HAY QUE APROVECHAR LA MIERDA

 Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

En los próximos dos o tres años se romperán casi todas las calles de la Gran Asunción para construir el sistema de alcantarillado sanitario. Se invertirán unos 500 millones de dólares para dotar de una red de tratamiento de aguas negras a, cuanto menos, el 30 por ciento de la población del país.

Hoy el porcentaje de desechos humanos tratados es de cero. Literalmente, toda la mierda va a parar al río o a los cursos subterráneos de agua, poniendo en riesgo nuestra mayor riqueza, el acuífero Guaraní.

Tras 35 años de gloriosa administración estronista y 25 de interminable transición hacia un Estado más o menos serio, solo el diez por ciento de la población tiene desagüe cloacal. A esa red la gente le conecta sus mecanismos caseros de desagüe pluvial en los días de lluvia, con lo que todo el sistema colapsa lanzando toneladas de inmundicia a las calles.

Nada nos pinta más descarnadamente como país pobre y subdesarrollado como eso. No basta con el desagüe cloacal, necesitamos construir paralelamente un sistema eficiente de desagüe pluvial.

Lo lógico sería que se aprovechara la destrucción masiva de calles para realizar las dos obras simultáneamente. El problema es que el desagote de las lluvias es responsabilidad municipal, por lo que una obra de esa envergadura requiere del trabajo coordinado de cuatro o cinco municipios, y que estos posean alguna capacidad técnica como para elaborar el proyecto y ejecutarlo.

En paralelo, y siempre sacando partido de que hay que romper y volver a arreglar todas las calles del Gran Asunción, ANDE y Copaco podrían iniciar por fin el proceso de enterrar sus redes, limpiando nuestros cielos de ese espantoso entramado de cables que colapsa con cualquier ventarrón.

Otra vez, ejecutar todos estos proyectos requiere de una coordinación y de un conocimiento técnico que hoy resulta casi imposible encontrar en una sola entidad, salvo en aquella donde todas las sociedades del mundo tienen su mayor cantera técnica, la universidad.

Lo razonable sería utilizar a la universidad para orquestar un plan maestro que incluya todas estas variables, que convoque a las diferentes administraciones (una ventaja es que la universidad no puede ser política) y que se determine a quién le corresponderá ejecutar qué cosa.

La universidad también puede convocar –sin que exista contaminación política– al sector más importante de la ecuación, a la sociedad civil, que podrá influir en los proyectos a través de sus representantes.

Obviamente, nada de esto se puede hacer sin plata. Allí debe entrar el Gobierno Central para establecer los programas de financiamiento. Dinero se puede conseguir, ya sea con créditos o con un aumento temporal en la tasa de algunos impuestos (el selectivo al consumo para alcohol y tabaco, por ejemplo).

Nada de esto es imposible. Solo se necesita de la voluntad política de hacer, y de entender que si no logramos que trabajen coordinadamente municipios, Gobierno central, universidad y sociedad civil es imposible construir un país que funcione.

Y este es un muy buen proyecto para empezar. Hay que aprovechar la mierda.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 28 de Diciembre de 2014, 01:00

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