DEBATES HORMONALES

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Una sucesión de hechos bochornosos recientes nos permiten dimensionar una vez más cuánto nos falta para convertirnos en un país adulto. Demasiados arranques infantiles, altos niveles de histeria y una deplorable tendencia a las reacciones hormonales configuran el rostro granujiento de una sociedad a la que le cuesta alcanzar la madurez en el debate.

Empezó con un rechoncho parlamentario y un circunspecto presidente visitando cuarteles de frontera. Nadie me supo explicar qué hacían Federico Franco y el diputado José López Chávez embutidos en uniformes camuflados y con los infaltables lentes oscuros. No sé quién les dijo que para recorrer una institución militar hay que vestirse de soldado.

Debo suponer que si la próxima vez visitan un convento irán disfrazados de monjas.

Como sea, el vestuario parece haber inspirado a nuestro pintoresco diputado, quien aprovechó la ocasión y la presencia de periodistas para insistir en la necesidad perentoria de endeudar al país por casi 600 millones de dólares para, entre otras cosas, reparar tanquetas oxidadas y artillarlas. No quedó claro para qué necesitamos artillar unos tanques cuya única utilidad conocida es desfilar por las calles de Asunción en los días patrios.

Alguien me retrucó señalando que nos urge acondicionar a las FF. AA., no para enfrentar una guerra -cuya mera hipótesis resulta harto fantasiosa-, sino para atacar problemas reales que hacen a la seguridad interna, como el EPP y la mafia transfronteriza.

Sigo sin entender cómo acabaremos con los miembros del EPP, los narcos o los contrabandistas con balas de cañón. Tengo la impresión de que incluso serían más útiles los arqueros de la parcialidad Aché. Es más, si pensamos hacer la guerra arrojando libros y jeringas, como vaticinó un colega y correligionario de López Chávez, estos habilidosos guerreros silvícolas serán a la postre nuestra mejor opción.

Para completar el espectáculo, algún ocurrente preguntó cómo vamos a gastar dinero en pólvora si hoy no alcanza siquiera para el pan y la jeringa. Allí nomás saltó José Manuel Bóveda, senador del Unace devenido en nutricionista, para explicar que podemos vivir con una dieta de maní y mandioca mientras nos gastamos el almuerzo y la cena para comprar armas.

Puede ser interesante, pero, por lo que leí de las propiedades de ambos alimentos, para cuando tengamos las tanquetas en forma no habrá mucha gente en condiciones de usarlas.

A lo mejor podemos mejorar el aporte nutricional tanto del tubérculo como de las semillas si apelamos a los transgénicos; pero este no es un espacio adecuado para discutir sobre cuestiones genéticas.

Para eso están las homilías. Siempre que no las interrumpa un médico devenido en presidente.

En fin, es larga esta adolescencia.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 09 de Septiembre de 2012, 00:00

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