HAY QUE TOMAR EL CONGRESO

  Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

El viaje en el tiempo del diputado colorado Jorge Baruja que nos hizo pagarle pasaje y viáticos para participar en enero de un congreso sobre menopausia en Cancún que se realizó recién en mayo; la amnesia oportuna del diputado liberal Carlos Portillo al que le financiamos viáticos y pasaje para un congreso sobre finanzas públicas en Las Vegas, del que en un primer momento dijo no recordar nada, para luego confesarnos que nunca fue porque supuestamente perdió el vuelo; la designación en Itaipú del retoño de 20 años del diputado liberal Gustavo Cardozo con un ingreso superior a los diez millones de guaraníes, elegido a dedo por quien desempeñaba la dirección paraguaya de la binacional, su correligionario Anki Boccia, son solo la parte visible de un modelo político cancerígeno con el que ya no es posible convivir.

Cuando el senador liberal Ramón Gómez Verlangieri o el diputado colorado Óscar Tuma esgrimen sus presuntos derechos de buscar puestos de trabajo en el Estado para sus correligionarios no hacen sino defender un sistema de dominación política que rige en el país desde hace más de medio siglo.

La disputa por cualquier espacio de poder en Paraguay no es sino la disputa por los privilegios que el ejercicio de ese espacio de poder suponen. Hasta por presidir la junta de saneamiento, responsable del suministro de agua potable de un barrio, hay feroces encontronazos, todo por el privilegio de administrar algún que otro tratamiento preferencial para quien se quede con el cargo y para sus promotores.

Esto es lo que muchos estudiosos denominan instituciones políticas extractivas, son modelos concebidos para extraer riqueza desde la administración de la cosa pública. Notablemente, es un modelo que se repite en todas las naciones caracterizadas por una creciente brecha social, una diferencia desgarradora entre ricos y pobres.

La única forma de transformar estas instituciones en modelos inclusivos es restringiéndoles el poder, eliminando por completo sus posibilidades de generar clientela política mediante la beneficencia con dinero público.

Para lograr esto hay que tomar electoralmente el Congreso. La mayoría de la gente que pretende hacer cambios en la política apunta erróneamente al Ejecutivo, cuando que las reformas de fondo solo se pueden hacer desde el Parlamento.

Necesitamos de organizaciones políticas nuevas (que pueden nacer en el interior de los mismos partidos tradicionales) que se lancen al ruedo político con una propuesta concreta: Limitar el poder discrecional de la clase política gobernante mediante figuras sencillas, el desbloqueo de las listas sábanas, la revocatoria de mandato, la renovación parcial de las cámaras a mitad del periodo, la segunda vuelta electoral, la prohibición por Constitución de ingresar al Estado sin concurso y la inamovilidad de los magistrados desde su asunción en el cargo.

Solo una mayoría en ambas cámaras puede llevar adelante un proceso de reforma constitucional. Lo que se necesita es un proyecto claro cuyo objetivo principal debe ser restringir el poder político. Devolver a las mayorías parte de ese poder.

No estoy descubriendo la pólvora. Es la fórmula del éxito del mundo desarrollado.

Necesitamos otro 1811, y esta vez Bernardo de Velasco está en el Congreso.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 10 de Agosto de 2014, 01:00

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)