LO QUE SEA PARA ESTAR MEJOR

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

En mi gremio se propuso alguna vez integrar un tribunal de ética que fijara ciertos parámetros sobre lo que supone el ejercicio honesto del periodismo. La primera dificultad fue determinar quiénes podrían integrarlo; periodistas de gran trayectoria que se destacaran por su trabajo, solvencia intelectual, honradez e independencia. Había cierto consenso con respecto a dos o tres colegas, el problema era que como trabajaban en algún medio, eso generaba alguna reticencia en los periodistas de la competencia. Por esa y otras razones, la idea no prosperó.

Recuerdo el caso solo para dimensionar cuán complejo resulta establecer tribunales que juzguen la actuación de determinados profesionales. Si se analiza la acción de un médico, los profesionales de la salud exigen por lógica que quienes los periten sean sus pares. Y no cualquiera, sino quien se haya especializado en el área bajo investigación.

Es sentido común. Si se juzgara el diseño de un arquitecto o la obra de un ingeniero, ambos reclamarán que quien se erija en juez posea iguales o mayores conocimientos que los suyos, y que no tenga el menor vínculo con quienes ponen en duda su trabajo.

Si esto es así con cualquier profesión, qué más sería con quienes tienen justamente por tarea investigar, acusar, condenar o sobreseer a las personas. ¿Hay acaso un tribunal más importante y para el que se requiera mayor competencia, honorabilidad e independencia que aquel que debe juzgar a jueces y fiscales?

En nuestra Constitución ese tribunal se llama Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, acaso la pieza más importante de todo el entramado jurídico para lograr la independencia de la Justicia… o asegurar su sumisión ante el poder político. Pues bien, por obra y gracia de su recién adquirida mayoría, los colorados acaban de poner al frente de ese tribunal al senador cartista Hernán Rivas, un hombre que jamás ejerció el Derecho y que obtuvo el título en una universidad privada de Pedro Juan Caballero.

Rivas ya había generado polémica cuando siendo diputado lo designaron representante de la cámara ante el mismo tribunal. El gremio de abogados recordó entonces que el legislador no estaba registrado como profesional (luego apareció mágicamente su inscripción), jamás había hecho siquiera un trámite en tribunales y, por supuesto, era demasiado pedir que tuviera alguna publicación sobre temas jurídicos, o que cuando menos la hubiera leído. Incluso su capacidad lectora está en entredicho.

Como si la situación no fuera ya suficientemente humillante para jueces y fiscales, cuyo trabajo eventualmente puede ser juzgado por Rivas, cuando le preguntaron su relación con el líder de Honor Colorado, Horacio Cartes, respondió sin ruborizarse: “Yo le adoro a don Horacio”. El hombre venerado por el presidente del tribunal que juzgará a magistrados y agentes del Ministerio Público no es su vecino o su tío favorito, ni es un maestro de escuela o un cura párroco; es el presidente del Partido Colorado, el mismo partido al que han pertenecido los gobiernos consecutivos de los últimos tres cuartos de siglo.

Cerca del 89% de los funcionarios electos y de los que integran la burocracia pública son colorados. Casi en la totalidad de los casos de presunto robo de dinero público, los investigados son afiliados colorados. El propio Horacio Cartes es –en teoría– objeto de pesquisas luego de haber sido acusado por el gobierno de Estados Unidos de tener vínculos con organizaciones criminales y lavar dinero de origen ilegal.

La cuestión es simple: ¿Qué fiscal se animará a llevar adelante cualquier investigación que perjudique o siquiera desagrade a “don Horacio”, el multimillonario adorado por el presidente del tribunal que puede acabar con la carrera de cualquier agente fiscal? Y aun si hubiera alguno, ¿qué juez se animará a dictar sentencia de acuerdo con la ley y no según los intereses del blanco de los afectos de Rivas?

Los colorados podían poner a cualquiera, pero eligieron al anodino y enamoradizo Rivas. Es un mensaje claro, contundente y brutal: No hay límites para lo que podamos hacer con tal de asegurarnos de que vamos a estar mejor. Olvídense de las sutilezas.

Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 16 de Julio de 2023

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