LA CORTE DE LOS MILAGROS

 Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Cada vez que alguien retoma la discusión sobre el desastroso Poder Judicial no falta quien afirme que el problema es exclusivamente del sistema y no de las personas que lo hacen funcionar.

Según esto, el problema radica en la forma como designan y destituyen jueces y fiscales, o en el tiempo que estos pueden permanecer inamovibles en sus cargos, y no en que, por ejemplo, Sindulfo Blanco o Víctor Núñez sean ministros de la Corte.

Entiendo que el modelo que adoptamos tiene fisuras -muchas- y que hay un montón de cosas por corregir, pero no logro imaginarme la solución sin poner énfasis precisamente en las personas.

Es como decir que un matrimonio feliz depende casi exclusivamente de lo que diga la ley sobre la unión civil de las personas, o de cómo y dónde se realizó la boda, o de cuándo y en qué circunstancias se declaró el novio o la novia, y no de con quién tiene uno, en definitiva, el buen tino o la desgracia de casarse.

El culebrón de la justicia tiene absolutamente todo que ver con las personas. Tanto es así que estoy obligado a reconocer que ninguno de los actuales miembros de la Corte me ha decepcionado.

Cada uno de ellos, algunos más que otros, ha actuado exactamente como supuse que lo harían cuando fueron designados. Lamento si usted fue alguno de los ingenuos que esperaba otra cosa, pero de una partida de limones nunca se obtiene jugo de frutilla.

Dudo, pues, que la solución pase por cambiar el método de selección, ni por satanizar el cuoteo político, ni por creer que la reforma constitucional obrará cambios mágicos.

El problema seguirá allí en tanto se mantenga el mismo nivel de tolerancia de la gente para con la clase política.

Y voy a graficar el concepto, como dice algún periodista deportivo.

En el fútbol, si armamos una selección con los mejores jugadores es lógico albergar esperanzas de clasificación para el próximo Mundial. Sin embargo, si seleccionamos mediocres, de esos que ni siquiera juegan en Primera, sería absurdo esperar el milagro.

Afortunadamente, ese segundo escenario nunca se dará sencillamente porque los hinchas no habrán de permitirlo. Cualquier intento terminaría con el linchamiento tanto del director técnico como de quienes le contrataron.

Si la misma reacción se diera a la hora de integrar la Corte no habría una clase política designando mediocres funcionales en los cargos.

Ellos y nosotros sabemos quiénes son los mejores, no se necesita de exámenes para identificarlos. Con un juez como Pedro Mayor Martínez o un abogado como Granada Salaverry huelgan los comentarios. Sí hay que garantizarles inamovilidad desde el vamos, eso está claro. Lo demás vendrá por añadidura.

Repito, es como saber casarse. La clave está en a quién elegís. Podés hacer la mejor elección del mundo y tener la suerte increíble de que la candidata perfecta te acepte -como le pasó a este inmerecidamente afortunado servidor- o podés casarte con Lorena Bobbit y echarle la culpa a la institución del matrimonio cuando la relación se corte abrupta y dolorosamente.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 06 de Mayo de 2012, 00:00

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