ALGO MÁS QUE EL ASADO

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Algunos afirman que esa visión limitada estrictamente a lo presente, que impide planificar acciones considerando hechos futuros, es una herencia de nuestros padres silvícolas, cuya única previsión se limitaba a cazar o recolectar alimentos para el día. No me atrevo a suscribir semejante teoría, pero puedo asegurar que la mayoría de quienes habitamos hoy estas tierras tenemos serias dificultades para proyectar algo más ambicioso que el asado con la manada. Si incluimos a las autoridades, esa frontera se extiende generosamente... hasta las próximas elecciones.

 El cachivache inservible en el que se han transformado la mayoría de nuestras instituciones es la consecuencia. Es imposible que una entidad pública tenga alguna utilidad práctica si no cuenta con un plan de acción que se ejecute con regularidad a lo largo del tiempo. Los dramas que genera la vida gregaria solo pueden enfrentarse con éxito si el problema fue previsto y la solución aplicada con antelación y constancia.

El tránsito, la demanda de los servicios públicos, la migración interna, la adquisición de nuevas habilidades para el cambiante mercado laboral, la jubilación, absolutamente todo depende de soluciones planificadas y ejecutadas de antemano. Nunca ocurrió. Como mucho, hubo algunas políticas de relativo impacto durante el dilatado régimen stronista y ello simplemente por su permanencia en el tiempo. No olvidemos que fue una administración que no registró mayores cambios en tres décadas y media, salvo los bienvenidos óbitos.

Hoy tenemos la oportunidad y la obligación de romper esa tradición cortoplacista. Estamos compelidos a ello por las circunstancias únicas e irrepetibles que la coyuntura nos presenta. Por ejemplo: En cuatro años, Itaipú pagará toda su deuda y el precio de la energía que genera caerá a no menos de la mitad. Proporcionalmente, seremos el país con la mayor cantidad disponible de energía limpia, barata y renovable en el mundo. Pero no tenemos cómo traer toda esa energía hasta los centros de consumo, ni una red confiable para distribuirla, ni la capacidad para consumirla. Podemos buscar un socio estratégico (Alemania, Japón, Tesla, China) que tenga el capital y el conocimiento para convertir ese recurso en industrias de tecnología, o pelearle al Brasil el derecho de vender nuestra parte a terceros, o tomar créditos contra toda esa producción futura de energía, o… Hay cientos de posibilidades, pero estamos obligados a planificar ahora.

El 60% del funcionariado público tiene más de 48 años, en década y media estará jubilado. Podemos achicar el aparato público, o reemplazarlos por el mejor capital humano disponible, o seguir alimentando la prebenda política. Por otro lado, el déficit de la caja fiscal se comerá al presupuesto. No hay salida. Estamos obligados a planificar.

Y lo más importante: el 25% de la población pasará por el sistema educativo en 15 años. Ese 25% puede ser nuestra salvación o el ancla que nos hunda definitivamente hasta el fondo. O empezamos a transformar la educación o aprendemos buceo. Lo cierto es que se acabó el recreo del neolítico; tenemos que planificar algo más que el asado.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 03 de Marzo de 2019

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