JUAN INOCENCIO LEZCANO
Oriundo de Salitre Cue, hoy José Leandro Oviedo, nació en 1880; fueron sus padres Luciano Lezcano y María de la Paz Molinas. Inició sus estudios en el Colegio Nacional de Villarrica, pero obtuvo su título de Maestro Normal en la Capital. Becado por el Gobierno, ganó el Profesorado en la Normal de Paraná, en 1908. Sintió por la docencia una vocación definida, y por la enseñanza del idioma de Cervantes una pasión indeclinable.
Modeló su personalidad de artífice del magisterio paraguayo, que dignificó con su saber y su conducta. Su vocación docente le apartó de otros rumbos, que sin duda le hubiera significado mejores perspectivas materiales. Sabido es que abandonó los estudios de derecho y las posibilidades de una jerarquizada carrera en la magistratura judicial, que le fue ofrecida, para dedicar todos sus afanes a la enseñanza. Es fama que nunca aceptó otra función que no sea relacionada con la docencia; ni siquiera la representación en el Parlamento, así sea diputado o senador.
A su vuelta de Paraná ejerció la regencia de la Escuela Normal y luego la dirección del Colegio Nacional de Pilar. De vuelta a la capital, fue Secretario de la Universidad y catedrático de castellano en el Colegio Nacional, la Escuela Normal y la Escuela de Comercio. El Prof. Lezcano se sumó al empeño de un gran maestro, Delfín Chamorro, para constituirse en los más calificados exponentes del modo del maestro Andrés Bello para la enseñanza del idioma español. El sistema del consagrado gramático venezolano, establecía la nomenclatura de los tiempos verbales, de tan grande significación, que fue incorporado a la nueva gramática de la Real Academia Española. Chamorro y JI Lezcano se constituyeron en señeros maestros del idioma castellano en nuestro país, trascendiendo la influencia del Prof. Lezcano en la formación de varias generaciones de Profesores, a través de la docencia de sus hijos y la publicación de su obra.
Discípulo, admirador y amigo de Chamorro; el Prof. Lezcano nunca dejó de proclamar públicamente el maestrazgo de aquél. Así, con admirable hidalguía declinó su nombramiento de Miembro correspondiente en el Paraguay de la Real Academia Española de la Lengua, señalando que el honor correspondía a aquél. Y cuando le tocó participar de la Reforma educativa de 1931, patrocinada por el Ministro del ramo, JP Benítez, el Prof. Lezcano abogó por la adopción de los Programas del maestro Chamorro, ampliados por él a ese efecto.
JI Lezcano falleció en 1935. Sus hijos Aida, Luís y Gustavo, continuadores de su calificada labor docente, publicaron en 3 tomos, las LECCIONES DE CASTELLANO, legadas por el maestro.
Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas).
LEZCANO, JUAN INOCENCIO
Uno de los infatigables representantes de la labor educativa nacional fue el maestro Lezcano. Había nacido en 1880 en el distrito de Salitre Cué, jurisdicción de San Pedro del Paraná. Fueron sus padres Luciano Lezcano y María de la Paz Molinas. Estudió primeramente en su pueblo natal y posteriormente en Villarrica. Llevado por su intensa vocación docente, se trasladó a la capital donde obtuvo el grado académico de maestro normalen 1902. Inmediatamente ejerció el magisterio en la escuela de la Catedral y fue nombrado inspector general de escuelas. Merecedor de una beca, otorgada por el gobierno nacional, viajó a Paraná, Argentina, donde en 1908, se graduó de profesor.
A su regreso se le encomendó la dirección de la Escuela Normal de Pilar, en cuyas aulas dictó la cátedra por la cual, desde sus inicios como docente, había demostrado gran inclinación: la lengua castellana.
Fue Lezcano el prototipo del maestro paraguayo de comienzos de siglo. Trabajador incansable, artífice del magisterio, enalteció y honró la profesión con su saber y su conducta. Su vasta disposición hacia la docencia lo alejó de otro destino, que sin duda €e hubiera significado aventajadas perspectivas materiales.
Es de conocimiento que abandonó los estudios de abogacía y las probabilidades de una excelente carrera en la judicatura que oficialmente le fuera ofrecida por el presidente Manuel Franco, para dedicar todos sus afanes a la instrucción de la niñez de aquel entonces. Y sabido es que nunca aceptó otro empleo que no estuviese vinculado a la enseñanza. Rechazó las bancas de diputado y posteriormente de senador propuestas por su partido. Decidió ser nada más que maestro, y lo fue en grado superlativo.
Las autoridades educacionales conocedoras de la tarea esforzada de Lezcano, le confiaron la regencia de la Escuela Normal de la capital en 1913, así como las cátedras de castellano en dicha institución, en el Colegio Nacional y en la Escuela de Comercio "Jorge López Moreira". Igualmente, antes de finalizar ese año fue nombrado Secretario General de la Universidad Nacional.
Por esos años se había convertido en un fiel admirador y amigo de Delfín Chamorro, a cuyas clases de castellano, dictadas en el Colegio Nacional, asistía Lezcano como un alumno más -siendo al mismo tiempo profesor de la misma materia -, deseoso de aprender y escrutar todo lo concerniente sobre la cervantina lengua que el celebérrimo maestro enseñaba tan magistralmente.
Casi todas las tardes al término de las aulas se reunían los dos catedráticos con el propósito de ahondar más en la doctrina gramatical de Andrés Bello, constituyéndose ambos en los más calificados exponentes de la enseñanza del idioma español en el Paraguay en la primera treintena del siglo XX.
El maestro Lezcano no tardó en seguir el método pedagógico de Chamorro. Según éste, la gramática castellana quedaba liberada de las antiguas y anacrónicas prácticas.
Chamorro y Lezcano renovaron e hicieron florecer su estudio en nuestro país, dándole un sello propio, de acuerdo con la naturaleza y características de la lengua hispanoamericana, liberándola de las formas que regían la gramática latina, a que aspiraban fijarlas algunos autores.
La influencia del maestro Lezcano transcendió en forma considerable en la formación intelectual de varias generaciones de escritores del Paraguay contemporáneo, pero sobre todo a través de la herencia legada a sus hijos Luis, Aída, Gusta y Célica, seguidores de su labor pedagógica.
Incondicional a ultranza de Chamorro, el maestro Lezcano nunca dejó de divulgar públicamente el maestrazgo de aquél. De tal forma que rechazó con gran nobleza y calidad humana su nombramiento como miembro correspondiente en el Paraguay de la Real Academia Española de la Lengua, aduciendo que tal mérito correspondía al ilustre Chamorro. También es digno señalar que, cuando le cupo cooperar en la Reforma Educativa de 1931, Lezcano intercedió poderosamente por la adopción del método gramatical implementado por aquel, ampliado por el mismo Lezcano a ese efecto.
Se hallaba en plena tarea de preparación de un libro sobre la enseñanza de la lengua cuando le sobrevino la muerte, acaecida en Asunción en 1935. Pero sus descendientes recogieron, ordenaron y lo publicaron en tres volúmenes con el título de "LECCIONES DE CASTELLANO", adoptado como texto oficial en la instituciones de segunda enseñanza por varias décadas. Dejó igualmente una serie de artículos sobre el citado tema publicados en revistas pedagógicas con La Nueva Enseñanza y una colección de epístolas de interés educativo que integran un pletórico oficio, los que en gran parte en el presente, se hallan aún inéditos.
Fuente: “FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO” Realización y Producción Gráfica ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Alberdi 2831 c/16 Pytda. Tel. (595-21) 373 594, fax (595-21) 391 136 - e-mail: arami@rieder.net.py Asunción, Paraguay. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Direccion de la Obra: Oscar del Carmen Quevedo.