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RICARDO CABALLERO AQUINO
  LA GUERRA CIVIL DE 1922 - Por RICARDO CABALLERO AQUINO - A帽o 2013


LA GUERRA CIVIL DE 1922 - Por RICARDO CABALLERO AQUINO - A帽o 2013

LA GUERRA CIVIL DE 1922

Por RICARDO CABALLERO AQUINO

COLECCI脫N GUERRAS Y VIOLENCIA POL脥TICA EN EL PARAGUAY

N脷MERO 10

漏 El Lector (de esta edici贸n)

Director Editorial: Pablo Le贸n Buri谩n

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colecci贸n: Herib Caballero Campos

Dise帽o de Tapa y Diagramaci贸n: Jorge Miranda Estigarribia

Correcci贸n: Rodolfo Insaurralde

I.S.B.N. 978-99953-1-338-8

Hecho el dep贸sito que marca la Ley 1328/98

Esta edici贸n consta de 15 mil ejemplares

Asunci贸n 鈥 Paraguay

Febrero 2013聽(114 p谩ginas)


CONTENIDO

Pr贸logo

Introducci贸n

Los liberales y los cuartelazos

Gobierno progresista

Cap铆tulo I

En la duda, renuncia

El veto de la discordia

Dictadura militar, de nuevo

Cap铆tulo II

La Capital inerme

El 9 de junio

El contra ataque

Ypacara铆 estrat茅gica

Rumbo a la victoria

Paraguar铆 desguarnecida

La gran batalla de Itap茅

Cap铆tulo III

Cuartel General en Villarrica

Oficiales, caballeros y contrabando

Primera batalla a茅rea en Sudam茅rica

La madre de las batallas

Ka铆 Puente

Ep铆logo del gran encuentro

Cap铆tulo IV

Chirife suelto

Cae Villarrica, dos veces

Ayala por Ayala

Triunvirato tramposo

El canto de cisne de Gondra

Cap铆tulo V

La Escalinata, Mangrullo, el R铆o

En los umbrales de la victoria y la derrota

E ja'贸 colorado pe

La crucecita y la encrucijada de los milagros

Cirilo Duarte

CONCLUSI脫N

BIBLIOGRAF脥A

EL AUTOR

El coronel Adolfo V. Chirife, jefe de la sublevaci贸n, era uno de los jefes militares

de mayor experiencia y capacidad.

PR脫LOGO

聽聽聽聽聽聽聽聽 LA GUERRA CIVIL DE 1922 es un aporte bibliogr谩fico relevante en el cual se analizan desde sus or铆genes el conflicto armado m谩s prolongado del siglo XX en el Paraguay, que tuvo importantes consecuencias tanto a nivel pol铆tico, militar y social.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El doctor Ricardo Caballero Aquino, reconocido intelectual y conocedor del denominado per铆odo liberal despliega sus an谩lisis sobre una de las crisis pol铆ticas m谩s profundas que tuvo la Rep煤blica en la primera mitad del siglo XX.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El autor presenta todos las causas del conflicto pol铆tico que desemboc贸 en la Guerra Civil de 1922, y se produjo en octubre de 1921, a instancias del l铆der liberal Eduardo Schaerer, quien pretend铆a acceder nuevamente a la Presidencia de la Rep煤blica, sumado a otros intereses que finalmente provocaron la renuncia del presidente Manuel Gondra -por segunda vez- y del vicepresidente F茅lix Paiva.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La obra va develando la trama que se fue desarrollando en los meses posteriores bajo la presidencia Provisoria de Eusebio Ayala, quien no contaba con la mayor铆a en el Congreso y tuvo que enfrentarse con los sectores de su propio partido opuestos a su gobierno en connivencia con los parlamentarios del opositor Partido Colorado, quienes se enfrentaron directamente al Ejecutivo, y lograron finalmente que la mayor parte del ej茅rcito paraguayo se rebele en contra del Presidente de la Rep煤blica invocando la defensa de la Constituci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El libro describe las diversas batallas que se desarrollaron en una primera etapa entre dos ej茅rcitos regulares a lo largo de la v铆a f茅rrea que entonces representaba el principal medio transporte entre la capital y el interior de la Rep煤blica, y en torno a la cual se concentraba la mayor parte de la poblaci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El autor describe con gran solvencia los combates de Asunci贸n, Itap茅, Ka铆 Puente y otros, al igual que la primera batalla a茅rea en Sudam茅rica, que se libr贸 durante esta contienda civil, explicando las razones de la superioridad del ej茅rcito gubernista a pesar de no contar con la minor铆a de los oficiales que entonces conformaban las fuerzas armadas paraguayas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆 mismo se describe la 煤ltima etapa del conflicto, en el cual las fuerzas insurgentes utilizaron la Guerra de Guerrillas organizando Montoneras que sembraron el terror en algunas poblaciones y ciudades provocando el rechazo de la poblaci贸n civil a su causa.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin dudas, este libro es un aporte muy significativo que compone la Colecci贸n Guerras y Violencia Pol铆tica en el Paraguay, pues la Guerra Civil de 1922, es un conflicto que poco se conoce y requer铆a una obra que brindara una explicaci贸n acabada como esta investigaci贸n ha realizado.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Herib Caballero Campos

聽聽聽聽聽聽聽聽 Febrero de 2013

INTRODUCCI脫N

聽聽聽聽聽聽聽聽 La cruenta Guerra Civil de 1922 estall贸 a partir de una horrible mezcla entre civiles ambiciosos, militares testarudos, pol铆ticos titubeantes y poblaci贸n indiferente. De ella emergieron dos claros villanos: Eduardo Schaerer y el coronel Adolfo Chirife. Tambi茅n fue la fuente primigenia de los dos estadistas m谩s destacados de la historia del Paraguay: Eligio Ayala y Eusebio Ayala; as铆 como del militar leal de mayor proyecci贸n futura para una eventual guerra con Bolivia por la posesi贸n del Chaco Boreal, el mayor Jos茅 F茅lix Estigarribia.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La insurrecci贸n armada se combati贸 casi exclusivamente a lo largo de las estaciones y v铆as del Ferrocarril Central del Paraguay entre Asunci贸n y Encarnaci贸n. Fue tambi茅n el bautismo de fuego de la aviaci贸n paraguaya y hasta nos dej贸 un m谩rtir milagrero, el "marinerito" Cirilo Duarte, cuya crucecita milagrosa se convirti贸 en una imponente Iglesia. Como secuela de dicha "revoluci贸n" la clase militar del Paraguay le tom贸 una perdurable y casi terminal antipat铆a al triunfante Partido Liberal Radical en cualquiera de sus manifestaciones, sentimiento que se extiende hasta el siglo siguiente. Fue el resultado de la primera subordinaci贸n de los cuarteles a la autoridad civil de la historia constitucional paraguaya, que dur贸 exactamente hasta el 17 de febrero de 1936.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Por dos largos a帽os de guerra intestina se interrumpieron las clases, se paraliz贸 el comercio y merm贸 sustancialmente la actividad productiva, el Congreso casi no sesion贸 a objeto de obstaculizar al Poder Ejecutivo el logro del acuerdo parlamentario para la sanci贸n del estado de sitio y as铆 impedirle combatir a la sedici贸n con todas las armas de la Constituci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Tambi茅n fue una memorable conflagraci贸n porque si bien en su momento entr贸 a regir el estado de excepci贸n durante el receso de las C谩maras entre setiembre y abril, el gobierno radical respet贸 los derechos civiles de la poblaci贸n de un modo cercano a la autodestrucci贸n como lo volver铆a a hacer el 22 y 23 de octubre de 1931, cuando los estudiantes alegremente apedreaban las casas del Presidente y los ministros, y eran arengados contra el gobierno por militares en actividad hasta que trataron de ingresar en manifestaci贸n al propio despacho presidencial en el Palacio de L贸pez. La anterior eliminaci贸n de las rejas protectoras del Palacio result贸 deplorable en esa fecha. Ir贸nicamente, quien hab铆a ordenado derrumbar el muro protector hab铆a sido el presidente Eduardo Schaerer, uno de los agitadores del suicida e in煤til sacrificio de los estudiantes de 1931.

聽聽聽聽聽聽聽聽 LOS LIBERALES Y LOS CUARTELAZOS

聽聽聽聽聽聽聽聽 Para ser un partido pol铆tico urbano y civilista, el liberal ha hecho abuso hist贸rico del golpe de Estado como m茅todo para dirimir diferencias o acercarse al poder. Para ser un partido liberal, es un tanto incongruente que su fecha m谩s memorable sea la del 18 de octubre de 1891, la segunda "derrota gloriosa" m谩s celebrada entre los paraguayos. Cuando los liberales lograron la victoria en lo m谩s cercano a una revoluci贸n verdadera, fue en diciembre de 1904. Sin embargo esta gesta exitosa no tuvo la misma repercusi贸n que el contraste anterior. El romanticismo tiene sus falencias en pol铆tica pues parece aferrarse y celebrar el fracaso, ant铆tesis de la b煤squeda del poder.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A los colorados no les eran desconocidos los golpes militares. De hecho, ellos mismos se encargaron de derrocar a cada presidente civil de su historia por 111 a帽os, entre 1887 y 1998. Pero los prohombres de la Asociaci贸n Nacional Republicana recurr铆an al golpe con una visi贸n de futuro y solo en los a帽os electorales y estrictamente para poder imponer el candidato triunfante del siguiente cuatrienio, en 1894 y 1902. El cuartelazo de Bernardino Caballero de 1880 estuvo fuera del cronograma electoral pero se hizo a la muerte del presidente C谩ndido Bareiro, para evitar que el Vicepresidente Adolfo Saguier accediera al poder. Nadie elige a un compa帽ero de f贸rmula pensando que llegar谩 ser necesaria la sucesi贸n, pero las veces que fue menester recurrir al Vicepresidente qued贸 demostrado la inteligencia de su encumbramiento por mandato constitucional. La doctrina de la vicepresidencia decorativa es profundamente autoritaria. La sucesi贸n ordenada y pac铆fica de los gobernantes es el gran logro de las democracias. Esto es algo todav铆a ut贸pico para los reg铆menes marxistas, tanto en sus variantes hereditarias como en las orquestadas por los Congresos de partido 煤nico o en las supervivientes tiran铆as, al igual que lo fue en las monarqu铆as absolutas del pasado, muchas de cuyas guerras fueron de sucesi贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Si bien los colorados usaron la rebeli贸n armada con la frecuencia necesaria imprescindible, estando en el poder, no abusaron de ella de la manera que los liberales lo hicieron hasta precisamente 1922. Al "Presidente de la Revoluci贸n", Benigno Ferreira, los propios liberales lo sacaron violentamente del poder el 2 de julio de 1908, liderados militarmente por el fogoso coronel Albino Jara. Firmaron el Manifiesto Revolucionario grandes figuras civiles liberales que tuvieron que estar plenamente conscientes del error pol铆tico que comet铆an, Manuel Gondra, Eusebio Ayala, Adolfo Riquelme, Eduardo Schaerer. El general presidente Ferreira no era muy popular pero tampoco un tirano. Con esperar dos a帽os hasta las pr贸ximas elecciones, se lo sacaba de en medio para una eternidad. La ambici贸n y la impaciencia juvenil pudieron m谩s y Ferreira parti贸 al exilio bonaerense donde su 煤ltima contribuci贸n fue un acuerdo c铆vico con Bernardino Caballero para organizar una revuelta que desalojara del poder a los triunfadores de 1908, los Liberales Radicales aliados al incipiente militarismo caudillista de Jara. El acuerdo nunca se plasm贸 en batallas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Manuel Gondra impuso su personalidad y popularidad para ser ungido candidato ganador en las elecciones de 1910. Como casi siempre ocurre, el l铆der militar de 1908 se cre铆a tambi茅n candidato potable y como ten铆a la fuerza, no aceptaba f谩cilmente la derrota comicial. Al momento de armar su gabinete, el flamante Presidente sab铆a que un caudillo con 铆nfulas redentoras como el coronel Jara no le iba a dejar gobernar por lo que pidi贸 asesoramiento a sus colaboradores sobre la mejor manera de sacar de en medio nada menos que al Ministro de Guerra y Marina del saliente gobierno provisional. El consejo fue armarle a Jara una rimbombante misi贸n en tierras lejanas con generosos fondos suficientes hasta para Europa. Jara, histri贸nico y persuasivo, se arrastr贸 literalmente ante Gondra y entre l谩grimas suplic贸 y consigui贸 seguir en el gabinete al inaugurarse el nuevo Gobierno el 25 de noviembre de 1910. Cincuenta y cuatro d铆as m谩s tarde, el 17 de enero de 1911, Gondra hab铆a presentado renuncia indeclinable al cargo de Presidente porque su Ministro de Guerra no le dejaba gobernar. El Vicepresidente Juan B. Gaona no tuvo muchas opciones tampoco y tambi茅n renunci贸. El Congreso, reunido de urgencia le solicit贸 al Ministro de Guerra y Marina, coronel Albino Jara, ocupar el sill贸n presidencial. Una vez m谩s, el golpe de Estado hab铆a cumplido lo que de 茅l se esperaba. Es muy importante tener aislado al Presidente entrante para darle la libertad de elegir el mejor gabinete posible. Si Jara hubiera tenido que mendigar su permanencia en el gabinete ante un Eligio Ayala o Eduardo Schaerer, de poco le hubiera servido llorar y arrastrarse.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Gondra, tan poco apegado a la presidencia mientras la ejerc铆a, una vez derrocado, inmediatamente organiz贸 una rebeli贸n armada para recuperarla ali谩ndose con los formidables, Adolfo Riquelme y Eduardo Schaerer. El contragolpe en cinco meses desaloj贸 a Jara del despacho. Previamente, en uno de los encuentros militares de montoneras, Riquelme fue tomado prisionero en Bonete y tra铆do a la Villa del Rosario, Departamento de San Pedro, donde fue alevosamente ultimado y su cuerpo hecho desaparecer en marzo de 1911. Jara fue un谩nimemente culpado de la fechor铆a por lo que su gobierno ten铆a los d铆as contados. El Paraguay constitucional no condona asesinatos ni masacres como doctrina. Unos cuantos esc谩ndalos m谩s y Jara termin贸 derrocado solo para intentar volver por medios violentos. Meses de anarqu铆a culminaron con fugaces inquilinos en la presidencia hasta la derrota total con muerte de Albino Jara en Paraguar铆, paso previo a la pacificaci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Ante la inhabilitaci贸n de Manuel Gondra para ser candidato hasta pasados dos per铆odos completos posteriores al suyo, Eduardo Schaerer qued贸 due帽o de la situaci贸n y se hizo elegir Presidente en 1912, cambiando la fecha de asunci贸n al mando al 15 de agosto. Se convirti贸 en el primer civil paraguayo en completar su mandato bajo la Constituci贸n de 1870. Soport贸 una rebeli贸n militar al final de su cuatrienio pero la sofoc贸 aunque estuvo prisionero de los sediciosos por unas horas. Lo que nunca pudo ahogar eran sus ambiciones caudillistas y ni bien entreg贸 el poder al Dr. Manuel Franco en 1916, se puso a maniobrar para retornar a 茅l en cuanto se dieran las circunstancias. El camino era el control absoluto del Partido Radical incluso en conflicto con el Presidente. Ya eran dos los liberales radicales que ten铆an en la mira volver a ser presidente ni bien se cumpliera el lapso constitucional de ocho a帽os a partir de su primera elecci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Gondra hab铆a intentado imponer su candidatura en 1916, pero le recordaron que la Constituci贸n exig铆a un intervalo que para 茅l fenec铆a en 1918. Esper贸 hasta 1920 cuando volvi贸 triunfante a la Presidencia para desaz贸n de Schaerer, quien se aferraba a la direcci贸n del Partido Liberal, entonces ya dividido entre sus partidarios: los sako-mbyky (chaquetas cortas), conservadores y tradicionales; y los sako-puk煤 (chaquetas largas) el ala juvenil m谩s radical que vest铆a la usanza europea. Manuel Gondra form贸 su gabinete con destacadas figuras como el recientemente retornado de Europa Eligio Ayala en Hacienda, el respetado Eusebio Ayala en Relaciones Exteriores, y el carism谩tico Jos茅 Patricio Guggiari en Interior. Como siempre, Guerra y Marina era candente y la cartera le fue otorgada al coronel Adolfo Chirife, allegado a Schaerer, quien adem谩s pose铆a en el Congreso un n煤mero formidable de partidarios.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Para Gondra, la historia deb铆a repetirse, una y otra vez y aun as铆 no terminaba de aprender. El mejor momento para neutralizar aspirantes a caudillos militares es durante la conformaci贸n del primer gabinete. No se les otorga poder de fuego so帽ando que ser谩 f谩cil deponerlos m谩s adelante. Un coronel distinto, pero coronel al fin, era la cruz que en esta versi贸n de su calvario cargar铆a.

聽聽聽聽聽聽聽聽 GOBIERNO PROGRESISTA

聽聽聽聽聽聽聽聽 En palabras de su propio Ministro de Hacienda, Eligio Ayala, el presidente Gondra hered贸 un "desbarajuste" econ贸mico. De vuelta de diez a帽os de intensa preparaci贸n intelectual, financiera, econ贸mica y filos贸fica en Europa, Eligio Ayala, mucho m谩s que Gondra y el resto del gabinete, sab铆a exactamente lo que hab铆a que hacer. El estado de las cosas era abismal. Los funcionarios p煤blicos incluyendo los militares hac铆a medio a帽o que no cobraban sus salarios en el devaluado papel moneda, llamado de curso legal. La bonanza de la I Guerra Mundial para pa铆ses exportadores de alimentos y que no combat铆an se hab铆a acabado con el armisticio. El comercio se contrajo y arrastr贸 detr谩s de si a todo el resto de la econom铆a. Los frigor铆ficos que se hab铆an abierto a instancias de la insaciable contienda europea, cerraron puertas y despidieron obreros.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El siguiente paso era casi autom谩tico, sin exportaciones caen las importaciones y con ellas el ingreso fiscal y el circulante. Para mediados de 1920, el BANCO DE ESPA脩A & PARAGUAY y el otrora s贸lido BANCO MERCANTIL, que era casi una sucursal de la INDUSTRIAL PARAGUAYA S.A. y su comercio de yerba, no pudieron soportar una corrida y cierran sus puertas por iliquidez. A la ca铆da del MERCANTIL, Eligio Ayala, prol铆fico escritor, caracteriz贸 m谩s tarde como "peor que diez revoluciones". Silenciosa pero eficientemente como era su estilo de actuar, Ayala obr贸 los primeros dos milagros que lo llevar铆an al altar de la patria como "santo laico", el pago puntual de los salarios de la burocracia estatal incluyendo los en anterior moratoria y, por medio de una r谩pida ingenier铆a financiera, la salvaci贸n de los bancos concedi茅ndoles empr茅stitos gubernamentales. Para ellos, el tercer milagro era menester, la fortaleza de la moneda que incre铆blemente tambi茅n se logr贸 recomponiendo la confianza del p煤blico en ella. Un papel con la firma de un delegado de Eligio Ayala era dinero contante.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Gondra, en la c煤spide de su fama de sabio y estadista, inform贸 al Congreso el 1掳 de abril de 1921 que, tras menos de cinco meses en el gobierno, ya fue capaz de resolver las m谩s angustiantes urgencias de la sociedad para la supervivencia. Todo auguraba un futuro promisorio, con el pa铆s en manos de administradores probos y preparados y la sociedad absorta en observar la acci贸n de sus autoridades, quienes adem谩s eran aplomados publicistas y no dudaban en comunicarse directamente con la opini贸n p煤blica escribiendo art铆culos en peri贸dicos. Nada hac铆a presagiar tormenta alguna, hasta que el Ministro de Guerra y Marina se molest贸 con la cr铆tica que el Ej茅rcito recib铆a de parte del Ministro del Interior, Guggiari, y exigi贸 su dimisi贸n. El Presidente ignor贸 la insolencia del Coronel y ni lo disciplin贸 a 茅ste ni le puso freno a Guggiari.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Era el aterrizaje de la oportunidad que le hac铆a perder el sue帽o a Eduardo Schaerer. El se suma al coro que solicita la salida de Guggiari del gobierno. La injuria del Ministro contra el Coronel ten铆a una naturaleza distinta. En las elecciones partidarias de setiembre, 茅l ala juvenil de los sako-puk煤 hab铆a derrotado a los sako-mbyky y eso significaba que a futuro, la gran cantidad de adherentes del caudillo tradicional en el Congreso necesariamente ir铆a a disminuir hasta eclipsar su influencia.


CAPITULO I

EN LA DUDA, RENUNCIA

聽聽聽聽聽聽聽聽 La presi贸n fue en aumento durante octubre de 1921. Gondra pag贸 un precio alto al no dispensar confianza a sus asesores cercanos. Una tarde, 茅l personalmente apareci贸 en la puerta de la Escuela Militar y fue recibido por el Director, coronel Manlio Schenoni, con quien entabl贸 un curioso di谩logo del que fue testigo, el entonces Teniente, Lu铆s Irraz谩bal. El presidente Gondra quer铆a saber por d贸nde andaba Chirife, su Ministro de Guerra y Marina, y tambi茅n si el Director estaba enterado de una rebeli贸n en la Polic铆a, a escasas dos cuadras del lugar donde se encontraban departiendo. Dej贸 un curioso recado para el coronel Chirife, en caso de que el Director -Schenoni- diera con el desaparecido Ministro: que se presente en el domicilio de Gondra. Era el d铆a 28.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A la noche se confirm贸 la insurrecci贸n del Batall贸n de Guardia C谩rceles -una suerte de polic铆a militarizada-, comandado por desde su fundaci贸n por el "ultra-schaererista" Donato Alonso. Los insurgentes se acuartelaron a un costado de la Catedral. Otro tanto ocurri贸 con la Polic铆a, bajo el mando de Mario Usher. Ambos comandantes era fieles partidarios de Schaerer y pronto informaron que el mot铆n ten铆a alcance limitado a la remoci贸n del Ministro del Interior, Jos茅 Patricio Guggiari. En un giro inesperado, al d铆a siguiente (29 de octubre), quien presentaba renuncia indeclinable era el propio Presidente de la Rep煤blica, sorprendiendo a propios y extra帽os. Hab铆a ordenado a Chirife reprimir a los revoltosos. Al actuar 茅ste con renuencia y ante la falta de apoyo de las unidades militares, Gondra le puso fecha a la renuncia escrita que, seg煤n las Memorias del coronel Arturo Bray, y en un tono de iron铆a, siempre llevaba consigo ya firmada. Las miradas giraron hacia F茅lix Paiva.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El Vicepresidente se movi贸 con displicencia y no se lo not贸 ansioso por asumir el poder y llenar la acefalia. Luego de ratificar que el Congreso no ser铆a disuelto, un tanto incongruente pues la Constituci贸n no contemplaba esa posibilidad, el Dr. Paiva asegur贸 que no pudiendo formar Gabinete, se ve铆a en la obligaci贸n de presentar tambi茅n renuncia. Paiva era cu帽ado del hombre fuerte del momento, Schaerer, ya que ambos estaban casados con dos hermanas Heisecke, y todo indicaba que lo que Schaerer buscaba era la vacancia presidencial definitiva, de modo a que se convoquen a nuevas elecciones, y no iba a encontrar obst谩culo en Paiva. Quedaba el Congreso. 脡ste se reuni贸 en forma extraordinaria el 4 de noviembre de 1921 para encarar la crisis y envi贸 junto a Gondra a una delegaci贸n parlamentaria para sondear su actitud respecto de un rechazo del Legislativo a su renuncia. El Presidente fue inflexible; su renuncia era indeclinable. Entonces, por amplia mayor铆a el Legislativo design贸 al ciudadano Eusebio Ayala como Presidente Provisional quien acept贸 el reto. En abril siguiente, en su Mensaje Anual al Congreso, Ayala mencion贸:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "A pesar de la grave crisis pol铆tica del mes de Octubre pasado, la paz interna y el orden p煤blico no fueran alterados V.H. decidir谩 sobre la convocaci贸n del pueblo a los comicios. Es imperiosa la necesidad de constituir un P.E. con un mandato que no sea precario."

聽聽聽聽聽聽聽聽 La amplia aceptaci贸n de Ayala se dio en parte por consider谩rsele cercano a Schaerer y por ende poco inclinado a opon茅rsele. En un gesto hacia Schaerer, Rogelio Ibarra acept贸 el Ministerio del Interior en lugar del cuestionado Guggiari. Para febrero de 1922, el Presidente Provisional realiz贸 una visita al cuartel del Batall贸n de Guardia C谩rceles, en aparente espaldarazo al schaererista Alonso. Para mayo de ese a帽o, firm贸 un decreto donde le sac贸 a este batall贸n su condici贸n policial y lo puso bajo las 贸rdenes del Ministro de Guerra y Marina, militariz谩ndolo totalmente. Tambi茅n esto son贸 a Ayala jugando el partido de Schaerer.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La disoluci贸n del Batall贸n de Guardia C谩rceles ocurri贸 en base a un enga帽o del que fue v铆ctima el flamante jefe de Polic铆a de la Capital, Vicente Rivarola. A este le pregunt贸 un m茅dico amigo la raz贸n por la cual uniformados guardia c谩rceles bajaban cada madrugada de la Iglesia de la Encarnaci贸n donde pasaron la noche en posici贸n de combate. Enfurecido por no ser informado de ello, Rivarola encar贸 al Presidente Ayala sobre el particular y le present贸 su renuncia.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El Presidente no deseando perder a tan valioso subalterno lo tranquiliz贸 ofreci茅ndole visitar juntos la unidad militar. Rivarola crey贸 inoportuno e inapropiado arriesgar la investidura presidencial pero acept贸 que el Batall贸n pasase a depender directamente del Ministro de Guerra y Marina. Contento por su actuaci贸n decisiva y fulminante, Rivarola volvi贸 a encontrarse con el m茅dico de la denuncia original, qui茅n luego le confes贸 que se trat贸 de una exageraci贸n, que ning煤n destacamento guardia c谩rcel bajaba las madrugadas de la citada colina en la que se encontraba la sede eclesi谩stica. Rivarola anot贸 en sus Memorias Diplom谩ticas que la movida subsecuente a la falsa denuncia pudo ser el detonante de toda la insurrecci贸n militar entonces todav铆a germinal.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Antes, Ayala, para demostrar autoridad, sac贸 a Chirife del Ministerio. No se trat贸 de una magistral jugada de poder porque lo nombr贸 comandante de la unidad militar m谩s poderosa con cuarteles en Paraguar铆, sede de la Segunda Regi贸n Militar, sobre la v铆a f茅rrea, a 72 kil贸metros de Asunci贸n. O no se anim贸 o no pudo enviar a retiro al coronel sedicioso de octubre, pero en Guerra y Marina coloc贸 a Manuel A. Rojas, coronel de su entera confianza y nada inclinado a la pol铆tica. El Presidente "precario" actuaba como tal y todo parec铆a sonre铆r a Schaerer, el gran caudillo del "destino manifiesto" y el Palacio de L贸pez como l铆mite.

聽聽聽聽聽聽聽聽 EL VETO DE LA DISCORDIA

聽聽聽聽聽聽聽聽 Siendo Schaerer presidente del Senado, se impuso la convocatoria a elecciones presidenciales para el d铆a 16 de junio de 1922, con la idea de la entrega del mando el siguiente 15 de agosto, gracias a una coalici贸n de conveniencia entre colorados y radicales de su bando. La C谩mara de Diputados tom贸 el proyecto original de la ANR y lo llev贸 a votaci贸n el 19 de mayo de 1922 donde result贸 victoriosa la misma coalici贸n del Senado pero por un margen m谩s estrecho: 19 votos contra 15. El Decreto Legislativo del Congreso de la misma fecha expresa:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Art. 1掳 Fijase el d铆a 16 de junio pr贸ximo para efectuarse las elecciones de electores que deber谩n designar Presidente y Vicepresidente de la Rep煤blica para completar el XIII per铆odo constitucional en cumplimiento del decreto legislativo del d铆a 7 de noviembre del a帽o pr贸ximo pasado."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Seg煤n el Art. 2掳-: "Los colegios electorales deber谩n reunirse el 30 de julio para elegir el Presidente y el Vicepresidente de la Rep煤blica". Esto le dio al Presidente Ayala la excusa para vetar la ley de elecciones cuyo prop贸sito era sacarlo a 茅l de en medio. As铆, el Gobierno, con la firma de la unanimidad de los ministros: Rogelio Ibarra, Interior; Eligio Ayala, Hacienda; Alejandro Arce, Relaciones Exteriores; El铆seo Da Rosa, Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica y Manuel A. Rojas, Guerra y Marina, el 22 de mayo envi贸 al Congreso el Mensaje del Veto Presidencial a la Ley de Elecciones, justific谩ndose en dos preceptos constitucionales, uno de fondo y otro de procedimiento. En la substancia, dice el Mensaje que la Constituci贸n es terminante, "El Presidente y el Vicepresidente durar谩n en sus empleos el t茅rmino de cuatro a帽os. Esta disposici贸n es categ贸rica y ninguna voluntad ni el concurso de voluntades legislativas y ejecutivas pueden hacer que el Presidente y Vicepresidente tengan un mandato m谩s breve o m谩s largo". El jurista Ayala informaba as铆 al Congreso sobre la nulidad del decreto legislativo de noviembre de llamar a elecciones para completar el per铆odo legislativo. De jurisprudencia se utiliz贸 lo ocurrido en 1880 cuando Bernardino Caballero fue ungido por el Congreso para terminar el per铆odo del fallecido C谩ndido Bareiro. Ayala le record贸 tambi茅n al Congreso que en 1912 antes que llamar a elecciones para que Schaerer complete el periodo de Gondra, se introdujo una variante. Se hicieron las elecciones fuera del cuatrienio, pero el Presidente electo dur贸 cuatro a帽os en el mando. En materia de procedimientos, dadas las elecciones presidenciales indirectas, se cit贸 la obligaci贸n de cumplir con los plazos constitucionales respecto de la reuni贸n de los colegios electorales dos meses antes de la fecha de entrega del mando. El decreto legislativo de mayo dejaba apenas quince d铆as entre reuni贸n del colegio electoral e inicio de mandato presidencial.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Sorprendidos por el veto presidencial, una veintena de parlamentarios emiti贸 un "Manifiesto" y solicit贸 que el Ej茅rcito se alzara en defensa del Congreso y la Constituci贸n. Impaciente con tantas idas y venidas parlamentarias, debates y afines, Chirife se declar贸 defensor de lo decidido por el Congreso y sublev贸 a la II Regi贸n Militar. Prontamente, se le sum贸 el coronel Pedro Mendoza, comandante de la IV Regi贸n Militar, con asiento en Villarrica, tambi茅n sobre la v铆a f茅rrea. Ambos le dirigieron el 27 de mayo una curiosa nota al Ministro Rojas donde informaron que estaban en rebeli贸n pero protestaron respetar la Constituci贸n y sus mandos naturales. El autodenominado "Ej茅rcito Constitucionalista" se apertrech贸 y acanton贸 en Luque, apenas la segunda estaci贸n del ferrocarril a contar desde la terminal asuncena, presto para un ataque a la capital.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La situaci贸n en Asunci贸n tom贸 ribetes de desesperaci贸n. Era el grueso del Ej茅rcito en rebeld铆a pues pronto se pronunci贸 a favor de los revolucionarios el teniente coronel Francisco Brizuela, a cargo de la III Regi贸n Militar en Concepci贸n. La capital estaba casi desguarnecida. En un supremo esfuerzo por evitar las hostilidades, el Presidente Ayala, dos d铆as despu茅s de la amenazadora nota a Rojas, el 29 de mayo, luego de evaluar su situaci贸n, envi贸 un escueto mensaje al Congreso retirando el veto cuyo texto denota una vez m谩s su superior intelecto y gran capacidad pol铆tica:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Existe una grave subversi贸n, y los poderes p煤blicos est谩n en el deber de salvar el pa铆s de sus funestas consecuencias. No es el momento de discutir sobre cuestiones de orden doctrinario o constitucional, como parece ser la intenci贸n de una parte de los representantes. El Poder Ejecutivo sin declinar en lo m谩s m铆nimo de sus convicciones acerca de la legalidad y oportunidad del Veto, quiere sustraer del debate p煤blico la 煤nica causa que hoy divide y encona los 谩nimos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Liderados ya por Schaerer, quien hab铆a estado con permiso por enfermedad, la coalici贸n opuesta al Gobierno crey贸 pasada la hora de negociar. Chirife y Mendoza exigieron la renuncia de Ayala como condici贸n para frenar los preparativos b茅licos. Los aliados de Schaerer en el Congreso, que ya inclu铆an a los representantes del Partido Colorado, pretendiendo ganar algo de tiempo se reunieron con una agenda llamativa cuyo primer punto era el tratamiento del veto presidencial y solo el segundo el tratamiento del retiro del veto. A las huestes rebeldes se sumaron tambi茅n oficiales militares anteriormente expulsados por "jaristas", as铆 como otros identificados con el partido republicano como Eugenio A. Garay, camarada de Chirife, Mendoza y Schenoni en la Escuela Militar de Chile pero dejado de lado del Ej茅rcito por la victoria de Schaerer en 1912. Los sublevados "constitucionalistas" parec铆an imparables.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Cund铆a el p谩nico en el Gobierno; el Gabinete en pleno present贸 renuncia, pero Ayala las rechaz贸 todas. Mientras tanto, los schaereristas con todo desparpajo iban y ven铆an de Luque informando a Chirife de los aprestos para la defensa y del ambiente caldeado y nada prometedor para el Ejecutivo. Los m谩s pesimistas ya tomaban como triunfante a la sedici贸n, algunos timoratos se asilaron en las embajadas de los pa铆ses vecinos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El Presidente Ayala comenz贸 a actuar con energ铆a y se aprest贸 a defender su gobierno como todo pol铆tico leg铆timo debe hacerlo, con decisi贸n y coraje. En las Memorias de Marcelle Durand, su esposa, se anot贸 esta confesi贸n de Ayala:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Parte del Ej茅rcito obedece a Chirife, el Parlamento me es hostil, al menos est谩 dividido. Bueno, que hagan lo que quieran, pero no ceder茅 ni dar茅 mi dimisi贸n. Luchar茅."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Reclut贸 y design贸 a quienes ser铆an los baluartes militares. Para contrarrestar a Chirife, eligi贸 al coronel Manlio Schenoni, camarada de aquel y de Mendoza, componentes del mismo plantel de becados a la Escuela Militar de Chile a fines del siglo anterior, por lo tanto, conocedor de Chirife, de su estilo de mando y su pensamiento estrat茅gico. Los pocos oficiales que secundaron a Ayala tuvieron luego una destacada actuaci贸n en la Guerra del Chaco y fueron algunos de los cuales al permanecer en el Ej茅rcito pudieron capacitarse en Europa y en Academias regionales. La lista de los leales era distinguida, los capitanes: Lu铆s Irraz谩bal, Juli谩n Arias, Nicol谩s Delgado, Camilo Recalde, los mayores: Jos茅 F茅lix Estigarribia, Arturo Bray, Juan B. Ayala, Higinio Mor铆nigo, Rafael Franco y Carlos J. Fern谩ndez. Ten铆an jefes y oficiales pero carec铆an de tropas al no tener mando cuartelero.

聽聽聽聽聽聽聽聽 DICTADURA MILITAR, DE NUEVO

聽聽聽聽聽聽聽聽 驴Qu茅 llev贸 a Eusebio Ayala a asumir una posici贸n tan intransigente con la rebeli贸n cuando sus declaraciones tan solo en el mes anterior ante el Congreso hab铆an sido emitidas en apoyo a las elecciones que dar铆an al Poder Ejecutivo un mandato no "precario"?

聽聽聽聽聽聽聽聽 脡l mismo provey贸 la respuesta en su siguiente Mensaje de Apertura de Sesiones del Congreso, el 1 de abril de 1923:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Mis sinceros empe帽os de restaurar la base partidaria del Gobierno se estrellaron ante intransigencias tenaces, ante enconos irreductibles. El Congreso, en vez de colaborar en la tarea de apaciguar los esp铆ritus y devolver al pa铆s el goce de la paz institucional, se afan贸 por exacerbar pasiones apenas reprimidas. Se dict贸 una ley de elecciones presidenciales, no para volver a la norma constitucional, sino para asegurar el triunfo de un grupo pol铆tico, aliado con elementos de fuerza, vali茅ndose de los mismos recursos que hab铆a servido para deponer al Presidente Gondra.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Hubiera traicionado a mi conciencia de ciudadano si, teniendo medios l铆citos a mi alcance, no los hubiese utilizado para evitar a la naci贸n paraguaya la verg眉enza de una elecci贸n en que iban a intervenir, a pesar del Presidente de la Rep煤blica, la Polic铆a y parte del Ej茅rcito para violentar el acto comicial. Me val铆 del medio que la Constituci贸n pone en manos del Primer Mandatario y vet茅 la ley de elecciones. Los hechos ulteriores han demostrado suficientemente cu谩nta raz贸n ten铆a para oponerme a dicho proyecto, en aquella circunstancia 隆C贸mo pensar que los autores del 29 de Octubre y los sublevados de Mayo hubiesen acatado el veredicto del pueblo!"

聽聽聽聽聽聽聽聽 En sus maniobras para defender su presidencia, Ayala se enter贸 de cosas fant谩sticas. Como Schaerer estaba impedido constitucionalmente de volver a la Presidencia hasta 1924, ide贸 lo de completar el mandato y logr贸 la ayuda parlamentaria de los colorados deseosos de desalojar a los liberales radicales sako-puk煤. Para llenar esos dos a帽os con una figura controlable, Schaerer alent贸 a Chirife a pensar en hacerlo sin sacrificar su carrera. El Coronel ya ten铆a quien le escribiera el libreto. De la revelaci贸n del resto de la trama se encarg贸 Eusebio Ayala en su "Mensaje Anual" de 1923:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Pero las elecciones proyectadas no solamente no iban a ser sinceras, sino que no iban a ser pac铆ficas. Se hab铆a lanzado como un desaf铆o la candidatura de un militar en servicio activo, acusado de complicidad, sin defensa de su parte, en el atentado del 29 de Octubre. Esta candidatura, por lo menos en esa hora, equival铆a a una incitaci贸n a la guerra civil. Quise honradamente evitar al pa铆s este nuevo infortunio. No lo logr茅. Estaban ellos resueltos, seg煤n parece, a fundar una dictadura militar independiente de los partidos. Mis esfuerzos para obtener un avenimiento e impedir el derramamiento de sangre no tuvieron 茅xito alguno; estaba yo dispuesto a evitar esta guerra fratricida sobre cualquiera concesi贸n siempre que fuese salvaguardada la dignidad de mi investidura."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Ayala, exasperado por la osad铆a de Schaerer, su anterior amigo, no dud贸 en culparlo abiertamente de albergar ambiciones caudillistas por larga data. Aprovech贸 para responsabilizar a la pusilanimidad ("buena fe negligente") de los anteriores presidentes civiles que no supieron ponerle freno y se dejaron tutelar por 茅l. Ac谩 qued贸 meridianamente claro, Ayala era un dem贸crata firme donde Schaerer era apenas un oportunista hambriento de poder a cualquier precio:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Apenas se dio la voz de insurrecci贸n, el Ej茅rcito se sublev贸, se sublevaron los polic铆as de campa帽a y la mayor铆a de los empleados de la Polic铆a de la Capital pasaron a engrosar las huestes rebeldes. De suerte que en aquellos 煤ltimos d铆as de mayo, el Gobierno se hallaba en la imposibilidad de hacer primar su voluntad, por estar los elementos de acci贸n pagados por el Tesoro Nacional al servicio de pol铆ticos que hab铆an organizado, al amparo de la buena fe negligente de los Presidentes anteriores, una m谩quina insidiosa destinada a volverse contra el gobernante que tuviese la voluntad de emanciparse de la tutela de aquellos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 No fue la primera ni iba a ser la 煤ltima oportunidad en que alg煤n civil ambicioso se crey贸 en condiciones de manipular a un jefe militar con mando de tropa. La experiencia pasada anota que los civiles pronto se ve铆an superados y hasta acorralados y perseguidos por ese mismo militar al que se crey贸 capaz de blandir y usar a discreci贸n. A Schaerer le hab铆a ido mucho mejor acaudillando a los civiles. Ahora quer铆a probar suerte con los militares.




CAP脥TULO III

CUARTEL GENERAL EN VILLARRICA

聽聽聽聽聽聽聽聽 El alejamiento del frente de operaciones hizo necesario trasladar el puesto de comando del Gobierno. Para ello, a principios de agosto de 1922 se eligi贸 la ciudad de Villarrica por su importancia econ贸mica y social y por estar ubicada sobre la v铆a f茅rrea a lo largo de la cual se iban desarrollando los episodios. El d铆a 15 de agosto se realiz贸 un gallardo desfile militar presidido por el propio presidente Ayala en una demostraci贸n de autoridad y confianza de las tropas gubernistas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Anteriormente, el 3 de agosto, el Gobierno ocup贸 la Estaci贸n Maciel mientras los rebeldes se parapetaron en Salitre ku茅, sobre el brazo principal del Tebicuary con un puente destrozado que imped铆a ataques ferroviarios. Por un buen tiempo, en agosto, los encuentros tuvieron como protagonistas a jefes montoneros. El capit谩n Irraz谩bal hab铆a derrotado en Ybycu铆 a la montonera de Te贸filo Vargas, quien perdi贸 dos hombres y tuvo cinco heridos, adem谩s de otros 11 prisioneros, y le fueron confiscados 25 caballos con sus aperos. Irraz谩bal solo tuvo que lamentar un herido en sus filas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En la necesidad de reclutar y adiestrar soldados, el Gobierno recibi贸 la adici贸n de 200 hombres del norte, de la zona de Concepci贸n, tra铆dos por el doctor Eladio Vel谩zquez con el apoyo del estanciero liberal Di贸genes Arza. Precisamente en el norte asolaba la campi帽a la montonera del criminal Pl谩cido Jara que al mando de su banda se dedicaba al abigeato. Por cre茅rselo ducho en combates, Jara y sus seguidores incluso fueron reclutados para la Guerra del Chaco, algo que molest贸 de sobremanera al entonces mayor Irraz谩bal que nunca acept贸 la contribuci贸n "patri贸tica" del montonero. Durante la guerra civil, Jara, que uni贸 su suerte a la rebeli贸n, intent贸 retomar San Estanislao, defendido por Juan Conigliaro con la ayuda de su hijo V铆ctor, de apenas 16 a帽os. La vanguardia de Jara, de unos 25 hombres, fue avistada y repelida ocasionando m谩s de 15 bajas ese 2 de agosto.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin desanimarse por el contratiempo, Jara junt贸 m谩s de 150 jinetes para volver a atacar San Estanislao y entrada la noche, los defensores todav铆a los ten铆an a raya hasta que se agotaron las municiones por lo que Pl谩cido Jara qued贸 due帽o de la situaci贸n. Lo primero que hizo fue ordenar el fusilamiento sumario de Conigliaro perdonando la vida del hijo por su corta edad. Jara hab铆a perdido la cuarta parte de sus tropas por lo que lo invadi贸 un furor homicida, procediendo a ordenar el fusilamiento del sargento prisionero Indalecio Z谩rate y del joven Antonio Villalba, ajusticiados en el zagu谩n de la casa de la familia Parodi frente a la cual se atrincheraron. Un hermano del sargento Z谩rate, de nombre Sime贸n, al querer retirar los restos de su familiar para el sepelio, fue salvajemente golpeado en la cabeza con un hacha que le arranc贸 una oreja y lo dej贸 tendido sin sentido. Estas guerras intestinas tienen su cuota de aguerrida maldad que luego tanto cuesta olvidar a los afectados y a veces se llevan las injurias por generaciones.

聽聽聽聽聽聽聽聽 OFICIALES, CABALLEROS Y CONTRABANDO

聽聽聽聽聽聽聽聽 La prensa oficialista, EL DIARIO del Dr. Eliseo Da Rosa que acompa帽aba al gobierno con su propaganda, elogiaba la lealtad de los jefes y oficiales que, estando en actividad al momento de la rebeli贸n, quedaron leales al Presidente Ayala y a la lista de los conocidos agregaba los distinguidos capitanes Alfredo Mena, Gaudioso N煤帽ez, Pablo Sanabria, Eugenio Mart铆nez y el teniente Lu铆s Franco Vera. M谩s interesante incluso fue la lista de futuros h茅roes de la contienda chaque帽a que estando en servicio en la II Regi贸n Militar, sufrieron prisi贸n por negarse a la revoluci贸n. Esta lista es casi un inventario de valientes y condecorados combatientes como los capitanes Jos茅 Mar铆a Cazal y 脕ngel De Miguel, el teniente primero Carlos Z. Torres, los teniente segundos Pablino Antola, Vicente Machuca, Jos茅 Rosa Vera, Higinio Mor铆nigo y el teniente de administraci贸n Sampson Harrison.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Particularmente interesante fue el breve papel jugado por el coronel Carlos Goibur煤, camarada de Chirife desde la 茅poca de los estudios chilenos. Goibur煤 fue tambi茅n identificado por Arturo Bray en sus memorias como el oficial que ordenara la muerte a sangre fr铆a de Adolfo Riquelme en 1911 y que luego le costara a Albino Jara la presidencia provisional. Goibur煤 era activista del Partido Colorado y fue comisionado por 茅ste luego del ataque a la Capital del 9 de junio anterior al acercamiento a Chirife. Los republicanos no se hab铆an unido institucional y abiertamente a la rebeli贸n, pero la apoyaron con armas y bagajes en el interior y en las C谩maras del Congreso negaban su voto al necesario Estado de Sitio para sofocar la sedici贸n militar. De todos modos, Goibur煤 mantuvo conversaciones con Chirife en Paraguar铆 y m谩s adelante cuando se hab铆an ya los rebeldes atrincherado en Ka铆 Puente.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El inter茅s de Goibur煤 en conversar sin comprometerse mucho no fue admisible para Chirife, quien el d铆a 7 de agosto env铆a un telegrama a Goibur煤 que se encontraba en Encarnaci贸n deseoso de acercarse al comandante rebelde. El texto de la nota telegr谩fica fue terminante. Goibur煤 ten铆a expl铆citamente prohibido acercarse al Cuartel General y deb铆a inmediatamente abandonar Encarnaci贸n y volverse a su residencia en Posadas, del lado argentino del Paran谩. Consultado por alg煤n periodista sobre tan imperiosa orden, Goibur煤 balbuce贸 que Chirife guardaba celos profesionales de 茅l, que Goibur煤 juzgaba infundados porque "茅l nunca hab铆a pensado en suplantarlo".

聽聽聽聽聽聽聽聽 La explicaci贸n era poco cre铆ble pues una revoluci贸n de alcance nacional no se comanda en base a comparaciones de fojas de servicios ni habilidades t谩ctico-estrat茅gicas. Pero, como siempre ocurre, en el reportaje, Goibur煤 dej贸 deslizar m谩s de lo que era sensato. La transcripci贸n literal de sus palabras la encontramos en el primer tomo de De los Santos:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Requer铆 al Coronel [Chirife] su opini贸n sobre los pr贸ximos acontecimientos y manifest贸 que, a su juicio, los revolucionarios se har谩n fuertes en Ka铆 Puente, cuyo terreno se presta a una seria resistencia, recordando que all铆 actu贸 Brizuela en 1911. Debe tenerse en cuenta -agreg贸 textualmente- que Brizuela oper贸 entonces en terreno natural, mientras que ahora se han construido trincheras y otras obras de defensa, pero si el adversario ataca con fuerza y sabe flanquear, no ser铆a dif铆cil una nueva derrota de los revolucionarios, dada la desmoralizaci贸n de sus fuerzas, cuyo n煤mero no excede de mil doscientos hombres, bastante escasos de municiones y armamentos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 No hab铆a que buscar m谩s para explicar la furia de Chirife contra Goibur煤 convertido en aut茅ntico esp铆a gubernamental, anunciando sus posiciones, identificando sus debilidades e invitando a los estrategas gubernistas a pulir un ataque fulminante. De cualquier manera, la situaci贸n de Chirife no era del todo desesperada todav铆a. La falta de armamento y municiones fue resuelta de la manera acostumbrada en conatos sediciosos por medio de la adquisici贸n de los mismos en los pa铆ses vecinos; neutrales y con embargo contra ese tipo de tr谩fico, pero las armas y las balas son objetos de comercio, aunque escasos a veces, y en el comercio, el que puede pagar tarde o temprano las consigue.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La posici贸n de Encarnaci贸n era curiosa. Terminal nacional de la v铆a f茅rrea, su puerto de Pac煤 Cu谩 ten铆a fluido comercio con la vecina Argentina. La guarnici贸n militar estaba jugada del lado de los rebeldes, pero por el Paran谩 era hostigada por los buques artillados del Gobierno, due帽os de las v铆as fluviales. Una noticia de la orilla vecina hab铆a intrigado a m谩s de uno; en la noche del 31 de agosto, siete personas -seis paraguayos y un argentino- hab铆an sido secuestrados en Posadas por el diputado chirifista Manuel Balteiro y por el capit谩n Laureano V谩zquez de la guarnici贸n encarnacena. Los hechos ocurrieron as铆: en el tren internacional de Buenos Aires hab铆an llegado a Posadas unos vagones conteniendo armas y municiones para los rebeldes. Estos fueron desprendidos del convoy regular y llevados al cercano embarcadero Barthe donde se procedi贸 al transbordo de la carga para ubicarla en dos embarcaciones paraguayas mientras las autoridades argentinas pretend铆an no percatarse.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El h谩bil c贸nsul paraguayo en Posadas, Reinaldo Bibbolini, sab铆a exactamente lo de la carga y su manejo por lo que emple贸 a los siete eventuales secuestrados a montar guardia sobre los vagones y su contenido. La lancha ALMIRANTE FIGURITA remolcando la chata GLADIADOR abandon贸 el varadero Barthe y se dirigi贸 a Pac煤 ku谩 donde el capit谩n embarcadizo Juan N煤帽ez alz贸 a bordo al capit谩n V谩zquez y 25 soldados armados de fusiles M谩user, volviendo en el acto al varadero con las luces apagadas y a media m谩quina.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Avisado V谩zquez de que los vagones con la carga preciada ten铆an vigilancia de civiles, 茅ste orden贸 bajar a tierra a cinco soldados armados y acompa帽ado del diputado Balteiro procedieron a secuestrar a los siete guardias para llevarlos a la bodega del GLADIADOR bajo cuidado de un centinela. Tanta era la carga transportada que el trasbordo dur贸 unas ocho horas pues las embarcaciones con las armas y municiones atracaron en Pac煤 ku谩 a las 5 de la ma帽ana del 1 de setiembre de 1922. Las autoridades argentinas no notaron nada irregular a pesar de que el pa铆s vecino acaba de realizar un procedimiento militar armado en su territorio. Es de suponer que la revoluci贸n estaba lo suficientemente bien financiada para solventar no solo las armas y el material de guerra sino tambi茅n la ceguera y sordera de la guardia fronteriza.

聽聽聽聽聽聽聽聽 PRIMERA BATALLA A脡REA EN SUDAM脡RICA

聽聽聽聽聽聽聽聽 Las fuerzas gubernistas, convencidas de la importancia t谩ctica de la aeron谩utica, contrataron en Buenos Aires, al sargento aviador italiano Nicol谩s Bo, veterano tambi茅n de la Primera Guerra Mundial quien a su vez reclut贸 a otros compatriotas. Se encargaron de traer toda una escuadrilla compuesta de un SPAD-HERBEMONT S.XX, dos SAML A.3, dos ANSALDO SVA-5 y un ANSALDO SVA-10, que con el FK8 formaron la "Escuadrilla A茅rea de la Aviaci贸n Gubernista". Los aparatos operaron desde el campo a茅reo de 脩u-Guaz煤.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Los revolucionarios tambi茅n decidieron tener su propia aviaci贸n y contrataron en Buenos Aires a 脕ngelo Pescarmona y a otros pilotos de diversas nacionalidades, quienes trajeron al Paraguay tres ANSALDO SVA-5 y un ANSALDO SVA-10 durante el mes de julio de 1922. Su base a茅rea operativa se situ贸 en un improvisado campo a茅reo en Ka铆 Puente (hoy Coronel Bogado), desde donde atacaron las posiciones gubernistas. Eduardo Schaerer no era improvisado en cuanto a aeron谩utica. Hab铆a sido el primer presidente sudamericano en funciones en emprender vuelo en aeroplano en 1914 y segundo en el mundo solamente despu茅s del mexicano Francisco Madero.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Antes de protagonizar la primera batalla a茅rea en suelo sudamericano, el 5 de setiembre de 1922, los pilotos de ambos bandos llevaron adelante vuelos de ataque a convoyes de trenes y a posiciones enemigas as铆 como el lanzamiento de volantes de propaganda. No obstante, aquel d铆a, el piloto irland茅s, contratado por el Gobierno a mediados de agosto de 1922, teniente Patrick Hassett, veterano del ROYAL FLYING CORPS en la Primera Guerra Mundial, a bordo de un ANSALDO SVA-5 gubernista se trab贸 en combate con otro SVA-5 rebelde sobre el campamento gubernista de Salitre-Cu茅. Ambos pilotos se ametrallaron mutualmente sin lograr derribarse. El piloto rebelde llev贸 la peor parte pero retorn贸 a su base en Cang贸 (Gral. Artigas).

聽聽聽聽聽聽聽聽 La siguiente batalla a茅rea no se hizo esperar. El segundo combatea茅reo se dio el 6 de setiembre de 1922 cuando un ANSALDO SVA-5 rebelde atac贸 el campamento gubernista en Salitre-Cu茅. Hassett despeg贸 con un SVA y nuevamente se trab贸 en combate a茅reo, logr贸 herir a su adversario, quien abandon贸 el combate y realiz贸 un aterrizaje de emergencia en Cang贸, da帽ando seriamente el aparato.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Como tom谩ndole el gusto, ambas aviaciones siguieron realizando misiones de reconocimiento y bombardeo; el 25 de setiembre de 1922 se dio el tercer combate a茅reo. Unos d铆as antes, un SVA-5 rebelde hab铆a sobrevolado la zona de Isla Alta para tratar de localizar y destruir la bater铆a gubernista de ca帽ones navales VICKERS montada sobre los rieles del ferrocarril, pero sin 茅xito. Aquel d铆a, tropas gubernistas colocaron dichos ca帽ones en un lugar bien visible, como carnada para la aviaci贸n rebelde, y se prepar贸 un ANSALDO SVA-5 gubernista para repeler el ataque. Al presentarse un SVA-5 rebelde, el sargento B贸 despeg贸 inmediatamente y le dio caza. El piloto rebelde, al verse atacado, solt贸 sus bombas y huy贸. Bo lo persigui贸, ametrall谩ndolo repetidas veces, pero sin lograr derribarlo.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Despu茅s de los combates a茅reos mencionados, los pilotos rebeldes aprendieron a respetar a sus adversarios gubernistas. Siguieron los encuentros ocasionales sin producirse ning煤n derribo sobre las posiciones del enemigo. El 3 de octubre de 1922, un SVA-5 rebelde atac贸 al ca帽onero Adolfo Riquelme sin 茅xito.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Tal vez temerosos del cariz que iban tomando los combates en tierra, ese mismo mes, dos pilotos rebeldes con sus respectivos SVA desertaron, huyendo a Ituzaing贸, Argentina. La Aviaci贸n Revolucionaria se qued贸 con solo un SVA-5 operativo y el SVA-10 en tierra por falta de repuestos, los cuales fueron capturados por tropas gubernistas en noviembre luego de la gran batalla de Ka铆 Puente. Desaparec铆a as铆 la Aviaci贸n Revolucionaria.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La fuerza a茅rea gubernista segu铆a incansable pues para el 14 de octubre, un SVA-5 bombarde贸 con 茅xito un tren rebelde que transportaba municiones. Arroj贸 dos bombas que impactaron de lleno en el tren, destruy茅ndolo. Durante los meses finales de 1922, la aviaci贸n gubernista sigui贸 llevando a cabo misiones de reconocimiento y bombardeo sobre las posiciones rebeldes. Para principios de 1923, solo cinco aeronaves se encontraban operativas: dos SAML A.3/S.l, un ANSALDO SVA-5, un ANSALDO SVA-10 y un SPAD S.XX. Las dem谩s aeronaves se utilizaron como fuente de repuestos en lo que comenz贸 a llamarse operaci贸n "carneada", sistema log铆stico de convencional en el Ej茅rcito paraguayo.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La guerra civil de 1922 tuvo entre sus resultados la inclusi贸n de la aviaci贸n en el campo militar. Ya con el Dr. Eligio Ayala en la Presidencia provisional, el 22 de febrero de 1923, mediante el Decreto N掳 15.787 se cre贸 la Escuela de Aviaci贸n Militar, dependiente del Ministerio de Guerra y Marina, nombr谩ndose como Director al Sargento-Aviador italiano Nicol谩s B贸, con el rango de Teniente Primero H.C. y como mec谩nicos de la misma a su hermano Giuseppe B贸 y Giuseppe Barbenza. La primera dotaci贸n de la EAM estuvo integrada por las aeronaves sobrevivientes de la Revoluci贸n: un ANSALDO SVA-5, un SVA-10, dos SAML A.3 y un SPAD S.XX. El Paraguay, la silenciosa y orgullosa primera rep煤blica del mundo ib茅rico de pronto se encontr贸 como pionera en materia combatiente en aviaci贸n militar.

聽聽聽聽聽聽聽聽 LA MADRE DE LAS BATALLAS

聽聽聽聽聽聽聽聽 A pesar de no reunirse las C谩maras para evitar darle al Presidente Ayala la oportunidad de solicitar el acuerdo parlamentario para el Estado de Sitio, 茅ste aprovech贸 el receso constitucional para emitir un decreto el primer d铆a del mismo, setiembre 1掳 de 1922 hasta el 31 de diciembre. De cualquier manera, los acontecimientos le eran favorables aunque la lucha no concluir铆a pronto.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Los rebeldes eligieron como Cuartel General el poblado de Ka铆 Puente, sobre la v铆a f茅rrea, cercano a Encarnaci贸n, con accidentes de terreno y corrientes de agua que ser铆an de relativa f谩cil defensa luego de la construcci贸n de trincheras. Para esto tuvieron el asesoramiento de los mejores, unos oficiales alemanes veteranos de la reciente guerra de trincheras del Marne europeo. Se lograron construir sofisticadas l铆neas de comunicaci贸n, defensa, evacuaci贸n rodeado de campos minados.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A unos pocos kil贸metros v铆as arriba, estaba la fortaleza natural de Isla Alta, paradis铆aca serran铆a con espesura donde tambi茅n se construyeron l铆neas atrincheradas muy elaboradas de dif铆cil asedio. Isla Alta era el seguro de Ka铆 Puente, no se llegar铆a a 茅ste sin antes caer aquella. La proteg铆an dos regimientos de unas 600 plazas, dos piezas de artiller铆a y m谩s de mil metros de trincheras al lado de la extensi贸n de las v铆as para abastecimiento.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En las academias militares latinoamericanas casi siempre se estudian m谩s las instancias de defensa que de ataque. En esto 煤ltimo, los latinoamericanos no se consideran los mejores. Sin embargo, demostrando una vez su acelerada profesionalizaci贸n, el ej茅rcito gubernista llev贸 adelante una maniobra exitosa para la toma de Isla Alta el 12 de setiembre de 1922. A cargo del operativo estaba el mayor S谩nchez que dividi贸 sus fuerzas en tres columnas comandadas por los capitanes Delgado, N煤帽ez y C茅spedes.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La artiller铆a gubernista montada sobre vagones realiz贸 certeros disparos que abrieron brechas en las trincheras. Las bater铆as sirvieron de sombrilla protectora a la Infanter铆a. Los gubernistas se lanzaron al ataque con br铆o al notar que la artiller铆a defensiva no era muy certera por los propios accidentes del terreno. El enfrentamiento no dur贸 m谩s de media hora de fuego graneado y lo m谩s sorprendente para los defensores fue la aparici贸n de la caballer铆a de Irraz谩bal por un estrecho sendero lindante con un estero considerado infranqueable. El 铆ntimo conocimiento del terreno hizo la diferencia. Los defensores se retiraron por la retaguardia con direcci贸n a Ka铆 Puente. La puntillosa planificaci贸n de Schenoni y la excelente ejecuci贸n de S谩nchez y sus capitanes fueron nuevamente agraciados con una completa victoria. Una plaza bien resguardada donde el n煤mero de atacantes nunca super贸 los 800 soldados fue indicativa de la pericia y arrojo de los que tomaron el lugar por asalto. De los Santos anota que los defensores perdieron 38 entre muertos y heridos, mientras los atacantes solo tuvieron de bajas un muerto y seis heridos. Entre el bot铆n dejado atr谩s por los rebeldes estaban varias cajas de los flamantes fusiles REMINGTON introducidos de contrabando v铆a Posadas en el episodio de los seis guardias secuestrados.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Las fuerzas se iban preparando para lo que ser铆a una batalla decisiva donde los rebeldes esperar铆an en Ka铆 Puente. Estos casi hab铆an renunciado a la movilidad, siendo los gubernistas quienes ganaban terreno. Los rebeldes enviaban montoneras y realizaban asaltos a poblaciones como Quyquyho, Ajos, Villa del Rosario, pero eran maniobras limitadas t谩cticas sin mayor valor estrat茅gico pues el grueso de las fuerzas de Chirife estaban varadas y nada m谩s que contaban con los cincuenta kil贸metros de v铆a f茅rrea entre Ka铆 Puente y Encarnaci贸n; y 茅stas a su vez estaban bloqueadas por la Marina sobre el Paran谩.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Para elevar la moral de sus tropas, el Gobierno envi贸 a Isla Alta la mayor pieza de artiller铆a de la contienda, un ca帽贸n VICKERS 215 mm, cuyas dimensiones hicieron que la tropa lo bautizara como "El Abuelo". El tubo med铆a 9 metros y pesaba 17 toneladas. Su imponente tama帽o se traduc铆a en su inusitado alcance, 20 kil贸metros. Hab铆a sido adquirido en 1911 en veinte mil libras esterlinas. Cada bala costaba veinte libras y ten铆a un peso de 90 kilogramos; un monstruo desde cualquier 谩ngulo. Su solo transporte dejaba boquiabierta a la poblaci贸n porque era imposible hacerlo de manera discreta. Sus disparos tuvieron otro resultado no buscado. Creaban tanta confusi贸n entre los rebeldes que quienes hab铆an sido enganchados a la fuerza como combatientes aprovechaban para desertar. Un caso inusual, que comenta De los Santos, fue el del teniente Jos茅 Soto, quien el 19 de octubre, tres horas despu茅s de cesado el bombardeo de "El Abuelo", se present贸 junto a siete soldados arreados y equipados a filas del Gobierno. Maestro rural, Soto hab铆a sido jefe pol铆tico de Hyaty y el entusiasmo inicial se fue disipando hasta este desenlace.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Mientras se preparaba el gran ataque gubernista, las noticias relevantes eran luctuosas. Caus贸 pena la muerte del chirifista teniente Javier Brun, pero lo vistoso de su corcel y su vestimenta lo hac铆an blanco f谩cil, cay贸 en el enfrentamiento de Curu帽ay cerca de Ajos con un balazo en el pecho. Del lado gubernista mucho se lament贸 la muerte del valeroso jefe; mayor Cristino Torres, de la briosa caballer铆a gubernista; el mismo fue tomado prisionero y fusilado. Al ser aprehendido, Torres ten铆a una herida en la pierna, aunque no de consideraci贸n, pero al sospechar sus captores que ser铆a rescatado por sus tropas, lo ajusticiaron sumariamente por un disparo del diputado R贸mulo Goibur煤, seg煤n el relato contempor谩neo de De los Santos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Algo parecido ocurri贸 con el capit谩n Pedro L贸pez en T茅llez Potrero. Al frente de 300 hombres fue sorprendido por el enemigo y un disparo le inutiliz贸 una pierna y al caer del caballo por deslizarse su apero. Fue tomado prisionero y tratado gentilmente por sus captores hasta que apareci贸 un teniente Pacheco quien orden贸 su fusilamiento inmediato, bajo la exclamaci贸n de,"隆Maten a ese miserable!". No falt贸 un sargento que cumpliera la orden.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Ya en el mes de noviembre, por decreto reconociendo m茅ritos de guerra son ascendidos a Sargento Mayor, Jos茅 F茅lix Estigarribia y a teniente primero Francisco Caballero 脕lvarez, Ar铆stides Rivas Ortellado y Federico Wennan Smith, todo ellos de distinguida carrera militar futura.

聽聽聽聽聽聽聽聽 KA脥 PUENTE

聽聽聽聽聽聽聽聽 La fortaleza de Ka铆 Puente estaba ubicada en promontorios entre los r铆os Aguapey y Tacuary rodeados de 9.500 metros de trincheras elaboradas que cubr铆an todo el frente. Delante de las trincheras estaban construidas unas defensas de alambre tejido y alambrada de p煤as puestas detr谩s de un campo minado de m谩s de medio millar de unidades atadas con alambres con lo que la explosi贸n de alguna iba a ocasionar un efecto repetido en todo el sector minado.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Las trincheras subterr谩neas de abrigo hab铆an sido construidas con esmero bajo la supervisi贸n de expertos mercenarios alemanes. Ten铆an refugios, cubre cabezas, l铆neas de comunicaci贸n y trincheras de desag眉e as铆 como nidos de ametrallados y emplazamientos de artiller铆a. A primera vista, se presentaban como inexpugnables. La log铆stica estaba perfectamente cubierta por los frecuentes viajes de aprovisionamiento a Encarnaci贸n y los medios financieros no eran limitados.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Chirife mostraba sus trincheras con un orgullo un tanto inmaduro y se jactaba de que todo ataque frontal para abrigar esperanzas de suceso, deb铆a contar con por lo menos 12.000 soldados. El Gobierno, con el continuo reclutamiento de adherentes radicales movilizados por los caudillos partidarios, apenas cubr铆a unas 3.500 plazas. El jefe rebelde ten铆a fundadas razones para expresar optimismo.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Nuevamente, la planificaci贸n y el completo conocimiento del terreno eran menester para sorprender a los defensores donde menos lo esperaban. El plan consist铆a en pretender acercarse por el frente con un respetable n煤mero de combatientes pero sigilosamente en simult谩neo se deb铆a atacar por la retaguardia para tomar al enemigo entre dos fuegos. La maniobra m谩s dif铆cil pero que har铆a la diferencia le fue encomendada al flamante mayor Estigarribia quien hab铆a merodeado alrededor en movimientos de hostigamiento y patrulla en los 煤ltimos dos meses.

聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆, al frente de un destacamento de 1.500 hombres, parti贸 Estigarribia del campamento de Isla Alta a las cinco de la ma帽ana del domingo 13 de noviembre. Deb铆a ejecutar una marcha semicircular de 90 kil贸metros pasando por T茅llez Potrero en la boscosa espesura sin perder rumbo ni alertar a terceros, cosa nada f谩cil con semejante multitud. El plan contemplaba la toma de la Estaci贸n de Carmen del Paran谩, al sur de Ka铆 Puente, a la tarde del lunes 14. Debido a encuentros con la Caballer铆a rebelde que patrullaba la zona alejada de las trincheras, el destacamento solo pudo llegar al sitio a eso de las 20 horas permitiendo la huida de la escasa fuerza que la proteg铆a, prueba adem谩s de que la brillante planificaci贸n de Schenoni tom贸 totalmente por sorpresa a la defensa.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En efecto, a la noche del mismo d铆a 14, los gubernistas estuvieron cerca de aprehender un convoy ferroviario enemigo que ajeno al episodio de la torna de Carmen del Paran谩 se preparaba para aprovisionarse en la Estaci贸n donde fue recibido con fuego graneado lo que le hizo dar apresurada marcha atr谩s logrando penosamente escabullirse, posiblemente con heridos por la cantidad de displicentes tropas que viajaban en el armaz贸n de la locomotora.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Estigarribia comandaba contingentes de las tres armas. La Artiller铆a estaba bajo el mando del capit谩n Camilo Recalde y la Caballer铆a del capit谩n Irraz谩bal. Se precis贸 de toda la capacidad de estos oficiales para sortear la dif铆cil situaci贸n. En efecto, al enterarse en Encarnaci贸n que Carmen del Paran谩 estaba en manos enemigas, el Comandante local, capit谩n Laureano V谩zquez vino a su encuentro al frente de una fuerza de 300 soldados. Estigarribia recibi贸 el d铆a 15 en la inc贸moda posici贸n de estar casi rodeado pues el mayor Jos茅 Mar铆a Valenzuela hab铆a ocupado varios pasos del R铆o Tacuary y a la derecha de 茅ste, el teniente coronel Brizuela y el capit谩n Tom谩s Mendoza se aprestaban para una ataque envolvente sobre Estigarribia enfrentado a 700 hombres y cuatro ametralladoras, a m谩s de V谩zquez y su destacamento en retaguardia.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Con esa imperturbable serenidad que fue su marca registrada, Estigarribia se aprest贸 a la lucha. Dividi贸 sus fuerzas en dos destacamentos. Uno, al mando del capit谩n Fortunato Arias, recibi贸 la orden de atacar a V谩zquez, quien adem谩s pose铆a dos ca帽ones y una ametralladora. El capit谩n Irraz谩bal iba al cuidado de uno de los flancos de Arias. La pelea fue ensordecedora y ambos bandos se batieron con ferocidad hasta que poco a poco se impuso el mayor n煤mero de Arias que fue ayudado por el ataque a los flancos de Irraz谩bal. Luego de numerosas bajas, que se estimaba llegaron a los dos tercios de sus efectivos entre muertos, heridos y prisioneros, V谩zquez y sus maltrechos sobrevivientes enfilaron hacia Encarnaci贸n. La victoria gubernista luego de tres horas de combates se hab铆a consumado para las 11:30 de ese d铆a 15 de noviembre. El teniente Juan Manuel Garay hab铆a batido a los que estaban en retirada con lo que captur贸 a los rezagados. Por tener que volver a cruzar el Tacuary para dirigirse a Encarnaci贸n, V谩zquez casi fue hecho prisionero.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La gran batalla de Ka铆 Puente reci茅n hab铆a comenzado y solo se consigui贸 para entonces neutralizar la retaguardia de Estigarribia, quedaba el frente formidable todav铆a donde Valenzuela, Mendoza y el mayor Vargas preparaban sus ataques. El teniente coronel Brizuela y el mayor Acosta se posicionaron tomando el puente de la v铆a f茅rrea y teniendo disponible un tren blindado. Para avanzar sus designios, Estigarribia orden贸 al capit谩n Alfredo Mena resistir el ataque de Valenzuela y al capit谩n Carlos J. Fern谩ndez con una parte del 4掳 Batall贸n orden贸 oponerse a la presi贸n de Brizuela. Mena y Fern谩ndez resistieron heroicamente por largas horas sin apoyo alguno. Finalmente, con la derrota de V谩zquez en el sur, se liberaron reservas para venir en ayuda de 茅stos. A pesar de estar en inferiores condiciones, los rebeldes resistieron con ah铆nco y tes贸n hasta que los gubernistas quedaron due帽os de la situaci贸n al caer la noche, a eso de las 18:30 horas. Las sucesivas cargas gubernistas lograron despu茅s de mucho esfuerzo quebrantar el frente de las l铆neas de Valenzuela y de Brizuela. Se impuso la retirada en desbande hacia Ka铆 Puente.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El segundo acto de la gran batalla hab铆a concluido con la heroica muerte del mayor Valenzuela y los tenientes rebeldes Molinas y Prieto; quedaron heridos el Ayudante Ag眉ero y el capit谩n Ca帽iza. El capit谩n Mena hizo repasar a sus tropas el Tacuary en la persecuci贸n de los vencidos que solo concluy贸 al caer la oscuridad total a las ocho de la noche. Estigarribia hab铆a cumplido con creces la misi贸n de eliminar todo apoyo al Cuartel General atrincherado demostrando capacidad de mando e iniciativa en la adversidad al verse rodeado de fuego enemigo y a煤n as铆 salir airoso.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El objetivo central era desalojar al coronel Chirife de su puesto mando y eso corri贸 a cargo del mayor S谩nchez al mando del Primer Destacamento compuesto de 1.200 hombres. El objetivo estaba protegido y los obst谩culos eran formidables pese a la buena artiller铆a gubernista. Los VICKERS 76 estaban sobre la l铆nea f茅rrea mientras los ARMSTRONG y dem谩s piezas de monta帽a ocuparon posiciones privilegiadas desde donde pod铆an ablandar a la defensa y proteger el asalto.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En un raro episodio pol铆tico-militar, los artilleros tuvieron tiempo de enviar un telegrama al Presidente del Partido, Belisario Rivarola, salud谩ndolo: "Saludamos al digno Presidente del Partido, al entrar en fuego la Bater铆a Vickers 76". As铆 tambi茅n lo hicieron con el expresidente Gondra, todav铆a recia figura: "Al iniciar ataque a Ka铆 Puente nos complacemos en enviarle nuestros saludos". En ambos casos firmaban Pac铆fico de Vargas, Jos茅 P. Guggiari y Pedro J. Mont贸rfano, entre otros.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El plan de Schenoni contemplaba la partida de dos destacamentos desde Isla Alta, al mando respectivo del mayor Manuel Caballero con 500 hombres para presionar el flanco lindero con los bosques de T茅llez Potrero y del capit谩n Granada con 300 hombres de Caballer铆a que deb铆a interceptar todos los pasos del Aguapey. Los objetivos se cumplieron, Granada fue ocupando todos los pasos hasta las cercan铆as del Paso San Rafael y Caballero salv贸 las dificultades de terreno antes de tomar las trincheras de la extrema derecha, protegidas por un estero en su frente. Caballero orden贸 un ca帽oneo de frente y, protegido por fuego, el teniente Amancio Ayala avanz贸 por la margen descubierta del estero. Por la izquierda, el teniente Denis Roa al frente de una compa帽铆a bati贸 las posiciones rebeldes y juntos lograron que los defensores desalojaran las trincheras y se fugaran hacia el cuartel de Ka铆 Puente.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Al caer la noche de ese combativo d铆a 15, los capitanes Delgado y N煤帽ez asaltaron las trincheras de la izquierda rebelde y las fueron tomando hasta que para las 21 horas, el triunfo gubernista era completo. La jornada hab铆a sido sangrienta con una lucha verdaderamente sin cuartel. En sus anotaciones, el De Vargas describi贸 as铆 la situaci贸n:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Esta marcha arriesgada fue protegida eficazmente por la artiller铆a: once ca帽ones abrieron un fuego violento, y bajo tal protecci贸n pas贸 la infanter铆a, marchando como tres mil metros hasta el punto en que esperaban encontrar una brecha por donde atacar. Pero result贸 que los espacios no alambrados ca铆an bajo el fuego de las ametralladoras ubicadas en las trincheras que cubr铆an el Paso San Rafael; vi贸se, pues obligada la infanter铆a del mayor S谩nchez a pelear, haci茅ndolo bravamente; fue un combate terrible, que se prolong贸 hasta la noche. Al amparo de ella, y despu茅s de simular una retirada, las tropas de los capitanes Delgado y N煤帽ez se lanzaron al asalto. La disciplina de la tropa y la audacia del golpe aseguraban el 茅xito; se tom贸 una trinchera y, abierta esta brecha, otras fueron cayendo sucesivamente. Todos los sectores de la izquierda de los revolucionarios estaban en poder del primer destacamento a las 21. Ka铆 Puente hab铆a ca铆do, El destacamento de S谩nchez entr贸 poco despu茅s; ambas fuerzas victoriosas se encontraron all铆; debe decirse que contribuyeron eficazmente al triunfo de las fuerzas que operaban en los flancos, el destacamento tercero y la caballer铆a del capit谩n Granada."

聽聽聽聽聽聽聽聽 En toda la historia b茅lica paraguaya, nunca se hab铆a planeado y ejecutado a la perfecci贸n una operaci贸n tan compleja, con tantos comandantes en el terreno al mando de tantas tropas. El ej茅rcito de Ka铆 Puente lejos estaba de las indisciplinadas cargas de las milicias montoneras del pasado.

聽聽聽聽聽聽聽聽 EP脥LOGO DEL GRAN ENCUENTRO

聽聽聽聽聽聽聽聽 De los muchos telegramas de felicitaci贸n por la victoria, dos fueron particularmente memorables por descriptivos de la moral de quienes estaban enfrentando la sublevaci贸n. En uno, el Presidente Ayala le escribe a Schenoni:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Felicito efusivamente al comando por la brillante operaci贸n con que ha batido a la criminal sedici贸n. Un plan inteligente llevado a cabo por jefes y oficiales de valor y capacidad y por tropas llenas de entusiasmo c铆vico, nos ha dado una victoria que devuelve al Ej茅rcito las tradiciones de honor y abnegaci贸n que olvidaron los jefes y oficiales sublevados. Es una hora de intenso regocijo para los corazones puros. La acci贸n de Ka铆 Puente es el triunfo de la moral y de la inteligencia."

聽聽聽聽聽聽聽聽 En contestaci贸n pero al Jefe de Plaza en Asunci贸n, Schenoni le dirigi贸 al coronel Machuca este dram谩tico mensaje:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Agradezco en nombre m铆o y de los oficiales del Ej茅rcito de operaciones el rasgo de camarader铆a que tuvieron de enviarnos su calurosa felicitaci贸n. Ojal谩 que en el porvenir la oficialidad joven que hoy nace a la vida profesional bautizando sus presillas y sus futuros grados en los campos de batalla no traicionen como los viejos derrotados de ahora el deber de ser siempre leales a sus juramentos, ni olviden que el soldado no puede ni debe usar su espada ni su empleo para dirimir pleitos entre partidos, ni abusar de la suerte del conscripto para disponer de sus vidas en satisfacci贸n de ideales bastardos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Los rebeldes perdieron para siempre la importante log铆stica de la v铆a f茅rrea. Poco despu茅s, Encarnaci贸n era evacuada a las apuradas por el capit谩n V谩zquez lanzando ca帽ones y cajas de fusiles al r铆o para evitar que caigan en manos del Gobierno. La poblaci贸n alborozada daba la bienvenida a la pacificaci贸n y los sectores productivos so帽aban con un fin de la sedici贸n armada.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La completa derrota dej贸 un bot铆n a los vencedores: fusiles M脕USER y REMINGTON, proyectiles, cuatro ca帽ones de monta帽a y tres ametralladoras, un aeroplano SVA en perfecto estado con herramientas y repuestos. Tambi茅n fueron incautados uniformes y bastimentos. Estigarribia hab铆a recuperado en Carmen numerosos vagones conteniendo fardos de tabaco y otros productos de la campi帽a que hab铆an sido requisados arbitrariamente y luego de vendidas, el producto utilizado para financiar la guerra civil. Estos cargamentos fueron oportunamente escamoteados a la exportaci贸n clandestina. Sus leg铆timos due帽os, donde fuere posible identificarlos luego de llamados en anuncios period铆sticos, recuperaron parte de lo que se les sacara por medios violentos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En un anecdotario curioso pero positivo, los heridos fueron trasladados por tren hasta el Hospital Militar y otros de Asunci贸n, siendo muchos de ellos atendidos por cirujanos en el trayecto a la Capital. Uno de esos m茅dicos voluntarios no fue otro que el doctor Alejandro Arce, Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Provisional. Todos deb铆an contribuir como pod铆an a paliar tanta desolaci贸n. Adem谩s, en aquel entonces, el mundo exterior se limitaba a observar e informarse sobre las luchas intestinas, sin atinar a involucrarse.


CAP脥TULO V

LA ESCALINATA, MANGRULLO, EL R脥O

聽聽聽聽聽聽聽聽 El desenlace final fue propuesto y ejecutado por los rebeldes, de la manera acostumbrada. Mientras Estigarribia se esforzaba a medias por sofocar la revuelta con el grueso del Ej茅rcito, unos 2.500 hombres de las tres armas, con ocho ca帽ones y tres ametralladoras, acuartelados en Concepci贸n para cubrir un territorio amplio, despoblado y boscoso, con l铆neas de abastecimiento insostenibles, los revolucionarios planearon un 煤ltimo arriesgado y audaz golpe en busca de la toma del Gobierno.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El osado plan ten铆a grandes desaf铆os y todos ellos fueron superados con creces. Hab铆a que darle a Estigarribia la dosis de su propia medicina de Carmen del Paran谩 y realizar una movilizaci贸n masiva pero sigilosa para obligarlo a mantener ocupados a los gubernistas lo m谩s lejos posible de la desguarnecida capital. El 茅xito fue completo pues el comandante, leal siempre, pens贸 que ten铆a enfrente al grueso de los levantados en armas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Pero antes, hab铆a que tratar de sacar la m谩xima cantidad de soldados posibles de Asunci贸n para diversas operaciones de patrullaje y recuperaci贸n de plazas invadidas por peque帽os contingentes guerrilleros que no daban batalla frontal pero manten铆an a los gubernistas en eterno movimiento. As铆, a principios de junio, las fuerzas rebeldes establecieron su l铆nea en la Cordillera de los Altos y se posesionaron de Caacup茅 -hasta donde fue Guggiari a negociar-, Piribebuy, Altos y Atyr谩. Su vanguardia se mov铆a entre Emboscada, Arroyos y Esteros, Tobat铆 y Barrero Grande. La misma batalla de Piribebuy del 15 de junio ten铆a el prop贸sito de que el mayor rebelde Mendoza atrajera detr谩s de si la persecuci贸n de las tropas del mayor S谩nchez para ir alej谩ndolas de Asunci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Seg煤n el cronista revolucionario Jos茅 D. Miranda, la atrevida idea de atacar Asunci贸n, aprobada por el mando revolucionario, se origin贸 en el montonero, entonces Teniente, Pl谩cido jara. No era buen augurio que quien concibi贸 el ataque a la mayor ciudad del pa铆s fuera precisamente un abigeo m谩s h谩bil en ataques a descampados y a poblados menores. Sin embargo, por la lejan铆a de la capital, el camino a ella depend铆a en gran medida de la sagacidad de los montoneros que bien conoc铆an el terreno, sus trampas y sus atajos. Bien sucedidos los movimientos, se esperaba llegar a la capital con alrededor de 2.000 hombres, cantidad suficiente para una ciudad escasamente defendida. Adem谩s, los atacantes pensaban ir juntando armamento en los distintos encuentros hasta suplir esa carencia cr铆tica. En efecto, el comando revolucionario solo ten铆a 500 fusiles con 60 tiros cada uno, cuatro ca帽ones KRUPP, con los que Albino Jara hab铆a desalojado a Benigno Ferreira de la Presidencia el 2 de julio de 1908, y 11 ametralladoras. Los jefes rebeldes de mayor destaque eran el mayor Oliver y el mayor Tom谩s Mendoza, "Mendocita" para diferenciarlo de comandante supremo Pedro Mendoza. Adem谩s, los mayores Indalecio Jara y Ferm铆n Casco eran incondicionales en su adhesi贸n a la causa. Todos ellos hab铆an sido expulsados del Ej茅rcito por el decreto en febrero pasado.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La descripci贸n que hace Miranda de Pl谩cido Jara merece figurar en una antolog铆a de la adulaci贸n:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "脕guila o le贸n, es lo que quer谩is, Pl谩cido Jara. Cualquier s铆mil que sintetice la audacia y la agilidad, el br铆o y la nobleza, le cuadra. Peque帽o de estatura, impone la armon铆a de sus l铆neas y la gravedad de su aire sereno con nost谩lgico dejo de qui茅n sabe qu茅 enso帽aciones rom谩nticas. En su rostro adusto, resaltan la nariz aguile帽a la frente limpia, espaciosa, agrandada por la calva incipiente, los ojos color caf茅, vivaces, de fr铆as y penetrantes miradas y blanca la piel. Vistiendo amplia capa, sombrero cowboy, jinete h谩bil, se le vio pasar de un extremo a otro del pa铆s con la soberbia serena y el arrojo de un conquistador. El radicalismo agot贸 el l茅xico de la calumnia y la difamaci贸n sobre Pl谩cido Jara. Pero result贸 infructuoso el empe帽o para deslustrar sus blasones de caballero y de valiente. Hombre de r铆gida moralidad, no bebe ni fuma. Sensible de alma, profesa cari帽o a los ancianos y a los ni帽os y para las mujeres conserva la deferente amabilidad y el profundo respeto de un gentil hombre."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Sin dudas, Pl谩cido era un Francisco de As铆s a caballo. Amaba a ancianos y ni帽os y respetaba a las mujeres, pero se cuid贸 mucho el propagandista de sus sentimientos hacia los hombres en edad de combatir con quienes pod铆a ser frecuentemente inmisericorde si no estaban de su lado.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Fiel a su fama, no obstante, Jara madrug贸 a Estigarribia. El arroyo Tobatiry era un r铆o de 30 o 40 metros de ancho y veloz correntada. Ten铆a un solo paso vadeable por donde corr铆a el camino de Ajos a Caraya贸. Un estero del mismo nombre proteg铆a cualquier otro sendero posible. En eso se confi贸 Estigarribia para creer que ten铆a a raya a los rebeldes pues todo intento de combate por el arroyo era derrota segura para los atacantes. Por eso, Estigarribia mantuvo al grueso de su contingente en Ajos, listo para un r谩pido desplazamiento si ocurriera el intento de ataque. Jara tranquilamente lo hab铆a vadeado el 20 de junio en una noche fr铆a y de llovizna pertinaz. Lo hizo a trav茅s de un puente de 37 metros que construyeron d铆as antes unos 80 milicianos suyos sin m谩s material que los que da la selva, troncos y lianas ysyp贸, la cuerda de los pobres en el campo paraguayo. El puente fue erigido a una distancia de dos leguas (9 km) al oeste y todo se hizo en un espacio de apenas 12 horas sin que las patrullas de la caballer铆a de Irraz谩bal se percataran. La parte m谩s dif铆cil fue una picada de unos 4 km. en terreno fangoso. Para el d铆a siguiente la brigada completa pernoctaba en Caraya贸.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Luego de un descanso y preparativos, la tropa de Jara prosigui贸 su marcha hacia Arroyos y Esteros. En Puesto'铆, a dos leguas de aquel, un esp铆a gubernista inform贸 que la guarnici贸n del poblado, a cargo del capit谩n Maggi ten铆a 150 soldados del Escuadr贸n de Seguridad de la capital. Jara decidi贸 atacar por sorpresa y para ello llev贸 tropas en una lancha y dos chatas, desembarcando en Arrecife, a dos leguas del centro, a las 5 de la ma帽ana del 4 de julio. Al no poder dar sorpresa porque ya hab铆a amanecido, Jara orden贸 marchar por el camino de Emboscada. A media ma帽ana se produjo el encuentro. Los rebeldes se dividieron en tres columnas a cargo del capit谩n C谩ceres, y de los tenientes Rodr铆guez y Johanssen, respectivamente. Los defensores se acantonaron en el mercado, la polic铆a y la iglesia parroquial. El ataque fue fulminante. Los defensores perdieron 72 fusiles y 7.800 tiros y sus bajas fueron de 11 muertos, 16 heridos y 42 prisioneros.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Dos d铆as m谩s tarde, la brigada sali贸 de Arroyos y Esteros con direcci贸n a la Estaci贸n Caballero. Por el camino, atacaron Piribebuy por sorpresa y el jefe pol铆tico del pueblo, teniente Emilio Kallsen fue apresado junto con otros 18 individuos. El bot铆n de armamento fue precioso, 47 fusiles y 3.000 tiros. Con el objetivo de llegar a Asunci贸n, patrullas de Jara se tirotearon con efectivos de la guarnici贸n de Paraguar铆 y ah铆 se informaron de que el capit谩n Bray ven铆a en tren de Encarnaci贸n con 350 efectivos. Ya ca铆da la noche atacaron al convoy con disparo graneado, pero la m谩quina sigui贸 de largo. Se anot贸 luego que el ataque tuvo resultado porque Bray apenas pudo llegar a Asunci贸n el 14 de julio con 120 hombres intactos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Al tomar Piray煤 ese mismo 8 de julio, le aguardaba a Jara una carta del coronel Mendoza donde le urg铆a llegar a Asunci贸n antes de que se juntasen m谩s defensores gubernistas. En el tren indicado que previamente llev贸 a Mendoza y tropas a Luque, y sin mayor resistencia, la brigada de Jara lleg贸 a Trinidad el 9 de julio. El guerrillero, ahora urbano, sigui贸 la marcha hasta Tuyucu谩, detr谩s de la cancha del Club Libertad pero debido a la intensa lluvia con tormenta, prefiri贸 retroceder y pernoctar en el Jard铆n Bot谩nico. Una patrulla hab铆a llegado hasta la calle Brasil sin toparse con defensores siquiera espor谩dicos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A煤n sin oposici贸n visible, Jara prefiri贸 el ambiente m谩s acostumbrado a su tipo de combate, la de la arboleda del Bot谩nico. Por falta de comunicaci贸n entre sus camaradas, Jara no se enter贸 de que muchos revolucionarios ya hab铆an presentado combate en horas tempranas de esa misma noche con tanto suceso que ya establecieron cantones rebeldes en la capital. De todos modos, contra todo pron贸stico por lo esforzada y hom茅rica de su marcha, lleg贸 a tiempo para la batalla final. Sin embargo, en el caso de Pl谩cido Jara, su gran haza帽a se circunscribi贸 a presentarse en el teatro de operaciones sin que tuviera exactamente definido qu茅 papel t谩ctico le tocar铆a en la estrategia global de los revolucionarios. Tan imposible parec铆a su presencia, tan implausible su llegada a tiempo que pasaron por alto darle una tarea que cumplir. Ese 10 de julio de 1922, curiosamente, era el 36掳 aniversario de la fundaci贸n del liberalismo paraguayo en nombre de cual ambas facciones en lucha se enfrentaron con tanta sa帽a, aversi贸n y rencor, y por tanto tiempo.


Fachada de la Escuela Militar donde el Coronel Manlio Schenoni

establecio su centro de comando a聽lo largo de la guerra civil de 1922


聽聽聽聽聽聽聽聽 EN LOS UMBRALES DE LA VICTORIA Y LA DERROTA

聽聽聽聽聽聽聽聽 La embestida final de los rebeldes tom贸 a la capital totalmente desguarnecida, casi desierta. Estigarribia estaba esperando en Ajos a que Pl谩cido Jara tomara el 煤nico camino que cre铆a concebible. Bray estaba en Encarnaci贸n y el Jefe de Plaza de Asunci贸n estaba en Carapegu谩 cuando lleg贸 la noticia de que Jara hab铆a tomado Arroyos y Esteros el 6, y que el coronel Mendoza y el comandante Brizuela hab铆an ca铆do sobre Ypacara铆, 煤ltimo basti贸n ferroviario antes de apuntar sobre la capital.

聽聽聽聽聽聽聽聽 La situaci贸n era seria y desesperada. El comandante S谩nchez lleg贸 a Asunci贸n de un modo ecl茅ctico, a caballo hasta Angostura y luego a Villeta donde tom贸 una lancha para llegar penosamente el 8 de julio a su puesto de comando. Schenoni que prefiri贸 fijar su despacho en la Escuela Militar, pidi贸 al valeroso teniente de Marina Fortunato Arias y una compa帽铆a de soldados a impedir el paso de los rebeldes en alg煤n punto de la v铆a f茅rrea.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Quiso hacerlo en Aregu谩 pero el avance enemigo lo retrotrajo hasta Yukyry, a orillas del arroyo. Como los atacantes ven铆an con artiller铆a montada en vagones, el condestable Brandan, un voluntario extranjero de buen manejo de la artiller铆a que en Ka铆 Puente se hab铆a distinguido tambi茅n en la identificaci贸n y desactivaci贸n de minas, apareci贸 con su VICKERS 76 y devolvi贸 cuatro de los seis disparos del otro lado. Arias luego estableci贸 su l铆nea de defensa en el arroyo Ytay cuando los rebeldes tomaron Luque como antesala de la batalla final de Asunci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Como toda la guerra se hab铆a peleado alrededor de las v铆as del tren, la mejor defensa de la capital estaba sobre la Avenida Venezuela. Los revolucionarios, habiendo aprendido la lecci贸n de junio del a帽o anterior, no insistieron mucho por ese sector entrando m谩s bien por las avenidas Colombia y Pettirossi. El Gobierno estableci贸 un cant贸n defensivo en la colina de Pettirossi y Per煤, pero los insurgentes iniciaron su ataque solo a las 10.30 de la ma帽ana del d铆a 9 de julio, tomaron la Plaza Uruguaya, la Secci贸n Policial III, sobre la calle Azara, y la Intendencia de Guerra, en Chile y Amambay. El caudillo colorado Jos茅 Gill, otro montonero de campo traviesa como Jara, entr贸 por la Avenida Venezuela pas贸 por General Santos y San Miguel hasta ubicarse en el Belvedere. Los defensores iban retrocediendo por la calle Sebasti谩n Gaboto hasta llegar al cuartel central de Polic铆a. Los efectivos ataques eran comandados por el capit谩n Adolfo Ferreira y el mayor Ferm铆n Casco. Pronto, el comandante Brizuela ya hab铆a establecido su puesto de comando en la Comisar铆a III.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Preocupado por la avanzada rebelde y en previsi贸n de un desastre defensivo, el mayor S谩nchez firm贸 una Orden del D铆a, ese mismo 9 de julio a las 5.30 de la ma帽ana donde se daban instrucciones reservadas a los comandantes sectoriales identificando los puntos de retaguardia adonde deb铆an llegar en "un caso muy extremo".

聽聽聽聽聽聽聽聽 El Orden del D铆a fue escueto:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "1潞 En el caso extremo de que nuestra l铆nea sufra una ruptura irreparable, a juicio del comandante, y se vea claro el peligro de un desbande, 茅stos ordenar谩n la retirada en forma ordenada y tranquila.

聽聽聽聽聽聽聽聽 2掳 Sector para el mayor Ortiz: Palacio de Gobierno hasta Escuela Militar con ocupaci贸n inmediata de los edificios m谩s apropiados para cantones, procurando no descuidar los pisos bajos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 3潞 Sector para el mayor C茅spedes B.: ocupaci贸n del Correo y Teatro hasta C谩rcel P煤blica [hoy Universidad Cat贸lica], tomando el edificio de la Escuela Providencia y Direcci贸n de Impuestos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Las peores predicciones y terrores m谩s siniestros de los gubernistas estaban ocurriendo. A la tarde del d铆a 9 de julio, los rebeldes se hab铆an establecido en el centro de la capital. El nuevo comandante rebelde, coronel Mendoza estableci贸 su despacho en la Comisar铆a III, el capit谩n Lasclotas reg铆a la Plaza Uruguaya y la terminal del ferrocarril adonde tambi茅n se vio cabalgar a Jos茅 Gill. A la noche, la terminal fue evacuada debido a los certeros disparos de la artiller铆a gubernista del condestable Brandan. El l铆der schaererista Eduardo Filippini comandaba la Intendencia de Guerra. Patrullas rebeldes establecieron territorio en Puerto Sajonia y ocuparon el elevado Mangrullo -hoy Parque Carlos Antonio L贸pez-. El territorio bajo autoridad gubernamental se redujo al microcentro, apenas entre la Escuela de La Providencia y la Prefectura Naval a lo que luego se sum贸 el Astillero SAN ISIDRO. Uno de los edificios altos elegidos para cant贸n fue el de EL DIARIO propiedad del ministro Eliseo Da Rosa hoy sede de -ULTIMA HORA-. Antes de la copiosa lluvia de la noche del 9, los rebeldes ten铆an tomada la Plaza Independencia, los altos de la Casa CUEVAS HNOS., el BANCO MERCANTIL, es decir toda la calle Estrella.



聽聽聽聽聽聽聽聽 Con premura, pero de manera organizada, el Gobierno se repleg贸 hasta el puerto. El Presidente llegaba al nav铆o ADOLFO RIQUELME junto con todo el gabinete, para las 4 de la tarde, menos el Ministro de Guerra. En otras embarcaciones se encontraban algunas tropas y todo el parque de guerra cuya incautaci贸n buscaba afanosamente la revoluci贸n. La idea era partir hacia el norte, pues el r铆o estaba en manos seguras del Gobierno. Igualmente, si bien se iba a dejar la capital en manos rebeldes, 茅stos iban a ser luego desalojados cuando convergieran sobre ellos las fuerzas combinadas de Estigarribia y Bray. Por un momento, a la tarde del 9 de julio, la situaci贸n se volvi贸 desesperada. La defensa se hab铆a limitado a pocas cuadras de dos calles c茅ntricas linderas con la bah铆a. Se ten铆an armas pero no suficientes soldados y, lo peor, psicol贸gicamente, la derrota parec铆a inevitable. El mayor S谩nchez era muy novato para tomar comando decidido y poner el Gobierno bajo su tutela. El coronel Schenoni parec铆a anonadado por los hechos y sin Estado Mayor ni jefes sazonados aparentemente cay贸 tambi茅n en una suerte de apat铆a pesimista a la espera de lo peor.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Entonces, en uno de esos imponderables que vuelcan el resultado de una batalla, hasta ese momento condenada al fracaso, aparece una figura providencial. La casa del general Patricio Alejandrino Escobar, frente a la Plaza Independencia, iba a caer a poder de los rebeldes, por lo que 茅l se apresur贸 en abandonarla en compa帽铆a del doctor Gualberto Card煤s Huerta, el capit谩n Juan E. Melgarejo, el teniente Jos茅 Franco y el se帽or Emilio Garc铆a.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A partir de las 15:00 de ese d铆a 9, el general Escobar asumi贸 el liderato firme de la importante retaguardia defensa inform谩ndose de lo acontecido. Escobar hab铆a sido llamado a actuar por el coronel Machuca. La extendida trayectoria de Escobar le daba la autoridad para movilizar a todos y encarar la defensa con br铆os. En un ambiente casi de anarqu铆a, Escobar fue informado de que el Presidente Ayala se encontraba camino al puerto y hacia all谩 se encamin贸 茅l para coordinar las acciones con el mismo Comandante en Jefe.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Habiendo ya partido el ADOLFO RIQUELME, Escobar subi贸 al buque SAN JOS脡 para llegar junto al Presidente. El resultado de una breve conferencia fue que el Presidente Ayala lo puso a cargo de todas las embarcaciones y tropas surtas en el puerto y algunas ya con las m谩quinas listas zarpando hacia el norte. Escobar, el "general de desfile", como lo llamaba Bray, asumi贸 inmediato comando, reorganiz贸 las tropas a su cargo y les orden贸 bajar a tierra a presentar batalla. Se trataba de dos secciones de la Bater铆a ARMSTRONG del teniente primero Germ谩n Kallsen con 44 fusileros. Descendi贸 un pelot贸n del aviso TRIUNFO, al mando del guardiamarina Rivas Ortellado y el teniente Fernando Rivarola, a m谩s de la formaci贸n de dos pelotones con las fuerzas dispersas. Las mismas bajaron a tierra a las 18 horas.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En una arenga a las tropas presentes, Escobar les dijo: "Acomp谩帽enme, vamos a seguir el ejemplo de los veteranos que avanzan hacia el enemigo para ayudar a los compa帽eros que tuvieron la entereza de quedarse". Uno de los primeros voluntarios fue nada menos que el Presidente de la C谩mara de Representantes, Jos茅 Patricio Guggiari, qui茅n dijo con claridad, "Yo tambi茅n le acompa帽o, general!" Se hicieron los trasbordos necesarios y al llegar al puerto. Escobar entreg贸 el comando de las tropas al coronel Machuca quien los condujo hasta la Polic铆a.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El general Escobar no titube贸 en asumir autoridad y lo demostr贸 en un incidente con el doctor Eladio Vel谩zquez qui茅n hab铆a recibido alg煤n tipo de comisionamiento del Ministro de Guerra y Marina. Interrumpi贸 Vel谩zquez al general dici茅ndole, "debemos primero hablar de la distribuci贸n de fuerzas". Con firmeza pero sin altaner铆a Escobar le retruc贸, "al rev茅s, doctor, vamos a hablar despu茅s de la distribuci贸n de fuerzas" y le orden贸 conducir unas tropas a la Prefectura donde se hizo cargo el marino Arias.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Cuidadoso de todo detalle, Escobar orden贸 a gente de otra embarcaci贸n, el comisario de Chaco鈥櫭, Segundo Benegas y a un se帽or Irazusta a faenar algunas cabezas de ganado para el rancho de la tropa defensora y a mantener una reserva de ganado en pie para alimentar a los combatientes. El se帽or Sabadino Conigliaro se hizo cargo de distribuir el rancho al d铆a siguiente. Desde su nuevo cargo de comandante de flota de retaguardia, Escobar revist贸 las chatas donde se encontraba el material b茅lico para asegurarse de que estaba todo el parque y a salvo. Igualmente, envi贸 el buque MARCEL a cargo de Juan Buri谩n hasta Puerto Bot谩nico para traer al telegrafista Ort铆z cuyo servicio era requerido.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Escobar supervis贸 la entrega de armas y balas a los combatientes y a medida que se recib铆an voluntarios desarmados se les iba dotando de fusiles. La organizaci贸n de los combatientes desde la orilla del r铆o fue avanzando hacia el enemigo. Para las nueve de la noche ya hab铆a retomado el Mangrullo y se hallaban cerca de la calle Col贸n. El general mand贸 al condestable Brandan a disparar hacia la concentraci贸n de rebeldes en el cant贸n de la Iglesia de la Encarnaci贸n pero sin da帽ar el templo, cosa que ocurri贸. Mientras Escobar recuperaba las tropas que en desbande se hab铆an refugiado en las embarcaciones del puerto, Schenoni preparaba la defensa del escaso per铆metro todav铆a en manos del Gobierno.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Antes de que la lluvia y tormenta de la noche del 9 de julio paralizara todo, en un repliegue dif铆cil de entender, el comandante Brizuela y el mayor Tom谩s Mendoza tomaron sus piezas de artiller铆a de la Comisar铆a III, de la calle Azara, para ir a pernoctar en Capiat谩. Era visible que los atacantes no estaban c贸modos con la lucha urbana. Al mismo tiempo, reorganizadas las tropas gubernistas y su armamento, 茅stas pasaron a hostigar toda la noche con disparos frecuentes contra quienes ocupaban la Plaza Uruguaya impidi茅ndoles un descanso reparador antes de la gran batalla del d铆a siguiente.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Al alba del d铆a 10 de julio, la 煤ltima gran conflagraci贸n de Asunci贸n hizo implosi贸n. Para las 7 horas, la fusiler铆a tronaba sin pausa. Las tropas de Pl谩cido Jara se unieron a la batalla dando apoyo de fusiler铆a y ametralladoras. El 煤nico cant贸n rebelde que hizo progresos fue el de la Plaza Independencia, que avanz贸 sobre el cant贸n de la joyer铆a CARR脫N, pero a煤n ten铆a detr谩s el edificio del Registro Civil ahora defendida por el indomable marino Fortunato Arias. Al ser atacados por la artiller铆a de Brandan, los rebeldes de La Encarnaci贸n se refugiaron a un costado pero no decidieron avanzar sobre el centro por lo que unos fusileros gubernistas lograron hacerlos replegar hasta la Intendencia de Guerra. Esos mismos defensores luego consiguieron desalojar la Plaza Independencia yendo a parar a la Plaza Uruguaya, sin dejar de disparar.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Desde la Plaza Uruguaya, un contingente rebelde intent贸 llegar al centro por la ribera de la bah铆a cruzando la Chacarita. Prontamente identificados, fueron frenados por las ametralladoras de los cantones de La Providencia y el Ministerio de Guerra y Marina as铆 como por disparos desde la bah铆a del OLIMPO a cargo del teniente de Marina Adolfo Aponte. La artiller铆a de Kallsen desde el Banco San Miguel y los certeros disparos desde el ADOLFO RIQUELME iban lentamente creando zozobra en los rebeldes que adem谩s comenzaban a agotar sus escasas municiones. La avanzada gubernista ven铆a desde el r铆o por la Avenida 25 de Diciembre y cada vez se volv铆a m谩s dif铆cil para los rebeldes mantener las posiciones, muchas de las cuales ya se hallaban aisladas de todo comando central.

聽聽聽聽聽聽聽聽 As铆 para las 15 horas de ese d铆a -10 de julio-, las retiradas se convirtieron en desbande y ces贸 toda resistencia. La mayor铆a de los combatientes rebeldes enfilaron hacia Lambar茅 donde el cruce del r铆o les asegurar铆a la vida en territorio argentino hasta la pr贸xima amnist铆a. De Lambar茅 muchos enfilaron al sur, hacia Villeta y Angostura desde donde tambi茅n se pod铆a tentar un escape a la Argentina. La larga y cruenta rebeli贸n hab铆a fracasado totalmente.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El Presidente Ayala y su Gabinete retornaron a la capital para poner manos a la obra en la inmensa tarea de la reconstrucci贸n y pacificaci贸n. Se aplicaron medidas militares para facilitar el escape de los combatientes a territorio argentino desde los puertos del sur del R铆o Paraguay pero se envi贸 a los buques de guerra ADOLFO RIQUELME y TRIUNFO para impedir que los que intentaban cruzar el r铆o lo hicieran armados. De todos modos, eran tan endebles algunas de las embarcaciones que intentar llevar armamento pesado hubiera asegurado la zozobra.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Los informes al Gobierno desde la zona de Villeta y Angostura daban cuenta de que Pl谩cido Jara y el coronel Mendoza hab铆an pasado por Angostura. En ese puerto, el comandante Brizuela hizo un 煤ltimo intento por sonar marcial desde el teatro de la gran batalla de las Lomas Valentinas de la Guerra Grande del siglo anterior. Envi贸 Brizuela un telegrama altisonante al Presidente Ayala cuyo texto era revelador:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "De parte del Alto Comando del Ej茅rcito Constitucional le dirijo 茅sta, comunic谩ndole que nos hallamos dispuestos a dar t茅rmino a la actual contienda toda vez que el Gobierno haga concesiones basadas en una amplia garant铆a para todos. Debo hacerle presente que el esp铆ritu de la oficialidad y tropa de nuestro comando es inquebrantable y que contamos con elementos suficientes para continuar la lucha por tiempo indeterminado, pero prima entre nosotros el deseo de evitar la prolongaci贸n de esta situaci贸n que ya tantos sufrimientos y perjuicios ha producido. Es por ello que nos decidimos a gestionar un acuerdo que finalice esta contienda. Esperamos su resoluci贸n hasta las 5 p.m. de hoy, pudi茅ndola transmitir a 茅sta o al coronel Pedro Mendoza, que ha dicho se trasladar谩 a Bouvier (R.A.)

聽聽聽聽聽聽聽聽 Por el Alto Comando

聽聽聽聽聽聽聽聽 Brizuela, Teniente Coronel."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Como en otro telegrama, Brizuela hab铆a ofrecido al Presidente entregar todo el armamento en su poder y el ganado requisado a cambio de negociaciones para el cobro de la jubilaci贸n de los alzados en armas, el Gobierno contest贸 el cablegrama por medio del ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica, Lisandro D铆az Le贸n, quien anunci贸 que se enviaba de urgencia un comisionado para negociar el acuerdo. El comisionado, al llegar a Angostura ya no encontr贸 rastros de Brizuela y los suyos. En el relato del jefe pol铆tico liberal de Caaguaz煤, Basilio Scavone, recientemente liberado por los gubernistas por haber sido tomado prisionero en las incursiones de los rebeldes en busca de provisiones, lo ocurrido fue el siguiente:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Llegados al lugar mencionado, el comandante Brizuela pidi贸 a la oficialidad 24 horas de espera para tener contestaci贸n a la propuesta enviada al Presidente de la Rep煤blica. La oficialidad se neg贸 terminantemente. Entonces, se produjo una escena emocionante. Con l谩grimas en los ojos se abrazaron los oficiales y jefes. El capit谩n C谩ceres form贸 su tropa compuesta de 40 hombres de Caballer铆a y en medio de hurras al ej茅rcito constitucional, se ech贸 a galopar."

聽聽聽聽聽聽聽聽 En su af谩n por ponerse a salvo, el remanente del ej茅rcito rebelde abandon贸 su armamento en las distintas estancias de la zona, el material b茅lico luego fue recogido cuidadosamente por los buques gubernistas despachados a ese efecto que en seguida comunicaban el hecho al ministro de Guerra y Marina. Uno de los telegramas m谩s curiosos recibidos por el presidente Eligio Ayala provino del prominente empresario ganadero Luigi Patri, anterior propietario del ferrocarril, cuya inmensa fortuna se hab铆a originado como vivandero de las tropas brasile帽as que hab铆an ocupado el Paraguay en el desenlace de la Guerra de la Triple Alianza. Patri estaba acostumbrado a mandar y eso se refleja en su comunicaci贸n a Eligio Ayala del 12 de julio de 1923:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Contingentes revolucionarios doscientos hombres con coronel Brizuela pasando por 茅sta lo hice llamar bajo mi garant铆a y le ped铆 que entregaran armas prometi茅ndoles facilitar paso a la Argentina a los que quisieran pasar y ofreciendo trabajo a los que desearan trabajar lo que fue aceptado. Hay algunos entre ellos oficiales y soldados que desean volver a ella. Ruego autorice a darlas. Ruego tener muy presente que he dado mi palabra a estas gentes que no ser谩n molestados y no quiero faltar a ella, dentro de un momento, entregar茅 armas al comandante del Riquelme el que volver谩 茅sa enseguida con ellas. Espero que esta intervenci贸n casual sea de su agrado como de los dem谩s amigos. Hay m谩s o menos 150 armas. Espero autorizaci贸n que mande persona autorizada para que d茅 los pasos solicitados. Saludo atte. PATRI. Puerto Sara."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Esas estancias lejanas eran realmente feudos donde el propietario impon铆a su voluntad. Por otro lado, el inter茅s nacional de desarmar a los rebeldes y encontrarles ocupaci贸n rentable era tambi茅n parte de la agenda de pacificaci贸n y desarme de combatientes.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Precisamente, en ese sentido iba una conceptuosa nota dirigida por el Obispo del Paraguay, monse帽or Juan Sinforiano Bogar铆n, al Ministro de Justicia y Culto, donde el prelado se ofrec铆a cooperar en la gran tarea de la concordia nacional. Dec铆a Bogar铆n:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Terminada la contienda civil que tantos sacrificios y l谩grimas ha costado a la patria, nadie puede dudar que la obra m谩s urgente que debe emprenderse es la de la pacificaci贸n de la poblaci贸n, desplegando una acci贸n intensa e inmediata para apaciguar las pasiones que cual sentimiento de disoluci贸n social quedar谩n a煤n inficionando los esp铆ritus y devolver cuanto antes a la sociedad la tranquilidad que tanto necesita para reanudar el trabajo reconstructor. A ese fin, creo que no poco ha de poder contribuir el ministerio sagrado que junto con el clero me toca desempe帽ar y, en esa convicci贸n, he formado el prop贸sito que tan pronto como sea posible realizar茅, no s贸lo de dirigir por escrito mi palabra de Pastor al pueblo cristiano, sino tambi茅n de emprender una r谩pida gira de practicaci贸n (sic.) por las principales poblaciones de la campa帽a, personalmente, hasta donde me sea posible y comisionando caracterizados miembros del clero a otros puntos."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Luego, la siempre insolvente Iglesia paraguaya solicita del Gobierno el apoyo log铆stico para tan magna obra. El santo var贸n Obispo envi贸 esa nota el 17 de julio, esperando lo suficiente para discernir si la tan repetida "victoria final" no hab铆a una vez m谩s resultado parcial.

聽聽聽聽聽聽聽聽 E JA'脫 COLORADO PE

聽聽聽聽聽聽聽聽 Concluido el enfrentamiento, se impon铆a felicitar a los victoriosos, cosa que el ministro Schenoni hizo en un Orden del D铆a del Ej茅rcito solemne donde record贸 a todos, inclusive a la Marina -que no se cre铆a parte del Ej茅rcito- y guard贸 el 煤ltimo numeral para los ca铆dos en la contienda fratricida. La fecha del mismo fue el 14 de julio de 1923 cuando ya no quedaron dudas de que la interminable "revoluci贸n" hab铆a concluido definitivamente con la derrota y desbande de los sublevados.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Luego, correspond铆a al triunfador Partido Radical emitir un comunicado donde dejara sentada su posici贸n y dirimiera responsabilidades y culpas. Naturalmente, Schaerer se llev贸 buena parte de ambas y tambi茅n Chirife aunque su deceso lo pusiera a resguardo de sanciones ulteriores. Pero aprovech贸 el Directorio partidario para emitir un documento donde se hiciera un cuidadoso an谩lisis de lo acontecido y el papel cumplido por su tradicional adversario c铆vico, la Asociaci贸n Nacional Republicana, que no habiendo salido muy bien parada del conflicto opt贸 por abstenerse de participar en las elecciones de 1924.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Aunque al notar que la exitosa Presidencia Constitucional de Eligio Ayala pod铆a condenar al Partido a la extinci贸n, enmendaron sus acciones y varios excelentes tribunos entraron al Congreso en las elecciones de medio mandato en 1926.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Dec铆a el extenso Manifiesto partidario:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "Durante m谩s de un a帽o, el pa铆s ha sufrido los males de una sublevaci贸n sin causa ni ideales. El Partido Liberal nada tiene que reprocharse en esta cruenta emergencia. La responsabilidad de la sangre vertida, de los perjuicios causados, debe recaer 铆ntegramente sobre sus insensatos autores -los militares sublevados- y los parlamentarios que incitaron al levantamiento.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En todas esas nobles tentativas de paz, nuestro Partido evidenci贸 su elevada comprensi贸n de los acontecimientos. El deber primordial era en aquella hora evitar la lucha armada. Otros la provocaron.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El estado de incertidumbre pol铆tica, la exaltaci贸n de las pasiones, la crisis misma, fueron maliciosamente aprovechadas por el Partido Republicano para arrojar la chispa inicial del incendio, mediante una maniobra parlamentaria urdida por los colorados y schaeristas, mancomunados en el nefando prop贸sito de ungir en los cuarteles la dictadura militar del coronel Chirife.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A partir de entonces, esa comunidad de pensamiento y acci贸n entre el Partido Colorado y la facci贸n schaerista, no dej贸 de manifestarse en todas las oportunidades, quedando el primero atado -como por un destino tr谩gico y como siempre lo estuvo, al yugo de todas las dictaduras y todas las subversiones- al carro de la revuelta. Sus jefes militares se apresuraron en reclamar puestos de mando en el ej茅rcito alzado contra la autoridad del Primer Magistrado. Sus caudillos del interior apa帽an y hacen suya la causa de los rebeldes. Sus comisiones departamentales reclaman en documentos p煤blicos su adhesi贸n al alzamiento. Su prensa se pone al servicio y se convierte en el 贸rgano oficioso del schaerismo en armas. Hasta algunos de sus hombres dirigentes de la capital rivalizan en el empe帽o de dar alas y esperanzas a la sedici贸n, bajo la apariencia vergonzante de pr茅dicas y petitorios de paz. El Poder Ejecutivo, por otra parte, no solo no encuentra el apoyo de los legisladores colorados, sino que tropieza con su obstrucci贸n manifiesta para obtener la ley de estado de sitio y otras medidas de bien y orden p煤blicos. En cambio, esos mismos elementos estrechan filas y forman qu贸rum para acordar moratoria a una instituci贸n particular. Un inter茅s privado, dijo con raz贸n el mensaje presidencial del 1掳 de abril, pudo m谩s que la angustia del pa铆s.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Es conocido igualmente el documento en el que el coronel Chirife asegur贸 que el comandante Goibur煤, en representaci贸n de su Partido, le propuso la conclusi贸n de un pacto y la reuni贸n de congresales schaeristas y colorados en Encarnaci贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 A ra铆z de la conferencia de Caacup茅, los colorados prestigiaron la propuesta facciosa consistente en la implantaci贸n de una verdadera dictadura. Quiz谩s en estos y otros antecedentes de p煤blica notoriedad, resida la raz贸n del exabrupto que, con el nombre de manifiesto, lanzaron al d铆a siguiente de la victoria obtenida por el liberalismo sobre las montoneras asaltantes, y en 茅l conf铆an al adjetivo grueso la tarea de vengarlos de la derrota de los facciosos, cuyo triunfo en secreto acariciaban.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Producido el cambio presidencial, el doctor Eligio Ayala, Presidente Provisorio de la Rep煤blica, confi贸 al Presidente de la C谩mara de Diputados y Vicepresidente del Partido Liberal, doctor Jos茅 P. Guggiari, la misi贸n de ofrecer la amnist铆a a los rebeldes. Los jefes facciosos formularon una propuesta que entra帽aba la creaci贸n de un triunvirato a base de la disoluci贸n de los Poderes Legislativo y Ejecutivo, licenciamiento del ej茅rcito nacional y otras medidas no menos desorbitadas. Esa proposici贸n era francamente inaceptable, porque, a su vicio insanable de inconstitucionalidad, a帽ad铆a el agravante de no ofrecer al pa铆s la seguridad de una paz duradera, sino una ef铆mera tregua. Significaba tambi茅n llevar la anarqu铆a al gobierno, cuando los momentos anormales exigen siempre como soluci贸n un poder homog茅neo, fuerte y responsable. Como precio de esa tregua, se exig铆a a la naci贸n la implantaci贸n de un triunvirato h铆brido, investido con la suma del poder p煤blico, la dictadura sin garant铆a alguna de su autoridad, puesto que deb铆an disolverse as铆 el ej茅rcito leal como las fuerzas sublevadas. Aceptar esa f贸rmula no era resolver la anarqu铆a sino prolongarla. El pueblo necesitaba y ped铆a una paz durable y firme. Esta era tambi茅n la aspiraci贸n vehemente del liberalismo, que se sacrificaba abnegadamente por el bien colectivo. Derrotados los facciosos en Piribebuy, el gobierno confi贸 todav铆a a un expectable republicano la misi贸n de ofrecerles la paz, propuesta que fue reiterada cuando avanzaban sobre la capital. Estas gestiones demuestran hasta d贸nde el Gobierno liberal quiso evitar un nuevo y sangriento choque, y que si se apel贸 a la fuerza como '煤ltima ratio' fue porque a ello le oblig贸 la imposibilidad de conseguir la pacificaci贸n por los medios legales. Si la guerra ha costado y durado mucho se deben en primer t茅rmino a que el gobierno tuvo que improvisar un ej茅rcito, equiparlo y armarlo para batir a los sublevados, que sumaban el noventa por ciento de los efectivos bajo bandera.

聽聽聽聽聽聽聽聽 El sacrificio ha sido grande. Es menester aprovechar las lecciones que surgen del pasado de violencia. Esta guerra civil debe ser la p谩gina final de una 茅poca que se cierra, para iniciar la era de la paz institucional, fruto del sufragio libre, garantizada por gobiernos leg铆timos y controlada por oposiciones democr谩ticas y su terminaci贸n debe se帽alar el punto de partida de una pol铆tica de m谩s amplios horizontes, realizadora del bien colectivo, firme para impedir violencias y de rectificaci贸n de los errores del pasado para evitar id茅nticas crisis."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Las grandes ideas de este profundo manifiesto pudieron aplicarse exactamente por una d茅cada, la m谩s libre y democr谩tica de todo el siglo XX, pero todo termin贸 como consecuencia de la Guerra del Chaco y el avance incontenible de las ideas totalitarias de la Europa nazi-fascista que nuevamente trajeron al Paraguay lo mismo de siempre, odio, guerra civil, enfrentamientos, exilios y represi贸n, todo nuevamente bajo el nombre de una revoluci贸n "nacionalista" que nunca termin贸 de llegar como revoluci贸n, sino como opresi贸n. La experiencia ganada en base a la guerra civil de 1922 fue prontamente olvidada porque la democracia no lleg贸 a cuajar como una meta nacional. No pod铆a hacerlo en un medio provinciano de escasa educaci贸n, sujeto todav铆a a la voluntad de caudillos y tiranos.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En una cena de homenaje ofrecida al doctor Eusebio Ayala al abandonar la Presidencia provisoria, 茅ste se despach贸 sin misericordia contra aquellos dos males nacionales. Del militarismo dijo: "El Ej茅rcito ha estado en nuestro esp铆ritu por muchos a帽os como factor, no de seguridad, sino de inseguridad. El Ej茅rcito ha estado mezclado en la pol铆tica y 茅sta a su vez se ha mezclado en las cosas del Ej茅rcito; y tal contubernio ha tra铆do muchas y grandes desdichas y si no le ponemos t茅rmino, nos ha de traer muchas m谩s". Luego da una definici贸n del caudillismo que el propio soci贸logo alem谩n contempor谩neo suyo, Max Weber, envidiar铆a: "No creo, se帽ores que el problema de sanear el ej茅rcito pueda oponer dificultad toda vez que desaparezca lo que vulgarmente se llama caudillismo, o sea ese af谩n de rodearse de gente incondicional y de creer que uno es m谩s que otros en el partido o en el gobierno".

聽聽聽聽聽聽聽聽 Sobre el papel de Eduardo Schaerer en la guerra civil, Eusebio fue tambi茅n lapidario como pocos, antes o despu茅s de 茅l:

聽聽聽聽聽聽聽聽 "He sido amigo del se帽or Schaerer, aprecio mucho algunas de sus cualidades. El se帽or Schaerer ha sido v铆ctima sobre todo de su ignorancia, 驴por qu茅 no decir la verdad? La ignorancia de los gobernantes es un peligro grande para la Rep煤blica. Yo no quiero acusar al se帽or Schaerer: si habl茅 de 茅l en este momento, es porque quiero inferir una lecci贸n. 驴Cu谩l es esa lecci贸n? La de que es necesario que en nuestro pa铆s ya no se dejen las grandes influencias pol铆ticas en manos de hombres sin capacidad intelectual."

聽聽聽聽聽聽聽聽 Ayala no lo hubiera pensado as铆, pero estaba condenando al populismo que una y otra vez adquiere c铆clica prominencia entre nosotros elevando a la m谩xima autoridad a ciudadanos de escas铆simas luces aunque de desmedida ambici贸n.

聽聽聽聽聽聽聽聽 LA CRUCECITA Y LA ENCRUCIJADA DE LOS MILAGROS

聽聽聽聽聽聽聽聽 El fin de la lucha armada trajo consigo dos milagros y muchas bendiciones para el sufrido pueblo que soport贸 estoicamente catorce meses de lucha intestina. El primero de los milagros fue el econ贸mico. Uno de los productos de la agricultura local tuvo un repunte indescriptible en valor y mercado, el algod贸n. Hubo un "boom" algodonero que trajo mucha bonanza a las alica铆das arcas del Gobierno. Se valoriz贸 y pronto se compraba toda la producci贸n, incluso la futura.

聽聽聽聽聽聽聽聽 En ocasiones anteriores de burbujas econ贸micas de esta naturaleza, todo el mundo se dedicaba a la producci贸n para la exportaci贸n pero a consecuencia de deficiencias en el manejo financiero de la econom铆a, el beneficio se limitaba a unos pocos especuladores, prestamistas y banqueros. La que se inici贸 en 1923 fue diferente, por el hombre que estaba a cargo, Eligio Ayala. Ya cuando parec铆a que Dios se hab铆a olvidado del Paraguay, por razones ajenas a la econom铆a, fue elevado a la presidencia provisional quien haya sido posiblemente el primer economista con t铆tulo de posgrado en acceder a la primera magistratura en el mundo.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Eligio Ayala era tambi茅n abogado, pero entre la primera y la segunda presidencia de Manuel Gondra, Ayala hab铆a partido para Europa a especializarse en finanzas. Por el camino, cambi贸 de especializaci贸n y eligi贸 la naciente "ciencia sombr铆a", la econom铆a pol铆tica. Hab铆a sido un excelente y curioso alumno y como economista en funciones, su tarea fue simplemente efectiva y provechosa. Lo primero que acompa帽a todo proceso de boom econ贸mico es la inflaci贸n, concepto acad茅mico desconocido para muchos pero cuyos resultados afectaban a todos por igual y especialmente a los m谩s pobres pues la p茅rdida del valor de la moneda afecta a quienes menos la tienen. Por algo, alguien la denomin贸 acertadamente, el impuesto a los m谩s pobres que no tienen conciencia de estar pag谩ndolo. Ayala tambi茅n revis贸 las otras actividades paralelas como el transporte y el almacenamiento y fue estricto cancerbero con las recaudaciones.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Era de no creer que el pa铆s que penosamente se tranquilizaba luego de las recientes cruentas disputas fratricidas, comenz贸 a tener super谩vits presupuestarios luego de pagar la deuda flotante y estar al d铆a con la burocracia gubernamental. El Partido Liberal Radical hab铆a encontrado su improbable mes铆as nada mesi谩nico y pronto comenz贸 a organizarse para llevarlo a la Presidencia Constitucional por todo un per铆odo. La perspectiva no le disgust贸 aunque para ello tuviera que reemplazar en la candidatura partidaria a su amigo Eusebio Ayala, el presunto pretendiente oficial del Partido para las elecciones indirectas de 1924. La propuesta liberal impuso su renuncia a la provisionalidad para dedicarse a la candidatura. En marzo, lo substituy贸 el doctor Lu铆s A. Riart quien as铆 complet贸 el per铆odo presidencial y le entreg贸 la banda constitucional a Eligio Ayala el 15 de agosto de 1924.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Al asumir nuevamente la presidencia, Ayala ven铆a con un plan espec铆fico, aprovechar al m谩ximo la bonanza de las finanzas algodoneras y llevar adelante un sorprendente programa de transformaci贸n econ贸mica, pol铆tica y de infraestructura del pa铆s en el breve lapso de apenas cuatro a帽os. Apoyado desde su Gabinete por una mayor铆a de egresados de universidades europeas, especialmente en la Intendencia de Asunci贸n. Se dinamiz贸 la actividad productiva, se construy贸 e inaugur贸 la escalinata de la calle Antequera, se cre贸 el Barrio Obrero para llevar a residencias suburbanas modernas a los habitantes de la insalubre Chacarita, se construy贸 lo que por casi un siglo fue la 煤nica avenida costanera en la Bah铆a, se reform贸 la educaci贸n con un plan del docente paraguayo Ram贸n Indalecio Cardozo, hasta hoy no superado y 煤nico en su g茅nero, aunque que pronto fue dejado de lado por los sucesivos gobiernos "por dar mucho trabajo" a los maestros. Tambi茅n se llev贸 al Rectorado de la Universidad Nacional de Asunci贸n al doctor Eusebio Ayala para intentar corregir lo que el mismo Ayala en sus magistrales mensajes anuales al Congreso lleg贸 a llamar "la apat铆a mansa" del decadente profesorado universitario.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Eligio Ayala luego hizo tambi茅n su mayor contribuci贸n a la patria y a la historia; presidi贸 la recuperaci贸n del Ej茅rcito, su profesionalizaci贸n con becas al exterior para sus jefes y con la compra encubierta de armamento moderno, pues la guerra con Bolivia por la posesi贸n del Chaco Boreal se presentaba como inevitable. Todo lo hac铆a el Presidente con su implacable visi贸n de tesorero estricto. Si bien no sobraba dinero para las tantas necesidades del pa铆s, un buen administrador se las ingeni贸 incluso para agradecer al Obispo, Monse帽or Bogar铆n, por su papel en la pacificaci贸n de los 谩nimos luego de la guerra civil solvent谩ndole el agradecido Estado sus 煤nicas vacaciones en el exterior.

聽聽聽聽聽聽聽聽 CIRILO DUARTE

聽聽聽聽聽聽聽聽 El otro milagro -o sucesi贸n de milagros- tuvo lugar fuera del 谩mbito gubernamental, pero a su manera fue una consecuencia del ambiente revolucionario y sedicioso que se acababa de atravesar. Un hecho casi anecd贸tico tuvo resultados inimaginables. A meses de la conclusi贸n de la rebeli贸n, el 4 de octubre de 1923, unos marineros de la guarnici贸n de Puerto Sajonia estaban protagonizando uno de los frecuentes cambios de guardia, cuando toda la poblaci贸n circundante deb铆a suspender sus actividades y desplazamiento hasta que la guardia entrante recibiera el santo y se帽a de la saliente y todo quedara nuevamente bajo la atenta vigilancia de los soldaditos. El puesto estaba ubicado sobre la Avenida Carlos Antonio L贸pez y todo ocurr铆a de acuerdo a lo convencional cuando de improviso y accidentalmente se dispara uno de los fusiles de la tropa y cae mortalmente herido para fallecer casi instant谩neamente el joven marinero Cirilo Duarte.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Impresionadas por el episodio, algunas mujeres del vecindario se la agenciaron para adquirir una crucecita de madera que fue colocada en el exacto lugar donde falleciera Cirilo. El caso era perfectamente acostumbrado, tanto en el campo como en la ciudad para muertes accidentales o tr谩gicas productos de cr铆menes y enfrentamientos. Pero pronto, surgi贸 un fen贸meno religioso popular que no par贸 de crecer. La crucecita de Cirilo Duarte adquiri贸 fama de milagrosa y pronto fue epicentro de rezos, ruegos y promesas. No faltaron las flores ni las velas y pronto se le erigi贸 un peque帽o pante贸n donde se pon铆a a resguardo de los elementos las cartas y s煤plicas y agradecimientos dirigidos al alma de Cirilo.

聽聽聽聽聽聽聽聽 Con el paso del tiempo, el fen贸meno hab铆a desbordado toda creencia anterior. Particularmente visitada por j贸venes de todas las clases sociales era la crucecita en 茅pocas de ex谩menes. El resto lo hizo el Concilio Vaticano II y la novel Conferencia Episcopal Paraguaya. La Iglesia decidi贸 que un fen贸meno as铆 deb铆a ser manejado institucionalmente. Pas贸 a proteger la existencia de la crucecita misma, pues algunos promeseros y favorecidos se llevaban astillas por lo que hoy la crucecita original se halla expuesta en una vitrina inviolable a la vista de los feligreses en lo que es la imponente Bas铆lica de la Santa Cruz. Ya no es un fen贸meno de religiosidad popular espont谩nea, pero la historia de Cirilo Duarte no ha parado de crecer y difundirse. Hay incluso en las cercan铆as una escuela de artes y oficios que lleva su nombre y es administrada por la orden dominica para ayudar a j贸venes como el propio Cirilo a realizar el milagro de una educaci贸n esmerada en una tarea productiva que traiga dignidad a sus vidas y los vuelvan 煤tiles a su sociedad. Este milagro seguro que no es el menor de cu谩ntos propici贸 el marinerito de Sajonia.

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Velilla de Arr茅llaga, Julia. Eligio Ayala, el estadista en HISTORIA PARAGUAYA. Vol. XVII, 1980.

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ART脥CULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO


OTRO LIBRO SOBRE LA VIOLENCIA POL脥TICA EN NUESTRO PA脥S

EL LIDERAZGO DE EUSEBIO AYALA SOSTUVO AL GOBIERNO


Otro gran libro sobre la violencia pol铆tica en nuestro pa铆s es el que presentar谩 el domingo pr贸ximo, con el ejemplar de nuestro diario, ABC Color y El Lector. Se trata de 鈥淟a guerra civil de 1922鈥, del prestigioso historiador compatriota Ricardo Caballero Aquino.


El doctor Eusebio Ayala, gran estadista y tambi茅n un caudillo nacional./ ABC Color



En esta entrevista con el doctor Caballero Aquino, el mismo se帽ala aspectos de su obra y recuerda el destacado papel que tuvo Eusebio Ayala en la defensa del Gobierno ante el alzamiento militar de 1922, que origin贸 la m谩s larga 鈥渞evoluci贸n鈥 que vivi贸 nuestro pa铆s.

鈥撀縌u茅 hizo posible la victoriosa defensa de Asunci贸n ante los sublevados?

鈥揈l liderato de Eusebio Ayala, que recorri贸 los cantones alentando a las biso帽as tropas y la gran capacidad de unos pocos oficiales de las primeras promociones de la Escuela Militar, fundada, ir贸nicamente, por Eduardo Schaerer como Presidente en 1915, y la habilidad estrat茅gica de unos pocos jefes.

鈥撀縌ui茅nes?

鈥揓os茅 Juli谩n S谩nchez, Jos茅 F茅lix Estigarribia, Luis Irraz谩bal, todos bajo el comando del ministro de Guerra y Marina general Manlio Schenoni, antiguo becado del gobierno de Egusquiza a Chile y el 煤nico jefe que nunca se rebel贸 contra un gobierno constitucional.

鈥揂sunci贸n estuvo a punto de caer en manos de los alzados...

鈥揕os sublevados llegaron hasta General Santos y avenida Colombia (hoy Mcal. L贸pez) y por Pettirossi hasta los fondos de la quinta de El铆as Garc铆a (Mburuvicha R贸ga) y algunas patrullas penetraron hasta la Plaza Uruguaya. Poco a poco, al no poder afianzarse en el terreno, los rebeldes enfilaron nuevamente hacia Luque, perseguidos por la implacable caballer铆a de Irraz谩bal. Hubo como 300 bajas en los atacantes.

鈥揈l Gobierno sostuvo Asunci贸n, pero el resto del pa铆s no estaba bajo su control.

鈥揕a victoria del 9 de junio pronto se hizo expansiva. La Marina qued贸 leal al Gobierno controlando los r铆os y el comercio fluvial. Hab铆a que iniciar la tarea de reconquistar el territorio y lo m谩s indicado era hacerlo a lo largo de las v铆as del ferrocarril.

鈥撀縌u茅 hac铆an los rebeldes?

鈥揈n su repliegue, iban entregando las estaciones principales. Luque fue desmantelada y luego cay贸 Ypacara铆 en una batalla donde ya se notaba la evoluci贸n militar de montoneras a ej茅rcito con capacidad t谩ctico-estrat茅gica. Antes de caer Ypacara铆 se hizo un movimiento de distracci贸n en Yaguar贸n para impedir refuerzos.

鈥揕a rebeli贸n pareci贸 perder la iniciativa y se limitaba a defenderse, a ese paso pocas eran las esperanzas de suceso.

鈥揂 partir del 9 de junio, los chirifistas andaban en retiradas, que las presentaban como brillantes maniobras militares, pero no apuntaban a objetivo alguno. Pronto cay贸 Paraguar铆 a pesar de la poderosa guarnici贸n local y despu茅s Caballero, Itap茅, la azucarera de Tebicuary y Villarrica.
Antes de eso, para demostrar que el Paraguay nunca dej贸 el liderato intelectual de la regi贸n, se combati贸 la primera batalla a茅rea de Sudam茅rica con veteranos europeos de la Primera Guerra Mundial.

鈥撀緼viones de combate, en Paraguay, en 1922?

鈥揝e combati贸 y tambi茅n se lanzaban panfletos y boletines de propaganda. Tuvimos el primer m谩rtir a茅reo, el sargento Francisco Cusmanich, derribado en Piray煤 a bordo de un biplano bautizado 鈥淧residente Ayala鈥. En la primera batalla a茅rea no hubo v铆ctimas y el protagonista por el Gobierno fue el teniente irland茅s veterano de la Royal Air Corps brit谩nica, Patrick Hassett.

鈥撀縌u茅 tipos de aviones eran?

鈥揕os aviones enfrentados eran de la marca italiana Ansaldo SVA-5. Otros italianos fueron pioneros como el sargento de Aviaci贸n italiano Nicol谩s Bo, reconocido por su arrojo, encargado m谩s tarde de los inicios de la fuerza a茅rea en el Paraguay.

BATALLA DE CA鈥橧 PUENTE, UNA LUCHA DE GUERRA MODERNA


Ricardo Caballero Aquino, autor del extraordinario libro que aparecer谩 el pr贸ximo domingo con el ejemplar de nuestro diario, 鈥淟a Guerra Civil de 1922鈥, habla de la gran batalla de Ca鈥檌 Puente (hoy Cnel. Bogado, Itap煤a), el primer combate en ser planeado y ejecutado de acuerdo con los c谩nones de la guerra moderna.



Jos茅 F茅lix Estigarribia tuvo una brillante conducci贸n en Ca鈥檌 Puente./ ABC Color


Esta batalla era como un ensayo general con municiones reales para la entonces cercana Guerra del Chaco.

鈥撀緾u谩l fue la importancia de Ca鈥檌 Puente?

鈥揕os revolucionarios se fortalecen en Ca鈥檌 Puente con la construcci贸n de trincheras de 煤ltima generaci贸n bajo la supervisi贸n de expertos prusianos que llegaron de voluntarios para combatir con el coronel Adolfo Chirife, antiguo becado del Ej茅rcito alem谩n. Es una zona con todos los accidentes posibles de terreno, rodeada de correntadas, con serran铆as como en Isla Alta y bordeada de tupidos bosques.

鈥揢na gran defensa.

鈥揕a fortificaci贸n era formidable. Los rebeldes ten铆an todo a su favor, dominaban las v铆as del tren hasta la vecina Encarnaci贸n y la log铆stica proven铆a de la Argentina. T茅cnicamente, Ca鈥檌 Puente era inexpugnable.

鈥揚ero quedaba en medio de la nada; 驴qu茅 valor estrat茅gico pod铆a tener?

鈥揘o mucho, pero si no se les desalojaba de ah铆, la revoluci贸n segu铆a y el pa铆s estaba paralizado; no hab铆a producci贸n, ni las escuelas funcionaban con regularidad y pr谩cticamente toda la poblaci贸n econ贸micamente activa estaba enrolada. Cuanto m谩s durara la rebeli贸n, peor para el gobierno, pues reflejaba incapacidad de derrotar a los insurgentes y reencauzar la vida nacional.

鈥撀緾贸mo se planific贸 Ca鈥檌 Puente?

鈥揇e una manera cuidadosa, por primera vez, con algo parecido a un Estado Mayor que orden贸 el reconocimiento de terreno con el uso de mapas militares 鈥揺n toda la Guerra del 70 no se tuvo ninguno鈥 y preparativos b茅licos para las tres armas. La aviaci贸n realiz贸 vuelos exploratorios, la Caballer铆a busc贸 caminos alternativos y la Marina atacaba el cuartel de Encarnaci贸n para evitar la concentraci贸n de tropas en Ca鈥檌 Puente.

鈥撀縌ui茅n planific贸 el combate por las fuerzas leales al gobierno?

鈥揈l gran estratega fue Schenoni. El ej茅rcito guarar谩 de las montoneras hab铆a quedado atr谩s. La coordinaci贸n de las operaciones de ataque fue 贸ptima y casi todo sali贸 perfecto.

鈥撀縔 la ejecuci贸n fue igual de eficiente?

鈥揑sla Alta hab铆a ca铆do en manos del gobierno, y desde ah铆 sali贸 el 13 de noviembre el mayor Jos茅 F茅lix Estigarribia al frente de 1.500 hombres y con una oficialidad que se llen贸 de hero铆smo en el Chaco.

鈥撀縌ui茅nes eran esos oficiales?

鈥揈n Artiller铆a, Camilo Recalde; en Caballer铆a, Luis Irraz谩bal; en Infanter铆a, Alfredo Mena, Nicol谩s Delgado, Carlos J. Fern谩ndez y Gaudioso N煤帽ez. A pesar de ser capit谩n de Corbeta, Fortunato Arias se hizo eximio en el comando de tropas de asalto. La misi贸n de Estigarribia era arriesgada.

Publicado en fecha:聽21 de Febrero de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

GRAN TRIUNFO FINAL DE ELIGIO AYALA


La iglesia de La Encarnaci贸n fue siempre un objetivo militar en las revoluciones.

En 1923 la tomaron los rebeldes, que luego fueron desalojados a ca帽onazos por los leales./ ABC Color


En esta inflexible interpretaci贸n de los hechos, Ricardo Caballero Aquino, autor del libro 鈥淟a guerra civil de 1922鈥, que aparecer谩 ma帽ana domingo con el ejemplar de nuestro diario, analiza la p茅sima estrategia rebelde y la reacci贸n gubernamental que le dio la victoria ante los alzados.

Una vez triunfante, el gobierno de Eligio Ayala no recurri贸, como de costumbre, a las ubicuas amnist铆as de anta帽o que dejaban impunes a quienes se alzaron en armas contra la Constituci贸n. El castigo fue la expulsi贸n del Ej茅rcito y la p茅rdida de la jubilaci贸n. Los militares, en contrapartida, le tomaron una ojeriza terminal al liberalismo.

鈥揈stigarribia, el h茅roe de Ka鈥檌 Puente, va al norte solo para ser madrugado por un simple abigeo y montonero, Pl谩cido Jara, 驴c贸mo fue eso?

鈥揚l谩cido hizo una brillante maniobra, digna de un Estigarribia. Mientras este esperaba el ataque por el 煤nico camino disponible cerca de un paso en Caraya贸, Pl谩cido hizo construir un puente precario con ramas y lianas y apareci贸 en Arroyos y Esteros con sus 2.000 hombres, buena caballada, pero escaso armamento y nula munici贸n. De ah铆, tomar la desprotegida Asunci贸n era solo un tr谩mite.

鈥揕legaron a Asunci贸n.

鈥揕os dem谩s rebeldes a cargo del coronel Mendoza ya entraron en Asunci贸n y establecieron puesto de comando en la comisar铆a 3陋, en Azara y Estados Unidos. Jara y Jos茅 Gill tomaron Belvedere, la Plaza Uruguaya, la Plaza Independencia, la iglesia de la Encarnaci贸n y la Intendencia Militar, en Chile y Amambay, as铆 como establecieron cantones en el Mangrullo.

鈥揂l Gobierno le quedaban las calles: Palma, Presidente Wilson y Buenos Aires hasta el puerto y nada m谩s.

鈥揈ra el 9 de julio de 1923 cuando los rebeldes entraron a la capital y los combates se desarrollaron el 10. El Gobierno, a las 15:00 del 9, estaba abordando buques en el puerto con la tesorer铆a y las armas para zarpar al norte y zafar la emergencia. El general Manlio Schenoni estaba en su despacho de la Escuela Militar, pero ya sin soldados para la defensa.

鈥撀縌ui茅n fue el hombre de la hora?

鈥揢n veterano general, de los de 鈥渄esfile鈥 y orden cerrado seg煤n Bray, Patricio Lepat铆 Escobar. Ante el avance rebelde, figuras partidarias lo visitaron en su domicilio, en Cnel. Mart铆nez e Independencia Nacional, y este reaccion贸 con hidalgu铆a y march贸 a pie al puerto, se entrevist贸 con el Presidente y pidi贸 autoridad para organizar la defensa. Solicit贸 voluntarios y uno de los primeros fue el Presidente de la C谩mara de Diputados, Jos茅 P. Guggiari. Escobar reparti贸 armas, nombr贸 comandantes y areng贸 a las tropas.

鈥揝i los rebeldes ten铆an tomada Asunci贸n, 驴por qu茅 no reaccionaron?

鈥揕a noche antes del 10, el comandante Francisco Brizuela cometi贸 una tonter铆a: envi贸 a su artiller铆a a Capiat谩 y 茅l mismo fue a pernoctar all谩. El otro problema grave era que los rebeldes eran montoneros rurales, peleadores de montes, abigeos y forajidos. Una vez tomada Asunci贸n, no supieron qu茅 m谩s hacer y carec铆an de oficiales capaces de mostrar el camino. As铆 que fueron retrocediendo de cada uno de sus puestos hasta replegarse en la Plaza Uruguaya y de ah铆 en desbandada buscaron la costa argentina.

鈥揚ero eran combatientes鈥

鈥揅laro, no le fue f谩cil al Gobierno tomar la iniciativa. Primero el ubicuo d煤o Condestable Brandan y Pac铆fico de Vargas procedi贸 a disparar artiller铆a desde el puerto al promontorio de La Encarnaci贸n, pero con la orden de no da帽ar el templo, cosa que milagrosamente cumplieron. En el 煤ltimo combate cay贸 herido de muerte el valiente capit谩n de Marina Fortunato Arias. En la Plaza Uruguaya el capit谩n rebelde Luis Lasclotas derrochaba coraje. El rol ef铆mero pero valioso del general Escobar hab铆a cambiado el curso de la batalla. Era como dec铆a Napole贸n, que m谩s de la mitad de sus resonantes victorias pod铆an f谩cilmente haber sido derrotas.

Publicado en fecha: 23 de Febrero de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



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