PROBLEMA AGRARIO DEL PARAGUAY.
J. AUGUSTO SALDIVAR.
Prólogo de DR. JUAN MANUEL FRUTOS
Conferencia pronunciada por el Dr. J. Augusto Saldivar
en la plaza pública de la ciudad de Caacupé.
Octubre de 1946.
PRÓLOGO
La obra "PROBLEMA AGRARIO EN EL PARAGUAY", del Dr. J. AUGUSTO SALDIVAR, es un trabajo publicado en Octubre de 1.946. Es uno de los estudios más completo, conciso y programático del problema agrario en el Paraguay, de la autoría de un conspicuo dirigente de la Asociación Nacional Republicana. Por su contenido doctrinario es digno de figurar en la biblioteca de los jóvenes de la juventud colorada para que sirva de inspiración en la lucha por la concreción de los ideales de justicia Social y Económica del coloradismo.
EL CONTENIDO DE LA OBRA. Comienza con un aspecto histórico de la cuestión agraria en la antigüedad, sumamente ilustrativa. Luego resalta "la función social de la tierra", para a continuación presentar "Bases y fundamentos de toda Reforma Agraria en el Paraguay", estando la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) en la llanura. El Capítulo en que se refiere contra el latifundio, es la columna vertebral de su espíritu reformista. La parte final contiene la síntesis del "Plan Agrario que abarca el Programa del Partido Colorado".
La reedición de este valioso trabajo, por la juventud colorada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, es digna de todo encomio. Tiene múltiples beneficios. Entre otros, servirá para conocer el pensamiento de un calificado jefe Partidario en materia agraria. Si bien es cierto que encara solo algunos aspectos de un problema de permanente actualidad para un país de estructura agropecuaria, es digno de resaltar la concisión, profundidad y valor cívico con que se encaran esos aspectos a tono con la prestancia de un auténtico colorado.
La forma de enfocar el problema agrario en 1946, cuando aún la A.N.R. estaba en la llanura, comparado con la forma con que se ha ejecutado la solución del problema agrario en sus múltiples aspectos por el Gobierno Colorado del Presidente Stroessner, dá al trabajo del Dr. Saldivar, no el carácter de un vaticinio, sino más bien evidencia lo consecuente y leal que es la Asociación Nacional Republicana desde el Gobierno para cumplir con seriedad las banderas de redención social y económica, formulada en la llanura con orgullo de colorado, pero hecha realidad en beneficio de todos los paraguayos. Así se cumple y se merece la renovada adhesión del pueblo. Así se fortalece y moderniza a un Partido Político, y así se consolida la democracia pluripartidista para estructurar una sociedad más justa sin privilegiados ni clases explotadas en que los beneficios de la riqueza y la cultura llegan progresivamente al pueblo.
La filosofía política enunciada en el "Problema Agrario en el Paraguay", es muy adelantada y progresista en relación a la época en que fué dada a conocer. A más de 35 años, sigue teniendo vigencia sus Principios que se entroncan en el concepto de la Filosofía del Bienestar Rural actualmente en plena vigencia. En cuanto a la parte programática enunciada se lleva cumplida en su totalidad.
Veámos los aspectos expuestos en cuanto a los Principios y en relación a esa faz programática. PRINCIPIOS. En la Reforma Agraria de todos los países existen en la variedad de su realidad socio-económica, algunos factores determinantes que deben ser necesariamente considerados. Así, el factor hombre, tierra y capital son de imprescindible consideración en toda política reformista que pretenda algún cambio favorable. Así lo entendió el Dr. Saldivar hace más de 35 años y así lo entendemos quienes somos mentores y ejecutores de esta empresa nacional que es la Reforma Agraria.
Los principios que vertebran la doctrina agrarista que comentamos, tuvieron y siguen teniendo vigencia en el Coloradismo. Mantenemos la bandera de los Principios, hoy como ayer, para defender y perfeccionar la libertad, la justicia y el derecho.
PROGRAMA. El Programa Agrario enunciado en 1946, ha sido cumplido en su totalidad por el Gobierno Colorado del Presidente Stroessner. Veamos lo prometido y lo ejecutado.
I.- "READAPTACIÓN DE LA LEY DEL ESTATUTO AGRARIO CON REFORMAS SUBSTANCIALES". Se ha promulgado la Ley No. 854/63 que pone en vigencia una nueva filosofía que es la del Bienestar Rural, cuya línea maestra proclama "la incorporación efectiva de la población campesina al desarrollo económico y social de la Nación". La Ley 854/63, es sin duda alguna entre todas las Leyes agrarias, la más ejecutada y útil de todas ellas, para el pueblo en general, al extremo de que con su vigencia se ha distribuido más de 8.000.000 de hectáreas y se habilitaron cientos de miles de propiedades y propietarios. Ninguna Ley Agraria ha sido aplicada tan amplia e interesante para beneficio del pueblo paraguayo como la Ley 854/63
II. "BREGAR POR UNA ECONOMÍA AGRARIA INTENSIVA, CONTRA EL SISTEMA SEMI FEUDAL IMPERANTE". Con la democratización de la tenencia de la tierra comprobable en la habilitación de más de 450.000.- nuevos propietarios se desmoronó el sistema semi-feudal imperante en el pasado. El latifundio es objeto, constitucionalmente de un sistema impositivo progresivo que contribuye a su extinsión (Art. 129).
III. "INMIGRACIÓN DE AGRICULTORES PARA INTEGRAR ZONAS AGRÍCOLAS". También se ha ejecutado un persistente programa de inmigración de los Departamentos de minifundio hacia las áreas que se incorporan recién ahora a la economía nacional, transformándose zonas de explotaciones forestales en zonas agrícolas, ganaderas e industriales. Los Programas de Inmigración más impactantes se llevan a cabo en los Departamentos de la Frontera como Itapúa, Alto Paraná, Canendiyú y Amambay, constituida por las tierras más fértiles del país que eran propiedad exclusiva de grandes latifundistas, y ahora, transformadas en asientos de nuevas Colonias y nuevos Municipios, donde más de medio millón de compatriotas conocen de la verdad de la Reforma Agraria del Coloradismo. Si gobernar es poblar... con el Coloradismo se poblaron y civilizaron zonas donde antes imperaban la selva hostil e impenetrable.
IV. “MEJORAMIENTO TECNICO-AGRÍCOLA DE LOS MÉTODOS DE CULTIVO". Este aspecto se ejecuta con los técnicos nacionales formados en nuestras Universidades recién después de la década de 1960. Ellos son, Ingenieros Agrónomos, Agrónomos y Veterinarios, que llevan la asistencia integral en las áreas rurales para mejorar los métodos de cultivos de las familias campesinas. Los beneficios de la ciencia y la técnica no es privilegio de una minoría, beneficia al campesino productor, dando cumplimiento a uno de los postulados más nobles de la Justicia Social.
V. "EXPROPIACIÓN DE LOS LATIFUNDIOS IMPRODUCTIVOS, PARA LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO, EN TIERRAS QUE SEAN DE PROPIEDAD DEL CAMPESINO". El Programa de afectar los latifundios improductivos se cumple sistemáticamente.
Cuando la tierra no cumple con la función social y económica que la Ley le asigna es afectada por la Reforma Agraria. Los decretos de ocupaciones y los decretos de expropiaciones, que en número de más de 8 fueron promulgados por el Presidente Stroessner, justifican la ejecución de esta empresa. Es de resaltar el Decreto por el cual se afectó 200.000 hectáreas de propiedad privada en el Departamento de Itapúa, para habilitar a miles de propietarios campesinos que hoy trabajan en tierra propia. Los grandes latifundios van desapareciendo y surgen en su reemplazo las Colonias que son emporio de trabajo en tierras de propiedad de más del 80 % de los campesinos. El Paraguay es el país con mayor porcentaje relativo de propiedades y propietarios. Más de 650.000 propiedades pagan impuesto inmobiliario en una población de 3.200.000.- habitantes. El derecho a la propiedad de la tierra se ejecuta día a día en beneficio de la población en general. Esto constituye y explica una de las principales causas de la estabilidad política, económica y social del Paraguay.
VI. "EXPANSIÓN DEL CRÉDITO AGRÍCOLA". Este punto se vincula con la asistencia crediticia que se realiza en beneficio de los agricultores a través del Banco Nacional de Fomento y el Crédito Agrícola de Habilitación. La asistencia crediticia a los ganaderos se realiza a través del Fondo Ganadero. En la medida en que aumenta el número de los técnicos se aumenta el porcentaje de los productores beneficiados.
VII. "CONVERSIÓN DE CHACRAS EN GRANJAS". La explotación granjera es diversificada y permite una producción más amplia de la que ofrecen las chacras. Esta conversión puede realizarse por la extraordinaria infraestructura ejecutada por el Gobierno Nacional. El campesino tiene una economía sólida porque a más de la explotación agrícola se dedica a otros renglones como la avicultura, la suinicultura, apicultura, etc., diversificando la fuente de su alimentación y de su ingreso.
Estos aspectos del Programa Partidario se cumplieron, y mucho más aún, a tal extremo que el Programa Partidario de 1947, fué reemplazado por un Programa mucho más complejo y ambicioso aprobado en la Convención Partidaria de 1967. En el Programa Partidario de 1947, se hacía referencia al problema agrario en general, pero es en el Programa de 1967, donde se profundiza el tema al extremo de que se hace referencia en el Capítulo IV - Política del Desarrollo Económico y Social, y además se dedica un Capítulo especial a la Reforma Agraria. El Capítulo V. El Programa Partidario de 1947 era útil para un país subdesarrollado, pero, obsoleto para un Paraguay ya en plena ebullición de desarrollo de base popular.
PROCESO. El Dr. Saldivar, a tono con la doctrina partidaria fustigó el latifundio. Con el Gobierno Colorado se desmorona la estructura semi-feudal de la tenencia de la tierra y se asiste a un proceso revolucionario, pacífico, nacionalista y antioligarquico, que avanza con un criterio racional de acuerdo a las circunstancias históricas que es la filosofía y la estrategia de la Revolución Pacífica.
La democratización de la tenencia de la tierra conlleva, pués, la desaparición progresiva de los latifundios de explotación antieconómica y, consecuentemente, de los privilegios inherentes al mismo. Con la propietarización o generalización de la propiedad urbana y rural de la tierra estamos estructurando una sociedad más justa, equilibrada y estable. Debemos estar consientes de esta noble misión y trabajar animados con la mística nacionalista y revolucionaria que nos capacita seguir siempre adelante en favor de la creciente grandeza de la Patria en el Bienestar y la Libertad de todos sus hijos.
El problema agrario vinculado con la falta de distribución de tierras en relación a la necesidad del campesinado, estuvo latente en el Paraguay durante mucho tiempo. No se dieron las condiciones propicias de paz, de infraestructura política ni económica, institucionales ni legales, para ejecutar un Programa de distribución de tierras acelerada, masiva, legal que permitiese fortalecer la economía nacional.
Desde 1960 en adelante, la solución del problema de distribución, tenencia y propiedad de la tierra, ya no está en el plano de las especulaciones, sino está en plena ejecución de un proceso de profundos cambios en la estructura agraria en general que dinamiza toda la economía de una nueva organización social más justa, humana y feliz.
Prueba convincente de este profundo cambio de estructura se evidencia; a) en la habilitación de más de 609 nuevas Colonias b) en la habilitación de 62 nuevos Municipios y el fortalecimiento de los existentes; c) en la entrega de más de 315.000 lotes agrícolas, ganaderos, comunales; d) en la habilitación de más de 450.000 propiedades y propietarios, y, e) en la habilitación de millones de hectáreas a través de la Reforma Agraria y la Colonización. Este programa se ejecuta tenaz y persistentemente con resultados positivos y visibles con el Gobierno Colorado del Presidente Stroessner en el marco de la Revolución Pacífica.
Este proceso ejecutado durante varios lustros continuará. Así lo impone la Constitución Nacional vigente, lo reclaman los campesinos que cada año desean incorporarse como población económicamente activa, y así lo recomienda la necesidad de consolidar la paz y el bienestar rural como base esencial del Bienestar Nacional.
Paralelamente con la habilitación de nuevas tierras, se viene ejecutando los Proyectos de Desarrollo Rural Integrado.
Los Proyectos de Desarrollo Rural Integrado, requieren de una infraestructura económica e Institucional. No se puede pensar en ella sin que existan ciertos condicionamientos, sobre todo de financiación. Con la habilitación de 609 colonias en los últimos 25 años, se puede pensar en la ejecución de una política agraria más compleja y profunda en el marco de la filosofía del Bienestar Rural.
Los resultados obtenidos con los Programas de Desarrollo Rural Integrado son positivos y aleccionadores. Ello ha sido planificado. No es fruto del azar ni de buenas intenciones nacidas al impulso de arranques emocionales. Se marcha y seguiremos marchando adelante.
Quienes deseamos plasmar, en el espacio y en el tiempo, los ideales de justicia Social del Coloradismo, aspiramos, y tendremos siempre un puesto de lucha para que el Bienestar Rural pueda dar paso al Bienestar Nacional inspirado en la doctrina del Coloradismo eterno. Trabajar y luchar abroquelado espiritualmente en convicciones inclaudicables, es una forma de embellecer una existencia. Impregnemos nuestro pensamiento y nuestra conducta al servicio de los valores perdurables de la vida, así hemos de crear las condiciones propicias de una bella existencia digna de ser vivida.
De esta manera se ha dado cumplimiento a la tradición agrarista del coloradismo que emerge desde el primer día de su fundación y qué tiene entre sus grandes propulsores del tiempo de la llanura, principalmente al Dr. J. Augusto Saldívar, en su señero libro: "PROBLEMA AGRARIO EN EL PARAGUAY".
DR. JUAN MANUEL FRUTOS
"PROBLEMA AGRARIO DEL PARAGUAY"
CUESTIÓN AGRARIA EN LA ANTIGÜEDAD - FUNCIÓN SOCIAL DE LA TIERRA - BASES Y FUNDAMENTOS DE TODA REFORMA AGRARIA EN EL PARAGUAY - EL LATIFUNDIO, EL MINIFUNDIO, EL ARRENDAMIENTO, CON RELACIÓN A LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA - PLAN AGRARIO QUE ABARCA EL PROGRAMA DEL PARTIDO COLORADO.
Tengo el gran honor de asistir a esta bella y próspera Ciudad veraniega, invitado por la Seccional del Partido Colorado, para disertar sobre algunos aspectos de un tema que interesa en forma viva a los trabajadores de nuestros campos. Esta disertación no será propiamente una conferencia, como lo hubiéramos deseado, por la angustia del tiempo, sino la enunciación somera de principios que puedan servir de fundamento al derecho positivo en materia agraria.
Es un imperativo de la hora crucial que vivimos; que los hombres que actúan en política, lleguen a las masas campesinas y a los trabajadores, para hacerles conocer qué es lo que piensan de la Patria, de sus instituciones, y del porvenir económico de todos los que habitan esta tierra de leyendas y de tragedias. Sólo así, señores, se podrá criticar las ideas, salvar los errores y aunar esfuerzos para un fin constructivo.
Es por ello, que la Asociación Nacional Republicana, (Partido Colorado), de un tiempo atrás ha renovado su prédica de ir a la campaña, de salir al encuentro de los conflictos y de los problemas, a fin de que el pueblo todo tenga conciencia de las luchas emprendidas y de los trabajos que realizan los hombres que verdaderamente sienten inquietudes por los altos intereses de la Nación.
Hoy existe un ambiente favorable para realizar una tentativa más de reorganizar y engrandecer nuestra Patria. Hombres viejos de la Capital, jóvenes anhelantes de progreso y sinceros en sus esfuerzos, campesinos de todas las clases, obreros sin distinción, mujeres de todas las etapas sociales, profesionales, y hasta extranjeros, viven una profunda inquietud renovadora, y todos esperan del Partido Colorado una orientación verdadera hacia un porvenir mejor.
Con estas palabras, vamos a entrar en materia. Nuestro propósito es, hacer una somera exposición de algunos aspectos de un problema de actualidad y que
interesa al hogar campesino. Me refiero al «PROBLEMA AGRARIO DEL PARAGUAY».
Es por demás sabido que en el Paraguay existe latente un problema agrario íntimamente vinculado con la economía general. Su solución está aún en el plano de las especulaciones interesadas.
Es evidente la transcendencia del problema agrario. Hallar una solución adecuada en nuestro medio, importaría, puede afirmarse sin eufemismos y sin hipérbole, la consolidación de la noble aspiración de los fundadores de nuestra nacionalidad, de crear en esta parte del continente americano, un pueblo fuerte y viril, capaz de plasmar en el espacio y en el tiempo sus grandes ideales de libertad y de justicia,
Importaría también, sin lugar a dudas, la estabilización definitiva de nuestro poderío económico resquebrajado en la hora actual; dar contornos de magnitud a la Nación, aspiración irrealizable mientras sus hijos vivan vagabundos y errantes en su propia tierra; cimentar de manera definitiva las instituciones sociales y políticas de la República, sin la cual, aquellas, son presa fácil de la demagogia o del verbalismo intrascendente y pueril, capaces el uno como el otro de operar su derrumbe; restablecer en lo posible el equilibrio de la distribución de la riqueza del país, acortando la distancia que separa a las distintas clases que engendra luchas incesantes agudizadas por la injusticia erigida como norma de convivencia social; la estabilización de las masas rurales al amparo de leyes de fondo y la elevación del standard de vida de los pobladores de nuestros campos, con la racionalización de la producción y su colocación en condiciones ventajosas en los mercados internos e internacionales de consumo.
Universalmente se tiene aceptado el concepto que, la tierra es la base principal de la producción quedó vida a los pueblos. De ahí entonces que su régimen se vincule a las luchas sociales habidas en todas las naciones, en distintas épocas.
Un breve examen retrospectivo del problema agrario, nos pondrá aún más de manifiesto su vital importancia. A este efecto, nos remitimos a los datos aportados por el estadista argentino, Dr. Bernardo C. Horne, en su obra «Reforma Agraria».
En Grecia, en la antigüedad, la evolución social se relacionaba con la distribución de la tierra. Lo mismo ocurría en Roma. Se tuyo ya en aquella época, la idea que la cuestión agraria no se solucionaba dividiendo o distribuyendo la tierra. Aparece así la primera concepción sobre su función social de ella. Por ello, fue declarado por algunas leyes inalienable, y por otras se llegó a prohibir su libre transferencia.
Se recuerda que la decadencia de Esparta comenzó cuando Epidateo dispuso que todo ciudadano podía disponer libremente de sus inmuebles. Y en Roma, cuando el Senado anuló las garantías y la defensa de la propiedad, consagradas en las leyes agrarias implantadas por los Grecos.
Los resultados de sangrientas luchas sociales y los esfuerzos de varias generaciones encaminadas a subdividir la tierra, fueron anulados en pocos años. Como con secuencia, se reintegraron los latifundios, los cuales eran cultivados por siervos, mientras sus dueños vivían en la Ciudad. La agricultura se transforma después de período brillante, en una industria sujeta a vergonzosa esclavatura. Aristóteles lo ha dicho en «La Política»: «Respecto a los cultivadores de la tierra, se necesita sean esclavos, que no pertenezcan a la misma nación y que no sean muy valientes».
Ese era el concepto predominante en aquella época de la economía básica de los pueblos. Su ruina produjo un grave desequilibrio entre la Ciudad y el campo, trayendo la decadencia de aquellos pueblos.
El florecimiento de las naciones viene siempre precedido de una buena organización agraria. Roma tal vez nunca fue más grande que cuando Augusto resolvió la cuestión de la tierra y dignificó la vida del trabajador rural.
Los sacudimientos sociales habidos en el mundo, tuvieron alguna raíz en este problema. La misma Revolución Francesa que proclamó los derechos del hombre, en el orden político, especialmente, enumera entre los derechos naturales de éste: «Libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión».
Por más que el aludido movimiento no haya tenido por finalidad fundamental razones económicas o agrarias, nadie podrá desconocer sus proyecciones en ese campo. Tan cierto es esto que, su advenimiento provocó la abolición del feudalismo, y con ello, el cambio en el régimen de la tierra y en el de los explotaciones agrarias.
Su consecuencia fue la división de los grandes latifundios, formándose así la clase de los pequeños propietarios libres, lo cual permitió su equilibrio económico y social.
En los demás países la repercusión de esos principios se proyecta más en el orden político. Tanto es así que en el siglo XIX no se produce mayores sacudimientos sobre la base de las ideas expresadas. Desaparece el señor- feudal, pero es reemplazado por el terrateniente. Aparecen algunas medidas impositivas para combatir el latifundio y evitar el aprovechamiento exclusivo por el individuo del valor social de la tierra.
Y entramos en el siglo XX, en el que debe complementarse la ideología de la Revolución Francesa, sobre la libertad del hombre, solucionando el régimen de la economía basada en el privilegio de poseer tierra propia e independizándolo económicamente dentro del principio de solidaridad humana, sin cuyo contenido no puede haber un sistema con cierta estabilidad, ni organización política y social digna de perdurar.
A principio del siglo se propiciaron leyes en distintos países tendientes a resolver la cuestión del acaparamiento de la tierra. Francia fue de las primeras. Por ley de 1903, se resolvió la subdivisión de muchos extensos campos y correlativamente se realizó una interesante acción en la campaña para fortalecer su economía, por medio de la asociación y nucleamiento de los productores, de la formación de cooperativas, etc. En Inglaterra los partidos populares incorporan en sus programas el problema agrario. En 1907, se dictó una ley análoga a la francesa, y al terminar el conflicto europeo en 1918, el laborismo, para evitar la emigración y aminorar el fenómeno de la desocupación, realizó un interesante plan en la campaña.
Después de la guerra, en puridad de verdad, el fenómeno se extiende. Las grandes propiedades acaparadas durante siglos, fueron materia visible de la acción revolucionaria. Los campesinos, una vez dejadas las armas, se apoderan de la tierra por acción directa. Especialmente ocurre esto en los países de la Europa central. Y llega a América, en donde el caso de México es el más interesante por su amplio contenido y trascendental obra iniciada en su plan sexenal, entre cuyos puntos, el más importante, es el de la Reforma Agrario.
Bosquejando a grandes rasgos la cuestión agraria desde la antigüedad, nos ocuparemos de este problema en nuestro país.
En el afán de buscarse solución al grave problema agrario del Paraguay, han sido dictadas varias leyes agrarias, entre ellas: La ley conocida por nombre de su autor: Dr. Antolín Irala, ilustre colorado muerto, que creó el hogar campesino con tierra imprescriptible e inembargable. La ley de Homesteat, también ley agraria para defender al hogar campesino. Fueron leyes promisoras que no tuvieron una aplicación permanente por culpa de nuestra accidentada vida política. Malos gobernantes no se han preocupado de acelerar y de cuidar la riqueza rural. En 1931 la bancada colorada presentó al Congreso un proyecto de ley para permutar tierras fiscales de Concepción y Horqueta con tierras privadas donde vivían cientos de familias paraguayas. Al ilustre correligionario, Dr. Juan R. Chaves, cupo la oportunidad de fundamentar ese proyecto de gran alcance. No tuvo éxito, porque nuevamente la sierpe devoradora de la mala política frustró dicho proyecto agrario -los sucesos del 23 de Octubre, y más tarde la guerra que mantuvo el Paraguay con Bolivia. Caído el Partido Liberal del poder en la mañana del 17 de Febrero de 1936, por el empuje de una inevitable fuerza popular, el Gobierno del Coronel Franco, a iniciativa de su Ministro de Economía, Dr. Bernardino Caballero, dicta la Ley de Reforma Agraria. En esta ley se contempla un aspecto de la cuestión agraria nacional; la necesidad de dotar de tierras al campesino para trabajarla y disfrutarla. Esa ley tuvo fallas palpables, evidentes, como por ejemplo, la no contemplación de la situación de la producción ganadera. En 1940, bajo el Gobierno del Mariscal Estigarribia, se dicta el Estatuto Agrario, que es más completo, determinando las personas que puedan ser beneficiadas por la reforma agraria. Es incuestionable que este cuerpo legal necesita ampliaciones y rectificaciones, y entonces sí podría servir como norma orientadora en la organización de la riqueza agraria nacional.
Fuerza es reconocer que las esporádicas leyes agrarias implantadas en el país, no han acertado darnos fórmulas precisas para establecerse la trabazón auténtica del hombre con la tierra. Es por ello que, muchos correligionarios propugnan el mejoramiento de nuestro arcaico régimen agrario, con la implantación de una ley que contemple en forma amplia y orgánica la formación de una nueva estructura agraria, como manera de cimentar sobre bases más firmes y más justas el progreso general y el bienestar de todos los que habitan la República.
El problema agrario es económico y social al mismo tiempo. De ahí que toda reforma agraria debe contemplar estos factores: Tierra, hombre y capital. Estos factores necesariamente deben complementarse y unirse. Toda buena legislación debe considerarlos en su aspecto social y no individual.
La tierra, o sea el factor físico, deja de ser una mercancía de exclusivo uso de quien la posea en propiedad, sea cualquiera el origen o destino, para ser considerada como una «función social». El segundo factor, el hombre, es cl elemento activo de la «función social» de la tierra. Por eso, no se lo debe considerar como elemento aislado, sin orientación, sin cultura, víctima de la explotación sin contralor. Siendo, pues, un factor social, que guarda relación con la tierra que produce para todos, toda buena legislación debe establecer las bases de su protección y de su organización, para que los fines comunes se cumplan.
El tercer elemento, o sea el capital, viene a ser como una consecuencia de los factores tierra y hombre. En toda buena organización agraria, el Estado, por medio de créditos y habilitaciones, bregará por la defensa y el arraigo del agrario, independizándolo de la banca y del comercio particular.
A nadie escapa que a nuestro país afecta hondamente su estado agrario. El hombre del agro soporta aún las explotaciones inicuas de los latifundistas, grandes compañías, etc., quienes en sus sórdidas ambiciones de acaparar tierras o acumular fortunas, olvidan de la suerte del campesino, ese ser que, sin armas y a puro coraje supo defender el culto de la patria.
Ahora bien. Lo ideal, señores, es arraigar al agricultor a la tierra que trabaja. Razones económicas y políticas lo aconsejan. La tierra no produce si no se la conoce y si no se la ama. El problema de la producción tiene para la agricultura una importancia mayor que el de la distribución. Crear vínculos directos y permanentes entre el hombre y la tierra, para lograr ese propósito, es la eterna cuestión de políticos y juristas, de economistas y sociólogos.
Al hombre no se lo estabiliza en la tierra sino robusteciendo la organización de su propia familia agricultora. La economía agraria está fundada en el trabajo familiar, en la economía doméstica. Esta es la razón por la que la orientación de la política moderna se dirige necesariamente a fortificar la familia agricultora, defenderlo, infundirle el acicate de la seguridad para la propia generación y para la venidera. Toda reforma agraria de actualidad está plasmada en estos principios.
En la época actual ya nadie discute que la tierra sea de quien lo trabaje, en una extensión que contemple su propio desenvolvimiento y el de la colectividad. Hay que propender, en tesis general, a la pequeña propiedad rural, pero de límites económicos, vale decir, que el agrario y su familia tenga un predio de dimensión suficiente para que produzca no sólo lo que le permita vivir con comodidad, sino que además obtenga una producción de riqueza equivalente a un costo que facilite su posible comercialización. Con lo primero se contribuye o fomentar la estabilidad social, haciendo posible la vida de quien trabaja; con lo segundo se contribuye a formar el capital de reserva que fundamenta el desarrollo económico del país, acrecentando sus medios de intercambio. Se ve así que «pequeña», refiriéndose a la propiedad rural, tiene más el alcance de una definición que de una expresión gramatical; no tiene únicamente un significado cuantitativo, sino también cualitativo. La sola extensión no la individualiza; se la debe complementar con lo que se puede producir por el trabajo de una familia agraria.
También debe ser apta para las funciones a las que se la destina. No es posible pensar en que proponga realizar un trabajo en un medio agrícola impropio. Hay que procurar que éste responda a aquél en términos generales, porque nada significaría ser propietario de la tierra, si a ésta le faltasen condiciones ecológicas o de productividad suficientes.
Fomentando la pequeño explotación agraria, se llegaría a la consolidación de una democracia sana y efectiva. El pequeño propietario, difundido y acicateado por la seguridad económica propia y la de su descendencia, constituirá un grupo nacional con profundo sentido de la libertad. La similitud de intereses y de sentimientos crea la fuerza que se opone a la opresión y mantiene libre el camino del espíritu hacia las mejores conquistas.
La subdivisión de la tierra en extensiones económicamente convenientes y la posibilidad de adquirirla en propiedad, son medios necesarios -pero no suficientes para incitarla que se la trabaje, formar al agrario y su familia, y radicarlo en el predio adquirido. En primer término necesita tener una orientación necesaria para el rumbo que debe dar a la explotación y adquirir lo educación técnica indispensables para vencer las dificultades que el trabajo cotidiano le ofrece. Además, el trabajador de la tierra necesita elementos adecuados para poder ejecutar, y contar, por consiguiente, con préstamos cómodos, que le permitan adquirirlos; pero a veces, sus posibilidades financieras son inferiores al valor útil o herramienta, que con su empleo abarata el costo de producción y que le sería conveniente para luchar contra la competencia. Entonces surge la necesidad de la asociación, agremiación o consorcio por métodos cooperativos de los agrarios que se sienten animados da los mismos propósitos y que le permitirá adquirir, para uso común, el elemento faltante del trabajo.
Al agrario también hay que darle un alcance de posible convivencia social, vigorizando la población agraria con una política vigilante e imparcial, con una justicia de paz activa y accesible, con la asistencia oportuna a la salud y con la escuela próxima para la educación adecuada.
No solamente debe combatirse el analfabetismo enseñando a leer, sino también la ignorancia agrícola. Junto con las primeras letras, junto con las primeras nociones que sobre la vida civil se destacan para el niño, en las escuelas rurales se les debe enseñar, con preferente atención, las primeras nociones agrícolas; explicarles el motivo de la roturación de los campos y hacerles comprender, sencillamente, simplemente, cómo de la semilla que en el surco se coloca, surge la vida vegetal. Mostrarles cómo si en la tierra se trabaja y si en la tierra se siembra, ella dá, o lo flor que embellece el paisaje o el fruto promisor del cual aquella es anuncio, que alimento y sustenta. Y obtener, si fuere posible, que el mismo niño haga una siembra y cuide su evolución, para que sea testigo del milagro de la eclosión de la semilla en planta y de la planta en flor y en fruto, es decir, en sedante o en sostén de la vida. Con estas enseñanzas; se forjará el carácter del niño y se formará al hombre que quiera al campo, que lo trabajará con esmero y lo conservará con pasión.
Quedan expuestos los lineamientos generales que puedan servir de normas a una ley agraria. Ella debe ser amplia en forma tal que contemple el problema agrario en sus puntos generales, encuadrados a los principios inmutables surgidos en la vida jurídica con el advenimiento de esa nueva clase incorporada en el siglo XIX, y que se ha venido formando conciencia poco a poco de su fuerza. Me refiero a la clase campesina sufrida y pobre, desnutrida y abandonada a sus propias posibilidades por los gobiernos espúreos del «régimen»; a esa clase que tiene escrita páginas de gloria en nuestra historia patria; quién no sabe señores que los agricultores-soldados, fueron los puntales de la resistencia del 70, y que fueron ellos también los que defendieron el Chaco palmo a palmo, en la última contienda bélica.
LATIFUNDIO
El liberalismo y el individualismo han traído como consecuencia la explotación del hombre por el hombre, y ha llevado al trabajador rural a perder sus tierras y a ser un paria dependiente del latifundista, nuevo ser feudal en la actual organización económica. Contra tal estado de cosas se ha reaccionado en los países de América y Europa, con reformas y leyes agrarias que consagran la defensa del agrario, la distribución de la tierra, la dignificación del trabajador rural y el levantamiento del nivel de vida del mismo, etc.
Gobernantes de nuestro país han creído que la política agraria se reduce en dividir la tierra y entregarla en propiedad al agricultor. Concepto equivocado, pues, la división de la tierra es solamente un aspecto de la cuestión agraria, pero nunca el todo. En el Paraguay existen muchas tierras para la agricultura. Lo real, lo evidente es que, esas tierras se hallan mal distribuidas. Nadie ignora que hay propietarios que tienen una in-mensa extensión, sin cultivo, sin beneficio para la colectividad.
Existen 11 propietarios que tienen 5.548.000.000 hectáreas de tierra. La Industrial Paraguaya, los Casado, Foncier, La Castel, etc. Luego vienen otros grandes propietarios, que tienen 20 a 50 leguas de propiedad. La distribución de la tierra es como sigue: Sobre la extensión del territorio: Hay 4,50% de pequeños propietarios. Y el resto 73% de latifundio, o sea de dueños de grandes extensiones de tierra.
Un país dominado por el latifundio perjudica el trabajo agrícola. Aún más, cuando en un país agrícola, la producción ganadera es muy extensiva, como la nuestra, también va en perjuicio de la agricultura. Los observadores de este fenómeno económico de América Latina, sostienen que la ganadería ahogo a la agricultura y esto no debe suceder. Se puede evitar sin dañar los intereses permanentes de la ganadería ni de la agricultura, de tal suerte, que ambas fuerzas económicas se equilibren y cooperen en armónica conjunción. No es cuestión de hacer del rico pobre, sino de que el pobre sea rico.
Según datos suministrados por el boletín del Registro de la Propiedad, existen en toda la República 40.000 propiedades, excepción hecha de la Capital. De esas 40.000 propiedades, hay como se deja dicho algunos propietarios de 40, 50 y 100 leguas de tierra. Examinando en conjunto, se ha deducido que apenas el 6% de la población rural posee propiedades para chacra. Se evidencia claramente que el organismo distribuidor ha fracasado. Obra de envergadura sería repartir en el más corto período de tiempo, un 25% de tierras para los agricultores del país.
De acuerdo a anotaciones proporcionadas por el Stica, existe en la República, 60.000 chacras, con 40.000 arados, en malas condiciones.
En la labor agrícola trabaja un 40% de la población. Si se consiguiera que un 70% trabajen en la agricultura, la producción se habría aumentado, y la riqueza básica de nuestro país subiría de punto. No es concebible que en una población de poco más de 1.000.000, de lo cual, el 80% es de ambiente rural, sólo trabajo 350.000, debiendo deducirse los menores de edad, los viejos, los enfermos, etc.
La escasa población del Paraguay hace que el latifundio no constituya aún un problema agudo. Pero, cabe subrayar, señores, que, dentro de algunos años constituirá un peligro serio para la evolución de la economía nacional. Tierras existen más que suficientes para la capacidad de la producción agropecuaria. Su parcelamiento, la forma de distribución, no han sido legislados tal como requieren las condiciones propias de nuestro pueblo.
Es antieconómica, irracional, la persecución al latifundio, si no se cuenta con un plan preestablecido. Hay grandes zonas de nuestro país donde nuestra capacidad de producción no ha llegado, porque no podemos abarcar con nuestros esfuerzos esos inmensos desiertos. El día que una corriente inmigratoria extranjera y nacional sea financiada y ejecutada regularmente, desde aquel entonces, las grandes propiedades incultas, serán objeto de expropiación, adquisición, o por la vía de colonización privada, llegar a su completo loteamiento,
En otras zonas, donde la agricultura tiene su asiento, por estar sobre vías de comunicaciones, cerca de los centros de población, hay propiedades, que sin ser un latifundio, es decir, una propiedad inmueble grande, amenaza el interés colectivo, en razón de que su dominio exclusivo por un dueño, estrangula la actividad de los habitantes de ese lugar. Esas tierras deben ser compradas por el Estado para afirmar el trabajo rural, fuente de la riqueza nacional.
El latifundio ha impedido que la base de nuestra riqueza rural, la agricultura se mantenga en un nivel aceptable, y al contrario, según los datos estadísticos, la producción de nuestra riqueza agrícola desde hace 7 a 8 años, viene disminuyendo en forma alarmante.
Veamos algunos datos: En 1930, producimos 13.000 toneladas de azúcar, en 1944 apenas llegamos a 9.000 toneladas. Existe una diferencia de 4.000 toneladas. En 1938, producimos 11.000 toneladas de arroz, en 1945, apenas hemos alcanzado 8.000 toneladas. En 1931, vendíamos 16.000.000 de kilos de yerba mate, hoy, en 1945 y 1946, no alcanzamos a 7.000.000 de kilos.
Una de las causas del fenómeno anotado, es la falta de tierra en muchas regiones, aptas para la agricultura. Existen grandes extensiones de campos para la ganadería, que imposibilitan la expansión de las chacras, lo que significa que la agricultura se halla ahogada por la industria ganadera. Pero tal circunstancia, perjudicial a la economía del país, no debe imputarse a la ganadería, sino a la imprevisión culpable de los funcionarios encargados del parcelamiento racional de las tierras para dotar al campesino de ese factor esencialísimo para la producción.
El hombre que no trabajo en su propia tierra, no pone al servicio de su misión, todo el entusiasmo que requiere un trabajo penoso y promisor a la vez. La experiencia de todos los siglos nos dice, que nadie desea hacer fructificar tierras ajenas. El jornalero, el arrendatario, que saben que la tierra que trabajan no será para él ni para sus hijos, no sienten la satisfacción de emprender un trabajo alentador. Por ello, los que no tienen tierras, siempre trabajan precariamente. Un Senador norteamericano, ante problemas de esta índole, dijo en el Congreso de su país, que había recibido datos completos la psicología del yanqui que no trabaja en su propia tierra, en cuyo espíritu el sentimiento patrio disminuye, se forma en su mente que su Patria es allí donde puede asentar un hogar en propia tierra. Esa psicología, señores, no es propia del norteamericano, sino de todo ser humano.
La distribución de la tierra, los medios financieros y jurídicos deben ser elegidos, de tal manera, que en la preparación de esa tarea, no se pierda medio siglo de tiempo. Ante una población como la nuestra, con el 6% del trabajador rural que trabaja en su propia tierra, debemos exigir que la tarea sea emprendida con la mayor celeridad y justicia, si es que deseamos salvar a la Nación de su postración económica.
La preocupación de los hombres públicos, debe ser la distribución de la tierra en forma económica. Domina en nuestro país el minifundio y el arrendamiento. Tales sistemas contrarían la expansión de la agricultura. La pequeña propiedad de 2 a 3 hectáreas en el Paraguay no puede rendir. Y lo mismo, las grandes propiedades, los latifundios, ahogan la agricultura. Felizmente, existe una conciencia formada de que las tierras deben ser distribuidas. La labor a desarrollar en política agraria, consiste en trabajar intensamente por ese problema. En nuestro país, teniéndose en cuenta la densidad de la población no faltan tierras, pero faltan tierras de cultivo para el agricultor, con esto significa, la concentración del inmueble rural en pocas manos.
El problema agrario, señores, no es un asunto que afecta o lesiona únicamente al campesino, al agricultor abandonado de nuestras chacras. Toda cuestión agraria incide sobre la política, sobre la sociedad, etc. Por eso, al pensar en la solución del problema de la tierra, al dar los pasos necesarios para defender al trabajador agrícola, no sólo se resuelve un problema económico, sino algo más. Se aleja numerosos conflictos sociales que surgen necesariamente en todo agregado humano. En un país donde el agricultor; donde la inmensa mayoría de la población vive en la miseria permanente, ni siquiera el sentimiento de libertad se halla arraigado, porque ese núcleo social se halla en permanente rebelión. No puede existir libertad, allí donde una enorme masa de ciudadanos, se halla a merced de arrendatarios, o de propietarios crueles y aprovechadores. El que no posee propiedad, el que no vive de su trabajo común, es un elemento morboso, que está dispuesto a la primera oportunidad a embestir, a ser elemento del primero que alza la espada para dar un zarpazo al azar.
Nosotros, los que militamos en el gran Partido Colorado, no miramos impasible el dolor campesino, por eso, venimos hasta las puertas del hogar del trabajador rural a decirles nuestras inquietudes, porque estamos dispuestos hoy a alistarnos en las filas de una cruzada que ha de devolver o la Nación su poderío perdido, sin odios contra nadie, sin golpear ningún paraguayo, con la magnanimidad del que se siente libre de asechanzas. Señores, nuestra prédica y nuestra lucha está al servicio de la Nación.
Somos tolerantes con las ideas ajenas. Enseñamos al pueblo en general, porque es la mejor manera de ser fuerte en nuestras convicciones ciudadanas. La tribuna púbica, la plaza pública, etc., son lugares destinados dentro de una democracia para convencer y no para dominar por la fuerza. Todos debemos oír las opiniones emitidas sobre un mismo problema, porque es la única manera de saber apreciar con más ventaja, a quién debemos seguir y qué debemos hacer.
Habéis oído, señores por radio, y por la prensa que la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) ha emprendido una poderosa corriente de renovación de su programa, en el que cabe señalar su posición democrática. Pero dentro de este panorama eminentemente democrático, persigue una finalidad altamente social, y exige que allí donde el interés privado pueda dañar a la colectividad, el Estado intervenga en forma eficaz, para equilibrar los intereses en juego. La intervención del Estado en defensa del agricultor paraguayo, es al sólo efecto de darle garantía y ayuda en su esfuerzo de progreso, de bienestar. Con esta medida, el Partido Colorado no pretende intervenir para destruir nobles iniciativas, ni esclavizar al individuo, como hacen los enemigos de la democracia; muy al contrario, anhela vivamente que cada paraguayo sea libre de persecuciones, libre de miserias económicas, y libre de coacciones morales.
Nuestro Partido ha creído necesario exponer sus puntos de vista, sobre problemas de actualidad, para que el pueblo sepa qué es lo que se va hacer. Merced a ello, podemos aquilatar la opinión pública porque en definitiva, obramos en bien de la colectividad, nos unimos bajo la bandera colorada para servir, no solamente intereses partidarios, sino los intereses de la misma nacionalidad.
Iniciamos un gran movimiento de organización política, estructuración del Estado, estudio del problema agrario, de la cuestión obrera, de la salud pública, del comercio internacional, de la educación nacional, etc. o fin de encaminar a nuestro pueblo hacia un derrotero de esperanza, de progreso, de libertad. Tenernos fe en el resurgimiento general, y porque tenemos fe, estamos luchando, porque sin lucha no hay victoria.
El Partido Colorado única fuerza cívica organizada y sinceramente nacionalista y anti legionarista, de gran masa popular, de organización disciplinada y de hondo arraigo en el alma nacional; única fuerza que puede asegurar un orden estable, justo y constructivo, orden capaz de terminar con la larga anarquía reinante por obra de la plutocracia liberal, llevará a la práctica los principios básicos que servirán de fundamentos al plan agrario que sustenta, y cuya síntesis es como sigue:
1º) Readaptación de la ley del Estatuto Agrario con reformas substanciales;
2º) Bregar por una economía agraria intensiva, centra el sistema semi-feudal dominante;
3º) Inmigración de agricultores para integrar zonas agrícolas;
4°) Mejoramiento técnico-agrícola de los métodos de cultivo;
5º) Expropiación de los latifundios improductivos para la organización del trabajo, en tierras que sean de propiedad del campesino;
6º) Régimen de seguridad en la colocación nacional e internacional de la producción agrícola;
7º) Adopción del seguro agrícola obligatorio por parte del Estado;
8°) Expansión del crédito agrícola;
9º) Conversión por zonas de chacras en granjas;
10º) Atención preferente por la salud del campesino y de su educación, como instrucción agrícola, etc.
Quedan esbozados a grandes rasgos nuestros ideales.
Anhelamos como hijo del pueblo, días de ventura para la Patria. Orgullosos nos sentimos por estar en contacto con un núcleo de compatriotas que sienten el mismo anhelo de redención, de progreso. Agradecemos desde lo más íntimo a los que han tenido la paciencia de escucharnos, y pueden estar seguros que de esta cordialidad ciudadana, ha de nacer un empeño que agite horas de venturas y de amor para la Patria.
He terminado.