OTRO HIJO PARA EL CURA

 Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Debo suponer que Fernando Lugo, ex cura, ex presidente y ahora senador, desarrolló cierta alergia a determinadas situaciones que le recuerdan el pasado reciente. Solo así me puedo explicar que fuera uno de los primeros en poner en duda los datos sobre pobreza que dio a conocer la Dirección de Estadística y Censos, y que revelan una reducción notable en el país del número de personas que viven en condiciones de miseria.

Me sorprendió la reacción de Lugo porque buena parte de los resultados se registraron bajo su gobierno; luego, él puede considerarse con todo derecho uno de los padres de la criatura. Está visto, sin embargo, que estas admisiones de filiación todavía le producen urticaria, aunque el vástago que se le atribuye esta vez sea de esos de los que todo el mundo quiere ser el progenitor, aunque en su concepción nada hayan tenido que ver.

Pero vayamos a los datos que despertaron la incredulidad del padre. De acuerdo con los números oficiales, en solo dos años, 2012 y 2013, la miseria bajó del 18 al 10 por ciento de la población, y la pobreza del 32 al 23 por ciento. ¿Pueden ser estos datos creíbles?

La respuesta la dio, entre otros, el sociólogo José Carlos Rodríguez, uno de los especialistas independientes a quienes se invitó para verificar que la metodología para tomar los datos y para procesarlos fueran los mismos de siempre y que respondieran a criterios absolutamente técnicos.

Y José Carlos, un hombre a quien nadie puede tildar de conservador y mucho menos de oficialista, dijo que quedó francamente sorprendido con los resultados, y que puede dar fe de que los datos reflejan efectivamente una sostenida reducción de la pobreza.

Queda claro pues que la criatura es absolutamente real, sana, robusta y encantadora, y es de esperar que en los próximos días varios políticos se disputen públicamente su paternidad (salvo el despistado ex obispo que todavía no entendió que esta vez sería una cuestión de mérito ser el padre, no de descuido).

Lo importante en realidad es que dejemos de debatir sobre si el dato es real o no y pasemos a discutir cómo se logró alcanzar este primer éxito; y, lo que es más importante, cómo se puede garantizar que no se diluya en el tiempo.

¿Es esta una consecuencia exclusiva del boom de los precios de los alimentos que exportamos al mundo? ¿Es el resultado de las políticas públicas de subsidios focalizados? ¿Es la consecuencia de casi dos lustros de baja inflación? ¿Es una combinación de todo eso?

Convengamos en que es mucho más gratificante discutir qué hicimos bien para tener este resultado, que seguir pensando en qué hacemos mal o no hacemos.

Estudiemos a este niño y analicemos cómo lo concebimos. Y asumamos sin complejos su paternidad, así tengamos todavía de recuerdo una vieja sotana en el placar.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 06 de Abril de 2014, 01:00

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