Todo amor aspira a ser perpetuo. Aun desde la certidumbre de la fragilidad de sus alas, el anhelo es que perdure más allá del dolor, la ausencia y los sinsabores propios de la rutina. Pablo Barrios, músico y compositor nacido el 25 de enero de 1936 en Alfonso Central, jurisdicción de Caraguatay entonces -Departamento de la Cordillera-, y su novia no eran ajenos a ese deseo invariable de los enamorados. En su tierra natal ambos aguardaban que la dicha les acompañara de por vida.
En medio del romance, sin embargo, aparecieron nubarrones cargados de presagios amenazantes. Ella, de a poco, se iba alejando de él. Su sonrisa forzada escondía algún enigma que el joven artista no podía descifrar. Pese a sus esfuerzos, la distancia cada vez era mayor. Después, ya no hubo caso. Los lazos que unían a la pareja se desvanecieron, se hicieron humo en el viento.
"Había sido nimbo ra'e peteĩ che rapicha músico avei oipe'a chehegui la che noviami (Ocurrió que un colega músico se quedó con mi novia)", cuenta Pablo recordando aquel episodio de su vida. Entonces, entre finales de 1961 e inicios de 1962, empezó a componer la melodía de MI SUEÑO DORADO.
Una noche, después de actuar en una fiesta de la zona, le llevó a su casa a su compañero y amigo EULALIO IGLESIAS. "Con él, en la madrugada, hasta el amanecer, sin descanso, compusimos. Yo le iba diciendo mi idea e íbamos acomodando juntos la letra y la música", rememora el que después de muchos años volvía a ser el dúo de Quemil Yambay en Los Alfonsinos.
Pablo era consciente de lo que le había pasado. Por eso en una parte le dice a ella que en las serenatas ya otra guitarra -en alusión al que músico que se quedó con su prenda-, le iba a bajar las estrellas a su ventana. No quiere mencionar su nombre. "Alapínta, upéa ko secreto. Omendáva niko ha ndovaléi ha'e la héra (Eso es un secreto. Está casada y no conviene que mencione su nombre)", responde tan solo para salir al paso de la pregunta a quemarropa acerca de la identidad de la mujer a quien dedicó la composición.
De algún modo, la obra anunciaba el futuro que le esperaba a Pablo Barrios. Aunque menciona el destino -entendido como una ciega fuerza contra la que es imposible oponer la voluntad humana-, como maldito y cruel en relación a su frustrado romance obviamente, dice que lo transportará lejos de ella. El que le causó el mal -según su percepción-, también le brindaría una oportunidad, ya sin la mirada de la que había amado.
Con KEMIL YAMBAY, de Alfonso Tranquera, y otros dos músicos de Alfonso Loma, en 1962, Pablo salía de gira con Los Alfonsinos por el Alto Paraná. "Para entonces yo le había olvidado ya a quien era 'mi sueño dorado' por un buen tiempo. Nos fuimos de gira y pronto yo encontré 'mi diosa blanca', una rosarina que me inspiró otra obra. Con ella me entusiasmé tanto que pronto me dio tres hijos", concluye.
Alguna vez publicamos la historia de MI SUEÑO DORADO relatada el autor de su música, PABLO BARRIOS, oriundo de Alfonso Central, de la jurisdicción de Caraguatay.
El músico y compositor relataba que la obra había nacido entre 1961 y 1962 a raíz de una decepción amorosa: la mujer a la que amaba se había marchado con otro. Después -decía-EULALIO IGLESIAS, a partir de lo que él le iba manifestado, le puso la letra a la melodía.
Al preguntársele quien había sido la destinataria de su inspiración cortó por lo sano al expresar que era un secreto que no podía cobrar estado público porque la mujer estaba casada.
Hasta aquí la historia que contáramos a partir del testimonio de Barrios.
JUAN CARLOS OVIEDO -músico nacido en la compañía Tacuara Oviedo, Itacurubí de la Cordillera-, el 4 de noviembre de 1947 sin embargo tiene otra versión. "Aikuaa porã pea porque che sýpe ojejapova'ekue (conozco bien la historia porque la destinataria fue mi madre)", me dijo un día. Era el punto de partida de otra versión de MI SUEÑO DORADO.
MAXIMINO APURIL era un hombre rico de la zona de Itacurubí de la Cordillera donde tenían un establecimiento ganadero en una porción de tierra de gran extensión. Poseían otro en el Chaco. Pertenecía a una familia que había venido de Corrientes.
"Apuril ya tenía tres hijos con mi madre, MARTINA AVELINA OVIEDO. El hombre estaba a punto de irse a Riacho He’ê, Formosa, a otra estancia. Antes de partir, le escribió a mi mamá y a Lucía Burgos, también del lugar, lo que se conoce como MI SUEÑO DORADO. Como su partida era inevitable, les dejaba como recuerdo, en 1929, esos versos. En una serenata le hizo escuchar a mamá, que tenía unos 20 años, lo que había escrito para ella", rememora JUAN CARLOS OVIEDO.
Maximino tocaba el acordeón y EULALIO IGLESIAS le acompañaba en el canto y la guitarra. Iglesias tenía la letra de Apuril y se la dio a PABLO BARRIOS para que le pusiera música. Pasaron varias estaciones y se presentó la oportunidad de grabar la composición. El DÚO BARRIOS-YAMBAY (PABLO BARRIOS y QUEMIL YAMBAY) iba a ser el intérprete. Fue entonces que EULALIO IGLESIAS recordó que los versos eran de MAXIMINO APURIL. Este ya vivía por entonces en Asunción con su esposa, la argentina ANA CHIR, según corrobora ZULMA APURIL, sobrina del poeta y músico.
"Como Iglesias quería figurar como autor de la letra, conversó con Apuril -que era un hombre de buena posición económica-, para que le autorizara a inscribir a su nombre, como letrista, la polca. Maximino no puso objeción alguna al planteamiento. De esa manera, Eulalio Iglesias firmó con Pablo Barrios", comenta Juan Carlos Oviedo.
Raúl Apuril, otro sobrino de Maximino, asegura que en las grabaciones faltan dos estrofas del original. "En mi archivo estaba la versión completa. Entre mudanza y mudanza, sin embargo, se me perdió la copia", acota quien alguna vez, con entusiasmo, empezó a hurgar el pasado de su familia cuyos orígenes son franceses. "Cuando mi tío escribió los versos era secretario de la Municipalidad de San Lorenzo", corrobora.