EL PATRÓN DEL CRAS... Y OTROS HÉROES

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Debo decir que en un primer momento me pareció exagerado que alguien se escandalizara porque Carlos Portillo, presidente de la comisión antidrogas de Diputados, dijera en una entrevista que no sabe cómo es una planta de marihuana. El hombre no tiene por qué saberlo.

Si hubiera una comisión de combate al tráfico de armas, su presidente no estaría obligado a saber qué es un AK-47. Un parlamentario tiene que saber de leyes, no de armas ni de plantas. Y para legislar sobre cuestiones técnicas están los famosos asesores.

Lo grave de aquella conversación fue que el diputado anunciara que pretende hacer cambios en la ley que permitan al Estado usufructuar los bienes de cualquier persona imputada por temas vinculados con las drogas, hasta tanto haya una sentencia que les absuelva o les condene.

De acuerdo con esto, por ejemplo, si un fiscal le avisa a usted que le está investigando porque sospecha que tiene algo que ver con la marihuana (eso es una imputación), el Estado podrá, a partir de entonces, convertir su casa en un alberge para indigentes y su auto en patrullera policial.

Si tres o cuatro años más tarde usted es absuelto definitivamente recuperará su vivienda y su móvil, o lo que reste de ellos. Como ve, para pergeñar semejante plan, Portillo debió fumarse primero la presunción de inocencia, de rango constitucional. Y eso que es titular de una cátedra de Derecho Penal. Insisto en que debe darla frente a un arco.

Pero decía que lo del cannabis me pareció una exageración hasta que escuché la nota completa que le realizó la colega del 9. Reitero que Portillo no tiene por qué conocer la dichosa plantita, y de hecho, el escándalo generado a partir de sus declaraciones no fue por su ignorancia en materia de botánica, sino por su incapacidad absoluta de hilar una frase completa sin destrozar el idioma y, lo que es más grave, el sentido común.

Portillo es un escándalo porque no tiene noción del ridículo, porque expone impúdicamente los tremendos baches de su formación y porque lo hace (y esto es lo imperdonable) desde un puesto en el Congreso, y desde una cátedra universitaria.

¿Cómo puede ser que este hombre haya llegado al Parlamento, cómo fue que sus correligionarios le dieron la presidencia de una comisión altamente técnica; cómo los administradores de la universidad le otorgaron una cátedra?

No es el drama de un hombre. Portillo es en realidad un síntoma de la decadencia de los partidos, como los son el intendente marihuanero Neneco Acosta, prófugo de la justicia, o el estafador confeso José María Ibáñez.

Son caras distintas de una misma tragedia.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 26 de Octubre de 2014, 01:00

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