ENTRE UN GABINETE PARA EL FACEBOOK Y UNO POSIBLE
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
La primera señal clara de lo que podemos esperar de un gobierno es la constitución del Gabinete; los hombres y mujeres con los que el presidente electo intentará cumplir sus promesas de campaña. Podríamos ser cándidos y esperar que la composición del equipo responda exclusivamente a las capacidades, idoneidad e integridad de cada uno de los seleccionados, pero la "política real" no se administra así. Mario Abdo tendrá que hacer equilibrio entre la selección ideal y la que le genere el apoyo político necesario para lograr gobernabilidad.
A diferencia de Horacio Cartes, Abdo no compró un movimiento político ni financió su victoria. Hay una legión atribuyéndose paternidad y maternidad del éxito, una legión que espera obtener réditos de la victoria, réditos que en la práctica supone cargos. Para más complicación, el presidente electo cometió la imprudencia de prometer en campaña que todos los ministros serían colorados. Y ya hay desubicados ansiosos por el zoquete recordándole a gritos que esperan que cumpla.
Por lo poco que se sabe, Abdo está librando sus primeras batallas para reservarse los ministerios en los que pretende iniciar reformas de fondo, y aquellos esenciales para mantener el control de la economía; estos son Educación, Salud, Hacienda y Banco Central. Los dos primeros son los más complejos.
Contrario a lo que se pueda pensar, el principal requisito para el futuro ministro de Educación no es que sea un experto en la materia. Ese ministro tendrá que lidiar con tres desafíos mayúsculos en simultáneo: iniciar el proceso de transformación del sistema educativo público, reformar el monstruoso Ministerio de Educación y durante todo ese largo y engorroso proceso apagar los numerosos incendios que se seguirán desatando con las escuelas en ruinas, los útiles que no llegan o las huelgas de maestros reclamando aumentos de salario.
El futuro ministro tendrá que ser, sobre todo, un brillante gestor, un articulador y negociador incansable para lograr acuerdos entre gremios de docentes, académicos, burócratas y sociedad civil para iniciar la reforma, y tener el suficiente apoyo político y las espaldas como para soportar los ataques que vendrán desde todos los sectores y las crisis que serán una constante. No podemos seguir pegándonos el lujo de cambiar de ministro cada dos o tres años.
En Salud el escenario es casi el mismo, solo que potenciado por la urgencia. Allí hay que crear un nuevo modelo en tanto se buscan paliar los dramas diarios del vigente. Otra vez, el ministro deberá ser un administrador excepcional, un conciliador nato y una persona absolutamente proba.
En Hacienda y Banco Central bastará con respetar lo que ya es tradición desde los tiempos de Dionisio Borda y Jorge Gulino, personas de enorme solvencia académica y talento para las finanzas.
Demás está decir que celebraríamos cualquier sorpresa que nos permita creer que estamos más cerca de Chile que de Haití; un Gabinete como para subir al Facebook, con Borda en Itaipú, Petta en Aduanas, Soledad Núñez en Obras Públicas, Filártiga en el Hospital del Trauma (sacarlo de allí sería criminal)... y OGD en la Embajada de Siria, por ejemplo.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 20 de Mayo de 2018
