IRREVERSIBLE, 2006
Lugar: Patio Leonor - Manzana de la Rivera – Asunción
Instalación de WILLIAM PAATS
Medida: 20 metros x 2 metros
Materiales: Carbón vegetal y arena.
La acción-intervención se presentó en los distintos lugares:
2006 – Frente al acceso del Centro Cultural “El Cabildo” – Asunción;
2006 – Patio Leonor, Manzana de la Rivera – Asunción;
2006 – Centro Cultural de España “Juan de Salazar”– Asunción;
2007 – Palacio Ca`Zenobio 52 Bienal de Venecia – Italia;
2008 – Castillo Aragonés – Itranto – Italia;
2008 – Museo de Arte Contemporáneo, Bahía Blanca– Argentina;
2009 – Galería Municipal Pancho Fierro, Lima - Perú
IRREVERSIBLE, DE WILLIAM PAATS
EL GESTO ARTÍSTICO COMO APELACIÓN ÉTICA
En 1903 el diario El Cívico, de Asunción, publicó una serie de artículos bajo el título “Desmontes (apuntes sobre la necesidad de una verdadera legislación forestal)”. Su autor, Gustavo Sosa Escalada, había sido alumno de Moisés Bertoni y compartía con él su preocupación ecológica. Los artículos fueron recibidos con entusiasmo por los círculos científicos y con total indiferencia por las autoridades a las que pretendían sensibilizar1.
Ya en aquel momento Sosa Escalada vaticinaba que “el día que se habiliten nuevas vías de comunicación interiores, la devastación de los bosques irá hasta el corazón de país, i para ese entonces le esperan al Paraguay los mismos i terribles males que azotaron á Francia en la primera mitad del siglo XIX, i que azotan a España e Italia hasta el presente: el régimen torrencial arrasándolo todo en forma de diluvios, inundaciones o secas pertinaces”2.
Más cerca en el tiempo, la preocupación por la tala indiscriminada de los bosques se introdujo en el ámbito del arte3. Hoy, entre las expresiones que plantean una visión crítica de este proceso de destrucción del medio ambiente, la obra de William Paats se inscribe en una línea de interpelación a la conciencia. Sin declinar la faceta didáctica que cultiva desde hace muchos años, Paats reduce a sus efectos, obvios por cierto, la insensata acción humana. De presencia casi filosófica, esta instalación en tres tiempos simultáneos, sugiere la inmovilidad de la muerte. Carbón y arena. Este gesto, silencioso y grave, suena con los registros de la desazón y el pésame, pero también con un timbre de alerta roja ante un futuro seco, estéril.
Más allá del clisé casi escolar en que se ha convertido la preocupación por el medio ambiente, la utilización de tres espacios dedicados al arte desplaza la temática de escenario, trasladándola del campo de la acción política o social al campo de lo simbólico. Con total economía de medios, este llamado de atención sobre un fenómeno “irreversible”, instala una postura crítica frente a los hechos, al tiempo que busca generar conductas inteligentes y éticas.
Only after the last tree has been cut down,
only after the last river has been poisoned,
only after the last fish has been caught,
only then will you find that money cannot be eaten4.
Vale recordarlo.
ADRIANA ALMADA- mayo 2006
1. Las felicitaciones de Bertoni y muchas opiniones favorables animaron a su autor a reunirlos y publicarlos, a partir de 1908, en la Revista del Instituto Paraguayo. Estos artículos fueron reproducidos, in extenso, en una separata especial de “La Buhardilla”, Nº 4, Asunción, enero 1991.
2. Palabras preliminares, RIP, vol. 59, Asunción, 1908, pp. 549-579 (grafía usada por el autor).
3. Vale citar la obra de Gustavo Benítez presentada en la Manzana de la Rivera en 1997, titulada “Soy un 7%”. Era una instalación realizada a partir de fibras vegetales, concebida como una demanda desesperada ante la desaparición de los bosques. Esta preocupación por la depredación de los recursos naturales se evidencia en otros tantos artistas contemporáneos, entre ellos el brasileño Cildo Meireles, cuya participación en la 11 Documenta de Kassel advertía sobre el peligro de la escasez de agua en el planeta.
4. “Sólo después que el último árbol haya sido cortado/ sólo después que el último río haya sido envenenado/ sólo después que el último pez haya sido atrapado/ sólo entonces descubrirás que el dinero no se come” (anónimo).
Irreversible, 2006 - Centro Cultural de España "Juan de Salazar"
IRREVERSIBLE O LA ESTÉTICA DE LA AMENAZA
En la segunda mitad de la década de los años ’60 del siglo XX , a la que podríamos asumir como período de disolución del primer imaginario moderno , los artistas – y por sobre todo los de la escena norteamericana – reflotan la duchampiana, si no neodadaísta, idea de arte y vida como alternativa a la imagen deflacionada de los modos pictóricos tradicionales, abstractos o no.
El Minimalismo, el Land Art, la Instalación, las Performances, entre otros movimientos alternativos, y como inmediatos al conceptualismo, descubren en el ámbito natural y artificial – el paisaje y la ciudad – una vigorosa y radical vocación estética. Es de suponer entonces que verborragias neologistas tales como objeto específico, sitio específico, instalación, intervención ... pretendan traducir, al mismo tiempo que suavizar, el radical filo literal del arte sesentista como novedosa operación positiva en estas dimensiones de lo real. Hoy, mucho de la producción artística contemporánea globalizada aún explora la experiencia, las ideas y el concepto de estas proposiciones.
Sorprendentemente condescendiente con las estrategias minimalistas – reducción formal, repetición, seriación y reificación -, William Paats instala tres grandes recipientes , rigurosamente divididos en mitades geométricas, conteniendo arena y carbón, simultáneamente en espacios significativos de instituciones culturales de la ciudad: Centro Cultural de España “Juan de Salazar” (Sala Goya), Manzana de la Rivera (Patio Leonor) y Centro Cultural Cabildo (Explanada de acceso). Con todo, Paats logra controlar la gélida cosidad de sus objetos específicos restituyendo el significado agregado – historia, memoria, experiencia - a través, si no de metáforas estructuradas, de estrategias poéticas de sustitución biunívoca indefinida: la vida y la muerte por lo claro y lo oscuro, o lo frío y lo cálido por lo vacío y lo lleno...; así, el carbón y la arena, en sutil literalidad de causa y efecto, expresan desde nuestro presente el futuro yermo, estéril e inútilmente petrificado de una naturaleza y una humanidad por desaparecer.
Además, es posible que la obra de Paats opere sobre deliberados olvidos o aplazamientos del lenguaje específico de la propuesta: “descuida” determinadas condiciones de estructura – complejo de relaciones – en detrimento del significado y el sentido de los objetos en función de la complejidad contextual convencional, escala y proporción significativas, diferenciación contextual, entre otros. Sin embargo, la iteración sistemática y desestructurada del mismo objeto en “cualquier” lugar, como otra sustitución clave, aplaza el hic et nunc de la eterna diferencia y el cambio para exacerbar la gelidez y el estatismo de la nada.
Vinculada a reconocidos espacios institucionales de arte de Asunción, hay en esta inquietante, a modo de lápida, instalación de piso – tipología ya histórica -, y no como propósito añadido, un claro compromiso de la ética del artista con el devenir del arte y la vida; actitud que desde posturas individuales y compromisos institucionales diversos los artistas del mundo vienen sosteniendo como uno de los fundamentos centrales de la realización artística con relación a la naturaleza, el mundo, el hombre y la historia.
CARLOS SOSA - Asunción, mayo de 2006
“IRREVERSIBLE”
El 19 de junio pasado el artista William Paats presentó una acción-intervención en tres momentos y centros culturales de Asunción.
El proyecto consistió en emplazar idénticas instalaciones de piso en la explanada de acceso del Centro Cultural Cabildo, en el Patio Leonor del Centro Cultural Manzana de la Rivera y en la Sala Goya del Centro Cultural de España Juan de Salazar.
El tema presentado es un llamado de atención y alerta sobre la deforestación, en este caso, la tala y quema de los bosques en el Paraguay.
William Paats nació y creció en Coronel Oviedo, lugar de cruces de dos rutas que, en su niñez, se encontraban bordeadas de montes característicos de la región.
En su adolescencia ve pasar camiones transportadores de rollos y bolsas conteniendo carbón vegetal los que motivaron al artista para la realización de este proyecto.
En el día de la inauguración Paats actuó como guía itinerante del circuito trazado que comenzó a las 19:00 horas en el Cabildo y, con intervalos de media hora cada uno, en la Manzana de la Rivera y en el Juan de Salazar.
El carbón y la arena fueron los materiales usados, colocados en contenedores sobre el piso, midiendo cada uno veinte metros de largo por dos metros de ancho.
El en caso del Cabildo, William interviene el espacio urbano con la instalación de la obra, a la intemperie, llegando a interpelar al público; en la Manzana de la Rivera instalada en un espacio intermedio “Patio Leonor” quedando protegida, dentro del contexto, por la construcciones circundantes; en tanto que en el Juan de Salazar la obra se circunscribe, a modo de introspección, dentro de la Sala Goya, remitiéndonos al reposo, al que Adorno refiere como una “… imitación del silencio en que toda naturaleza habla”.
Ticio Escobar, en su obra “El arte fuera de sí”, refiere que: “La integración social, fundamental para nuestras sociedades frágiles y dispersas, es resultado de una tarea de construcción política que concierne tanto a la sociedad civil, principio de iniciativa social, como al estado, responsable del rumbo colectivo”
Después de la deforestación, el desierto. El mensaje fue dado mediante la reiteración de estas instalaciones: bosque, deforestación y desierto.
¡“Irreversible” !
MARIA EUGENIA RUIZ
IRREVERSIBLE, 2007 - Instalación de WILLIAM PAATS
Lugar: Palacio Ca`Zenobio - 52 Bienal de Venecia - Italia
Instalación de 20 metros x 2 metros
Materiales: Carbón vegetal y arena.
LA HUMANIDAD IRREVERSIBLE - TRAS LA OBRA DE WILLIAM PAATS
El compromiso ambiental y la evidente postura en favor de la naturaleza que William Paats propone en su obra “Irreversible” logran mantener latente y amenazante, pero no oculta ni descuidada, una baza fundamental en el surgimiento de esa misma irreversibilidad: la acción humana.
Durante los últimos años, Paraguay ha sido brutalmente azotado por las llamas. Campos y bosques devorados por el fuego; en su lugar, páramos desolados, áridos e imposibilitados de volver a ser cultivados. Todas las causas de estos incendios –escribió el periodista Andrés Colmán Gutiérrez para el diario Última Hora de Paraguay– tienen su origen en la inconsciencia social y ambiental. Podemos corroborar esta afirmación en el hecho de que el Gobierno de Paraguay declaró la emergencia nacional recién después de que 500.000 hectáreas fueron completamente arrasadas. Parece, entonces, no haber dudas de que la negligencia humana resulta uno de los principales causantes y un inconsciente cómplice de este “ecocidio”, como bien lo ha llamado el mencionado periodista.
Justamente, “IRREVERSIBLE” nos presenta el efecto de la devastación: un páramo reducido. El cosmos (lo que está dentro y lo que está fuera del contenedor) se resume en tres elementos que podemos reducir aún más a tres colores: el negro del carbón, el ocre de la arena y el blanco de la vacuidad de la sala. Y, entre devastación y vacío, la doble amenaza (hacia afuera de sí mismo y hacia sí mismo) del contenedor de madera con grampas de metal. Paats así logra recrear (pero no representar), en una conceptualización minimalista, la destrucción de la tierra, de la vegetación y de quienes se nutren de ellas; todo ello en un solo golpe de vista. De representar se encarga la breve película proyectada detrás de la obra, complementada por el humo de incienso que nubla la visión.
Está claro que Paats nos somete al golpe inmediato de lo evidente: el carbón y la arena. El exceso de literalidad que no llama, o que no intenta llamar, a la búsqueda de una interpretación bajo criterios tecnicistas: llama a la conciencia social. A la conciencia de que, si las quemas y talas de bosques se repiten, todo el cosmos quedará transformado en lo que está dentro del contenedor. Es en el futuro donde la obra misma adquiere carácter de representación por sobre el de recreación: esto que está dentro será, o puede ser,nuestro mundo. De momento, es una recreación que nos advierte que lo devastado es sólo una parte del cosmos.
Con el carbón y la arena tenemos ya dos sentidos del carácter “irreversible” al que apuntaría Paats. En el primer sentido, nos encontramos con lo obvio, lo evidente: LA DESTRUCCIÓN DE LOS BOSQUES Y DE LA TIERRA ES IRREVERSIBLE. En el segundo, deteniéndonos en lo que está ALLÍ DENTRO, lo irreversible es el orden de los elementos, las dos mitades rigurosamente ordenadas. Si acaso se nos ocurriera girar el contenedor –revertirlo–, el resultado desolador sería el mismo. Arena y carbón, carbón y arena. Lo mismo da.
La concepción minimalista subyacente le permite al artista dialogar con dos interlocutores. El primero, la concepción mimética del arte: justamente lo que no se desea es que los elementos sean una réplica de nuestro mundo. Profundizando más, el mismo concebir la obra como representación resulta una amenaza. Al menos por ahora, la obra no debe ser tomada como MÍMESIS. Eso equivaldría a renunciar a toda esperanza de cambio. El segundo interlocutor es nuestra propia imaginación. Para invocarla, Paats apela al vacío de la sala circundante. En efecto, el vacío nos obliga a imaginar QUÉ ES LO QUE QUEDA una vez experimentado el golpe visual del recipiente y su contenido. Si acaso esta obra se exhibiera al aire libre (como en ocasiones lo ha hecho), el llamado a la imaginación desaparece y se sumaría una nueva advertencia: lo que está fuera del recipiente de madera puede convertirse en el contenido que reside dentro de él.
Encontramos en el contenedor la más simbólica advertencia de la obra. Lo que éste nos muestra es un vestigio del desastre. Dispuesto “a modo de lápida”, como puntualiza el crítico de arte Carlos Sosa, simboliza una presencia, en un doble sentido, amenazante. Por un lado, nos amenaza con extenderse para cubrir dentro de sí todo el cosmos. Por otro lado, es un artefacto, en el sentido más pleno de la palabra (la madera y las grampas de metal son claros resultantes del trabajo industrial humano). En tanto PROGRESA su construcción, extendiéndose a todo el mundo, PROGRESA la destrucción de la tierra. Entonces, simboliza una amenaza para sí mismo en el sentido de que también puede resultar víctima de las quemas (en definitiva, está hecho de madera) y de que su función de demarcar lo no devastado y lo ya devastado perderá sentido cuando todo el cosmos se convierta en un páramo. Lo no devastado actúa como sostén del contenedor. Si éste acabara por destruirse, el recipiente también se destruiría. Parecería condenado a su propia destrucción.
El contenedor, en tanto representa un LÍMITE entre lo ya devastado (pasado) y lo no devastado (futuro), simboliza el presente. Como un reloj, nos muestra el límite PASADO-PRESENTE y, a la manera de una bomba que cuenta hacia atrás, el límite PRESENTE-FUTURO. Todo presente, en tanto “dirigir a” (así puede definirse el verbo latino PRAESUM del que proviene la palabra PRESENTE), nos llama a repensar nuestro futuro. ¿Y desde qué presente repensarlo? Precisamente desde la noción de LÍMITE, de DEMARCACIÓN. De esta forma, el tiempo y el espacio parecen hacerse indistintos uno de otro.
En su carácter de artefacto inconscientemente autodestructivo y de símbolo del presente, el contenedor no es ni más ni menos que el símbolo de la misma condición humana, que carga sobre ella el peso de lo ya devastado. Éste es el tercer sentido del carácter irreversible de la obra: no se puede volver atrás en el tiempo. Éste es el momento de tomar cartas en el asunto, antes que la presencia amenazante del contenedor cumpla con la amenaza que simboliza para sí mismo y para lo circundante. Ha llegado la hora de repensar nuestra propia condición.
La obra nos advierte sobre la amenaza que los seres humanos representamos, a la manera de una “ENTROPOGONÍA”. Así como las cosmogonías nos narraban cómo, a partir de un todo indeterminado, se fue conformando el mundo, esta entropogonía (del griego ENTROPÉ: confusión, y GÓNOS: nacimiento) nos advertiría que este orden ya conformado está en peligro de volver a la nada, a la indiferenciación que se encuentra simbolizada, además, por la chatura de la instalación misma.
Así, el artista recrea una visión de nuestro propio funeral, que se acompaña, formando parte del otro mensaje (la película y el humo de incienso), con el REQUIEM de Mozart. De aquí el SHOCK inicial que nos pone de manifiesto las dos opciones: o bien asumimos una postura en favor de la naturaleza, o bien Paats se convierte en el profeta que habrá predicho la catástrofe.
LUCIANO SABATTINI - Estudiante de Filosofía
Bahía Blanca, Argentina - Noviembre 2008
Irreversible, 2007 - Venecio, Italia
Imágenes y datos facilitados por el Artista
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