EL VERSO DE QUE SOMOS RICOS
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
En la semana escuché a cuatro personas de áreas totalmente diferentes repetir una vieja y falsa afirmación: Paraguay es un país rico. Estas personas suponen que la riqueza de una nación está dada por sus recursos naturales: tierra fértil, agua abundante y energía. Mentira.
Si esta apreciación fuera correcta, países como Japón, Israel o Corea del Sur serían miserables y estarían pidiendo auxilio financiero a Venezuela, el cuarto mayor exportador de petróleo del mundo, o Sierra Leona, uno de los diez mayores exportadores de diamantes del planeta.
Si los recursos naturales marcaran la diferencia, los ecuatorianos tendrían un estándar de vida infinitamente superior a la de los uruguayos, y la economía brasileña triplicaría a la de Alemania. Obviamente no es así.
Resulta que un país se destaca en aquellas áreas donde pone mayor esfuerzo. Paraguay, por ejemplo, aprendió a mimar a sus vacas desde la concepción misma. Se preocupa de alimentar a la madre, vacuna al novillo, le asegura la mejor pastura y finalmente lo faena con la mejor tecnología disponible.
También le pusimos tesón a la soja. La semilla más apta, las tierras más sabrosas, las cuidamos con agroquímicos y las cosechamos con pasión y cosechadoras de vanguardia.
Así tenemos vacas y soja de primera. Campeones mundiales en ambos rubros. ¿Eso nos hace un país rico? Claramente, no.
Ojo, no es que esté mal que seamos buenos en ambos rubros, solo que no fueron las vacas ni los cultivos los que hicieron de Japón, Corea del Sur o Alemania países ricos; fueron los japoneses, los coreanos y los alemanes.
Ocurre que el mismo celo que tenemos con nuestras vacas y nuestra soja, ellos lo tuvieron primero con su gente. Ese nomás es su secreto. Por decir, lo que hace que un archipiélago volcánico más pequeño que el Paraguay, con el 70% de su suelo montañoso y estéril, sin petróleo ni hierro ni oro ni tierras aptas para el cultivo o la ganadería tenga una economía tres veces más grande que el gigante del Brasil es el esmero que pusieron en cada uno de sus habitantes, los 130 millones de japoneses que viven allí.
Por eso no podemos afirmar que Paraguay sea un país rico. Como mucho podemos decir que tiene potencial, pero hoy no pasamos de mendigos. Y es lógico que sea así. Venimos maltratándonos desde siempre. Una educación pública miserable, una cobertura de salud casi inexistente, mínimas oportunidades laborales. Si pudiéramos mugir o producir granos de oleaginosa en el vientre probablemente nos prestaríamos más atención.
Hay que dejar de ver el cuidado que nos damos a nosotros mismos como una cuestión de humanidad o patriotismo, es simplemente un tema de supervivencia. Sin paraguayos de calidad, jamás habrá un Paraguay rico, nunca. Aunque las vacas vuelen y la soja se cultive sola.
Ocupémonos de nosotros mismos, esa debe ser la prioridad. Todo lo demás vendrá por añadidura.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 13 de Mayo de 2018
