MUGRE, CAOS Y PREPOTENCIA
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
La semana pasada comenté en redes sociales el impacto que supone regresar al país por Ciudad del Este luego de agotar más de mil kilómetros de rutas brasileñas. Por supuesto que lo mío no fue nada original, apenas me sumé al ritual de miles de paraguayos que cada año peregrinan para ver el mar, aunque sea por un par de días y en medio de una plantación de sombrillas.
Lo cierto es que pasar de la ordenada y coqueta ciudad de Foz de Yguazú al caos absoluto del microcentro de la capital del Alto Paraná supone una experiencia sociológica notable. De pronto, todas las normas de tránsito quedan perimidas y el riguroso conductor que venía haciendo gala de civismo en tierras lusitanas encara el volante con fuerza y arremete fuera de la fila, hace un giro indebido, atropella la entrada al puente y le muestra el dedo del medio al compatriota que le reclama su acción.
Triple fila en el puente, motos que se cruzan como moscardones y toneladas de basura al inicio mismo de la ciudad. Un pandemónium completo a ritmo de reguetón.
Mugre, caos y prepotencia. Fue lo que tuiteé. Obviamente, la crítica apuntaba a los administradores de la ciudad. La reacción, sin embargo, me dejó perplejo. Quienes respondieron furibundos fueron las víctimas de la situación; una legión de esteños, cuya preocupación fue por qué mejor no hablo de cuán mal está Asunción. Un segundo grupo se limitó a decir que la culpa era de todos (lo que es lo mismo que decir que es de nadie) y un tercero salió al paso afirmando que son problemas que sencillamente no tienen solución.
Así, las redes sociales me dieron una recepción rápida a esa otra realidad deprimente, la cultural.
Vale la pena analizar las tres posiciones. La primera es la del paraguayo que cree que cualquier crítica referida al lugar que habita supone una degradación de su dignidad, aunque el reproche se refiera a una situación que lo esté perjudicando.
La segunda es la de quienes suponen que el juicio sobre una situación absuelve a otras similares. De acuerdo con esta lógica, no se puede decir que San Lorenzo es una ciudad caótica sin mencionar que Luque tiene calles espantosas o Asunción está llena de baches porque sus administradores quedarían automáticamente exculpados.
La tercera es la más grave; supone que los problemas urbanos no tienen solución, y que todos somos igualmente responsables de que persistan.
Todos los problemas urbanos tienen solución, la cuestión pasa por poner en los lugares claves a las personas que conocen esas soluciones y saben cómo aplicarlas, y no a quienes solo ayudaron a ganar las elecciones. Y esa es una responsabilidad exclusiva de las personas electas para hacerlo. Y si no lo hacen, ellos tienen la culpa. La nuestra es volver a votarlos.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 28 de Enero de 2018
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