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DORA MOLAS DE MAIDANA (+)
08 de Marzo de 1919
 
DORA MOLAS DE MAIDANA (+)






Biografía

DORA MOLAS DE MAIDANA

Siendo la segunda hija de un total de diez hermanos, el 8 de marzo de 1919 nacía en la ciudad cordillerana de Tobatí Juana Dora Molas de Maidana, una mujer sensible y dedicada, a la que la dura vida política del Paraguay la convertiría en una “mujer de acero”.

Eran tiempos complicados, los de su niñez y de su juventud, pues cuando apenas cumplía 3 años, entre 1922 y 1923 el país soportara una de las más terribles guerras civiles, conocida por todos como “Revolución de 1922”, confrontación que tuvo como protagonistas centrales a dos facciones del partido dominante, “gondristas” y “schaeristas” del Partido Liberal.

Dora era apenas una adolescente cuando entre 1932 y 1935 se desarrollara la Guerra del Chaco, contienda internacional que enfrentó a Paraguay con Bolivia, presuntamente por territorio, aunque de acuerdo con las investigaciones últimas se dieron conflictos severos por el control de espacios territoriales ricos en petróleo.

Dora (Como se la conocería siempre) se mudó a la ciudad de Encarnación siendo muy joven, al igual que su otra hermana mayor. Allí vivían con una tía, Teodora Ramírez, quien se desempañaba como vice-directora de una institución escolar. Esto sería muy relevante e dos aspectos, pues:

- Por una parte, Dora seguiría los pasos de la tía que la criara, tornándose docente, y

- Por otra parte, allí, en Encarnación y en el marco de la enseñanza conocería al que sería su compañero de toda la vida, Antonio Maidana.

Dora recordaba muy vivamente esos momentos, pues testimoniaba;

“Conocí a Antonio Maidana en Encarnación, en una escuela donde mi tía Teodora Ramírez, se desempeñaba como vice directora. Mis padres nos habían enviado a mí y a mi hermana a Encarnación, las dos mayores, a vivir con ella… Después deje de verlo a Antonio por mucho tiempo y nos volvimos a ver en 1946, cuando volvieron al país todos los dirigentes políticos; él venía del Uruguay. Se había vuelto comunista siendo muy jovencito, en Encarnación…”

En los años 40, sobre todo después de la muerte del general José Félix Estigarribia, se había implantado una férrea dictadura en el país, lo que apenas se superó cuando un año después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1939/1945), se derrocó al sector político-militar dominante, el “Frente de Guerra”, de orientación nazi-fascista, y el país inauguró el 9 de julio de 1946 el rico proceso de apertura política que se conocería como “primavera democrática”, en cuyo marco habían vuelto también los exponentes del Partido Comunista, entre los cuales Antonio Maidana.

El joven dirigente había ganado posiciones relevantes al interior del partido, debido a sus especiales cualidades sobre todo para relacionarse con la gente. En ese tiempo, el principal referente partidario era Oscar Creydt, un intelectual de extendida ascendencia en el período, que influenció en la formación de Antonio Maidana de manera decisiva.

Durante la “primavera democrática” el Partido Comunista apostó a ganar adeptos, impulsando la realización de concentraciones en varios puntos del país, pero sobre todo en la capital, donde en el período casi todo se decidía. El trabajo de los comunistas no fue fácil, pues la sociedad paraguaya, en amplios segmentos, estaba ya muy familiarizada con la propaganda anti-comunista que impulsaran los liberales. Así, por ejemplo, hay testimonios que refieren que en ese tiempo, subiendo por la avenida Colón, militantes cristianos marchaban al grito de:

¡Viva Cristo Rey!

Oscar Creydt

Ndo mba´aposéi!

El lema rimado se traducía del siguiente modo: Viva Cristo Rey/ Oscar Creydt/ No quiere trabajar. Los sectores políticos conservadores apostaban a reducir al mínimo la expresión política de los comunistas.

Después de la “primavera democrática”, abruptamente cortada por el golpe colorado del 13 de enero de 1947, se produjo la guerra civil del 47, que tras el triunfo del Partido Colorado instaló un régimen de partido único, de intolerancia extrema, en cuyo contexto fueron apresados muchos políticos disidentes, entre los cuales el esposo de Dora, el dirigente comunista Antonio Maidana.

EL INICIO DEL TERROR

Dora se había formado como docente y en el campo de la enseñanza venía desempeñando diversos papeles. Todo indicaba que tenía una larga carrera por delante, ya que incluso llegó a ser designada como Directora de la Escuela General Díaz. No obstante, la llegada al poder del general Alfredo Stroessner vendría a cambiar para peor su situación.

En mayo de 1954, al derrocar al presidente Federico Chaves, el general Alfredo Stroessner se convirtió en el nuevo árbitro del país. En agosto asumió como presidente constitucional para concluir el mandato, que fenecía en agosto de 1958.

Era encarnaceno, al igual que Antonio Maidana, lo cual fue más una desventaja que una ventaja, pues el nuevo presidente recibía informaciones –chismes, rumores, agravios,…– sobre todo de las personas oriundas o residentes en la capital de Itapúa. Así, Stroessner rápidamente fue hasta con pormenores sobre Antonio Maidana y su vínculo con el Partido Comunista; eso le costaría caro a Dora, quien aún en 1954 fue despedida del cargo de Directora de la Escuela General Díaz.

El año 1958 fue particularmente conflictivo, pues si bien Stroessner había conseguido reelegirse como presidente, en el campo sindical se presentó un grave problema, pues la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, solicitaba un fuerte reajuste salarial, del orden del 50%, para reponer el poder adquisitivo de las remuneraciones, convertidas en insuficientes debido a la inflación persistente y progresiva.

Antes de desencadenarse la huelga, pensando que era posible abortar el movimiento, el Gobierno procedió a la detención de algunos dirigentes comunistas, entre los cuales Antonio Maidana. Dora se enteró de inmediato, pues fue avisada por un amigo del matrimonio esa noche; además, le había precisado que Antonio había sido recluido en la Comisaría Tercera (3ra).

Al día siguiente, Dora se presentó en la repartición policial, lo que se convertiría en una rutina, pues Dora se impondría un ritmo que de por sí constituiría una presión sobre las autoridades: visitaría a Antonio, su marido, tres veces por día, de mañana, de tarde y de noche. El pretexto era cualquier cosa, como por ejemplo acercarle comida. De ese modo, Dora siempre sabía algo de su marido.

Los recuerdos de Dora sobre ese período eran tan fuertes, que el testimonio directo tiene un peso imposible de reemplazar:

“Yo tenía 39 años y él 41 cuando lo apresaron. En ese momento Antonio y yo teníamos dos hijas, una de 7 años y otra de 5... Detenido él y sin ingreso regular yo, me dediqué a la enseñanza particular, porque era profesora de Matemáticas, entre otras materias, y tenía muchos alumnos. Así me sostuve, y así mantenía a mis hijas”.

La huelga general de 1958 se desató entre agosto y setiembre, terminando con un endurecimiento de la política represiva. La central sindical fue intervenida por el Gobierno y los principales referentes vinculados al movimiento obrero fueron presos y torturados, otros consiguieron salir del país.

Antonio Maidana, esposo de Dora, fue condenado a 5 años por presunta violación de la ley 294, que castigaba la difusión de las ideas comunistas. Cumplió la condena en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, pero en vez de ser puesto en libertad, fue de nuevo llevado a la Comisaría Tercera (3ra), de donde apenas saldría en 1977.

Al igual que otras mujeres que soportaban similares adversidades, Dora hizo parte de una pequeña agrupación: “Familiares de presos políticos”, realizando sistemáticas denuncias y repetidos pedidos de libertad. A causa de ello, justamente, en 1961 Dora Molas de Maidana fue a parar a la prisión, concretamente a la Comisaría Cuarta (4ta), juntamente con las esposas de otros referentes importantes del Partido Comunista, como las esposas de Alfredo Alcorta y de Julio Rojas. Tres semanas después, fueron puestas en libertad.

Los hechos eran recordados por Dora de manera muy vivida:

“Mis hijas quedaron con mis hermanas y hermanos, porque cuatro mujeres fuimos desterradas del país, arrojadas a Clorinda, Argentina. Ahí, Martín Valiente Gómez y su esposa, ambos ex alumnos míos, nos dieron alojamiento”.

“Luego me enviaron a Europa para hablar sobre lo que estaba pasando en el Paraguay. Eso se dio durante dos o tres meses, en el año 1962. Me llevaron a conocer otros países y cuando estuve en la Unión Soviética, me posibilitaron hablar de todo. Luego regreso al Paraguay ese mismo año y seguimos –con mis hijas y los familiares de los demás detenidos– peleando por la libertad de los presos políticos”.

CONDICIONES CARCELARIAS

Hasta cierto punto Dora supo de las condiciones carcelarias impuestas a su marido y a los demás prisioneros que se encontraban con él: visitas espaciadas y muy limitadas en tiempo, falta de camas y de colchones, comida de mala calidad e insuficiente, ausencia completa de materiales de lectura. Esto se extendió por muchos años. En los años 60 ya se los conocía como “los presos políticos más antiguos del continente”.

La situación de los presos antiguos recién mejoró después de la visita de la Cruz Roja Internacional, que se interesó en los mismos a partir de las fuertes denuncias internacionales. Stroessner cedió de todo:

- los presos pasaron a dormir en camas, con mantas suficientes para abrigarse en los periodos de frío,

- consiguieron poder hacer sus necesidades en sanitarios apropiados,

- tuvieron acceso regular a sus familiares, una vez al mes, después cada 15 días, después cada semana,

- pudieron acceder a todo tipo de publicaciones, inclusive diarios viejos, no del día, y

- hasta conquistaron la posibilidad de leer un libro marxista por mes, pues consideraban que como comunistas tenían derecho a hacerlo.

Esto, desde finales de los años 60, es decir, después de 10 años de haber sido sometidos a condiciones infrahumanas de cautiverio.

Antonio Maidana, Alfredo Alcorta y Julio Rojas, sin desmerecer a los demás presos antiguos ni a los demás militantes socialistas, se convirtieron en figuras legendarias para la izquierda; eran personajes paradigmáticos.

Los tres tenían personalidades y temperamentos bien diferentes, que se complementaban perfectamente, como si se tratase de un plantel ideal: Antonio Maidana era el político; Alfredo Alcorta era el intelectual; Julio Rojas era el hombre de pueblo.

Antonio Maidana era un político extremadamente hábil y talentoso. Con un profundo conocimiento del marxismo, poseía una sólida formación doctrinaria, que le daba lo que él mismo llamaba de “fortaleza ideológica”.

Hombre de mirada firme pero afectuosa, era poseedor de un carisma especial, que seducía a sus interlocutores, cualquiera fuera. Cuando se lo trasladó al Campo de Concentración de Emboscada, en 1976, los campesinos lo rodeaban para escuchar sus lúcidos análisis y sus sabias orientaciones. Inspiraba confianza.

En una oportunidad, en Emboscada, el monseñor Ismael Rolón visitó a los presos políticos. Ni bien ingresó al Campo de Concentración, el entonces Arzobispo de Asunción manifestó su interés de que le presentasen a Antonio Maidana. Los presos lo acompañaron hasta donde se encontraba el líder comunista.

-Hace mucho que quería conocerlo y ahora tengo el placer-, le saludó Ismael Rolón y se abrazó con él.

Antonio Maidana le saludó muy afectuosamente, se separó del monseñor como un metro y dijo en voz alta:

-El Partido Comunista Paraguayo tiene muchas coincidencias con la Iglesia paraguaya...-.

La gente siguió expectante el discurso de Maidana, que no perdió la oportunidad para promover sus ideales con gestos y clase que los prisioneros apreciaron.

En las reuniones de celdas, que se realizaban cotidianamente, Maidana tenía la costumbre de escuchar con atención todas y cada una de las intervenciones. Nunca se precipitaba, ni se angustiaba; parecía tener toda la paciencia del mundo para escuchar hasta los debates aparentemente más pueriles. Cuando ya nadie hablaba sobre el tema, intervenía él, retomando partes de las opiniones de los otros –que recordaba con una asombrosa memoria– y ofrecía la solución definitiva, invariablemente la más correcta, prudente y mesurada.

No era una cuestión mágica, sino lógica, y el hecho de escuchar con atención y paciencia todas las opiniones sobre el tema, le daba claridad y totalidad a la hora de intervenir.

Casi todos los días, Maidana conversaba a solas con uno de sus camaradas. El tema de la conversación era generalmente un problema que enfrentaba el interlocutor. “Te noto nervioso y me gustaría hablar sobre ello...”; “me da la impresión de que andas decaído...”; “me preocupa tu relación con el camarada x....”. De ese modo, el líder comunista resolvía situaciones, por una parte, y conocía mejor a sus camaradas, por otra.

Se interesaba en todo: un camarada que tenía discrepancias con otro; un camarada que no era visitado por sus familiares; alguien que estaba pasando por un mal momento. De manera casi natural, al entrar en contacto con todos y cada uno de sus camaradas, conquistó en el Campo de Concentración de Emboscada el apoyo sin reservas de los mismos. No fue un liderazgo impuesto, sino que la condición de jefe del partido lo conquistó a través de gestos y actitudes oportunas.

Cuando salió de la prisión, en 1977, Maidana se hizo referente para todos los comunistas paraguayos pro-soviéticos. Designado secretario general en una Conferencia del partido, se dispuso a trabajar por la reorganización partidaria, lo cual prometía mucho, pues con él a la cabeza pareciera que todo podría funcionar.

La esperanza no era infundada; se trataba del político de izquierda más completo de la historia del país. Un combatiente dedicado, pero no precipitado; determinado, pero no ansioso; preparado, experimentado, templado,..., un dirigente de izquierda completo, carente de vicios y malas intenciones, llamado a jugar un papel trascendental en el futuro político del país.

Dora no lo acompañó a Antonio durante el primer preliminar de su exilio, pero se juntó a él en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde se daría lo peor.

“OPERATIVO CÓNDOR”

La actividad de Maidana inspiró tanto temor en el stronismo, que se decidió secuestrarlo en Buenos Aires, Argentina, en el marco del “Operativo Cóndor”. Corría el mes de setiembre de 1980 y Maidana ya estaba con el esqueleto partidario repuesto, en condiciones de avanzar hacia otras alianzas.

Alfredo Alcorta –el teórico del Partido Comunista– no era un intelectual simple y común, que se sentaría frente a un escritorio a producir, encerrado entre cuatro paredes. Era un teórico y militante, listo para la “praxis”, para la acción pensada y re-pensada. Por eso vino a ocupar un puesto prominente en la conducción partidaria en el proceso de reorganización.

Cuando secuestraron a Antonio Maidana, con Alfredo Alcorta se pretendió hacer algo similar, pero desmontó la maniobra, con lo que apenas evitó lo peor. Fue apresado en Buenos Aires y mantenido en la cárcel de Villa Devoto por un año. Después, en libertad, murió de un derrame cerebral.

El proyecto político liderado por los tres ex presos políticos más antiguos del Paraguay, Antonio Maidana, Alfredo Alcorta y Julio Rojas, era recomponer el Partido Comunista Paraguayo, PCP, de manera que pudiese contribuir al desplazamiento del general Alfredo Stroessner del poder. El aparato represivo paraguayo apuntó a los tres en setiembre de 1980, pero Julio Rojas se fugó, Alfredo Alcorta hizo un escándalo y terminó siendo apresado, mientras que Antonio Maidana resultó víctima completa del “Cóndor”.

Dora Molas de Maidana siguió luchando por la aparición con vida de su marido, pero las investigaciones concretas nada aportaron para esclarecer el caso. Dora falleció en Asunción, sin saber nada de Antonio. Dejó entre todos el dulce recuerdo de una mujer serena, capaz de enfrentar con energía incluso adversidades extremas, como las que se vio forzada por las circunstancias a resistir.

Obs. : Retrato corresponde al artista FEDERICO CABALLERO

Fuente : REBELDES POR LA PATRIA, por ROBERTO PAREDES . SECRETARÍA DE LA MUJER DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA ( www.mujer.gov.py ). Comité de género de la ITAIPU BINACIONAL. COLECCIÓN KUÑA REKO. Editorial SERVILIBRO. E-mail: servilibro@gmail.com/ Web: www.servilibro.com.py. Asunción, Paraguay, 2011.








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