LA BRONCA PRODUCTIVA

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

La gente está furiosa porque ahora sabe con detalles que un mozo puede ganar 6 millones de guaraníes en una empresa pública quebrada y cuyo único menú son derivados de petróleo.

Porque descubrió que una niñera puede pasar de cuidar unos pocos críos a contar un montón de billetes en una hidroeléctrica donde lo que menos hay son niños de pecho.

Porque sabe que el jardinero de una cementera pública puede cobrar en un mes lo que ella en cinco, aunque en la cementera no crezca siquiera un yuyo.

El contribuyente está particularmente irritado porque sabe que esa fiesta la financia él con 93 de cada 100 guaraníes que paga de impuestos, pese a que nadie le invitó jamás a participar de la juerga porque casi la totalidad de los invitados entró por la ventana partidaria o familiar, sin siquiera demostrar mérito para ocupar el cargo.

Está indignado porque sabe que esas hipérboles salariales son producto de contratos colectivos suscritos a sus espaldas, aunque él sea tan propietario de la empresa benefactora como los beneficiarios que se están quedando con la compañía en una privatización de facto.

Está asqueado porque escucha cómo conspicuos integrantes de la clase política no solo reconocen que fueron ellos quienes permitieron el acceso de los invitados irregulares, sino que se jactan de ello.

Es mucha bronca y hay que saber canalizarla.

No rompiendo cosas, sino componiéndolas.

Hay, cuanto menos, dos proyectos de ley que los políticos impidieron que se presentaran al Congreso que crean las reglas de juego necesarias para hacer funcional la carrera del servicio público.

Son leyes que reglan desde el ingreso a la administración pública, el establecimiento de los salarios de acuerdo con la función que cumple cada uno y los aumentos según niveles de rendimiento, hasta los ascensos precedidos todos de exámenes de oposición.

Incluso se plantea que los exámenes de evaluación para los ascensos y para los ingresos los tome una auditora internacional u organismos ajenos a los ministerios, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Son leyes para eliminar la discrecionalidad en los aumentos salariales, el enganche político como causa de esos aumentos, el equilibrio y la concordancia de los salarios y la creación de una carrera en el servicio público generando empleados del Estado y no de Gobierno.

Es sacarles el zoquete de su dientuda boca a toda la clase política de un plumazo.

No les gusta.

No tiene por qué gustarles, pero es el momento de presionar para que se conviertan en ley.

Hay que usar la bronca.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 03 de Noviembre de 2013, 03:00

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