QUE NO LE SUDEN

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Cartes se la está jugando y hay que reconocérselo.

Armó un Gabinete técnico y cartista.

Hizo una clara demostración de independencia de su partido colocando nada menos que a un liberal, Francisco de Vargas, en la cartera de mayor peso político, y a un técnico claramente identificado con el luguismo, Hugo Roig, en una de las instituciones más codiciadas por las famélicas huestes coloradas, el Instituto de Previsión Social (IPS).

Lo peor es que los detractores de ambos nombramientos ni siquiera tienen argumentos no políticos para protestar, porque ambos son técnicos respetados en su trabajo y sospechados de honestidad, una combinación harto difícil de encontrar en personas que llevan ya varios años trabajando para el Estado.

Cartes se atrevió a más y puso a otro técnico –de afiliación colorada, pero de nula actividad partidaria– al frente del paraíso financiero de la administración pública, Itaipú.

El ungido fue James Spalding, un economista aséptico que carga con un mérito pocas veces reconocido: cuando el Congreso rechazó su proyecto de acuerdo con el FMI siendo el ministro de Hacienda del atribulado gobierno de González Macchi, renunció. Por ética, dijo, una fea palabra en aquellos tiempos aciagos.

 En Hacienda y el Banco Central no hubo sorpresas. Cartes siguió la buena costumbre que inauguró Nicanor y consolidaron Lugo y Franco de poner allí a gente de primera, técnica y humanamente hablando.

En algunas áreas no son las figuras descollantes que nos gustaría ver, como en Justicia y Trabajo, Salud y Obras Públicas, aunque tampoco se pueda decir que son malas personas.

En realidad, poco o nada se puede decir porque básicamente son desconocidas. Pueden ser una grata sorpresa como todo lo contrario.

Habrá que esperar resultados para juzgar.

Lo que sí es seguro es que no se ve por ninguna parte al Partido Colorado.

No hay en el Gabinete cupos ni espacios para garantizar apoyos ni cuñas desde donde poder influir en el Gobierno Nacional.

Cartes armó un equipo enteramente suyo y lo hizo enviando una señal clara y dura a su propio partido.

Les dice que está dispuesto a intentar hacer lo que prometió. No era lo que muchos de ellos esperaban. No formaba parte de su libreto.

Ahora, las cartas del presidente están sobre la mesa. Es una apuesta fuerte, arriesgada.

El hombre quiere cambiar las reglas y está demostrando que tiene el coraje de intentarlo.

Nos queda esperar a ver con qué cartas juegan los otros.

El juego apenas acaba de comenzar.

Que no le suden las manos presidente.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 18 de Agosto de 2013, 00:00

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