UN RESULTADO PERTURBADOR

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

No hubo sorpresas en las elecciones. Una vez más, al Partido Colorado le bastó con asegurar los votos de su clientela política (integrada mayoritariamente por los funcionarios públicos y sus familiares); y promocionar desde sus medios y sus operadores en redes a determinadas figuras de la oposición, para evitar que alguna en particular concentre los votos no colorados. La estrategia fue simple pero efectiva. Dejó, sin embargo, un elemento nuevo y perturbador que más nos vale analizar.

Pero hablemos primero de aquello que ya conocemos. El temor a perder sus empleos o la promesa de conseguir rubros para parientes y amigos movilizó a la mayor parte del 85% del personal del Estado que está afiliado al Partido Colorado, y que ingresó a la nómina estatal por esa razón, no por concurso. Esa clientela de burócratas y su parentela dependiente suman cerca del millón de votantes.

Es el piso con el que arranca el partido-Estado, lo que lo hace prácticamente imbatible. Solo perdió cuando, por un grave error de cálculo, dejaron correr como independiente a un caudillo republicano, Lino César Oviedo, dividiendo la base colorada y permitiendo el triunfo de Fernando Lugo.

A ese colchón de base se suman la necesidad de algunos sectores económicos de garantizar el statu quo, la desconfianza que generan en los conservadores ciertos líderes de la oposición y un fuerte sentido de pertenencia partidaria. Con eso es suficiente. La ANR ganó con 1.292.079 votos, apenas 87.000 más que los que obtuvo en las elecciones pasadas.

El grueso de los nuevos votantes (más de 400.000) se inclinaron por figuras de la oposición, catapultando los votos no colorados a más del millón y medio. Para imponerse, la oposición necesitaba concentrar las fuerzas de la disidencia. Pero la figura desgastada y carente de empatía de los liberales, Efraín Alegre, estuvo lejos de lograrlo. Se sumó a ello la irrupción del fenómeno de Payo Cubas. Los colorados, por su parte, retuvieron a casi todos sus electores. Y volvieron a ganar.

Ninguna novedad.

Ahora, como lo hacen siempre después de cada victoria, los líderes republicanos y sus operadores en los medios y sus espacios de propaganda pretenden usar los resultados para desacreditar las críticas de la prensa. Y otra vez hablan de haber sido víctimas de una campaña de odio. Por supuesto, en esa narrativa intentan minimizar el hecho de que se trata de un partido que, salvo por un breve paréntesis de un lustro, lleva siete décadas en el poder.

Algún líder republicano recordó que en Japón también se da ese fenómeno. Y es cierto, solo que, en los 68 años de los liberales nipones, Japón se levantó de la hecatombe nuclear y se convirtió en el tercer país más rico del mundo. Paraguay, por el contrario, es hoy uno de los tres países más atrasados, pobres y corruptos de América Latina. Y ellos son la causa principal. Salvo honrosísimas excepciones –como la senadora Blanca Ovelar–, no hay un solo dirigente colorado que pueda justificar su patrimonio. Simplemente, naturalizaron el latrocinio público.

No es coincidencia que quienes hablan de campañas de odio –algunos fungiendo de periodistas– son afiliados de la ANR, o empleados del presidente del partido, o tienen o tuvieron vínculos comerciales con él, o estuvieron colgados de la nómina generosa de las binacionales y hoy su prole parásita en alguna.

Pero todo esto es rutina. Pasa tras cada elección. Lo nuevo es el fenómeno Payo Cubas. Sin la menor estructura partidaria y ni una sola propuesta racional, el ex senador del cinto fácil y entrañas temerarias se alzó con casi 700.000 votos. ¿Qué supone semejante fenómeno? ¿Cómo logra Cubas una conexión con esa gente que nadie de la oposición ni del coloradismo consigue?

Ese rejuntado de egos, algunas buenas intenciones, inmadurez política e indisimuladas apetencias que llamamos oposición, perdió por partida doble. Le ganó el partido-Estado, pero también un candidato sin aparato ni recursos y con un claro discurso fascista. Hoy es un movimiento desorganizado, una reacción visceral, pero mañana puede cobrar fuerza y pegar el golpe. Y esta es quizás la única y perturbadora novedad de las elecciones.

Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 07 de Mayo de 2023

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