LECCIONES DE SOLIDARIDAD

Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

Las espontáneas demostraciones de solidaridad con las 13.000 familias afectadas por las inundaciones en el Chaco paraguayo dan que hablar todos estos días. Las noticias no solo se difunden ampliamente en todos los rincones del país, sino también en los países vecinos e incluso en puntos muy lejanos del planeta.

Alimentos no perecederos, ropas, frazadas, artículos de higiene personal y elementos de limpieza, así como medicamentos y hasta sueros antiofídicos llegan sin parar esta semana al Campamento de la Secretaría de Emergencia Nacional para ser distribuidos a las 60.000 personas que están pasando por la difícil situación, una gran mayoría comunidades indígenas.

El mismo papa Benedicto XVI dio el ejemplo al donar US$ 40.000 (unos G. 170 millones) para ayudar a los afectados a través de los vicariatos del Chaco y del Pilcomayo. La Embajada de la República de China – Taiwán también anunció una donación de 50.000 dólares para ayudar a nuestro país.

La solidaridad es una virtud propia del ser humano y el paraguayo la cultiva de antaño. Por lo menos así nos enseñaron nuestros antepasados. Ayudar al prójimo, y con más razón al que cae en desgracia, es humano y sublime.

“Dios paga veinte por uno” escuché decir estos días en algunos programas de televisión. La frase me remontó a la infancia para recordar que cuando mi abuela Ana Dolores Alfonso regalaba huevos a unos prójimos que no tenían nada que comer, no pasaba mucho tiempo para que viniera llegando del yuyal una gallina con una docena de pollitos detrás. A veces venían como saliendo de una madriguera patitos, gansos o guineas.

La recompensa siempre llega del lado en que uno menos la espera. Lo que uno da con el corazón siempre se multiplica y donde comen dos, comen siempre tres. Nuestros abuelos eran muy pobres, pero uno siempre llegaba “a buen tiempo” y la comida alcanzaba para todos.

Esa expresión “Que Dios se lo pague” era la mejor forma de decir gracias y un buen augurio de que el alimento rendirá cada vez más.

La solidaridad es bíblica y de profundo significado. Son numerosas las lecciones que se pueden encontrar y las máximas incontables. Muchos dicen que hay que dar para recibir, pero que también hay que dar sin pedir nada a cambio. Que hay que dar con la izquierda sin que lo sepa la derecha.

La cantante Patricia Sosa dice que la solidaridad es una materia que debe enseñarse en las escuelas y colegios para construir un mundo mejor. Pero ello llevará su tiempo.

Lo más urgente ahora es que las autoridades y los funcionarios responsables de distribuir las donaciones pongan el máximo empeño para que las cosas lleguen a los destinatarios de la manera más equitativa y según las necesidades reales.

Los aprietos de una comunidad o una población son un terreno fácil para el prebendarismo y el oportunismo en tiempos electoralistas. Se hace indispensable toda la seriedad y transparencia para llegar a las comunidades más aisladas y vulnerables del anegado Chaco.

No se debe defraudar la confianza de la gente que ha puesto su grano de arena con el corazón en la mano.

Fuente:  ABC Color (Online)

Sección OPINIÓN

Domingo, 29 de Abril de 2012

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