Portal Guaraní - PERDIDOS EN EL CHIQUITAJE - Por LUIS BAREIRO

Para entender el tema de Itaipú hay que despojarlo de los tecnicismos y de las pasiones patrioteras y recordar lo que es; un acuerdo entre dos países para obtener energía eléctrica limpia y barata haciendo uso de la fuerza hidráulica del río que los une.
Se tomaron préstamos para financiar la construcción de una hidroeléctrica que, cuando empezara a generar energía, debía venderla a un precio que cubriera sus costos de producción, la cuota de su deuda y un pago a los socios condóminos por el uso de las aguas, lo que denominaron royalties.
Y nada más. Itaipú nunca tuvo por objetivo ganar plata.
Cada socio tiene derecho a comprar la mitad de la energía producida. Si uno de los dos no desea comprar toda su parte, el otro puede adquirirla pagándole a su socio una compensación.
Obviamente, desde el vamos se sabía que quien no compraría toda su parte sería Paraguay, y que quien adquiriría casi toda la producción sería Brasil. Y así ha sido por más de 37 años.
En ese ínterin han pasado un montón de cosas.
Por ejemplo, Al inicio no se respetó aquello de que el precio debía cubrir el costo de producción y el pago de la deuda porque el gran comprador, Brasil, alegó que por sus problemas económicos le sería imposible pagar lo que correspondía. Se violó el acuerdo y se fijó una tarifa más baja. En consecuencia, no se pagaba la deuda y esta crecía con los intereses hasta alcanzar cifras delirantes.
Por otro lado, el acuerdo prohibió que cualquiera de los socios le vendiera su parte a un tercero, obligando al Paraguay a ceder a Brasil lo que no usaba (casi toda su porción) a cambio de una compensación irrisoria.
En algún momento, Brasil aceptó que había que corregir el despelote de la deuda.
Se reprogramó el pago incluyendo el pasivo generado por los atrasos derivados de la venta a menor precio de la energía (la que compró en más del 90% el Brasil) y se ajustó la tarifa. De acuerdo con ese nuevo cronograma, la deuda se cancelará en el 2023.
Según el acuerdo original, el nuevo precio de la energía bajará dramáticamente, ya que el pago de la deuda representaba alrededor del 60% de la tarifa.
Por supuesto, Brasil no tiene dudas acerca de que eso es lo que se debe hacer; después de todo, con ese fin se construyó la hidroeléctrica. Además, los sucesivos gobiernos brasileños hicieron con Itaipú lo que era más lógico; usaron esa gran cantidad de energía eléctrica limpia para desarrollar una industria gigantesca.
En Paraguay la historia fue otra. Los royalties y la compensación por cesión de energía se aplicaron al reparto político. Miles de millones de dólares fueron a municipios y gobernaciones sin ningún resultado visible salvo la generación de intendentes y gobernadores ricos, y otros miles de millones alimentaron el modelo prebendario, merced a los gastos sociales de Itaipú, el invento brasileño para mantener contentos a nuestros negociadores en la binacional.
Paraguay no desarrolló una sola industria importante. Ni siquiera montamos una red que nos permita trasmitir la electricidad en cantidades suficientes como para atraer inversiones grandes.
La miopía criolla se limitó a cobrar las migajas y distribuirlas entre los correligionarios y los amigos.
Hoy el escenario no parece distinto.
Mientras en Brasil esperan ansiosos que baje la tarifa para garantizar un insumo más barato para su industria, la jauría local debate sobre el valor de las migajas. Seguimos teniendo derecho sobre la mitad de toda la energía que produce la hidroeléctrica.
Nuestro desafío es hacer uso de esa energía que desde el 2023 estará entre las más baratas del mundo.
El negocio nunca fue vender la energía sino usarla. Nosotros seguimos perdidos en el estúpido chiquitaje.

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