UN CORTE DE LUZ, UN PADRE NUESTRO Y DOS AVEMARÍAS

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Pocas cosas son tan irritantes como los cortes de luz, sobre todo si el calor aprieta y hay comida en abundancia cobrando vida en la heladera. Le pasó a mucha gente que inició el año con una vigilia de 16 horas sin el servicio de la Ande porque el primer ventarrón del 2015 dejó un tendal de tendidos eléctricos distendidos.

La pregunta obligada tras esa experiencia mística era hasta cuándo, y se la trasladé al actual presidente de la compañía estatal de electricidad, quien entre sus virtudes puede jactarse de ser brutalmente honesto.

El hombre me explicó pacientemente que cerca del 80 por ciento de los apagones se producen porque las ramas de los árboles hacen contacto con los cables desnudos del servicio produciendo un corto que anula inmediatamente la corriente. Esto se puede solucionar parcialmente sustituyendo esos cables desnudos por cables cubiertos.

El drama es que entre los planes de la compañía solo se prevé hacer la sustitución del 25 por ciento de la red de Ande en Asunción, lo que supone menos del diez por ciento del servicio en todo el país. Vale decir, el 90 por ciento seguirá dependiendo de la devoción con que los usuarios le recen a la divinidad para evitar mágicamente que el menor temporal los deje a oscuras.

El problema de fondo es plata, hay que pagar de una vez la inversión que no se hizo a lo largo de tres décadas. Cambiar cables desnudos por cables cubiertos en todo el país cuesta aproximadamente 2.000 millones de dólares.

Pero hay más. La solución de fondo es sustituir todos los cables aéreos (desnudos o cubiertos) por un cableado subterráneo, lo que supone un presupuesto diez veces mayor. Parece imposible.

Sin embargo, cuando se analizan los números, resulta que el 60 por ciento de la inversión corresponde a los costos de romper las calles, cavar para construir los túneles por donde correrá el cableado y volver a repararlas.

El detalle es que ese trabajo ya está previsto que lo haga la compañía estatal de agua, Essap, que romperá y cavará en todas las calles del Gran Asunción en los próximos tres años para instalar el sistema de desagüe cloacal.

Esto mismo lo tendrán que hacer más tarde o más temprano la telefónica estatal y las compañías privadas de televisión por cable. ¿Por qué no hacerlo de una vez y repartir entre todas las empresas el costo de la obra?

¿Por qué no aprovechar y reparar las calles sustituyendo el asfalto por cemento?

Para lograr este prodigio solo se necesita que trabajen coordinadamente tres empresas públicas, unas cuantas privadas y cuatro o cinco municipios. ¿Imposible? En teoría no, se supone que para eso hay Estado. Y una Secretaría Técnica de Planificación.

Pero, por si acaso, esta noche, métale nomás un padrenuestro y dos avemarías más, que enero se viene cargado de tormentas.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 04 de Enero de 2015, 01:00

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