñasaindy Barret, hija de Soledad Barret, militante paraguaya que luchó contra las dictaduras suramericanas en los años 70 y 80, pidió en agosto de 2015 (EFE), no solo identificar los restos de su madre, sino también “recuperar su identidad moral”

Y explica al respecto la necesidad de reconstruir la identidad de los desaparecidos, de los que fueron enterrados en fosas comunes como indigentes, pero también “recuperar su identidad moral, reconstruir qué significó su lucha contra las dictaduras, porque las dictaduras distorsionaron quiénes eran”.

Barrett reconoce que le llevó un tiempo conformar su propia identidad para lanzarse a investigar sobre la vida de su madre, Soledad, descendiente del escritor español afincado en Paraguay Rafael Barrett (1876-1910), conocido por sus denuncias sobre las injustas condiciones laborales de los cultivadores de yerba mate en el país suramericano.

Ante la inestabilidad política previa a la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989), la familia Barrett se exilió en Uruguay, donde una adolescente Soledad comenzó a militar en los movimientos estudiantiles.

"A Soledad la secuestraron y le cortaron en los muslos grabándole unas esvásticas. El ataque sirvió para fortalecer sus convicciones, porque ni siquiera en ese momento quiso renunciar a ellas", explicó Ñasaindy.

Tras el incidente, Soledad pasó de ser víctima a perseguida por la policía política, por lo que su familia decidió enviarla un año a Moscú, de donde viajó a Cuba.
Allí nació Ñasaindy en 1969, hija de Soledad y de un militante contra la dictadura brasileña (1964-1985), José María Ferreira, que se trasladó a Brasil un año más tarde, donde fue asesinado y desaparecido.

Destacó además que en los países que fueron víctimas del Plan Cóndor aún existen "muchas barreras que demoran la transición democrática", como las leyes de amnistía o la falta de identificación de los desaparecidos.

Para ella, el dolor de los familiares de desaparecidos es "un agujero en el alma, una duda eterna, una espera constante sin tener la certeza de dónde está tu ser querido para poder hablarle, llevarle flores o despedirte de él".

Luego de la publicación de SEMBRADOS EN LA TIERRA (Torturados y desaparecidos en Ñeembucú), varias personas se acercaron expresando sus deseos de contar su historia o la de algún pariente. Así nace SEMBRADOS EN LA TIERRA – segunda parte. En este libro están insertos los relatos de otras personas que también han querido compartir los dramáticos momentos que pasaron en los tiempos del nefasto-oprobioso régimen, y que, a pesar de las persecuciones, represiones, apresamientos, torturas, se mantuvieron firmes en sus ideales. En forma de entrevistas o relatos personales, vamos sabiendo qué ha pasado de los otros: nuestros parientes, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros compueblanos. Es un intento de rescate o reivindicación histórica.

Para ellos también es aplicable lo que sostiene Ñasaindy Barret: “recuperar su identidad moral, reconstruir qué significó su lucha contra las dictaduras, porque las dictaduras distorsionaron quiénes eran”.

Existen fundamentos jurídicos y socio-humanísticos para la reparación de los sufrimientos y las aflicciones ocasionados a la víctima directa y sus familiares.

El 22 de septiembre de 2006 se dio un histórico fallo sobre la responsabilidad del Estado Paraguayo con la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en relación al secuestro, tortura y desaparición de los hermanos Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba, oriundos de Ñeembucú, Agustín Goiburú Giménez y Carlos José Mancuello Bareiro.

En su fallo la CIDH señala que el sufrimiento producido a la víctima “se extiende a los miembros más íntimos de la familia, en especial aquellos que estuvieron en contacto afectivo estrecho con la víctima”, y merecen las compensaciones respectivas.

En la sentencia se exige al Estado la “búsqueda (inmediata) y sepultura de los restos de los señores Agustín Goiburú Giménez, Carlos José Mancuello Bareiro y Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba”, y sostiene que esto constituye una medida de reparación tanto para las mencionadas víctimas como para sus familiares.

Asímismo, se exige la realización de un acto público de reconocimiento de responsabilidad y desagravio por parte del Estado, de reparación a la preservación de la memoria de las mencionadas personas y en desagravio a sus familiares.

Este acto deberá realizarse en presencia de sus familiares, con participación de altas autoridades del Estado, lo que debería hacerse en el plazo de seis meses a partir de la notificación de la presente Sentencia.

La Corte estima igualmente que es preciso disponer una medida de reparación – tratamiento físico y psicológico – que busque reducir los padecimientos sufridos por sus familiares, sin cargo alguno y por medio de los servicios nacionales de salud, previa manifestación de su consentimiento para estos efectos.

Agrega que el Estado debe construir un monumento en memoria de los señores Agustín Goiburú Giménez, Carlos José Mancuello Bareiro y Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba en un lugar céntrico y destacado de la ciudad de Asunción. Dicho monumento deberá tener una placa que haga constar el nombre de esas víctimas y haga alusión al contexto de las desapariciones forzadas ocurridas durante la Operación Cóndor. Tal monumento deberá ser construido dentro del plazo de un año contado a partir de la notificación de la presente Sentencia. Nada de esto se ha cumplido hasta el momento.

En el fallo se estableció también la necesidad de que el Estado adopte medidas tendientes a formar y capacitar a los miembros de sus cuerpos policiales sobre los principios y normas de protección de los derechos humanos, con especial mención a la presente Sentencia y a los instrumentos internacionales de derechos humanos y, específicamente a los relativos a la desaparición forzada de personas y tortura.

Esta Sentencia constituye una forma de reparación y dispone: por unanimidad, que: el Estado debe realizar inmediatamente las debidas diligencias para activar y completar efectivamente, en un plazo razonable, la investigación para determinar las correspondientes responsabilidades intelectuales y materiales de los autores de los hechos cometidos en perjuicio de las mencionadas víctimas, así como llevar a término los procesos penales incoados.

El Estado debe adoptar todas las medidas necesarias, de carácter judicial y diplomático, para juzgar y sancionar a todos los responsables de las violaciones cometidas, impulsando por todos los medios a su alcance las solicitudes de extradición que correspondan bajo las normas internas o de derecho internacional pertinentes.

Paraguay y los demás Estados partes en la Convención, deben colaborar entre sí para erradicar la impunidad de las violaciones cometidas en este caso mediante el juzgamiento y, en su caso, sanción de sus responsables y a colaborar de buena fe entre sí, ya sea mediante la extradición o el juzgamiento en su territorio de los responsables de los hechos.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos sienta jurisprudencia para los Tribunales del Paraguay en el tratamiento de las denuncias de violaciones de los derechos Humanos por parte de las víctimas de la dictadura. Servirán para la investigación, juzgamiento y dictar sanciones a los responsables de tales violaciones.

Acotemos que el resarcimiento, las diferentes formas de reparación en beneficio de las víctimas, es un tema pendiente no solo para el Estado sino para toda la sociedad paraguaya.

En pleno avance en la preparación de este libro, se produjeron varios acontecimientos relevantes para la Memoria y la Justicia, como las condenas a represores de los países involucrados en el Plan Cóndor y la identificación de los restos de personas detenidas, torturadas y desaparecidas por las dictaduras de América Latina. Los desaparecidos que renacen. Los restos que ya tienen nombre.

Por su importancia para nuestra historia, recurrimos a publicaciones de distintos medios de prensa que se refirieron a tales hechos, para incluir por lo menos parcialmente, la información correspondiente.

El martes 30 de agosto de 2016, Paraguay fue conmovido por los anuncios de las primeras identificaciones de restos de desaparecidos.

“Este día verdaderamente es un día histórico para nuestro país. Si hay una reparación absolutamente necesaria en la vida de un país y de las personas que han desaparecido es justamente la identificación. Y esto por fin después de tantos años de lucha lo hemos logrado”, dijo Rogelio Goiburu, titular de la Dirección Reparación y Memoria Histórica, antes de leer el informe del peritaje. Es solo un comienzo. Queda pendiente la búsqueda de más de 500 desaparecidos.

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