REFORMISTAS DE GUA'U

Va Con Onda

Por LUIS BAREIRO

Es notable cómo en Paraguay todos somos fervientes defensores de las reformas, en tanto estas no empiecen por casa.

Hasta hace unos días, por ejemplo, no había político de la oposición que no se cortara las venas porque se llevara a la práctica la eternamente postergada reforma agraria.

Sin embargo, apenas se anunció la realización de una mensura para determinar la ubicación de unas tierras que recuperó el Estado hace cuarenta años, los mismos potenciales suicidas se atropellaron exigiendo la cabeza del atrevido que inició el proceso.

En realidad, el funcionario solo hizo lo que está obligado a hacer. Ocurre que hay una sentencia definitiva de la Corte Suprema de Justicia de 1963 que restituyó al Estado unas 257.000 hectáreas de tierra que habían sido vendidas en 1888 a un grupo de compradores que nunca pagó por ellas.

La ley conmina a los actuales administradores del Estado a identificar dónde están esas tierras y a explicar qué se hizo con ellas.

El anuncio de que parte de esas tierras podría corresponder a las fincas que hoy ocupa el poderoso empresario brasileño Tranquilo Favero desató un verdadero festival mediático.

De pronto, la intención de ubicar aquellas tierras públicas mediante una mensura judicial se convirtió para algunos en una declaración de guerra. Los detractores de la medida vaticinan que su aplicación desatará un caos jurídico sin precedentes. Es el fin del mundo tal como lo conocemos.

Por su parte, varios de los gremios de productores ya adelantaron que solo respetarán como válidos sus actuales títulos de propiedad, independientemente de los resultados de la mensura.

Y, por supuesto, un grupo de pillos amparados bajo el dudoso título de dirigentes sociales, se apostaron ya a la vera de las fincas en litigio, ansiosos por privatizar para ellos y sus secuaces las tierras que eventualmente pasen a ser públicas.

Esta es una prueba de fuego para la institucionalidad de la República.

Más allá de las presiones de las corporaciones productivas y sus voceros mediáticos, y de las tentaciones populistas y los delirios belicosos de los patoteros encarpados, el Estado debe determinar dónde están esas tierras que la Justicia le restituyó, qué se hizo con ellas y quiénes lo hicieron.

Y luego deberá iniciar un proceso de negociación con sus actuales ocupantes, en especial con aquellos que legítimamente puedan considerarse compradores de buena fe porque los títulos que les vendieron habían sido registrados como válidos por el propio Estado.

Es un trabajo engorroso y urticante, pero absolutamente necesario para depurar los títulos de propiedad de los productores, sean estos paraguayos, brasileños o brasiguayos.

No existe reforma agraria posible si no se garantiza antes la propiedad de las tierras a ser producidas. Y eso, mal que les pese a muchos, también incluye a la propiedad pública.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 25 de Septiembre de 2011, 01:00

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