GRACIAS, VÍCTOR

Va con onda

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

A  los que afirman que el desafuero de  Víctor Bogado no cambia la historia y que, de última, el senador no es si no uno más del pelotón de sospechados que ocupa una banca en el Congreso,  déjenme decirles que tienen razón, que lo importante no es, ni mucho menos, el desafuero de Bogado,  que lo importante es en realidad cómo se dio ese desafuero.

Porque la noticia no es que Bogado haya perdido los fueros, la noticia es que los perdió ante la presión de un poder que hasta ahora nunca había sido ejercido, el poder de la opinión pública, el poder ciudadano.

Eso es lo importante. Que la inmunidad de Bogado se desplomara ante la bronca ciudadana; que sus protectores le vendieran por miedo a una masa que hasta entonces se había mostrado indiferente ante los excesos, con apenas algún que otro pataleo aislado y virtual, como mucho.

No es poca cosa, para nada.

No es una cuestión menor que varios senadores y senadoras hayan tenido que tragarse el orgullo y la soberbia y se hayan visto obligados a pedir disculpas públicamente.

No es una simple anécdota que estos hombres y mujeres hayan tenido miedo de salir a las calles, o de entrar a un bar o a un cine por temor al escrache.

No es un detalle que la clase política haya tenido que recordar que, salvo por una minoría groseramente privilegiada (ellos), el Paraguay está formado por esa inmensa mayoría que forman los otros (nosotros).

Por unos días, recordó que el poder reside en los otros, y que son esos otros los que delegan el poder en ellos. Intuyeron que esos otros empezaban a darse cuenta de esa situación, y les dio miedo, y optaron por sacrificar a uno de los suyos.

Mejor uno que todos, pensaron. Instinto de supervivencia.

Ahora están expectantes. Esperan que la fiera colectiva se calme y retorne a su abulia de siempre. Tienen fe en que siga desorganizada, emocional y esporádica; más ocupada con sus diferencias que con la defensa de los intereses que le son comunes.

Y puede que tengan razón; o puede que no.

La fiera redescubrió su propio poder.

Todavía paladea ese sabor desconocido, todavía le hormiguea en el cuerpo el calorcito de la magia colectiva; es una sensación agradable a la que puede acostumbrarse.

No sabemos si ese descubrimiento repentino del poder es apenas un accidente, o un giro definitivo en la historia de la fiera ciudadana.

Por ahora, solo nos queda disfrutar del momento.

Y ser agradecidos con Víctor Bogado, razón ignominiosa de esta felicidad inesperada.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 01 de Diciembre de 2013, 03:00

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)