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PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

  COMERCIO SIN FRONTERAS - Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA - Domingo, 25 de Marzo de 2012


COMERCIO SIN FRONTERAS - Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA - Domingo, 25 de Marzo de 2012

COMERCIO SIN FRONTERAS

 Pedro Juan Caballero

 

Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA


La vida transcurre normalmente como en cualquier otra ciudad del Paraguay, pero es mucho más intensa. Una multitud abigarrada copa las calles. En Pedro Juan Caballero, Amambay, las fronteras no existen. Los hitos y las demarcaciones son solo imaginarios, y sus habitantes y visitantes se mueven en la más apacible calma, ajena al estigma de la violencia y las mafias.

Un centenar de patos y gansos pelean por los mendrugos que van cayendo a la laguna Punta Porá. La enorme fuente de agua ocupa la mayor parte de la plaza central de la ciudad y es el lugar de recreo por excelencia de los pedrojuaninos, porque es donde cobró forma la urbe.

Al despuntar el alba, la bandada de aves, que tienen por guarida un islote central, arma un verdadero alboroto a la espera de don Cándido Antonio Ferrari, quien a sus 73 años se dedica a darles de comer. Es funcionario municipal y la institución le provee de maíz cada mañana. Pero por las tardes, las aves esperan la “merienda”: restos de panificados que le entregan las panaderías y confiterías luego de cortar los bordes de los sándwiches del día.

Don Cándido Ferrari emigró desde Concepción hasta la capital del Amambay en 1970, cuando todavía las casitas eran pequeños chalets de madera. “Vine para trabajar en los cafetales de la zona, que eran abundantes. Vivía lejos de la ciudad, en la campaña, pero cuando formé familia debí trasladarme aquí”, relata.

Tiene siete hijos y todos viven en Pedro Juan; los hombres son profesionales y las mujeres, amas de casa. “Si sos legal y vivís en forma, nadie te puede molestar aquí. Si te ponés a macanear, sí que estarás en problemas”, continúa al mostrar a las parejas sentadas en los bancos o en el pasto y a la gente caminando, para argumentar en favor de la seguridad y la tranquilidad que reinan en Pedro Juan.

Mientras la conversación se desarrollaba en una tarde de estos viernes, los niños se paseaban en los botes con forma de cisne.

En el otro extremo de la plaza, al lado de una carreta hay un mural que cuenta la historia de la ciudad y a su amparo todos los días hay juego de vóley. La carreta campesina es el símbolo de Pedro Juan Caballero y sintetiza los cien años de historia transcurrida entre 1899 y 1999, cuando el “rancho que camina” acampaba a orillas de la laguna en su trajinar hacia los yerbales y cafetales para el intercambio comercial en la zona.

De acuerdo con datos históricos, la posta de estas carretas se ubicaba a un extremo de los yerbales de
Tacurupyta, que hoy forman parte del territorio brasileño de Mato Grosso do Sul, cuando el Paraguay perdió esos territorios tras la Guerra contra la Triple Alianza.

Incluso en varias páginas de internet y en Wikipedia se recogen datos de la historia de Pedro Juan: El 1 de diciembre de 1899 se construyó muy cerca de la laguna Punta Porá una comisaría policial, fecha que luego quedó fijada como la de la creación del municipio. El nombre del prócer Pedro Juan Caballero fue adoptado por decreto del 30 de agosto de 1901, fecha que los historiadores consideran como la de la fundación de la ciudad.
Pero recién en 1945 la ciudad fue erigida como capital del XIII departamento, Amambay.

La carreta fue puesta en un sitio conmemorativo del parque, porque era el medio de transporte y carga utilizado por los pioneros de la zona, incluso para el transporte de la madera de los bosques, dice en otro momento don Cándido.

En las cercanías del parque se encuentran varios restaurantes y otros negocios de la ciudad, especialmente los de artesanías hechas en barro: coloridas alcancías, macetas, vasijas, cántaros y aves pintadas en varias tonalidades. Los brasileños aprecian mucho los objetos artesanales y siempre los llevan para ponerlos en sus jardines, quinchos o patios. Eso explica por qué hay varios negocios que se dedican a este rubro en las calles de Pedro Juan Caballero.

La plazoleta de la iglesia del Perpetuo Socorro —patrona de la ciudad—, modesta pero llamativa construcción levantada en 1943, es el punto de encuentro a la hora de la salida del Colegio Parroquial Rosenstiel.

En el mercado municipal, un producto que se vende bastante son las bolsas de carbón. Albino Larrea tiene 52 años. Es pedrojuanino y hace 15 años se dedica al rubro. “Es un carbón especial para asado y es muy apreciado por la gente que viene del Brasil, que lo lleva para los restaurantes”, cuenta. Cada bolsa cuesta G. 25.000. “No son carbones de rollos, sino son preparados en los aserraderos de los desperdicios y restos de madera”, se apura en aclarar.

Y añade: “Los trabajadores honestos tenemos seguridad aquí. Vivimos de maravilla, como dicen nuestros políticos”.

Colorida feria

Una colorida y concurrida feria frutihortícola tiene lugar los martes y sábados a un lado de la Plaza Pedro Juan Caballero. Mientras los carritos tirados por caballos aguardan que concluyan las ventas, las motos con parlantes se entrecruzan ofreciendo chipa so’o y chipa de Coronel Bogado. En la feria hay todo: desde flores naturales hasta hierbas medicinales, y desde mandioca hasta gallina casera y cerdo recién faenado.

Los puestos de venta se organizaron aquí hace 13 años con productores de la zona para ofrecer a los turistas brasileños un rubro especial: “Nuestra propia producción, productos frescos de nuestras chacras donde yo nací y me crié”, comenta Vital Sánchez, quien a sus 80 años religiosamente acude cada semana.

Doña Juana Ramírez (55), al lado, ofrece orgullosa sus quesos hechos con cuajo a G. 22.000 por kilo. En la feria se reúnen 125 puestos cuyos dueños están agrupados en 15 comités de productores. Aunque la mayoría es de Pedro Juan, también hay gente que viene desde Yby Yaú y otros lejanos puntos desde donde parte en horas de la madrugada.

“Antes de que amanezca bien ya vendí todas las gallinas que traje de mi casa”, dice Ana de Carvallo (67), quien viene de las cercanías del Cruce Bella Vista. Pero la feria no es solo frecuentada por turistas, sino por los mismos pedrojuaninos que deben adelantarse para hacer las compras. Sonia Idoyaga (34) no para de pelar la mandioca, pues es más caro y resulta más (a G. 2500 el kilo). “Con la cáscara solo cuesta G. 1500, pero la gente que viene de su trabajo y debe ir a su casa prefiere llevar ya pelada y limpia. La venta es muy buena aquí”, asegura.

La línea internacional

Pero el ritmo de las compras se multiplica y adquiere mayor vigor sobre la línea internacional en la llamada frontera seca, donde un enorme paseo central demarca el territorio paraguayo y el brasileño. De un lado es Pedro Juan y del otro Ponta Porá; ambos lados con muy buenos hoteles para el hospedaje.

La línea fronteriza se constituye en uno de los puntos más fascinantes para un recorrido de compras. Es el mayor “shopping popular”, donde en un cúmulo de puestos de venta se puede encontrar de todo y a buen precio. En estos momentos se desarrolla un proyecto para ordenarlos y sacar toda la toldería formada actualmente. De un lado del muro central estarán los paraguayos y del otro, los brasileños.

En los precarios locales, las monedas más corrientes son el dólar y el real, aunque también es bien aceptado el guaraní.

En ese entrecruzar de gente que va y viene, al saludo la respuesta es siempre la misma: “Máquina”, una forma de expresar “de lujo” o “al pelo”. La escuchamos de la boca de una señorita muy alta y más que anoréxica, tan flaca que parecía el tronco de una palmera que se bamboleaba al caminar. Alguien que la observaba dijo: “Allí viene la reina de Crackolandia”, como llaman en la jerga pedrojuanina a un sector marginal de la ciudad en el que nadie se atreve a meter la nariz y que se encuentra en un punto cercano a la línea internacional.

Las mercaderías son abundantes: electrónicos, toallas, frazadas, ropas, chucherías de todo color y brillo.

En esta región fronteriza, el crecimiento es más bien del lado paraguayo que del brasileño.

La franja comercial va expandiéndose y las calles están llenas de mercaderías que se ofrecen hasta en las veredas.

No es raro ver pasear una motoneta con una enorme estructura haciendo alguna publicidad ambulante y diciendo “La temporada de calor se aleja y se avecina el frío...”.

En la parte más organizada de la ciudad, las avenidas cobran amplitud y se van instalando urbanizaciones de lujo con grandes centros de compras. Todo un símbolo del progreso y de cambio constante en la ciudad es el Shopping China, donde se pueden encontrar los mejores productos gourmet en comestibles y mercaderías a precios de duty free como en cualquier aeropuerto del mundo.

Desde sus enormes paredes vidriadas se pueden observar enormes silos, verdes cultivos de la zona y el intenso trajín de una ciudad donde las compras no paran.

a. Unos USD 50 millones se movimentan por mes en el turismo de comercio en esta frontera.

b. Unos 200 mil vehículos llegan mensualmente del Brasil hasta Pedro Juan para hacer compras en los diversos comercios.

c. En cada vehículo hay un promedio de tres personas, lo que significan 600 mil visitantes por mes. 

Patrimonio histórico y cultural

En la Avda. Rodríguez de Francia y Aquidabán se conserva la Casona Serejo, edificada en 1903. Su primer propietario fue el héroe de las fuerzas imperiales coronel Francisco Marcos Truly Serejo, vicepresidente de la Junta Económica Administrativa de PJC en 1907 y abuelo del escritor Helio Serejo.

Otro importante sitio de interés es el monolito de Santiago Leguizamón en la Plaza del Periodista. 

Buenos hoteles y restaurantes

La actividad turística se ha incrementado últimamente en Pedro Juan Caballero, capital del Amambay, un departamento que comparte 230 km de frontera seca con el Brasil, lo que facilita el desplazamiento de la gente.
La ciudad cuenta con una infraestructura hotelera muy importante, con hospedajes de primer nivel y a muy buenos precios. Los fines de semana, los hoteles están llenos de turistas que vienen del Brasil para realizar sus compras. También existen numerosos restaurantes con especialidades en comida china, árabe, hindú, brasileña, japonesa y por supuesto cocina paraguaya. 

a. Pedro Juan Caballero está ubicada a 470 km de Asunción en una zona alta de la Cordillera del Amambay, a más de 600 m sobre el nivel del mar.

b. La forma más fácil de llegar es por la Ruta III hasta Yby Yaú y allí por Ruta V.

c. La población orilla los 115.000 habitantes, según el último censo del año 2002. 

Fuente:  ABC Color (Online)

Revista Dominical

Domingo, 25 de Marzo de 2012

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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