LAS ÓRDENES DE CESAR EL FUEGO EN LA GUERRA DEL CHACO
COMENTARIO DE FULGENCIO YEGROS GIROLA
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Un 12 de junio de 1935 cesaba el fragor de la guerra que habÃa turbado durante el lapso de tres años la secular tranquilidad del Chaco. Durante esos tres años, los hijos de los dos pueblos, Paraguay y Bolivia se buscaron por entre sus selvas y sus cañadones en una trágica caza de muerte; hicieron gala de un heroÃsmo que asombró al mundo y no cedieron en valor ni en sacrificio a ejemplo alguno de los muchos que en este aspecto del hacer humano nos muestra la historia.
A través de la perspectiva temporal que nos separa de aquellos dÃas podemos mirar con más objetividad, esa singular epopeya heroica. Abarcarla toda y empezar a juzgarla sin espÃritu de exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero. Porque el tiempo tiene la virtud de ir sacando los acontecimientos del vector profundo de los sentimientos con que son apreciados cuando acontecen, para ubicarlos sobre el horizonte de una lÃnea de mayor comprensión humana en la que van apareciendo los hechos y sus causas iluminados de verdad y en la plenitud de su significación moral.
Desde este punto de vista la acción del pueblo paraguayo en armas durante la Guerra del Chaco, va afirmándose en la historia como un acontecimiento de valor extraordinario. Un pueblo que habÃa soportado el gravÃsimo colapso de un verdadero arrasamiento de cinco años; que apenas habÃa podido reconstruirse, sobre un mar de cenizas y de sangre; con el esfuerzo aunado de sus miles de mujeres supérstites, unos cuantos centenares de ancianos y sus desvalidos niños, que no habÃa aun logrado estabilizar una economÃa primaria de consumo y que venÃa destrozando sus propias entrañas en las luchas fratricidas de una larga anarquÃa interna, se alzó, inesperadamente, con toda la pujanza de su pasado heroico para enfrentarse victoriosamente sobre un circunstancial enemigo que amenazaba arrebatarle, sobre la base de la penetración armada, la rica región occidental de su territorio.
Contra los vaticinios de toda lógica, el Paraguay en armas fue arrancando de las entrañas mismas del Chaco en tres magnÃficas campañas sucesivas y empujando hacia los lÃmites del altiplano de accionar victorioso, todas las formas del heroÃsmo humano, del sacrificio sin reservas, del amor patrio, fueron puestas de manifiesto por este pueblo de campesinos en armas. Y frente a su enemigo de entonces, que en ningún momento cedió en valor, pudo el paraguayo encontrar una nueva estimación de su propio ser.
A setenta y tres años de firmado el alto el fuego de la Guerra del Chaco, la nueva generación sigue comprometida en esta magna labor de afirmarla en toda la amplitud de su significado y empeñada en hacer una Patria verdaderamente nueva. Habrá de lograrlo para bien de todos. Porque en este noble emprendimiento, junto con sus esfuerzos, juega el inmenso impulso moral de los treinta mil soldados caÃdos en aras de ese mismo ideal de Patria grande y nueva, en la llanura inhóspita del Chaco Boreal.
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DEL COMANDO EN JEFE DEL EJERCITO PARAGUAYO Y BOLIVIANO
Nº 108, hora 14 - 14 de Junio - 1935.
Oficial UrgentÃsimo.
A los Comandos en Jefe de los Cuerpos y Unidades dependientes.
Radiograma Nº 5.331.
El dÃa de hoy 14 de Junio de 1935, a las 12 horas, cesarán los fuegos de todos los frentes. Las tropas harán alto a la hora indicada en el lugar alcanzado donde permanecerán hasta nueva Orden.
(Firmado) Gral. Estigarribia
General y Comandante en Jefe del Ejército en Campaña.
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Por su parte el General Enrique Peñaranda, Comandante en Jefe del Ejército de Bolivia, el dÃa anterior, habÃa impartido la suya respectiva en los siguientes términos:
A partir hora 12 dÃa mañana deben cesar por completo los fuegos en toda la lÃnea del frente de operaciones. Las tropas de primera lÃnea permanecerán en sus posiciones, en vigilancia. No se admitirá parlamentarios ni conversaciones de ningún género con el enemigo. Si individuos o fracciones del enemigo se presentasen armados a menos de 100 metros de nuestra lÃnea, con cualquier pretexto, se romperá fuego, dando parte inmediatamente a este Comando, precisando el sector y la unidad, a fin de que el hecho pueda ser constatado en el terreno por los delegados militares de los paÃses mediadores. A partir de la misma hora, no podrá darse misiones de bombardeo ni exploraciones aéreas, debiendo tenerse listas las máquinas, en todo momento, para el cumplimiento de cualquier misión".
(Firmado) Gral. Peñaranda
Comandante en Jefe del Ejército en Campaña
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Órdenes que fueron estrictamente cumplidas en uno y otro bando que dieron oportunidad para que la CONFERENCIA DE PAZ EN BUENOS AIRES pudiera proseguir sus deliberaciones en un ambiente indispensable al esfuerzo que ella venÃa realizando. Gracias a ello se pudo obtener el fructÃfero resultado de que venimos informando para ambos paÃses y constituye el mejor clima para realizar en el continente, en la hoy llamada CUENCA DEL PLATA el Ideal de la Integración.
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EL CESE DEL FUEGO
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La Guerra del Chaco, iniciada en Pitiantuta y proseguida en Boquerón, cuya retoma por nuestras fuerzas después de una sangrienta batalla que duró 20 dÃas colmados de "Sangre, sudor y lágrimas", llevaba ya mas de 1.000 dÃas de duración.
No obstante ello, paralelamente, se sucedieron acciones diplomáticas tenaces de los más diversos paÃses de Europa y América. Estos ante la imposibilidad de haberla evitado en sus comienzos, continuaban sin descanso, con el noble afán de parar la lucha, siendo todos sus esfuerzos lamentablemente marcados por el estigma del fracaso.
En Mayo de 1935, los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, EE.UU., Perú y Uruguay, interpusieron sus buenos oficios entre ambos beligerantes, ofreciendo realizar nuevas tratativas de paz. Aceptada la mediación, sin perjuicio de que las selvas, las quebradas de la pre cordillera andina, hasta donde habÃamos llegado a punta de bayonetas y los cañadones del Chaco, continuaran siendo regados por la sangre de los hermanos en lucha, otra gran batalla incruenta, en el campo diplomático, se realizaba en la ciudad de Buenos Aires - República Argentina, bajo la dirección de su Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Don Carlos Saavedra Lamas y un núcleo de eminencias quienes le servÃan de auxiliares. Frente a ellos tomaron asiento en una Conferencia de Paz, los Dres. Jerónimo Zubizarreta, Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro paÃs y Tomás Manuel Elio en representación de Bolivia. Ambos se hallaban asistidos de eminencias de sus respectivos paÃses, quienes les servÃan también como auxiliares y consejeros.
Tras arduas tratativas realizadas bajo el eco del estampido de los cañones que seguÃan conmoviendo la vastedad chaqueña humedecida con la sangre derramada a torrentes por uno y otro beligerante, el 9 de Junio de 1935, se llegó a un acuerdo de los gobiernos respectivos para cesar la lucha. Para esto hubo de renunciar el Dr. Zubizarreta quien no estuvo conforme con la medida propuesta siendo reemplazado por el Dr. Luis Alberto Riart.
En términos de escasos dÃas, Paraguay y Bolivia, previa la aprobación de sus pueblos respectivos, consintieron que sus representantes firmaran un armisticio hecho que se cumplió tres dÃas después, en la madrugada del 12 de junio.
Como consecuencia, los Comandantes en Jefes de las fuerzas en oposición ordenaron la cesación del fuego para el dÃa 14 de Junio a las 12 horas. Este suceso estuvo controlado por una Comisión Militar Neutral, apresuradamente destacada desde Buenos Aires por la Conferencia de Paz que estuvo integrada por representantes militares de los seis paÃses mediadores y presididos por el General de División Argentino Don Rodolfo MartÃnez Pita.
Tras sonar el último disparo, un impresionante silencio imperó en el teatro de operaciones, mientras los Infantes, Caballeros e Ingenieros empabellonaban sus fusiles y los artilleros enfundaban sus cañones en la falda oriental del Aguaragüe, con aptitud de controlar el importante camino: Villa Montes - Santa Cruz de la Sierra y las arenosas riveras del Parapità legendario. Solo la Marina, la Aviación, la Sanidad y demás servicios auxiliares permanecieron en febril actividad, acaso mayor que nunca, en cumplimiento de su deber de sostener a los hombres tan distantes de sus hogares, enterrar a los muertos, curar a los enfermos y heridos y establecer comunicación con la retaguardia próxima y lejana para afirmar mejor la paz y para que el paÃs se resienta lo menos posible, como consecuencia del tremendo drama que de tal suerte, se favorecÃa con lo que hasta entonces era una simple tregua.
Desde entonces, Paraguay y Bolivia desenvuelven sus relaciones en un ambiente de coprensión y solidaridad recÃprocas, cuales son las condiciones requeridas por el signo de los tiempos nuevos que reclaman la integración continental, ideal cuya concreción para los paÃses de la cuenca del Plata será una avanzada de victoria, en la cual nuestro gobierno actual está teniendo una participación brillante y Dios quiera llegue a alcanzar el deseado y feliz término.
DOS HISTORICOS ABRAZOS
Apenas 36 dÃas después del cese del fuego en el Chaco se produjo allà un acontecimiento altamente significativo recogido por la historia por su elevada trascendencia que habrá de prolongarse en el tiempo bajo el signo de una amistad imperecedera entre Paraguay y Bolivia. Se produjo en un lugar intermedio de la lÃnea transitoria de separación del Ejército llamado "Puesto Merino" de las proximidades de Villa Montes, la capital boliviana en el Chaco.
El evento iba a producirse gracias a que el Gral. MartÃnez Pita, aprovechando un encuentro con el Gral. Estigarribia, durante el cual el Jefe paraguayo se expidió en términos altas mentes elogiosas sobre su contendor el Gral. Peñaranda de quien dijo no conocer.
El Presidente de la Comisión Militar Neutral, aprovechando aquello, que consideró un momento psicológico oportuno, propuso al General Estigarribia un encuentro con su ex contendor a lo cual Estigarribia respondió que no tendrÃa inconveniente alguno. En vista de esto, MartÃnez Pita hizo las gestiones indispensables ante el General Peñaranda quien, por su parte, aceptó de muy buen grado la sugerencia del Gral. Argentino, fijándose como fecha para el efecto el dÃa 18 de Julio.
A tal efecto la Comisión Militar Neutral se dividió en dos grupos para acompañar a uno y otro de los grandes Jefes quienes por primera vez iban a encontrarse personalmente sin haberse conocido antes.
"En el primer auto, en un modestÃsimo Ford, iban el Gral. Estigarribia, acompañados por el Jefe del Estado Mayor del Ejército en Campaña, Coronel Juan Manuel Garay.
"En el segundo coche iban los coroneles Yánez (peruano) y Litao de Carvalho (brasileño), acompañados por el Jefe del Departamento de Operaciones del Estado Mayor del Ejército paraguayo en Campaña, TCnel. Raimundo Rolón.
"Durante las tres horas del viaje me embelezo en la conversación de aquel espÃritu sereno, lleno de bondad que es el del General Estigarribia. Una mutua simpatÃa abrió los cauces de una buena amistad que permite la confidencia y el adestramiento de las almas... "Me habla de las calamidades de la guerra, que yo conozco y me repite lealmente: "No hay nada peor, ni más terrible, ni más inútil", y continúa con pena: "Si nos hubiéramos conocido y los polÃticos guerreritas hubieran sido comprensivos, esta calamidad, esta gran calamidad, se pudo haber evitado" (versión del Gral. Campos).
Al saludo muy cordial del Comandante en Jefe paraguayo, Peñaranda le contestó:
"General Estigarribia: Son profundamente honrosas para mà vuestras palabras, y el Ejército de mi patria reconoce también en el vuestro las más altas virtudes militares. Hemos luchado como hombres, Gral. Estigarribia. Vos conocéis la campaña y los factores adversos que hemos tenidos que vencer. Interpreto el sentimiento del Ejército de Bolivia al brindar por el vuestro, que es un Ejército de verdaderos hombres mi General...!"
Aquellas impresionadas e impresionantes palabras, fueron rubricadas por el estruendo de los aplausos y expresiones de congratulación con ambos paÃses que de tan brillante modo y en forma tan significativa y auspiciosa ponÃan punto final a una Guerra sin cuartel. Las varoniles mejillas de una gran mayorÃa de la eminente concurrencia, sintieron correr gruesas gotas de lágrima como expresión de inefable dicha sentida ante el poco frecuente acontecimiento, desarrollado como preludio de la reiniciación de las relaciones fraternales, de sincero entendimiento, entre dos pueblos cuyos hijos están obligados a incrementar como su mejor homenaje a los bravos hermanos caÃdos durante la lucha, acaso con la imaginación puesta en dicha posibilidad.
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Fuente digital: http://generalyegros.com (Registro: Agosto 2011)