CUENTOS DE BRUJAS

  Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Desde hace una semana, más de 400 niños no van a clases porque, según sus padres, una supuesta bruja amenazó con sacrificar a siete, como parte de un ritual mágico. Entrevistada por la prensa, la mujer apareció en televisión -descalza y equilibrando un machete sobre la cabeza, única demostración pública de sus poderes místicos- y negó haber proferido ultimátum alguno, aunque lo que habló fue suficiente como para dudar de su cordura.

El director del colegio contó que desde que corrió el rumor sobre las supuestas intenciones de la pretendida hechicera solos diez alumnos siguen yendo a la institución. "Y no les culpo -dijo-, pues toda la comunidad está paralizada de miedo".

Esta historia ocurre en Tacuatî, una localidad de San Pedro con 11.079 habitantes. Lo que hace de ella notable es que una sola mujer, armada apenas con un oxidado machete sobre la cabeza, logró paralizar a los 11.078 restantes.

Cuando se les preguntó a los padres por qué no presentan una denuncia formal ante la Policía o el Ministerio Público, la respuesta fue todavía más desconcertante: porque temen ser víctimas de algún embrujo.

O sea, ese medio millar de padres que no envían a sus hijos a clases no le temen a una loca empuñando un machete, sino a una bruja hurgando en las tripas de un pollo negro.

Alguien me dijo que estos fenómenos afectan exclusivamente a la gente más pobre, que vive sumida en la ignorancia y en el oscurantismo religioso. Es una falacia que se desplomó sola con el caso de la parasicóloga, médico clínico alternato y holístico Midiam Paulina Prieto, una mujer que cayó detenida tras una investigación del periodista Roberto Irrazábal, de Última Hora.

Midiam auscultaba y diagnosticaba a sus pacientes utilizando un aparato de su invención, que consiste en un ventilador al que le adicionaron un foco. Luego les sometía a una presunta intervención quirúrgica con una aguja que mantenía en un tarro con alcohol, y que utilizaba por igual para todos sus clientes. Por último, les recetaba unas pastillas de colores, que repartía en unos frascos sin etiqueta ni prospecto, y que eran de elaboración propia.

Midiam atendía hasta 75 pacientes por día. Frente a la casa se podían ver estacionadas poderosas camionetas cuatro por cuatro e incluso los custodios de algunas personalidades públicas. Cobraba un promedio de cinco millones de guaraníes por mes.

Por supuesto, era una estafa. No tiene título médico alguno. Y las pastillas eran placebos o la combinación de drogas inanes.

Entre sus víctimas hay un número notable de personas con cáncer, que hoy se enteran de que no solo se robaron su dinero, sino que también les privaron de la posibilidad de esquivar o postergar la muerte, derrochando un tiempo que era dolorosamente escaso y que debieron emplear en la medicina científica.

Si preguntamos un poco, descubriremos que estas historias se repiten a lo largo y a lo ancho del país, y que no respetan clase social ni formación académica.

Y es que hay un elemento común detrás de todas ellas: nuestra absurda fascinación con lo místico, lo improbable o insostenible.

Construimos pasiones y miedos en el aire. La razón no es el cedazo de nuestras vidas. Aceptamos como probables las más absurdas historias. Y lo que es peor, actuamos de acuerdo con ellas.

Eso explica muchas cosas, desde la violencia en el fútbol hasta las pasiones políticas.

No es racional ni lógico que una persona se convierta en fanática de una organización que no le otorga beneficio específico alguno, y cuyos líderes le piden su apoyo aunque no le presenten una sola propuesta de cómo ese apoyo podría beneficiarle en algún momento y de alguna manera.

En el deporte, la pertenencia a un club supone beneficios inmateriales: el disfrute de una victoria o la amargura de una derrota.

En la religión existe la promesa mística de la vida extraterrenal.

En la política, empero, el fanatismo religioso o deportivo es un absurdo.

Las promesas y el disfrute deben ser terrenales y concretos. Lo demás son cuentos de brujas.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 01 de Mayo de 2011, 01:00

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