MARITO DE LA GENTE
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
Es infantil catalogar a un gobierno por el discurso de su presidente; un político puede decir cualquiera cosa. El verdadero perfil de una administración se revela en dos aspectos fundamentales: a quiénes les cobra impuestos y cómo gasta la plata.
Si consideramos eso, Paraguay hasta ahora solo ha tenido gobiernos para ricos y burócratas. La primera muestra es nuestro sistema tributario, simple y elocuente. La mayor recaudación se sigue generando, de lejos, con la aplicación de impuestos al consumo. Eso dice mucho.
Si destinás todos tus ingresos a comprar comida, techo y transporte –como pasa con el 90% de la población que es de clase media baja, pobre o muy pobre–, pagás impuestos sobre el uso de la totalidad de tus ganancias. Sin embargo, quien tiene más ingresos, solo destina una parte al consumo; por lo tanto, paga proporcionalmente menos impuestos.
Los otros impuestos, sin embargo, recaudan poquísimo y resulta casi insultante que quienes se encuentran en la cúspide de la pirámide de ingresos, a menudo, pagan cero de renta personal, por ejemplo.
Otro punto clave: El mayor capital en un país agroganadero es la tierra. Sin embargo, los impuestos que se pagan por su tenencia y explotación son ínfimos, y una mayor concentración de la propiedad no requiere pagar tasas más altas. Sabemos que la actividad agropecuaria tiene un inevitable impacto medioambiental; sin embargo, quienes explotan el negocio no pagan más tributos que quienes solo padecemos sus consecuencias.
Vayamos ahora al gasto, área en la que pocas cosas dicen más de un gobierno como la obra pública y preguntémonos: ¿Cuántos colegios públicos y hospitales se construyeron en la última década? Y, en contrapartida: ¿Cuántas obras viales? Una ruta comercial es, ciertamente, necesaria y sirve a todo el país; pero, por lógica, le resulta más útil, en términos económicos, a quienes la transitan con mayor frecuencia para transportar sus mercancías.
Un colegio estatal y un hospital público son útiles para todo el país, verdaderamente, pero principalmente para el 90% de la población que no puede darse el lujo de pagar servicios privados.
Pensemos ahora en qué tipo de obra se ha invertido más dinero en los últimos años y sabremos qué orientación han tenido nuestros gobiernos.
A quién le cobramos más impuestos y cómo gastamos la plata definen el perfil del país que queremos. No es accidente el desarrollo del modelo agroexportador. Es bueno que exista un sector exitoso de la economía, pero resulta obvio que es un modelo insuficiente para mejorar la calidad de vida de la mayoría.
La economía ha crecido a una tasa del 4% anual en promedio en los últimos diez años. Sin embargo, esto no se reflejó en una reducción equivalente de los niveles de pobreza, ni en la mejora de los servicios públicos.
La distribución de la riqueza concentró recursos en la burocracia pública (la clientela de los partidos políticos) y en la minoría más rica. Si el nuevo presidente quiere hacer realidad su eslogan tiene que revolucionar el modelo económico.
Al Marito de la gente solo lo empezaremos a ver cuando nos muestre su presupuesto. Lo demás es pura retórica.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 26 de Agosto de 2018
