MINA FELICIANGELI : Durante los primeros 13 años de existencia, la vida de Mina Feliciangeli fue un intenso peregrinar, pues si bien nació en Asunción, concretamente en el barrio La Encarnación, en poco tiempo fue a vivir en Ponta Porá, Brasil, frente a Pedro Juan Caballero, y después a Corrientes, Argentina.
Fueron años duros en toda la región, pues en 1964 Brasil soportó la irrupción de la dictadura militar –que quedaría por más de dos décadas– y en Argentina, desde que Ilía cayera, se enseñorarían dictaduras de todo tipo, entre las que se destacaron las de Juan Carlos Onganía (1966/1971) y la de Alejandro Agustín Lanusse (1971/1973). Cuando Mina era muy joven raras veces escuchara el cántico de los manifestantes, pero cuanto grande mucho se divertiría al escuchar: “Lanusse y Onganía/ son la misma porquería”.
Hija de Eladio Feliciangeli y Chiquita Lofruscio, Mina –de nombre completo María Herminia– nació el 17 de agosto de 1959 y tuvo cuatro hermanos, todos mayores: Silvio, Gilda, Olga y Lalo.
Muy pequeña, Mina hizo parte de sus estudios primarios en la Escuela Perpetuo Socorro, de Pedro Juan Caballero, pero cursó la parte complementaria, hasta el séptimo grado (Primer curso de la Media, antes), en el Colegio Nuestra Señora de la Misericordia, Corrientes, Argentina.
En 1972 la familia regresó a Asunción y Mina siguió sus estudios secundarios, hasta concluir, en el Colegio Internacional. Ni bien concluyó sus estudios, la inquieta joven fue atrapada por los ideales de cambio, que parecía que iban a recuperarse en ese período.
La segunda mitad de los años 70 fue marcada a sangre y fuego por las presiones que ejerciera el Gobierno de los Estados Unidos de América contra la dictadura del general Alfredo Stroessner. El presidente del coloso del Norte, Jimmy Carter tenía en Stroessner a un sólido aliado contra el avance de la “amenaza roja”, por lo que en el Paraguay, los partidarios del stronismo y el propio Stroessner pensaron que la denominada “política de los Derechos Humanos” era pasajera, coyuntural.
Ese error de caracterización le costaría mucho al stronismo, pues desde comienzos de los años 1980 el régimen ingresaría a una fase crítica, la que finalmente concluiría con su caída. Algunos sectores vieron la oportunidad de radicalizar sus posturas, como los liberales radicales, pero jóvenes como Mina sintieron que era el momento de asumir un compromiso más definido con respecto al futuro del país. Con menos de 19 años, desde 1978, Mina se propuso asumir todos los desafíos que implicaban la militancia política.
El mérito es doble, pues:
- Los años 70 fueron de violentas represiones contra sectores de izquierda, y
- Se estaba comenzando a desarrollar en el país, actividades alternativas a la militancia, como ser los trabajos en las entonces novedosas Organizaciones No Gubernamentales, ONGs.
De hecho, Mina tuvo una fugaz presencia en una de las primeras ONGs, en la institución denominada Banco Paraguayo de Datos, BPD, de donde juntamente con Blanca Mazare, amiga y compañera de militancia, terminaron siendo despedidas tras levantar las primeras reivindicaciones laborales en ese tipo de instituciones.
De inmediato Mina se sumó al sector político juvenil más dinámico de entonces, la Juventud Paraguaya por los Derechos Humanos, JPDH, que lideraba las luchas anti-dictatoriales desde dos perspectivas: la elaboración de propuestas y el activismo público.
Los años 1978 y 1979 fueron de fuerte militancia en la legalidad, en dos grandes batallas: la que apostaba a dejar en libertad a todos los presos políticos, por una parte, y la constitución de un Frente Anti-Dictatorial, por otra parte.
En ambos combates se alcanzaron logros trascendentales, pues para 1979 ya se había desmantelado casi por completo el Campo de Concentración de Emboscada, trabajando la JPDH con los familiares de los presos y con los propios prisioneros políticos, además de coordinar acciones con la Comisión Nacional de Derechos Humanos y los partidos políticos de oposición democrática.
La otra batalla, la de la creación de una instancia frentista para combatir a la dictadura de Stroessner, terminó también relativamente bien, pues se creó el Acuerdo Nacional, entre finales de 1978 y comienzos de 1979, integrando el mismo los partidos Liberal Radical Auténtico, Revolucionario Febrerista y Demócrata Cristiano, además de una facción del coloradismo: el Movimiento Popular Colorado, MOPOCO.
Mina se inició en la militancia política en el marco de esos importantes combates, lo que templará su carácter para enfrentarse a cualquier tipo de desafío; poco faltaba, de hecho, para que asumiera posturas más definidas desde el punto de vista doctrinario.
CONVICCIONES SOCIALISTAS
Mina inició sus estudios universitarios en la Universidad Católica de Asunción, UCA, donde cursó la carrera de Psicología hasta el tercer año. Abruptamente abandonó la carrera, pues conforme decía descubrió después que su vocación era Economía.
Con el tiempo quedó en claro, sin embargo, que la consigna de estudiar Economía provenía del sector concreto en que comenzara a militar políticamente, la Organización Socialista Revolucionaria, OSR Como el propósito era constituir una corriente independiente al interior de la Facultad de Economía, el primer año a Mina ya se le encomendó disputar la elección de la delegada de carrera.
Sin experiencia anterior, pero con las ganas cargadas de la intención de contribuir al avance de la lucha contra el stronismo y a favor de la transformación social, Mina realizó una corta pero efectiva campaña, resultando electa como delegada de carrera para representar nada menos que a 1.000 alumnos.
Los exponentes del oficialismo stronista, así como las autoridades de la Facultad no terminaban de superar su asombro, pero grande fue la sorpresa de propios y extraños, cuando al año siguiente –y como directa consecuencia de lo anterior– se le negó la inscripción a Mina para proseguir la carrera.
La Organización Socialista Revolucionaria, OSR, era de inclinación trotskista, y compartían con Mina los ideales de esa corriente, entre otros, Benjamín Livieres, Tomás Zayas, Julio López, Margarita Mussi, Estela Rufinelli y Darío Zaldívar. Varios de los mencionados acompañaron a Mina en la incursión en la Facultad de Economía, que antes que opción profesional fue una misión política, pese a que el proyecto fue interrumpido.
Un hecho particularmente significativo en la vida de Mina data de esos tiempos duros. Se había casado con Eduardo “Coco” Arce, de cuya unión nacería su única hija: Valeria.
Mina perteneció a la generación que con mucho coraje se propuso llevar adelante la doble tarea histórica de derrocar a la dictadura del general Alfredo Stroessner (Una) y promover transformaciones socialistas (Dos). La tesis de la doble tarea se apoyaba con firmeza en experiencias bien anteriores, como las revoluciones de Rusia, China o Vietnam; en experiencias cercanas, como la revolución en Cuba; y en una experiencia reciente: la revolución de Nicaragua, que llevara al Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, al poder, tras el derrocamiento del general Anastacio Somoza.
Anastacio Somoza lideraba en Nicaragua una férrea dictadura y resultó derrocado en julio de 1979. Cuando se lo depuso en el Paraguay se festejó su derrocamiento, en acto organizado por la Juventud Paraguaya por los Derechos Humanos, JPDH, realizado en el local del Partido Revolucionario Febrerista, la “Casa del Pueblo”.
Por ironía de la historia, Somoza terminó refugiándose en el Paraguay, donde encontró la muerte por la vía del ajusticiamiento en setiembre de 1980.
DOBLE MILITANCIA
El año 1982 fue particularmente rico en manifestaciones de disconformidad social, pues se sucedieron dos grandes movilizaciones: primero, la de la fábrica de bebidas Coca Cola, que arrastró a toda la militancia progresista y de izquierda, después, la de la Fábrica Paraguaya de Vidrios, de menor relevancia, pero trascendental para fijar una tendencia central.
Los sectores más pragmáticos se propusieron crear una organización sindical central, caminando en dirección a la fundación del Movimiento Intersindical de Trabajadores, MIT, mientras que un sector de la militancia definida como más de izquierda caminó en dirección a la creación de una estructura gremial más combativa. De ese rico proceso de justamente participó Mina, quien desempeñó un papel central en la fundación de la Agrupación Independiente de Trabajadores, AIT.
En esas condiciones, Mina desarrollaba una doble militancia: en el campo estudiantil y en el campo gremial. En rigor, las dos esferas de actividad apostaban a una única finalidad, la de crear un vigoroso movimiento político de izquierda, con bases bien establecidas en los sectores sociales llamados a liderar un proceso de cambios generalizados. El sector apostaba a contar con el respaldo de los campesinos, los obreros y los estudiantes, de lejos los sectores mayoritarios de la sociedad paraguaya.
DOS DETENCIONES
Mina Feliciangeli estuvo detenida en dos ocasiones. La primera vez fue en 1983, en el marco de lo que se conociera como “el caso del Banco Paraguayo de Datos (BPD)”, una Organización No Gubernamental (ONG) al que la represión stronista había vinculado con un presunto proyecto de reorganización de un sector de izquierda, la Organización Primero de Marzo, OPM.
En ese entonces, un compañero de Mina, Benjamín Livieres trabajaba en el BPD. Ella fue a visitarlo y como habían allanado el lugar y llevados presos a todos los que estaban trabajando ahí, e incluso a un canillita que sólo fue para vender periódicos, también la detuvieron a ella.
Durante 15 días estuvo en el Departamento de Investigaciones de la Policía, siendo liberada apenas después de que se decidiera quiénes de los detenidos serían procesados, para lo que fueron trasladados a la Cárcel del Buen Pastor y al Penal de Tacumbú.
En la segunda ocasión, que fue en el ’86, Mina fue apresada por su actividad sindical, nuevamente con su compañero, en ese entonces su pareja, Benjamín Livieres. Primero fue llevada a la Comisaría Tercera (3ra), luego a la Comisaría 12, donde se llevaban a todas las mujeres que cometían delitos comunes para luego trasladarlas a la Cárcel del Buen Pastor.
Casi desaparecida: Durante la primera semana de esta segunda detención, sin embargo, Mina se vio forzada a soportar una traumática experiencia, pues la Policía Política no había asumido que la tenían detenida, de donde se presume que estaba en sus intenciones desaparecer a ella y a su pareja.
Los familiares de ambos recorrieron durante esa terrible semana casi todas las comisarías de la capital, pero la respuesta de todos los oficiales consultados era invariable, pues negaban que ambos estuviesen detenidos.
La práctica de las desapariciones de los militantes políticos de izquierda fue común en el Paraguay y en los demás países del Cono Sur sobre todo en los años 70, pero no se podía descartar la eventualidad de que se repitiera en esas circunstancias, ya que el stronismo enfrentaba una crisis terminal, de la que de hecho no se recuperaría. Tanto Mina como Benjamín, su compañero, sabían bien de qué se trataba la cuestión.
En la Comisaría 12 a Mina la dejaron sola en un cuarto; era evidente que dobles intenciones existían detrás de esa llamativa actitud. Como mínimo, era propósito de los policías mantenerla sin contacto alguno, ni siquiera visual, con las otras detenidas por delitos comunes.
En la celda vecina había gente. En una de las oportunidades en que los policías le arrimaron comida, Mina no devolvió la cuchara deliberadamente. El soldadito ni siquiera se percató. Con la misma, dio unos golpecitos en la pared y desde la celda vecina ellas le respondieron del mismo modo. Entonces, Mina se puso a raspar la pared, pacientemente, y la estimulaba escuchar que desde el otro lado también se raspaba. Se hacer de ese modo en la pared un pequeño agujero, que permitió primeramente una mínima comunicación.
Mina envió una nota por ese medio y se publicó en el Diario Hoy sobre la detención de ambos; de ese modo, el Gobierno se vio forzado a asumir que tanto Mina como Benjamín estaban presos.
Hecho público el caso, la Policía trasladó a Mina Feliciangeli a la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor y a Benjamín Livieres al Penal de Tacumbú. Pudieron recuperar su libertad apenas tres meses después, luego de una tenaz lucha de sus compañeros por liberarlos. De hecho, se vivía en el período de la llamada “Dictablanda”, en que las detenciones se tornaron más bien cortas.
UNA MUJER DESTACADA
En plena época en que la participación de la mujer en las actividades eran limitadas, Mina ganó especial destaque al convertirse en la lideresa incuestionable del sector al que estaba vinculada. Ella adhería a las ideas del trotskismo, una vertiente de la izquierda mundial que se reclamaba seguidora de los ideales trazados por su principal exponente, Leon Trotsky, quien juntamente con Nicolás Lenin encabezara la revolución rusa en octubre de 1917.
No solamente por su tenacidad y dedicación se había ganado el respeto de sus compañeros, sino que inspiraba simpatía y adhesión entre la gente común y corriente, lo que la convertía en una figura con mucha potencialidad.
Esas consideraciones, precisamente, fueron las que estuvieron en la base de una determinación bastante renovadora para la época, finales de los 80, pues se eligió a Mina Feliciangeli presidente del Partido de los Trabajadores, PT, organización que se procedió a crear rápidamente tras el derrocamiento del general Alfredo Stroessner.
Pero Mina no solamente fue la primera mujer que presidió un partido político en el Paraguay; también fue la primera mujer en candidatarse para la titularidad de la Intendencia de Asunción, después de que bajo la administración del general Andrés Rodríguez se decidiera elegir a los intendentes a través del voto popular.
Obviamente que los reclamos cambiaron después de la caída de Stroessner, pues de la doble tarea histórica, de promover la liberalización política y simultáneamente los cambios socioeconómicos de fondo, se pasó a promover la profundización de la democracia, al tiempo que el sector que lideraba Mina reclamaba una revolución social.
No cabe dudas sobre que independientemente de los aciertos y de los errores que pudo haber cometido Mina a lo largo de su rica trayectoria política, lo cierto es que estuvo a la altura de los desafíos de su tiempo. Sus aportes fueron claves y notables.
TESTIMONIOS DE CORAJE
¿Desaparecida?: “Yo me encontraba sola en mi celda y ellas eran más o menos 20 detenidas. Les conté mi situación y una de las detenidas me pasó por el agujerito un papelito con una birome y escribí una esquelita que decía: “Estoy en la comisaría 12 e inicio hoy una huelga de hambre y sed por mi libre comunicación”. Firmé y le pedí a una de las mujeres que tenía que hablar con su abogado, que le entregara la esquelita que había escrito a él y que lo publicaran en el Diario HOY, ya que yo trabajaba ahí en la parte administrativa y Benjamín como periodista. Por suerte, el abogado llevó la notita y el diario la publicó”.
“Esa publicación logró que tuvieran que reconocer nuestro apresamiento y a partir de ahí mis familiares vinieron. Después nos pasaron a la justicia ordinaria y nos procesaron por presunta violación a la famosa ley 209. Me trasladaron al penal del Buen Pastor donde no había presas políticas, solo yo y las presas comunes, pero que de igual manera fueron muy solidarias conmigo porque sabían que se trataba de una injusticia”.
“Mi familia hizo todo lo posible para liberarme, al igual que con Benjamín, pero la condición era que teníamos que exiliarnos del país y nosotros no aceptamos. Fuimos liberados a través de una campaña fantástica a favor de nuestra libertad que hicieron los compañeros no solo de la Organización Socialista Revolucionaria, si no también de la Agrupación Independiente de Trabajadores, AIT,…”
“Lograron hacer sellitos con la consigna de “Libertad para Mina y Livieres” de cubiertas de autos viejos; compraron tinta y los sellaban en todos los billetes de cien guaraníes, ya que nadie desecharía la plata y así fue corriendo la denuncia y el pedido de nuestra libertad. En esa época nadie haría un sello con esas características entonces apelaron a la creatividad para hacer la campaña”.
Su tiempo: “A mi me tocó militar en la época de la Dictablanda, desde el ‘80 hasta el ‘89, año del derrocamiento de Stroessner, excepto la del caso Caaguazú, que fue una tremenda y horrible represión por la que pasaron los compañeros de allá. Seguía la represión, pero ya eran más individualizados, y menos agresivos, pero sí, continuaba el temor y de todas formas perdimos nuestra libertad por mucho tiempo”.
“…Una frase que marcó mi vida es la del “Che” Guevara en la que dice: “Hay que endurecerse sin perder la ternura, jamás.” Y mi compañero que estaba en Tacumbú y yo desde el Buen Pastor, nos comunicábamos por medio de cartitas y él me ponía: para mi compañera de pólvora y azúcar. Porque creo que hay que mantener la firmeza en todo pero sin olvidar el lado humano que es lo más importante”.
Obs. : Retrato corresponde al artista FEDERICO CABALLERO
Fuente : REBELDES POR LA PATRIA, por ROBERTO PAREDES . SECRETARÍA DE LA MUJER DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA ( www.mujer.gov.py ). Comité de género de la ITAIPU BINACIONAL. COLECCIÓN KUÑA REKO. Editorial SERVILIBRO. E-mail: servilibro@gmail.com / Web: www.servilibro.com.py. Asunción, Paraguay, 2011.