“PATEAR TU OLLA”

 Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Nadie luego va a "patear por su olla", fue una de las frases más repetidas en las redes sociales desde que se descubrió un lote de 160.000 kilos de azúcar que –a juzgar por los resultados del análisis que realizó el INTN–  ingresó al país de contrabando.

La mercadería se encontraba en los depósitos de la empresa que administra la red de supermercados de Antonio J. Vierci, el mismo propietario de este diario y del canal y la radio donde trabajo.

Según la lógica que subyace tras la reiterada frase, para los medios que comparten propietario con la empresa sospechada de contrabando, buscar información sobre el caso y publicarla sería patear la olla. Es más, de acuerdo con esa línea de razonamiento, proteger la olla sería ocultar la información, hacer silencio sobre ella o, en el peor de los casos, asumir la defensa de la compañía en desgracia.

Lo curioso es que desde que ocurrió el caso, tanto la radio como el canal y el diario han venido reportando todos los días todos los detalles de la información, con entrevistas y opiniones de unos y otros.

En todos esos días ningún medio salió a defender a la empresa que compró la mercadería incautada, ni a sus administradores y mucho menos a su accionista principal. Nadie publicó una línea intentando minimizar la gravedad del delito bajo investigación.

Únicamente el senador Juan Carlos Galaverna, escudado en sus fueros, y algunos cibernautas, cobijados en el cobarde anonimato, inventaron una defensa que nunca existió. Para desgracia de ellos, el trabajo periodístico es público. Lo que cada periodista dice, muestra o escribe lo escuchan, lo ven o lo leen todos.

Pero volvamos de nuevo a la célebre frasecilla: nadie luego va a patear "por su olla". Ocurre que la frase es correcta, el error está en suponer que la olla de un periodista depende del propietario del medio. En el corto plazo puede que sea así, pero en el largo plazo nunca.

La olla del periodista que pretende éxito en su carrera se basa única y exclusivamente en su credibilidad. Su verdadero patrón es su lector, su oyente o su televidente. Un periodista sin credibilidad puede mantenerse en un espacio porque le resulta funcional al dueño del medio o a un grupo político o económico, pero siempre será un zombi profesional, un muerto viviente.

Lo que diga, escriba o pregunte tiene un pobre valor y por eso, más tarde o más temprano, termina relegado en algún espacio o medio marginal.

Lo que hace que un medio o un periodista tengan peso es su credibilidad.

Por eso el ataque de Galaverna y otros (incluyendo a muchos de esos zombis) no es a los supermercados sino a los medios y a sus periodistas. Lo que le jode al senador es la maldita prensa, no el contrabando.

Por lo demás, a nosotros sí nos jode el contrabando tanto como los Galaverna, los Bogado, los Cardozo o los Bachetta. Y esperamos que quienes lo practican terminen presos, así sean paseros, supermercadistas o accionistas mayoritarios de medios de comunicación.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 16 de Marzo de 2014, 01:00

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