CAACUPÉ Y LAS GOLONDRINAS

Por PEDRO GÓMEZ

A fines de los años setenta, el gigantesco arco de ladrillos iba cobrando forma de portal. En lo alto, bandadas de golondrinas y palomas

revoloteaban en torno a las inconclusas bóvedas y torres que se elevaban

inalcanzables... Luego vino la cúpula...

¡Cómo nos embelesábamos mirando el esplendor babilónico que iba teniendo la Basílica! –aunque ahora hay que decir Santuario–.

Varias generaciones de paraguayos fueron testigos de la construcción y la mayor festividad religiosa que vive nuestro país cada 8 de diciembre. Antes, el tiempo corría muy lentamente y tardaban tanto en llegar las fiestas del fin de año. Hoy pasan en un abrir y cerrar de ojos... Tan veloz que podemos recordar las homilías pasadas y los juramentos de los presidentes, ministros y demás autoridades que fueron a prometer cumplir la constitución y las leyes ante la Virgen de los Milagros.

De cada verano, recuerdo que mis abuelos seguían atentamente la misa dominical a través de una vetusta radio –no recuerdo la marca– mientras tomaban su mate. Se santiguaban, rezaban, cantaban, repetían el misal, nos daban la paz, seguían al pie de la letra lo que decía Mons. Demetrio Aquino.

El santuario ha concluido, fue inaugurado por Juan Pablo II y ahora se apresta a recibir al papa Francisco a fines del próximo año o en el 2016.

Caacupé es la capital espiritual de la República, pero su infraestructura sigue siendo la de una aldea pobre. Sus calles están destrozadas, no tiene desagüe pluvial, el desagüe cloacal cubre una ínfima parte. La roña y la basura se apoderan de todos los barrios. Los arroyos Ortega y Yakã Ro’ysã –donde nos bañábamos luego de ir a la romería– hoy son sórdidos canales de desperdicios.

La Municipalidad de Caacupé, seguramente, declarará luego de la festividad que “apenas empató” con los gastos en que incurrió para la ocasión. ¿Qué obra nueva quedará en la ciudad luego de este 8 de diciembre de 2014?

Hay nuevos hoteles, más departamentos, muchos negocios. El sector privado avanza, pero el sector público no acompaña ese despegue.

Es tiempo de empezar a mejorar y preparar a la Villa Serrana para la próxima visita papal. Es hora de que el gobernador de Cordillera, Carlos María López (PLRA); el intendente de Caacupé, Roberto Franco (ANR), y los concejales se pongan las pilas y hagan algo para embellecer la ciudad para bien de las generaciones futuras.

¿A dónde va todo el dinero que recauda el municipio y el que recibe la Gobernación? Sería bueno saberlo y verlo concretado en obras y en infraestructura urbana.

La capital espiritual de la República, la meca del catolicismo paraguayo, no puede seguir a la deriva. Es hora de reaccionar, y la visita papal es la mejor oportunidad y una buena causa. El solo revoloteo de golondrinas no marcará la primavera.

Fuente:  ABC Color - Domingo 7 de Diciembre de 2014

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