LA IZQUIERDA NEOYORQUINA
Por LUIS BAREIRO
lbareiro@uhora.com.py
No me explico cómo puede alguien suponer siquiera que el lanzamiento oficial de la candidatura de Mario Ferreiro a la presidencia de la República es el preludio de un oscuro plan urdido por la izquierda bolivariana para retener el poder e iniciar un proceso gradual de destrucción de la propiedad, el capital y las libertades públicas. El carismático presentador de televisión oficializó su postulación con el puño izquierdo en alto y el grito emblemático de "hasta la victoria siempre", frase con la que el mítico Guevara cerró su carta de renuncia en Cuba y partió en busca de nuevas revoluciones en el continente negro, para terminar su vida terrenal en una celda boliviana y renacer como el mayor héroe romántico de la guerra fría. Poco de historia y mucho de leyenda. Lo cierto es que el Che estampó la frase para la posteridad vestido con su uniforme de campaña y acompañado de algunos de los más rudos soldados de la guerrilla. Ferreiro la repitió sentado en el mullido sofá de un set de televisión y escoltado por Lorena Arias, de generoso escote, y Yolanda Park, encarnación mediática de la gracia del Oriente. Mario Ferreiro, playboy de interminables noches asuncenas, primer adelantado de las playas de Punta, un sibarita que ha sabido sorber con fruición los jugos pecaminosos de la vida y que lo ha hecho sin complejos y sin dobleces. Un hombre del mercado y la farándula, de la música y la literatura, de los trapos, del glamour y las mujeres. Un caballero mediático. ¿Y es este hombre la temible carta bolivariana que escondía el cura irredento bajo su des– lucido hábito? ¿Es este el seguro enterrador del derecho de propiedad, de la libertad de prensa y de la autonomía del mercado? ¿Es Mario Ferreiro el próximo Evo Morales, el clon de Hugo Chávez, la versión lampiña de Fidel? Lo veo difícil. Por de pronto, lo único que sabemos con certeza de Mario es que se trata de un hombre carismático e inteligente, que gusta de la buena vida y que ha sorteado una profesión espinosa sin generarse broncas ni malquerencias importantes. Eso es bueno, porque significa que es capaz de conversar con cualquiera; y es malo, porque no sabemos si tendrá el coraje de plantarse cuando tenga que hacerlo. Ha jugado de buen tipo toda su vida. Y puede que eso sea un mérito. O puede que no. Solo me resta decir que, a juzgar por su candidato más fuerte, la izquierda criolla, más que bolivariana, parece salida de una película de Allen, casi una izquierda neoyorquina, seductora, inteligente, desconcertante y deliciosamente neurótica.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Domingo, 15 de Abril de 2012, 00:00
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