EL HORROROSO SECRETO DE ALICIA

Va con onda

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

En las últimas semanas hemos vivido la misma sensación de fascinación y perplejidad que sintieron ávidos lectores londinenses hacia mediados de 1865 cuando una publicación les colocó ante un mundo fantástico poblado por seres de función desconocida, una realidad distinta a la nuestra, una existencia paralela a la que se ingresaba únicamente por efecto de una magia.

Charles Lutwidge Dodgson, matemático, lógico y escritor inglés que firmaba sus obras bajo el seudónimo de Lewis Carroll, presentó al mundo una realidad poblada de conejos blancos apurados, de sabias orugas azules, de sombrereros locos y de una malvada reina de corazones, una existencia rica en experiencias a la que fue a parar por accidente la pequeña Alicia en Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Casi un siglo y medio después, algunos ilusionistas criollos empezaron a correr la voz de que ese mundo imaginario se había hecho carne y tierra en estos bosques deforestados subtropicales, merced al denodado esfuerzo de políticos y burócratas.

Ahora sabemos que tenían razón. En el corazón de Sudamérica, en una de las naciones más pobres del continente, la combinación mágica de políticos, administradores de turno, sindicatos públicos y un inconstitucional manto de silencio, dio vida a un mundo paralelo en el que cargos, horarios de trabajo, beneficios, idoneidad, capacidad y salarios nada tienen que ver con la realidad del país ni sus posibilidades económicas.

En el mundo real una empresa quebrada, ya sea petrolera o cementera, ni siquiera puede seguir operando. En este mundo fantástico no solo se mantiene en funcionamiento, paga salarios de hasta 20 millones a una secretaria, opera con el triple de funcionarios y se pega el lujo de contratarles sin siquiera una prueba de suficiencia.

En el mundo real una niñera no alcanza a ganar el mínimo. En este mundo esotérico, supera a jueces y fiscales.

En este mundo de brujas y duendes se cobra por presentismo, se recibe hasta tres aguinaldos por año y hay más asesores que parlamentarios. Es una vida mágica a la que todos los demás mortales querrían acceder, pero al que solo se puede entrar por derecho de sangre o por filiación política.

Este mundo de fantasía, sin embargo, como en todo cuento mágico, esconde un oscuro secreto, una verdad inconfesable que explica la razón de tanta abundancia. Es un mundo vampiro que se nutre del mundo real. Los beneficios, esa felicidad de rico en un mundo pobre se financia con 93 de cada 100 guaraníes que pagan los que están fuera del reino, los contribuyentes que solo reciben a cambio las migajas del festín público.

Es un mundo mágico, pero no es real y no podemos seguir financiándolo.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 27 de Octubre de 2013, 03:00

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