LAS OLAS Y EL VIENTO...SUCUNDÚN, SUCUNDÚN
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
Como no tengo creencias místicas atribuyó al azar esas coincidencias notables que se producen en la vida, y celebro cada vez que estas ocurren. La última se presentó en mis recientes vacaciones, cuando me encontraba tirado bajo una protectora sombrilla mientras alrededor mío decenas de seres humanos se sometían voluntariamente a las torturas del sol abajo la absurda premisa de que una mayor pigmentación en la piel nos hace más atractivos.
En el preciso momento en el que las inevitables reflexiones a las que uno se ve arrastrado cuando cuenta con demasiado tiempo libre me empujaban ya al terreno maldito del sentimiento de culpa –por haberme gastado el aguinaldo en un par de días playeros antes que en reducir el pasivo familiar– cayó en mis manos un artículo genial.
Era una revista que arrancaba con la entrevista a una antropóloga francesa, Francoise Heritier, heredera nada menos que de la cátedra del Claude Lévi-Strauss, uno de los más notables filósofos y escritores galos de fines del siglo pasado. La mujer saltó a la fama porque escribió uno de esos libros que las editoriales califican como de autoayuda, algo absolutamente inusual en una académica: La sal de la vida.
Ella cuenta en la nota que no pudo evitar el impulso de escribir el libro luego de recibir la postal de un amigo cirujano que le pedía disculpas por faltar a una cita porque había cometido el pecado de “robarle” dos semanas a su agenda para tomarse unos días de vacaciones con sus hijos.
Francoise quedó espantada de que alguien considerara que usar su tiempo para las cosas que le producen felicidad era un robo; robarle tiempo a la agenda del trabajo, a la agenda de la rutina, a la agenda de la burocracia de la vida.
Francoise empezó a escribir su libro como una serie de cartas a su amigo recordándole que esos tiempos que le robamos a la vida para escuchar música, para leer, para compartir con los amigos, para disfrutar de los hijos constituyen la vida, y no a la inversa. El robo es el que hace la rutina, la burocracia, el sistema que se apropia de nuestro tiempo.
El libro de Francoise es un tratado sobre la alegría de la vida basada en esas pequeñas cosas que hacen que valga la pena vivirla.
Y un detalle: Francoise es una mujer de 80 años que padece una enfermedad degenerativa que le produce tremendos dolores, una cuestión que ella considera menor y que no le impide disfrutar del viaje de la vida, del que puede que le reste poco, pero del que seguro sabrá sacar mejor partido que otros a los que les queda mucho, pero que prefieren gastarse el aguinaldo en reducir pasivos antes que en tirarse al sol, arrullado por el incesante murmullo de las olas... y sucundún, sucundún...
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 19 de Enero de 2014, 03:00
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