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Josefina (Abel de la Cruz) Plá (+)
  PASIÓN DOCENTE Y VOCACIÓN PLÁSTICA: OLGA BLINDER, 2003 - Por JOSEFINA PLÁ


PASIÓN DOCENTE Y VOCACIÓN PLÁSTICA: OLGA BLINDER, 2003 - Por JOSEFINA PLÁ

PASIÓN DOCENTE Y VOCACIÓN PLÁSTICA: OLGA BLINDER


Por JOSEFINA PLÁ


Hicieron posible la edición la

EMBAJADA DE ESPAÑA EN PARAGUAY

y el CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA JUAN DE SALAZAR

Con la colaboración de la: UNIVERSIDAD CATÓLICA

“NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN”

Asunción-Paraguay 2003. 71 pp.
 


ÍNDICE:

Texto de LIVIO ABRAMO

Texto de AUGUSTO ROA BASTOS

Texto de TICIO ESCOBAR

PASIÓN DOCENTE Y VOCACIÓN PLÁSTICA: OLGA BLINDER por JOSEFINA PLÁ

Obras de OLGA BLINDER
 


La obra se inicia con un texto de LIVIO ABRAMO, que fue quien la orientó en los caminos del grabado. Le sigue un escrito en el que con el título de "LOS AÑOS DESPIADADOS" Augusto Roa Bastos analiza las obras expuestas al poco tiempo de la caída de la dictadura. Y la presentación termina con un escrito de Ticio Escobar sobre las investigaciones técnicas que Olga Blinder incorpora a su obra gráfica.

El texto de JOSEFINA PLÁ está dividido en varios capítulos, el primero que se ocupa de "LAS RAÍCES", trata de los antecedentes familiares y de la influencia que esos hechos pudieron haber tenido sobre la obra de Olga. Le sigue un capítulo que con el título de "OLGA BLINDER, ARTISTA Y EDUCADORA" analiza los inicios de su educación y su formación artística, así como lo que unió esa vocación con la responsabilidad educativa, sin olvidar el relato del nacimiento del Grupo Arte Nuevo y la influencia que tuvo ese grupo en la renovación del arte paraguayo. El tercer capítulo está dedicado a "OLGA BLINDER PINTORA" y en él se relata y se analiza su obra pictórica. En el cuarto y último capítulo, que titula "LOS GRABADOS DE OLGA BLINDER", Josefina Plá analiza la trayectoria gráfica de Olga dividiéndola en cuatro etapas.

En la primera etapa se destaca la temática fundamentalmente femenina y el sentido decorativo formal de su trabajo. En la segunda etapa, en palabras de Josefina, ''la mujer aparece, no ya en el oficio que la hace vivir, sino en la vida que la consumió en ese oficio". Y los de la tercera etapa se apoyan en los de la anterior pero ya no aislados en su terrible soledad sino asociados en una organización diferente. La última etapa es la de "los papeles", más lírica que dramática, según Josefina quien realiza, finalmente, un análisis profundo de toda la obra gráfica de Olga Blinder.
 


LIVIO ABRAMO

ASUNCIÓN, JUNIO DE 1987

Olga Blinder fue una de las primeras intelectuales-artistas paraguayas que conocí y desde el primer momento me di cuenta de su intenso interés por los variados aspectos de la condición humana. Tal interés no ha disminuido con el pasar del tiempo, al contrario, se ha diversificado a medida que cada nueva experiencia abría el camino para otras iniciativas.

Al considerar eso y, más todavía, el hecho de que durante catorce largos años trabajamos, Olga y yo, lado a lado, en la delicada y seductora tarea de la educación por el arte, por este motivo más que por cualquier otro, acepté la invitación que me hizo para hacer esta nota. Presentación ésta que se ceñirá a enfocar a la compañera de trabajo que tuve en la antes Misión Cultural Brasileña, hoy Centro de Estudios Brasileros, desde aquel lejano año de 1956 de la Fundación del Taller de Grabado de la citada institución, taller aquel que tuvo innegable importancia en el desarrollo del arte del grabado contemporáneo paraguayo.

Co-fundadora, en 1956, del Taller de Grabado, juntamente con María Adela Marimón de Giménez, María Adela Solano López, Lotte Schulz y otros artistas, y después, en 1959, de la Escolinha de Arte del Paraguay, de la cual fue Directora hasta 1976, Olga Blinder fue siempre una tenaz y activa trabajadora en el campo de la educación por el arte, en aquella época una actividad realmente pionera en el Paraguay.

Participé de esa lucha, y sí que lo fue, y en el transcurso de ese trabajo mucho aprendimos, todos nosotros. Esa experiencia, que continúa dando sus frutos, fue de mucha valía para todos aquellos que de ella participaron y por la satisfacción que sentimos por haber sido los primeros en esa área de la cultura paraguaya. Olga Blinder fue, y sigue siendo, una figura importante en esa experiencia.

No fue, propiamente, fácil trabajar con Olga; tanto ella como yo tenemos caracteres un tanto o cuanto difíciles, pero sin embargo de algunas inevitables y, al fin de cuentas, saludables diferencias de opiniones entre ella y yo, lo importante era la mutua conciencia de que se estaba realizando un trabajo pionero en lo que se refiere a la enseñanza por el arte. Tal común interés y esa constante preocupación de Olga por "hacer", fue el terreno en el cual trabajamos en las mismas vivencias.

Esa cosa de obsesiva urgencia de Olga Blinder en "hacer" le ha valido para ocupar un lugar singular en el escenario de la cultura contemporánea de este país. Una urgencia que ella consigue transmitir a sus colabores llevándolos a compartir con ella su misma necesidad de acción.

Esa capacidad de acción, rasgo característico de Olga, le ha permitido crear y organizar un nuevo, y ahora enteramente suyo, núcleo de enseñanza artística ya bautizado por el éxito.

La actitud de Olga Blinder, en todos los años de su permanencia, como Directora de la Escolinha de Arte y profesora en el Taller de Arte del Centro de Estudios Brasileros ha sido clara y eficiente y ella ha sabido transmitir su entusiasmo a los que con ella comparten su actividad cultural.

Puedo decir que ha sido el hecho de haber trabajado años seguidos al lado de Olga lo que me llevó a interesarme, seriamente, por esa extraordinaria actividad humana que es la educación infantil por el arte; experiencia que yo había conocido, muy brevemente, en los años 50 en la Escolinha de Arte de Augusto Rodrígues en Río de Janeiro.

Las sucesivas iniciativas educativas y artísticas de Olga demuestran en aguda conciencia, comunes a toda Latinoamérica, las carencias de nuestra cultura. Hay que acreditar a Olga ese constante afán en procurar responder a los interrogantes de una cultura en plena formación. Este es, a mi parecer, el aspecto más interesante de la personalidad de Olga Blinder, tanto de la intelectual como de la artista.

La exégesis de la actividad de Olga como grabadora ha sido hábilmente narrada por la autora de este libro, así que a mí no me resta más que referirme a la Olga a cuyo lado trabajé tanto tiempo y tal cual la conocí.

De todas maneras, debo saludar a Olga Blinder como una tenaz e incansable luchadora en pro de la cultura paraguaya. Y eso es decir todo.
 


LOS AÑOS DESPIADADOS

AUGUSTO ROA BASTOS

ASUNCIÓN, 3 DE ABRIL DE 1989

Estos grabados de Olga Blinder emergen de la larga noche de la tiranía. Traen todo el horror del miedo, de la violencia, de la crueldad inenarrables a que fueron sometidos las mujeres, los hombres, los niños y hasta los ancianos de todas las capas sociales. Rescatan en imágenes estremecedoras la interminable agonía de un pueblo noble pero constantemente sacrificado, condenado a sufrir en su cuerpo, en su espíritu, en sus sentimientos más íntimos las peores aberraciones de los verdugos y torcionarios de una atroz tiranía cuyos únicos objetivos fueron la opresión, la represión, la degradación en todas sus formas de la condición humana.

Estos grabados pertenecientes a distintas épocas en que su autora vivió la pesadilla incesante, parecieran haber cristalizado, a través de la sucesión de imágenes, en la pululación de un pueblo entero, en un rostro último y único que nos mira sin embargo desde todos los ángulos del universo, desde ese terrible infierno del universo concentracionario en el que el sufrimiento es la última expresión de vida y muerte. Ese rostro multánime nos observa fijamente desde la muerte. Hay en su mudez un llamado que nos convoca a despertar de la pesadilla atroz que devoró a las víctimas. Pero también a recordar, a no olvidar jamás, que esa pesadilla fue real. Tan real como la sed de sangre de los torturadores, con sus manos embadurnadas de materia humana destruida.

El arte austero, antiquísimo y casi sagrado del grabado excava en la madera la médula de la palabra "alma", y hace oír ese grito de las bocas rotas en el esfuerzo por romper el silencio; estos grabados que funden la realidad y el mito parecieran estar hechos con vetas de noches profundas y de días manchados de tinieblas.

La mano de la grabadora, como en un ritual de rescate y de liberación ha puesto en nuestras manos, ha acercado a nuestros ojos, esta sucesión de relámpagos sombríos, esta convocación de la memoria colectiva, este pacto indestructible entre la vida y la muerte para que la vida continúe y nazca lo nuevo que debe nacer.
 


TICIO ESCOBAR

ASUNCIÓN, 1978

La serie de los grabados de Olga Blinder, ahora presentada, corresponde a un proceso de investigación de la grabadora, que se iniciara en su exposición del Centro de Estudios Brasileros en 1975. En esta muestra, Olga Blinder, a partir de sus experiencias con la impresión de clisés, planchas xilográficas y otros elementos, orienta sus búsquedas hacia una reorganización de los elementos visuales que enfaticen la forma sin descuidar sus dramáticos contenidos expresivos.

Las imágenes de trabajos anteriores de Olga Blinder son, así, retomadas y reelaboradas en función de las actuales propuestas de la artista. Este proceso se desarrolla desde una preocupación fundamentalmente formal, desde la intención centrada en el orden de las unidades visuales. Por eso, las mismas, más que consideradas en sí, lo son fundamentalmente en sus interacciones y relaciones lógicas con el conjunto de la obra. Sin embargo, este énfasis de los aspectos formales y lingüísticos no ocurre en desmedro de la fuerte carga de contenidos que caracterizan la búsqueda central de la artista: su preocupación por las adversidades de la historia y los límites de la condición humana, su búsqueda de un horizonte ético y su obstinado sueño de un futuro más justo y más humano.

De cara a estos significados la artista configura la problemática central en torno a la cual se plantean las propuestas, se dan las distintas soluciones y se organizan los diferentes elementos de la obra. El color es utilizado más en armonías que en contrastes para reforzar la discursividad del lenguaje. Las distintas técnicas de impresión de láminas de madera, cartones recortados y clisés fotomecánicos ordenan transparencias y texturas en función de las necesidades del conjunto. La seriación, la utilización repetida de unidades visuales, permite que las imágenes fijas de obras anteriores adquieran un carácter discursivo y dinámico. Las imágenes, que arrastran su carga expresiva original, se convierten en signos de una nueva gramática que reasume el ordenamiento anterior y se enriquece con sus razones y sus figuras.

Olga Blinder no recurre, pues, a nuevos elementos visuales sino que reelabora constantemente imágenes con las que venía trabajando desde hace mucho tiempo: la vieja de Inútil Espera, la figura de La Mujer, los rostros del Homenaje a Joseph Albers y de las Fases de la Luna, etc.; imágenes que se refieren a sí mismas y que para hablar de ellas mismas necesitan de un otro lenguaje. Y esta utilización de metalenguajes es la que da, como se decía más arriba, un carácter intelectual a la serie.

Pero, como queda dicha, aunque preocupada por el orden del lenguaje, Olga Blinder se mantiene fiel a la temática que ha venido trabajando desde siempre. Sus elementos figurativos remiten a los conflictos históricos y existenciales y recuerdan el peso oscuro del presente. Pero este compromiso de Olga Blinder con el hombre concreto y su tiempo, su soledad, sus angustias y proyectos, trasciende la anécdota y el lirismo, y se manifiesta espontáneamente en una actitud, una manera de plantear la obra y resolverla. ** Si el expresionismo, por encima de modas y tendencias, tuvo vigencia en un momento de nuestra historia plástica como expresión de una manera auténtica de representar y enfrentar condicionamientos concretos, se encuentra siempre, de alguna forma, presente en la obra de los artistas que lo desarrollaron en ese momento, como una fuerza animadora y vital que recorre y vivifica la búsqueda de los más formalizados lenguajes.
 


PASIÓN DOCENTE Y VOCACIÓN PLÁSTICA: OLGA BLINDER

JOSEFINA PLÁ


LAS RAÍCES

Cuando se trata de delinear una vida siquiera a grandes rasgos, una vida "tiempo manifiesto en actos", y con ello el gráfico de una vocación que trata de clarificar un rumbo a través de los signos a que apunta su bitácora, es inevitable salten al paso reflexiones románticas acerca de la forma en que los hilos de las trayectorias humanas, tanteando en "espacios para abrirse" se unen y desunen, se rozan, se separan, se anudan, corren paralelos, se enredan definitivamente o se separan para siempre.

Cómo para nacer la niña que fue Olga Blinder, debió su padre, joven emprendedor e ilusionado, abandonar su nativa Ucrania, para embarcar en algunas de las horribles 3ra. clase, rumbo a una tierra no prometida, pero sí promisoria.

Eran los años eufóricos de la migración en masa; años que se prolongaron hasta entrado este siglo y aún después, al azar de los acontecimientos convulsivos en que fue pródiga, y lo sigue siendo, esta centuria. La fama que a estas tierras dio el "indiano" español, corrió con otros nombres y con otros vientos de la rosa a otros países, mucho más lejos, más allá de los Alpes y los Cárpatos, y más allá aún, hasta las inmensas estepas rusas. Llegó a Kiev, la ciudad de las bellas iglesias, la fabulosa Kiev. Y el héroe legendario, LLya Murovetz de Murom, se levantó otra vez de su escabel, dispuesto a nueva colosal aventura. Hijos de Ucrania se levantaron, también, y partieron dispuestos a conocer y conquistar ese mundo. Aunque para ello fuese preciso hacer de motorman en Santa Fe, vendedores de frutas en Buenos Aires o baratijas en Corrientes.

Si para un desposeído cualquiera aquellas noticias eran imán irresistible, ellas eran algo más aún para otros, a cuyas vidas, en peligro siempre, ofrecían una milagrosa apertura: la minoría judía, heredera del recuerdo de persecuciones -los temidos "pogroms"- dispuestos siempre a repetirse, sin preaviso ni contención posible, y que hacían de la existencia judía una perpetua zozobra; sin contar las medidas coercitivas que de tanto en tanto oponían un nuevo obstáculo a su libertad de movimiento.

Las noticias optimistas de comarcas abiertas al trabajo en paz llegaron, en 1910, hasta Ucrania y a un muchacho de 15 años, Manuel Blinder, quien se entusiasmó con las noticias que daba en sus cartas un pariente venido un tiempo atrás a América, el Plata. No vaciló mucho. Dio, para nunca más ver a sus padres, el adiós a los paisajes de su infancia y su adolescencia. En Rosario, Argentina, tuvo su primer trabajo, con su tío: vendedor de colchas. Poco después, disgustado con su pariente buscó otra ocupación, y obtuvo empleo fijo -el primero- como conductor de tranvía.

Persuadido, sin embargo, como buen emigrante, de que el secreto para hallar el verdadero lugar de cada uno en el mundo está en el cambio a tiempo, mudó de ocupación cuantas veces fue preciso y conveniente, tomando cada una de estas etapas sólo como escala en el camino de algo aún indefinido: el sitio donde podría explayar en la escala debida sus posibilidades. Como muchos otros inmigrantes en esa etapa aún idealista de la emigración, Manuel Blinder creyó, sin duda, que el éxito verdadero se encuentra en el ejercicio de esas capacidades antes que en las equivalencias económicas.

De mudanza en mudanza, llegó al Chaco argentino como obrero del ferrocarril que entonces se abría paso por ese territorio, ligando al Paraguay con Buenos Aires. Y el cambio de residencia le llevó a conocer la localidad paraguaya de Borja (Cangó) cerca de Villarrica. Aquí empieza a mostrar su hilo secreto la urdimbre del destino. Porque allí el joven inmigrante -apenas pasaba entonces de los 20- conoció a la que habría de ser su esposa, Juana Grosman; la que sería la madre de Olga y sus dos hermanos. Eran pues muy jóvenes los dos; su noviazgo se prolongó un tanto; se casaron en marzo de 1921, en Asunción.

Trabajando siempre activa y honradamente, Manuel Blinder había cambiado su ocupación de obrero ferrocarrilero por el de pequeño negociante (macatero) y luego encontró empleo en el frigorífico de Zeballos-Cué, en la sección administrativa. Allí conoce a León Cadogan, también empleado del frigorífico. Nace entre ambos una cordial amistad. Años después, cuando Cadogan proyecta publicar su libro "Como interpretan los Chiripá (avá guaraní) la danza ritual", visita a su antiguo amigo, en consulta, sobre las posibilidades para ello. Familiarizado ya con el ambiente local, tanteó las posibilidades de actividad que ofrecía por entonces nuestra idílica capital.

Siempre había sido aficionado a la lectura. En el rubro lectura buscó Blinder nuevo rumbo. Eran los años de posguerra primera mundial, y en el ambiente local pululaban los gérmenes optimistas, aunque desorientados, de una reactivación cultural. Manuel Blinder se instaló con un kiosco de revistas y folletos en la hasta hoy llamada "Recova" (en la esquina de ésta con la Plazoleta del Puerto). Fue también el primer kiosco o casilla de ese carácter en Asunción, y seguramente en Paraguay: abuelo notable, por las circunstancias que rodearon su aparición y duración, de las innumerables casillas que a lo largo y ancho de la capital ofrecen hoy, con su proliferación, testimonio de la idea de las lecturas; cantidad, al menos, ya que quizá no tanto en calidad, ni en otros detalles. Cumplido, conforme a la ley que señala a cada hecho humano su ciclo y también sus proyecciones, esta actividad de Manuel Blinder agotó las suyas en 1924.

Pasó entonces a otro género de actividades, auscultando siempre el pulso económico del entorno.

Abrió entonces en la Recova una casa de cambio de moneda extranjera y también de loterías. Esta casa funcionó luego en un local de la calle Palma, hasta 1938; fecha en que el Gobierno clausuró las tres Casas de Cambio que existían: Blinder, Toja y Páez de Lima, y nacionalizó las transacciones de moneda. Pero Manuel Blinder no se detiene un minuto a lamentarlo. En 1940 funda una Sociedad Anónima que se dedicó a la capitalización de ahorros, con carácter bancario. Al prohibirse el uso de la denominación Banco, la Sociedad pasa a llamarse Crédito Capitalizador de Ahorros S.A.

Como consecuencia del mecanismo de capitalización, la sociedad adquiere tierras para loteamiento y luego nace CAVE (Compañía Asuncena de Viviendas Económicas) que siguió próspera hasta 1947, en que las circunstancias políticas que dividían al país obstaculizaron esa labor financiera. Sin embargo la empresa capitalizadora siguió por veinte años más, y luego continuó bajo otra firma y con otros propietarios y directores.

Esta primera compañía o empresa capitalizadora, que tuvo brillante apogeo, dio paso lógico a una empresa inmobiliaria que fue, también, la de los primeros loteamientos sistematizados en el país, y cuyo nombre lleva todavía un barrio suburbano, actualmente ya incorporado a la gran Asunción.

Data de esta época la donación que se hizo al Estado de una manzana de tierra en donde se construyó, también con fondos donados por la misma Empresa, la Escuela Pedro Juan Caballero, hoy Colegio secundario.

El adolescente Blinder, ahora ya hombre maduro, había llenado el propósito de su vida. Había trabajado asidua y honorablemente, se había labrado un hogar armonioso, un aceptable bienestar; en conjunto, una vida llena a cada hora y minuto. Y dejó a sus hijos un nombre honrado y un ejemplo de iniciativa y trabajo. Falleció en Asunción el 5 de junio de 1966.

Esta es la breve trayectoria de un emigrante que arraigó en la tierra, y cuyos descendientes hoy honran el apellido en el terreno social y cultura. Pero antes de terminar con la semblanza del fundador y retrocediendo en la biografía, queremos subrayar un aspecto de su trabajo que le hace digno de figurar en la crónica de nuestro quehacer cultural propiamente dicho: la empresa que instrumentó su actividad como iniciador de las "casillas" de revistas y folletos. Fue en la casilla más arriba mencionada donde se concibió y se gestó el plan de una iniciativa ciertamente interesante y de la cual, sin embargo, no hemos hallado datos valederos en los pocos textos en los cuales sería lógico encontrarlos: ni aún en los repositorios de hechos y nombres culturales como la "Historia de la Cultura Paraguaya" de ese gran trabajador que fue Carlos R. Centurión.

En efecto, a Manuel Blinder se debe la primera tentativa -modesta pero eficaz en su línea y a la vez audaz- de publicación de la producción narrativa nacional, ofreciendo a ésta aliciente de la continuidad. Ciertamente, no habían faltado antes meritorias editoras o imprentas que habían publicado libros de autoría local: Uribe, Trujillo y otras. Pero se trataba, casi siempre, de autores prestigiosos a los que el público respondía; o de ediciones pagadas por los autores (éstas eran lógicamente las menos) y aunque inclusive se dieron casos en los cuales el editor actuó de generoso Mecenas, esta actitud no era generalizable; y la producción juvenil se enfrentaba con la absurda situación universal: no publicaba porque no tenía prestigio y no podía tener prestigio mientras no publicase...

En folletos impretenciosos, tipo revista, pero gráficamente decentes al uso de la época, y bajo el título genérico de la NOVELA PARAGUAYA, recogió Manuel Blinder la producción cuentística de los jóvenes -y otros no tan jóvenes- de algunos que militaron ya en las filas de CRÓNICA primero y luego en las de JUVENTUD. En la empresa le ayudó como coordinador Alfonso Deilla, modesta figura del anarquismo idealista que florecía inocentón en el medio por esos tiempos; y cuya vida humilde y generosa pocos ya recuerdan.

Alcanzaron a publicarse 18 números - si fueron más no lo hemos podido comprobar. Cada número contenía de una a tres narraciones. No alcanzó ninguna las dimensiones de novela, tal cual lo entendemos en preceptiva; posiblemente Blinder puso ese título teniendo presente la denominación francesa "nouvelle", que se aplica a los cuentos largos. Algunos eran, en efecto, "cuentos largos" sin ser muy largos; y entre ellos se encuentran algunos de interesantes rasgos, aunque en casi todos se refleja la ingenuidad inevitable en los cultores de un género que hacía apenas unos años había ensayado sus primeros inocentes pasos en CRÓNICA y seguiría dándolos en JUVENTUD.

Es cierto que de 1906 a 1910 habían aparecido, "sin previo aviso" los impresionantes cuentos de Rafael Barrett, y en 1914 publicaba en Buenos Aires sus cuentos, diáfanos en prosa y estructura, Eloy Fariña Nuñez; pero estos ejemplos, el primero sobre todo, que actualiza efímeramente el género en el medio no habían calado lo necesario. Lo hasta entonces escrito localmente no había pasado de conato; sólo en 1924 aparece una narradora de generosa savia, Teresa Lamas. Con todo y merced a la iniciativa de Blinder, ese grupo -formado entre otros por J.B. Otaño, P. Martínez, P. Martínez Benítez, Séver Quidiello, Carlos Frutos, Miguel González Medina, Luis Álvarez- se vio y con él el cuento nacional édito, por primera vez, como tal producto literario específico.

En esos mismos años (o previos a ellos: 1917 en adelante) han nacido ya los que han de figurar como fundadores o gestores de la novela contemporánea nacional (excepto Gabriel Casaccia, nacido en 1907, J.R. Ritter, en 1914).

El destino de los que se adelantaron en el tiempo se refugia inevitable en los cimientos, de donde sólo emergen en los recuentos analíticos que bucean en los orígenes de la literatura. Y no nos consuela pensar que el ochenta por ciento o más de los autores que hoy torturamos a los editores, aunque no tanto como ellos nos torturan a nosotros -sin quererlo, unos ni otros, por supuesto- enderezamos rumbo al mismo destino; sin contar con que el año dos mil veintiséis, fecha en la cual fijan los sabios la fecha de la paz universal, es posible que esa paz sea garantizada por la ausencia total y paralela de autores, editores y lectores.

Como quiera que sea, LA NOVELA PARAGUAYA fallece más o menos por los mismos días en que JUVENTUD abre sus alas con su mejor brío; o sea a mediados de 1924. Son pocos los datos que acerca de ella se nos dan fuera de los apuntados. Sólo su colección, si alguno la posee, puede brindarnos el placer de conocerla y apreciar en ella, ubicada en las coordenadas de su tiempo, un ejemplo de lo que se pudo hacer con un poco de buena voluntad y espíritu emprendedor. Y gracias a ella, se individualizan para la crítica nombres de otro modo condenados, como narradores, a quedar sin testimonio suficiente en su papel precursor.
Para solventar el costo de su publicación, Blinder recurrió a los mismos expedientes a que recurría y sigue recurriendo hoy más de una revista e inclusive otras empresas culturales: los avisos comerciales. Esos avisos, en cuya lista se dan cita, junto con los judíos, otras nacionalidades emigrantes, hoy nos hacen pensar melancólicamente en las lápidas de los columbarios...

A esas casas comerciales o firmas industriales les cubre hoy casi todas, asimismo y con razón mayor, o igualmente injusta, el polvo del olvido... excepto alguna que, como antes se ha dicho de la revista GUARANIA, sobrevoló el yermo de la década, las vicisitudes políticas y culturales, los estiajes económicos, las costumbres, y aterrizó en otras etapas, viva y activa.

 

 

TORTURADOS, 1963

Técnica: Xilografía de 0,91 x 0,15 m. (cada uno)

 

 

 

CHIPERAS, 1962

Técnica: Xilografía de 0,27 x 0,61 m.

 

 

MARCHANTES EN LA CIUDAD, 1962

Técnica: Xilografía de 0,40 x 0,40 m.

 

 

ÑANDUTI I, 1961

Técnica: Xilografía de 0,45 x 0,14 m.

 

 

ÑANDUTI II, 1961

Técnica: Xilografía de 0,35 x 0,25 m.

 

 

ÑANDUTI III, 1961

Técnica: Xilografía de 0,35 x 0,25 m.

 

 

 

 

 

LAS CHISMOSAS, 1959

Técnica: Xilografía de 0,19 x 0,13 m.

 

 

MIEDO, 1959

Técnica: Xilografía de 0,30 x 0,20 m.

 

 

LA LIMOSNA, 1957

Técnica: Xilografía de 0,10 x 0,17 m.

 

 

PAISAJE, 1957

Técnica: Xilografía de 0,12 x 0,15 m.

 

 

MARCHANTE (Detalle), 1957

Técnica: Xilografía de 0,25 x 0,35 m.

 

 


 

 

 

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