EL GATO CÓSMICO Y LAS ELECCIONES EN PARAGUAY
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
El gato cósmico era una tira de dibujos animados japonesa que acompañaba mis siestas de niño. Un capítulo en especial llamó mi atención porque puso en entredicho todo lo que mis padres predicaban con insistencia, aunque no siempre con el ejemplo. "Hay que decir siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad".
En el capítulo en cuestión, de la alforja mágica del gato venido de las estrellas se escaparon algo parecido a unas pequeñas langostas que tenían la poco decorosa costumbre de meterse por los orificios de la nariz de la gente y el inconveniente efecto de obligarles a decir todo cuanto pensaban, sin ningún tipo de eufemismos.
Las consecuencias fueron catastróficas. Las vecinas terminaron trenzadas en bochornosas peleas callejeras, matrimonios separados por discusiones absurdas y amistades de toda la vida rotas de manera irreparable. Y todo porque la comunidad perdió la capacidad de mentir.
Claro, no eran las mentiras de fondo, esas que ocultan situaciones inadmisibles, sino aquellas necesarias para mantener la diplomacia de la rutina. Como cuando ella, de ocho meses de gestación, le pregunta a él si la ve gorda. O cuando ella le asegura a él que solo se estaba fijando en el color azul intenso del pantaloncito del jugador, tan parecido a un vestido que vio la vez pasada, y no en la firmeza atlética de sus glúteos.
La moraleja del episodio me quedó más clara con los años, cuando pasó a resultar obvio que la mayoría de las personas prefiere no decir todas sus verdades para facilitar la convivencia. Esto se hace más evidente en las relaciones diplomáticas entre los países y en los discursos políticos.
En ese escenario casi nunca los protagonistas dicen todo lo que piensan. Ya lo señalaba Talleyrand, uno de los padres de la diplomacia moderna: "Solo hay una cosa más terrible y devastadora que la calumnia: la verdad".
Por eso resulta tan deliciosamente refrescante, aunque terriblemente incómodo para los involucrados, el episodio del presidente uruguayo, Pepe Mujica, quien en una conferencia internacional no se percató de que los micrófonos estaban funcionando y exteriorizó su frustración sobre las complejidades de negociar con la mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner, con una frase que se apuntó para la historia: "Esta vieja es peor que el tuerto".
Por esa misma razón no puedo sino admirar el coraje de una candidata presidencial en Paraguay, Lilian Soto, de Kuña Pyrenda, quien a sabiendas del impacto que tendría en un electorado profundamente religioso como el nuestro, se pronunció a favor de despenalizar el aborto, reconocer el derecho de homosexuales y lesbianas a casarse y adoptar hijos, y de cobrar muchos más impuestos.
Podemos estar en desacuerdo o no con ella, pero que tiene el temple de hablar con la verdad, aunque esta sea más devastadora que la mentira, nadie puede negarlo.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 07 de Abril de 2013, 00:00
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